Pocas cosas me han producido más alegría en los últimos años que la reunión de Unearthly Trance y el disco que nos ocupa, “Stalking The Ghost” (magnífica edición, como siempre, a cargo de Relapse Records que parecen disfrutar con el mimo que dedican a cada uno de los discos que producen, teniendo un catálogo variado y cuidado con un diseño magnífico; la portada de “Stalking The Ghost” es tan mística como excitante, obra de Orion Landau). No es que “Season Of Seance, Science Of Silence” (2003) fuese un debut estremecedor para la comunidad más doom hace catorce años (hace mucho, mucho tiempo cuando aquellos que hoy mentan el nombre de Pentagram o The Obsessed en vano ni siquiera habían perdido la virginidad con los primeros álbumes de Sabbath, mucho antes de esa exhibición absurda y gratuita) pero sí que sirvió para situar a los neoyorquinos en el mapa; “In The Red” (2004) y el glorioso “The Trident” (2006), sobre todo este último a mi juicio, sí prometían hacernos felices a todos aquellos que disfrutábamos de ese doom con tintes de groove y toque de drone que Lipynsky, Newman y Verni practicaban.
Pero tras “V” (2010), amigos míos, tras “V” llegaban las malas noticias y Unearthly Trance anunciaban su separación, convirtiéndose en uno de esos nombres que -nos guste o no- tan sólo manejábamos algunos en nuestros círculos más íntimos. Cinco años han tardado en regresar con un trabajo que, si bien nunca hará sombra a “The Trident”, sí que competirá con “Electrocution” o “V”. Cuesta imaginar una canción que sintetice mejor un regreso por todo lo alto como es “Into The Spiral”, con un sencillo pero efectista videoclip que nos recordará a sus amigos de Sunn O))).
Ryan Lipynsky gruñe mientras las guitarras parecen crujir y Darren Verni entra de manera abrupta, contínuos cambios de ritmo y una facilidad pasmosa para crear ambientes de ultratumba con tan sólo tres instrumentos; concediendo tanta importancia a la calma como a los momentos más frenéticos. Estilísticamente, Unearthly Trance parecen no sólo no haber perdido potencia sino que la han triplicado, no tanto por una producción acorde a su sonido (en The Thousand Caves Studio, con Colin Marston famoso por su trabajo con Gorguts o Krallice), sino por esa violenta amalgama de doom con stoner, de groove con hardcore y la mala leche propia del black (aunque en menores dosis, claro) en unas canciones con largos desarrollos repletos de ese toque tan propio de los setenta. Otro de los elementos que llaman profundamente la atención y que confiere a Unearthly Trance ese toque tan característico es la forma en la que Jay Newman golpea las notas de su bajo, aportando la pesadez necesaria; similar a “The Trident” pero con un toque más perverso u oscuro.
La monstruosa “Dream State Arsenal” posee uno de los riffs más pegadizos del álbum en una canción en la que Lipynsky, Newman y Verni crearán una tensión que devendrá en el clásico ambiente opresivo de la banda. “Scythe”, sin embargo, les hará ganar más cuerpo, más presencia, con algo de lentitud, relajando el tempo y recordándonos a lo que una vez fueron Neurosis hasta llegar a “Famine”, clara herencia de “The Trident” pero, como dirían muchos; “con fórmula mejorada” sin que por esta vez resulte mentira.
Y es que “Famine” resume lo mejor de la carrera de Unearthly Trance en sus seis minutos; un magnífico ejemplo de cómo mezclar doom con stoner y psicodelia sin perder ni un ápice de credibilidad o robustez, convirtiendo a “Stalking The Ghost” en el álbum en el que la banda mejor ha sabido diversificar su propuesta, fragmentando una trayectoria quizá demasiado orientada a un único subgénero en un caleidoscopio de influencias que le sientan maravillosamente bien. Sorprendente será “Lion Strenght” o la quizá más melódica “The Great Cauldron” (si es que podemos hablar de una melodía en su línea y no en el riff) gracias a la voz de Lipynsky, como la monolítica “Invisible Butchery” nos recordará a “In the Red” (2004) y esa pesadísima manera de manejar los fortísimos golpes de timón de Newman mientras Lipynsky parece haberse convertido en toda una bestia, más cercano al ladrido que al gutural.
El último esfuerzo viene de la mano de la mágica e instrumental “In The Forest’s Keep” que conseguiría transportarnos a otra dimensión sino fuese por ese centrifugado de guitarra y el recitado de Ryan. Estamos de enhorabuena con el regreso de Unearthly Trance ahora que el doom es un logo más a asimilar en camisetas y parches de todo tipo de calaña que asegura conocer a Bobby Liebling mejor que a su propia madre. Independientemente de ello, “Stalking The Ghost” ha sido una de las grandes sorpresas de los últimos meses y sólo podemos alegrarnos de que la banda de Lipynsky haya decidido volver al mundo de los vivos.
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