Por suerte, el álbum de Nick Cave no se llamaría “Head On A Platter” (“La cabeza sobre una bandeja”) sino el aún más explícito “Kicking Against The Pricks” (“De coces contra el aguijón”), de nuevo otra referencia bíblica; esta vez la conversión de Saulo de Tarso que se dirigía a Damasco a prender a los miembros de la iglesia de Dios cuando es cegado por un relámpago que se identifica; “Soy Jesús a quien tu persigues, duro es tu sino de dar coces contra el aguijón…” y con el que el australiano parece identificarse con ese Salvador y a los Bad Seeds con esos seguidores a los que la prensa ha perseguido a coces durante los últimos meses o incluso, como él mismo aclaró; “en sentido no bíblico, me refiero a los periodistas como ‘pricks’” porque eso era lo que pretendía un Cave más que resentido con las críticas recibidas en “The Firstborn Is Dead”. Pero “Kicking Against The Pricks” no ayudaría en absoluto a curar esa herida emocional en el ego del artista publicando como tercer disco un inusual álbum de versiones que no serviría precisamente como bálsamo y con el que él reconocía a algunos de esos autores y composiciones que conformaban parte de su vasto universo de influencias. Pero lo importante de “Kicking Against The Pricks” es que, si bien es fácil cebarse en la elección de canciones, lo que a muchos se les escapó fue que en este álbum es en donde el sonido de Cave con los Bad Seeds eclosiona por completo y encuentran su identidad; en él está la lúgubre voz de Cave (cada vez más lejos de ese desgañite punky y su constante montaña emocional), el grandioso órgano que llena la mezcla, el piano y los baquetazos de Wydler, la guitarra de Blixa (cuya maestría no sólo está en su manera de ‘arreglar’ las canciones sino también saber cuándo debe aportar y cuando su guitarra debe enmudecer) y todo hilvanado por ese maestro que es Mick Harvey (el auténtico cerebro en el estudio junto a Flood) cuyo saber no sólo está en su habilidad con los instrumentos sino tras los controles. Y, para colmo, “Kicking Against The Pricks”, con todos sus defectos, fue recibido con los brazos abiertos por una crítica que se rendía de nuevo ante un resentidísimo Cave que reaccionaba mal al halago y seguía resentido por lo ocurrido con su anterior álbum. Bien es cierto que al australiano nunca le han gustado ni los periodistas, ni las entrevistas o las críticas pero podríamos marcar este año como aquel en el que Cave le hizo la cruz definitiva a los medios y, como veremos más adelante, también a ese público berreante que seguía insultándole en directo y pidiendo a The Birthday Party.
Aprovechando su estancia en Melbourne comenzaron a grabar las versiones que compondrían el álbum en los AAV Studios con Tony Cohen (que ya había trabajado con ellos como ingeniero en “From Her To Eternity”) y las sesiones de grabación fueron sensiblemente mejores gracias al ambiente familiar y de amigos que reinó en el estudio. Si “From Her To Eternity” había nacido entre varios estudios, de las cenizas de un supuesto EP y la grabación de “The Firstbone Is Dead” fue “más tranquila” (aunque la banda la sazonase con sustancias tóxicas y terminase llegando la famosa presión del segundo álbum con Adamson desapareciendo por primera vez), en “Kicking Against The Pricks” hubo cierta distensión con Dawn Cave (la madre de Nick) tocando el violín en “Muddy Water” o la reaparición de Hugo Race que, como él mismo reconoció, se acercaba para ayudar pero también para disfrutar de la interminable juerga tras la grabación, además de disfrutar del ambiente comunero de idas y venidas de Blixa, Thomas Wydler y Barry Adamson para terminar grabando entre diciembre y enero de aquel año unas veintitrés canciones de las cuales formarían parte del álbum doce y, en años y reediciones posteriores, algunos descartes como “Black Betty” o “Running Sacred”.
Las canciones escogidas, sin embargo, no fueron todo lo acertadas que deberían y de ahí que el disco tampoco fuese saludado con una respuesta positiva por parte de un público que esperaba algo muy distinto. La selección corrió a cargo del propio Cave y, excepto la oposición de Rowland S. Howard a grabar material de los Beatles, pocas trabas se encontró Nick, conformando un repertorio (incluso con equivocaciones o cambios en los títulos y créditos de las canciones) que van “de lo Divino y lo humano, de lo Sagrado y lo profano” porque si bien era obvia la querencia de Cave por Lou Reed o Johnny Cash (o por lo menos no extrañaba la del de Brooklyn), a todos sorprendería la elección de “Weeping Annaleah” de Tom Jones o como se la rebautizó; “Sleeping Annaleah”. Pero hablar de la génesis de “Kicking Against The Pricks” es hacerlo también de la del excelso “Your Funeral ... My Trial” y es que, una vez terminada la grabación del álbum de versiones, Harvey y Cave tenían en mente llevar las cintas a los estudios Hansa para finalizar las mezclas allí. Negociaron con el dueño de los estudios AAV las horas muertas de grabación a mitad de precio y éste, tras aceptar verbalmente (nota importante; nunca negocies nada de palabra en el mundo de la música), les chantajeó; debían pagárselas completas o se quedaría con las cintas de “Kicking Against The Pricks”. Los Bad Seeds no nadaban en la abundancia y tras la desesperación inicial, decidieron pagar el rescate de aquellas canciones y, por lo menos, aprovechar las horas ya pagadas a precio de oro para grabar algunas nuevas canciones como “Your Funeral, My Trial”, “Hard On For Love” y “Jack’s Shadow” por lo que se encontraron con canciones originales que no podrían incluir en el próximo álbum de versiones y Barry Adamson, intuyendo que aquel tipo de situaciones y trapicheos serían el sino de la banda y les situaba de nuevo en la picota, decidía abandonar a los Bad Seeds con la ayuda de su buen amigo Mick Harvey que le ahorró la amarga papeleta de tener que anunciarle su deserción a Nick Cave quien, por lo visto, nunca se ha mostrado excesivamente comprensivo con este tipo de escapadas por la puerta de atrás. Cuando las cintas llegaron finalmente a Berlín, trabajaron en ellas y remataron las canciones con la ayuda de Flood en tan sólo tres días de auténtica locura en los que no pararon de trabajar, “Kicking Against The Pricks” ya estaba listo para ver la luz.
“Muddy Water” de Phil Rosenthal, comienza lentamente hasta que los Seeds se unen y acompañan a Cave en una canción que tarda en despegar y que si, además de la interpretación, algo la salva es el órgano de Cave o las dobles voces de Harvey y Adamson. La violencia más descarnada hace aparición en “I'm Gonna Kill That Woman” de John Lee Hooker en la que las guitarras repletísimas de ‘reverb’ de Blixa y Hugo Race sirven a Cave para elucubrar el asesinato de su pareja y alzar el tono, acentuando la demencia, al principio de cada verso al más puro estilo Hooker. Su chica ha pasado toda la noche fuera y el protagonista de la canción cree que le ha sido infiel, sabe que va a matarla por ello y se justifica a sí mismo: “Mi chica me dejó esta mañana y ya no me importa lo que la gente piense. Hice todo lo que pude y Dios lo sabe bien, intenté aliviarla en sus preocupaciones, eso hice, pero ya sabes que ella no era más que un problema y me tenía preocupado todo el tiempo. Dios sabe que sus actos me sacan de quicio. Mi chica estuvo toda la noche fuera, toda la larga noche y eso me preocupa” y el protagonista se pregunta y responde a sí mismo; “¿Debo matar a mi mujer? No me importa lo que diga la gente, voy a matar a esa mujer…” Como no parece muy desencaminada la elección de “Hey Joe” de Billy Roberts en la que el hombre, esta vez plenamente decidido, se dirige pistola en mano a matar a su mujer; “Hey Joe, ¿dónde vas con esa pistola en la mano? Voy a disparar a mi mujer, la cogí con otro hombre. Hey Joe, ¿escuché que mataste a tu mujer? Sí, la disparé y la rematé en el suelo. Hey, ¿dónde vas ahora? Me dirijo al sur donde seré libre, me voy a Méjico. Nadie va a ponerme una soga al cuello”. “Hey Joe” es una de mis favoritas de todo “Kicking Against The Pricks” porque tras la frialdad de Cave y la monótona batería de Harvey hay una tensión brutal en la construcción del clímax, por supuesto es inevitable sentir un escalofrío ante un crímen tratado de manera tan cotidiana y aceptada socialmente en unos años en los que el blues no solamente narraba la pena de la existencia y el desamor sino también la brutalidad de una sociedad en la que la mujer era poco más que propiedad del hombre y este se creía en derecho de aleccionarla o acabar con su vida por una mera suposición.
Sorprende, como indicaba, “Sleeping Annaleah” popularizada por Tom Jones que sirve de puente entre John Lee Hooker y el “Hey Joe” de Roberts pero que es totalmente prescindible con ese toque vals y ligero que en el estribillo nos recordaría incluso a la futura “There Is A Kingdom” de “The Boatman’s Call” (1997) mientras que la country “Long Black Veil” reincide de nuevo en la violencia; esta vez la ejecución de un inocente que rehusa confesar la coartada que le salvaría porque prefiere morir a confesar que la noche del asesinato él estaba encamado con la mujer de su mejor amigo, la canción narra la visita de su amante –con velo negro, de ahí su título- visitando la tumba del injustamente ejecutado y, a pesar de la sobreproducción traducida, de nuevo, en un excesivísimo uso del ‘reverb’, no sorprende tanto su elección dada la fascinación de Cave por Johnny Cash (uno de los muchos artistas que la interpretó) y del cual no solamente admiraba su figura como “hombre de negro” sino las historias que sus canciones contaban y, por supuesto, la leyenda del juglar, del artista en carretera espoleado por la química y al filo siempre de la línea, algo que repetirá en “The Folksinger” (erróneamente titulada “The Singer”) que le sienta como un guante, con una letra que podría haber firmado él mismo y en la cual, como indicamos, habla justamente de la tradición del cantante de folk que va de pueblo en pueblo.
Los descartes, “Black Betty” (‘buesizada’ con un poquito de ritmo, más al estilo de la original del 39 de Leadbelly que de la de Ram Jam del 77) y “Running Scared” (Roy Orbison) sirven como añadido. En la primera, Cave ejecuta el mítico fraseo de Leadbelly que ya utilizó para narrar la inundación de Tupelo; “Looky, Looky Yonder” y la segunda es todo un ejercicio, al más puro de Phil Spector, de cómo crear un denso muro de sonido que devore por completo la mezcla. Como el caso de “All Tomorrows Parties” que si falla en el blanco es por lo poco arriesgada de su versión, sonando muy similar a la de The Velvet Underground y es que uno siempre se plantea la necesidad de grabar una versión de una canción intocable e icónica con tan poco atrevimiento porque, si vas a grabar una canción ajena y quieres hacerla tuya (más siendo Nick Cave), la ñoñería debería estar prohibida desde la primera nota.
Muy diferente es la bonita “By The Time I Get To Phoenix” que si tampoco arriesga demasiado respecto a la de Jimmy Webb, por lo menos (y como en el caso de “The Singer”) le sienta maravillosamente bien a Cave. Lógica es la inclusión del escocés Alex Harvey aunque no la obvia elección de “The Hammer” pero, por lo menos, nos sorprenderá con todo el azúcar del acabado ochentero de “Something's Gotten Hold of My Heart” que la convierte en un pecado pop que querrá opacar con la auténtica “Jesus Met The Woman At The Well” que es puro gospel o la fantasmagórica “The Carnival Is Over” de The Seekers para cerrar “Kicking Against The Pricks”.
El single elegido fue “The Singer” con “Black Betty” y “Running Scared”, el videoclip fue dirigido por Christoph Dreher (recordemos que ya había realizado el de “Tupelo”) y de nuevo el resultado es bastante particular con Nick Cave vestido de riguroso negro (siendo una canción así no podría ser de otra manera) y luciendo pajarita, sobre un fondo -a veces rojo y muy lynchniano que le concede el toque de ensoñación justo- pelo largo generosamente engominado y una guitarra a modo de atrezo con la que se le siente tan incómodo como artificial (recordemos que Cave nunca ha sido guitarrista y que si pudo desquitarse fue muchísimos años después con Grinderman, de manera muy correcta pero muy justita). La verdad es que si nos paramos a pensarlo, grabar este tipo de vídeo (y más que grabarlo, atreverse a emitirlo) en 1986 era todo un sucidio o, como poco, un atrevimiento al alcance de muy pocos o de uno que quiera despeñar su canción por las listas cuando lo que triunfaba no podría ser más diametralmente opuesto; ABBA, Berlinda Carlisle, Berlin y su clásico "Take My Breath Away" de la banda sonora de "Top Gun", Crowded House, Depeche Mode, Duran Duran, Europe, Queen, Pet Shop Boys, Spandau Ballet, Genesis, Madonna y, por supuesto, los todopoderosos U2.
Pero a Cave el éxito le pilló por sorpresa (un éxito relativo, claro) y se encontró de nuevo con el favor de la crítica y unos vociferantes seguidores a los que ya detestaba abiertamente pero cuyo sector menos fundamentalista ya comenzaba a rendirse a las virtudes de los Bad Seeds que encontrarían en “Kicking Against The Pricks” su sonido e identidad, por no hablar de la voz del maestro de ceremonias que, con su tono de tenor espectral surgido del delta del Estigia, había encontrado también su propia identidad. Pero Cave y los Bad Seeds, siguiendo su peculiar instinto, no tuvieron mejor ocurrencia que, en vez de disfrutar de nuevo del agasajo de la prensa y promocionar el álbum con tranquilidad (a excepción de la mala leche mostrada con Matt Snow, aquel crítico que defenestró “The First Born Is Dead” incluso antes de que se publicase), recuperar aquellas canciones grabadas en los estudios AAV de Melbourne para, además de seguir dando actuaciones, volver a encerrarse en el estudio a grabar.
© 2016 Jesús Cano