SETLIST: Rejoice/ Night/ Stormbending/ Failure/ Hyperdrive/ Where We Belong/ Planet of the Apes/ Ziltoid Goes Home/ Suicide/ Supercrush!/ March of the Poozers/ Kingdom/ Ih-Ah!/ Higher/
Siempre que salgo de un concierto, tras la ilusión de haber visto a uno de mis artistas preferidos y la visita obligada al puesto de merchandising, suelo disfrutar tomándole el pulso a la gente a través de las redes sociales y últimamente me sorprende muchísimo la absoluta falta de criterio en ese termómetro sin sentido común en el que se han convertido. Amo la música y la personalidad de Devin Townsend y no era la primera vez que le veía en directo; es más, en cinco meses estaré viéndole de nuevo en la magnífica edición del próximo Hellfest en Francia pero el espectáculo que presencié hace una semana en la madrileña sala La Riviera hace que me pregunte qué le pasa a la gente por la cabeza y piense en voz alta con el colmillo aún goteante. Devin estuvo magnífico, como siempre, quizá un poco más contenido y menos excesivo que de costumbre pero deslumbrante, al fin y al cabo. Está en buena forma, atraviesa una gran momento de popularidad y ha publicado un buen disco que venía presentando, además hizo gala de su habitual y absurdo sentido del humor. Entonces, ¿qué es lo que falló? Algunos dirán que la sala, otros que los técnicos pero lo cierto es que el concierto de Devin Townsend en Madrid sonó horrorosamente mal. El comienzo con “Rejoice” fue tan sólo un aperitivo de lo que nos esperaba; algo que se confirmó con “Night” y, por supuesto, con la épica “Stormbending”, un arranque digno de Townsend que se vio opacado por una auténtico pelota de sonido, una maraña en la que las guitarras estaban tan altas que se produjo un inevitable feedback que restó intensidad al resultado. En “Rejoice” la voz de Townsend estaba tan baja que pidió varias veces que se la subieran mientras que en “Night” directamente no se distinguía matiz alguno y no fue hasta “Stormbending” (en la que las guitarras no atronan con la misma intensidad) que Devin pareció domar el mar de ruido o casi...
Es cierto que la peculiar propuesta de Townsend es precisamente la ausencia de contención, la sobreproducción con dos guitarras teñidas por distorsión y efectos y el teclado de Dave Young rellenando los huecos mientras se superponen samplers con rimbombantes coros; una receta tan exclusiva que puso a prueba una sala tan poco acondicionada y gélida para los conciertos como es La Riviera madrileña que, por cierto, no colgó el consabido cartel con todo el papel vendido y mostraba una desolada entrada con toda la balconada cerrada y tan sólo dos tercios de la pista.
“Failure” o “Hyperdrive” (del genial e imprescindible “Ziltoid the Omniscient”) nos pusieron en órbita y “Where We Belong” tranquilizó nuestro oído interno con un pequeño descanso en las guitarras eléctricas pero no hay sala en Madrid que sea capaz de hacer sonar bien una batería como la de Van Poederooyen en “Ziltoid Goes Home”. Devin se deja la voz e interacciona con las primeras filas; ¿un poco de metal? Tras “Suicide” anuncia la famosa “March Of The Poozers” pero antes una sorpresa; “Supercrush!” para despedirse antes de los bises con “Kingdom”.
La bonita “Ih-Ah!” o “Higher” hacen que la despedida con Devin sea aún más amarga por lo melancólico de la primera y lo exageradísimo pero delicioso de la segunda, ya con toda la banda de nuevo sobre el escenario. Es inevitable hacer una pequeña reflexión del público porque un concierto es cosa de dos; del artista y del respetable y, claro, la sinergia resultante. Ese público que debería ser más exigente y, escuchando a un artista tan inclasificable y a veces tan gourmet como Townsend, ser conscientes de que el cartel que vimos si merecía el dinero de la entrada pero no el horroroso sonido del que disfrutamos. Y es que me sorprende leer que la noche del 3 de febrero en Madrid fue algo memorable porque, sin ser un horror y Devin bregando por salir victorioso en ese mar de ruido, fue completamente indigna de lo que tanto él como nosotros nos merecíamos.
No deja de ser irónico leer a todos esos supuestos entendidos en redes que son capaces de matar por las remasterizaciones en 5.1, que son capaces de matar por un vinilo edición especial para audiófilos y creen orgasmar con un SACD para luego descubrir que tan sólo es un acto más de esnobismo cuando se descargan esas ediciones en 192kbps y son incapaces de aceptar que un concierto está sonando mal y un principio básico que cualquiera podrá entender; si el sonido de una actuación está siendo tan horroroso deja de subir las jodidas guitarras en cada canción porque sólo se evidencia más el problema. Una pena por Devin y por nosotros que tendremos que quitarnos la espinita de ver la gira de “Transcendence” en Francia si queremos apreciar sus canciones como es debido…
© 2017 Jack Ermeister