Partamos de la base de que cualquier lanzamiento de black metal será recibido con las manos abiertas por parte de un servidor y seguramente por toda esa caterva de analfabetos musicales (con todos mis respetos; nótese mi fina ironía) que cree que llevar una camiseta de Sabbath, hacer referencias constantes al doom y ver una teleserie vikinga les da derecho a mentar el nombre de Euronymous en vano. No tengo ningún problema con ellos ya que les considero mecenas de mis vicios; me parece correcto que compren compulsivamente cualquier vinilo de colorines fluorescentes sin que lleguen a recordar siquiera el nombre nórdico de su título o sus canciones en el mismo momento que hacen el pago por Paypal porque eso le permite a muchas bandas que de verdad aprecio seguir sobreviviendo, creciendo, componiendo y a muchos sellos, los cuales adoro, como Season Of Mist (por poner el ejemplo de uno de los más célebres) continuar agasajándonos con suculentas tentaciones como vinilos envueltos en auténtica piel de cordero, exóticas ediciones en cassette o bolas de nieve con Abbath sonriendo desde los fiordos. Que esos supuestos fans tengan o no plato de vinilo es harina de otro costal pero estoy seguro de que esa compra dejará satisfechas cualquiera de sus necesidades, por absurdas que estas sean, cuando suban sus fotos a Instagram y se muestran más auténticos que los mismísimos Quorthon o Tom G Warrior, descendientes, sin duda, del mismísimo esperma pagano de Odín. Ugh!
Y digo todo esto porque ser testigo del progreso de este álbum de Nidingr por parte de Morten “Teloch” Iversen me ha resultado de lo más excitante; es verdad que las redes sociales nos acercan a los artistas que admiramos y, en el caso de Teloch, estar presente en su eterna gira con Mayhem y ver como el guitarrista emplea su tiempo libre, entre cama y cama de hotel, actuación evocando el mítico “De Mysteriis Dom. Sathanas” (1994), y aún así sacando algo de tiempo para grabar sus ideas y compartir algunas de ellas en esta nueva entrega de Nidingr me ha acercado al proceso de este “The High Heat Licks Against Heaven” al que lo sólo le puedo achacar dos defectos; el sonido y cierta repetición de estructuras en la composición. Es verdad que quejarse del sonido de un álbum de black metal puede resultar todo lo absurdo que el lector quiera entender porque bien es cierto que es un subgénero que respira directamente desde el Low-Fi más absoluto y cuya autenticidad ha sido muchas veces puesta en tela de juicio cuando se ha intentado sacar brillo a esas grabaciones que supuestamente debían respirar todo el hedor a muerte de la fría noruega, cierto...
Pero también que en pleno 2017, muchas de las bandas que defendían tales postulados (a excepción de Varg Vikernes, caso aparte) han terminado sucumbiendo a los placeres de la producción, mezclado y masterizado, a veces, más refinados. En el caso que nos ocupa, el sonido de “The High Heat Licks Against Heaven” es bueno y razonablemente equilibrado, potente y oscuro pero lo suficientemente claro como para que entendamos el trabajo posterior de producción y no pensemos que es una demo o una maqueta, creo que un proyecto como Nidingr nunca ha buscado tales direcciones estéticas. Pero sí que echaremos de menos ese brillo que antes mencionaba en una producción quizá demasiado opaca y homogénea que hará que el álbum pierda atractivo. Sé que el black metal lo pide pero también que hay otras producciones contemporáneas igual de auténticas y malévolas que, sin embargo, poseen más matices y algo más de excitación en su tratamiento.
Si hay algo que llama la atención tras las agresivas guitarras de Teloch y Blargh es el bajo de Sir (aunque ambos guitarristas aporten también su granito de arena) que ya desde “Hangagud” será uno de los grandes protagonistas junto a la batería de Øyvind Myrvoll (excepcionalmente grabada), un buen puñetazo de puro black metal que se unirá a “Surtr” en un tempo más calmado o la más tradicional “The Ballad of Hamther” que, sin embargo, gana en su vertiente más épica, como la dramática “On Dead Body Shore”, buen tema en el que entramos pronto en la rutina de un álbum que plantea pocos riesgos a excepción de la trip-hopera (sí, has leído bien) “Gleipnir” en la que Teloch demuestra que también es capaz de crear atmósferas tan truculentas como misteriosas o los cambios de registro vocal en “Sol Taker” y el acercamiento a Ulver o caminos más propios de Attila Csihar que de Nidingr en “Ash Yggdrasil”.
La agresivísima “Heimdalargaldr” es un buen ejemplo de lo que podría haber dado de sí este álbum hasta el momento si la sensación de homogeneidad que antes mencionaba no se apropiase por completo del sonido, algo que el oyente sentirá en la transición a “Valkyries Assemble” o esa despedida infinitamente más doomy que es “Naglfar Is Loosed” con la presencia de su amiga Amalie Bruun (Myrkur), esa artista blackmetalera de laboratorio ulveriano que antes cantaba inofensivas cancioncillas pop del corte de Roxette y ahora cree vivir en el bosque, toca el arpa y escribe su nombre en runas; tan auténtica y genuina que asusta…
En definitiva, un disco agradecido pero que requiere tiempo, una predisposición o una afición (como es mi caso) por todo lo que rodeé al universo Mayhem y sus protagonistas, para entender que de “The High Heat Licks Against Heaven” podremos extraer algunas canciones sueltas que realmente nos satisfagan pero al que dudo mucho que un público más amplio acuda más allá de la novedad. Tan sólo espero que Teloch siga tan activo como de costumbre y bien colaborando con otros músicos, con Mayhem o en Nidingr no nos haga esperar otros cinco años (parece mentira pero es el tiempo pasado entre este y “Greatest of Deceivers”) para disfrutar de su talento. “The High Heat Licks Against Heaven” plantea el camino y apunta buenas formas pero todavía queda mucho por delante y pensar que la continuación puede llevarnos al 2022 parece algo del todo innecesario si este va a ser el único riesgo a asumir por Teloch.
© 2017 Lord Infectus