La crítica no se reservó con “From Her To Eternity” y fue saludado con grandes y positivas críticas que sorprendieron a los propios músicos e inquietaron aún más a los salvajes seguidores de The Birthday Party que en las actuaciones les insultaban y acusaban de haberse vendido ante un flemático cantante que respondía con ironía. Una gira en la que Nick Cave cayó de lleno en los abismos de la heroína y fueron unos conciertos tan salvajes como se podría esperar de él y las malas semillas, tanto dentro como fuera del escenario. Tras su tramo norteamericano, decidió instalarse de nuevo en Berlín junto a su novia Elisabeth Recker y componer las nuevas canciones de su próximo disco, entrando a grabar su segundo disco en noviembre de 1984 en los estudios Hansa de Berlín, de nuevo con Flood tras los mandos. Pero la crítica, esa misma que te encumbra y te convierte en un artista maldito de moda con un abrasivo debut bajo el brazo, es la misma que te condena sin haber escuchado siquiera una de tus nuevas canciones y eso es lo que ocurrió con Cave cuando tardó más tiempo del debido en publicar “The First Born Is Dead”. Es cierto que no perdió el tiempo y entró a grabar en el mismo año de publicación de “From Her To Eternity” pero el segundo álbum con The Bad Seeds no se publicaría hasta junio de 1985 ya que grabaron una versión del “Wanted Man” que Bob Dylan escribió para su amigo Johnny Cash y aquel quería supervisarla en persona porque no se trataba de una versión más sino que Cave había alterado la letra y, por supuesto, la canción por completo con su nueva visión (basta escuchar la interpretación de Cash en “Live at San Quentin” de 1969 y, a continuación, la de Cave en el álbum para apreciar las diferencias), contaba Flood que el proceso le había llegado a agotar, que Cave había escrito casi una veintena de nuevos versos e incluso los Bad Seeds no entendieron lo que estaba buscando cuando Cave quería un in crescendo en el que se fueran sumando cada uno de ellos pero respiraron aliviados cuando la finiquitaron, escucharon el resultado en la mezcla y entendieron que aquella pesadilla había acabado; no lo sabían pero sería la primera de muchas.
Dylan, con mucha calma, tardó seis meses en dar su aprobación y ello demoró la publicación de “The First Born Is Dead”. Ahora puede resultar irónico pensar que una banda tenga tanta prisa por publicar su segundo álbum y arda en deseos de entrar en el estudio, justo ahora que el mundo digital ha dilatado el tiempo entre álbum y álbum y hay artistas que dejan pasar entre dos y cinco años entre cada lanzamiento pero en los ochenta eran tiempos diferentes y, sin medios digitales, el tiempo que pasaba desde la publicación de una y otra obra eran meses, lo contrario podrían ser años en los que el artista se arriesgaba a perder a sus pocos seguidores ya que estos no sabían apenas nada de los músicos. Además, Cave sentía que tenía mucho por demostrar, como así era…
A esto hay que añadirle unas sesiones de grabación en los míticos estudios alemanes más tensas de lo normal por la presión de los músicos para estar a la altura de las expectativas, con Barry Adamson incapaz de aguantar ese peso y gran cantidad de drogas y alcohol salpicando las horas de grabación de un disco de blues negrísimo en el que se mezclaban los ya habituales pasajes bíblicos, la inherente violencia del sur de los Estados Unidos, el diablo, la tentación y, por supuesto, de nuevo Elvis Presley desde su título, “El primogénito está muerto”, en referencia a Jesse Garon Presley, el gemelo que nació muerto apenas treinta y cinco minutos antes de Elvis y cuya figura mitológica nunca dejaría de acompañarle a lo largo de su carrera.
Podríamos afirmar que “The First Born Is Dead” no es, como dice Mick Harvey, un disco de blues tradicional pero está claro es la revisión del género por parte de un delgadísimo yonqui australiano como Nick Cave que en aquella época parecía más un personaje nacido en la imaginación de Neil Gaiman que un bluesman del delta. El célebre medio año a la espera del permiso de Dylan, Nick lo aprovechó para embarcarse en otro proyecto cinematográfico tras su fracaso en la escritura del guión de la adaptación de “Swampland”, el drama “Ghosts… of the Civil Dead” de John Hillcoat que se estrenaría en 1988 y girar con la banda en abril, una mala decisión ya que lo harían sin Blixa Bargeld (ocupado con Einstürzende Neubauten) y Barry Adamson literalmente ya quebrado y desaparecido en combate, siendo imposible localizarle. Así, Harvey y Cave reclutaron a Thomas Wydler y Christopher Dreher de los experimentales Die Haut pero todavía habría una última sorpresa y es que Cave, gracias al alcohol, reunió el valor suficiente para llamar a su antiguo amigo Rowland S. Howard de The Birthday Party (tras la sucísima jugada del año anterior) para que tocase la guitarra; tan sólo tuvo veinticuatro horas para aprenderse todas las canciones. Así, no fue extraño que la gira fuese un desastre y recibiesen críticas abiertamente negativas lo que no auguraba nada bueno para un álbum para el que tanto el público como la prensa parecían ya estar con la escopeta cargada esperando su fecha de publicación...
Para ser honestos, y a pesar de toda su crudeza, “The First Born Is Dead” no está a la altura de “From Her To Eternity”, posee las maneras y, claro, una canción como “Tupelo” por la que merecería la pena cualquier álbum en el que se encontrase pero le faltan grandes canciones. Precisamante es “Tupelo”, junto a la ya conocida por los fans de The Birthday Party; “The Six Strings That Drew Blood”, la elegida como single. La primera, cuyo videoclip fue dirigido por Christopher Dreher con un cuestionable resultado, gusto digno de su inclinación artie y la década en la que vio la luz, está basada en el “Tupelo Blues” de John Lee Hooker (canción original que aparecería incluída en el recopilatorio “Original Seeds Vol 1: Songs that inspired Nick Cave and the Bad Seeds” en 1998) que trata sobre las inundaciones ocurridas en Tupelo, Mississippi, y si es una gran canción no es por la revisión de la de Hooker (o ese homenaje al "Looky, Looky Yonder" de Leadbelly que Cave nunca ocultó e incluyó como ‘medley’ en la versión del “Black Betty” de Ram Jam de las sesiones de su próximo álbum, “Kicking Against The Pricks”) sino por la vibrante interpretación de Cave sobre ese opresivo bajo, obra de Mick Harvey, que fue instado a lograr el mismo sentimiento de “Saint Huck”, y las referencias a Presley mezcladas con la imaginería bíblica. Una canción que comienza con un trueno y se cierra con otro, como si el cielo respetase la tormentosa interpretación de The Bad Seeds en mitad de un barrizal. Ni que decir tiene que “Tupelo” ha soportado el paso del tiempo y se ha convertido en uno de los grandes momentos en directo en el que la banda parece encabritarse y transportar a cualquier auditorio a un fangoso barrizal del delta con Cave caminando entre las filas de butacas y subiéndose a ellas como un predicador mientras el bajo no para de latir y termina por comparar el nacimiento de El Rey que va a frenar el temporal o evitar que llegue La Bestia con el del nacimiento del propio Elvis en Tupelo ; “Retumba el trueno a lo lejos, retumba hambriento como La Bestia. La Bestia ha llegado, su destino es Tupelo, sí Tupelo, La Bestia ha llegado. Por eso las gallinas no ponen y el jamelgo está asustado, que Dios ayude a Tupelo, La Bestia ha llegado. Podrías decir que estas calles son ríos, que los ríos son ahora calles. La lluvia estrellándose contra las ventanas y las mujeres tras ellas… Agua, agua por todas partes, donde no puede volar ningún pájaro, ni nadar ningún pez hasta que nazca El Rey, el rey en… Tupelo”
“Say Goodbye To The Little Girl Tree” es un blues al que el slide de Blixa le sienta maravillosamente bien a pesar de reconocer el alemán que no sabe interpretar con él y es que, a pesar de haberlo escuchado en “From Her To Eternity”, es cierto que Blixa no parece seguir ninguna escala, ni tener la guitarra en ninguna afinación abierta sino que es pura intuición pero funciona porque Blixa tiene un magnífico instinto. Si en “Saint Huck” eran los Bad Seeds los que se convertían en un enorme barco de vapor, en “Train Long-Suffering” son vagones y Cave -convertido en una versión más light de Screamin’ Jay Hakins- es una aullante locomotora mientras su banda le sigue a la zaga y da réplica a los versos del espigado cantante que, sin embargo, sólo parecen espolearle aún más; “Punched from the tunnel (The tunnel of love is long and lonely) Engines steaming like a fist (A fistful of memories) Into the jolly jaw of morning (Yeah! O yeah!) O baby it gets smashed! (You know that it gets smashed) O baby it gets smashed! (You know that it gets smashed)”
“Black Crow King”, Cave se convierte en el rey de los córvidos; “Soy el rey cuervo negro, guardían del maíz pisoteado, deambulando solo, los mirlos ya se han ido, todos han tomado su camino, soy el rey cuervo y la lluvia cae a diario, Señor…” un blues de nuevo con el slide Blixa dándole sabor y los Seeds siguiendo el ritmo a palmas y zapatazos, uno de los grandes momentos de “The Firstborn Is Dead”, eclipsado y olvidado por “Tupelo” o la genial “Knockin' On Joe” en la que Cave, tomando del argot carcelario su título para hacer referencia a la automutilación, consigue sobrecogernos con ese piano y una batería de Harvey que entra de golpe y porrazo para acentuar la tensión de cada verso; “Estas cadenas de pena pueden ser muy pesadas, es verdad, y los candados no pueden romperse ni abrirse con un millón de llaves. Carcelero, llevas una bola al tobillo que ni siquiera tú puedes ver… ¡Allá voy, golpeándome, este metro cuadrado de cielo será mío hasta el día de mi muerte, golpeándome por toda la prisión…” En “Blind Lemon Jefferson” consiguen destilar el blues al estilo Bad Seed con ese lejano bajo ocupando todo el ambiente, la pesadísima percusión arrastrándose mientras el slide de Blixa comparte protagonismo con la voz de Cave y despiden el álbum con “The Six Strings That Drew Blood” que ya habían grabado con The Birthday Party para “Mutiny” pero ralentizada, sin rastro alguno del toque punk que allí exhibían y con Cave sintiéndo la letra en un tono mucho más grave y con menos inflexiones.
Thomas Wydler, aquel que les ayudó en la desastrosa gira primaveral terminó por incorporarse a la banda por lo que Mick Harvey pudo pasarse a la guitarra junto a Blixa y Adamson apareció tras la publicación para girar en otoño e interpretar las canciones en Japón o incluso en Australia con un telonero de auténtico lujo como el mismísimo Screamin’ Jay Hawkins que nunca terminó de digerir bien que alguien de su leyenda tuviese que abrir para unos chavales blancos que se acercaban al blues de una manera tan poco ortodoxa. La última fecha fue en Melbourne y Cave necesitaba volver a meterse en el estudio, no tanto porque tuviese mucho material escrito sino para cerrar el nefasto capítulo de “The First Born Is Dead” y un año como 1985 en el que no se habían cumplido sus expectativas y la crítica le había mostrado sus colmillos desdeñando las nuevas composiciones Tal fue la ira de Cave que decidió llamar a su próximo disco “Head On A Platter” (“La cabeza sobre una bandeja”) ofreciéndosela a la prensa con un disco de versiones y la clara alusión al trágico final de Juan Bautista. En efecto, Cave estaba cerrando una etapa pero también tramando un giro inesperado…
Dylan, con mucha calma, tardó seis meses en dar su aprobación y ello demoró la publicación de “The First Born Is Dead”. Ahora puede resultar irónico pensar que una banda tenga tanta prisa por publicar su segundo álbum y arda en deseos de entrar en el estudio, justo ahora que el mundo digital ha dilatado el tiempo entre álbum y álbum y hay artistas que dejan pasar entre dos y cinco años entre cada lanzamiento pero en los ochenta eran tiempos diferentes y, sin medios digitales, el tiempo que pasaba desde la publicación de una y otra obra eran meses, lo contrario podrían ser años en los que el artista se arriesgaba a perder a sus pocos seguidores ya que estos no sabían apenas nada de los músicos. Además, Cave sentía que tenía mucho por demostrar, como así era…
A esto hay que añadirle unas sesiones de grabación en los míticos estudios alemanes más tensas de lo normal por la presión de los músicos para estar a la altura de las expectativas, con Barry Adamson incapaz de aguantar ese peso y gran cantidad de drogas y alcohol salpicando las horas de grabación de un disco de blues negrísimo en el que se mezclaban los ya habituales pasajes bíblicos, la inherente violencia del sur de los Estados Unidos, el diablo, la tentación y, por supuesto, de nuevo Elvis Presley desde su título, “El primogénito está muerto”, en referencia a Jesse Garon Presley, el gemelo que nació muerto apenas treinta y cinco minutos antes de Elvis y cuya figura mitológica nunca dejaría de acompañarle a lo largo de su carrera.
Podríamos afirmar que “The First Born Is Dead” no es, como dice Mick Harvey, un disco de blues tradicional pero está claro es la revisión del género por parte de un delgadísimo yonqui australiano como Nick Cave que en aquella época parecía más un personaje nacido en la imaginación de Neil Gaiman que un bluesman del delta. El célebre medio año a la espera del permiso de Dylan, Nick lo aprovechó para embarcarse en otro proyecto cinematográfico tras su fracaso en la escritura del guión de la adaptación de “Swampland”, el drama “Ghosts… of the Civil Dead” de John Hillcoat que se estrenaría en 1988 y girar con la banda en abril, una mala decisión ya que lo harían sin Blixa Bargeld (ocupado con Einstürzende Neubauten) y Barry Adamson literalmente ya quebrado y desaparecido en combate, siendo imposible localizarle. Así, Harvey y Cave reclutaron a Thomas Wydler y Christopher Dreher de los experimentales Die Haut pero todavía habría una última sorpresa y es que Cave, gracias al alcohol, reunió el valor suficiente para llamar a su antiguo amigo Rowland S. Howard de The Birthday Party (tras la sucísima jugada del año anterior) para que tocase la guitarra; tan sólo tuvo veinticuatro horas para aprenderse todas las canciones. Así, no fue extraño que la gira fuese un desastre y recibiesen críticas abiertamente negativas lo que no auguraba nada bueno para un álbum para el que tanto el público como la prensa parecían ya estar con la escopeta cargada esperando su fecha de publicación...
Para ser honestos, y a pesar de toda su crudeza, “The First Born Is Dead” no está a la altura de “From Her To Eternity”, posee las maneras y, claro, una canción como “Tupelo” por la que merecería la pena cualquier álbum en el que se encontrase pero le faltan grandes canciones. Precisamante es “Tupelo”, junto a la ya conocida por los fans de The Birthday Party; “The Six Strings That Drew Blood”, la elegida como single. La primera, cuyo videoclip fue dirigido por Christopher Dreher con un cuestionable resultado, gusto digno de su inclinación artie y la década en la que vio la luz, está basada en el “Tupelo Blues” de John Lee Hooker (canción original que aparecería incluída en el recopilatorio “Original Seeds Vol 1: Songs that inspired Nick Cave and the Bad Seeds” en 1998) que trata sobre las inundaciones ocurridas en Tupelo, Mississippi, y si es una gran canción no es por la revisión de la de Hooker (o ese homenaje al "Looky, Looky Yonder" de Leadbelly que Cave nunca ocultó e incluyó como ‘medley’ en la versión del “Black Betty” de Ram Jam de las sesiones de su próximo álbum, “Kicking Against The Pricks”) sino por la vibrante interpretación de Cave sobre ese opresivo bajo, obra de Mick Harvey, que fue instado a lograr el mismo sentimiento de “Saint Huck”, y las referencias a Presley mezcladas con la imaginería bíblica. Una canción que comienza con un trueno y se cierra con otro, como si el cielo respetase la tormentosa interpretación de The Bad Seeds en mitad de un barrizal. Ni que decir tiene que “Tupelo” ha soportado el paso del tiempo y se ha convertido en uno de los grandes momentos en directo en el que la banda parece encabritarse y transportar a cualquier auditorio a un fangoso barrizal del delta con Cave caminando entre las filas de butacas y subiéndose a ellas como un predicador mientras el bajo no para de latir y termina por comparar el nacimiento de El Rey que va a frenar el temporal o evitar que llegue La Bestia con el del nacimiento del propio Elvis en Tupelo ; “Retumba el trueno a lo lejos, retumba hambriento como La Bestia. La Bestia ha llegado, su destino es Tupelo, sí Tupelo, La Bestia ha llegado. Por eso las gallinas no ponen y el jamelgo está asustado, que Dios ayude a Tupelo, La Bestia ha llegado. Podrías decir que estas calles son ríos, que los ríos son ahora calles. La lluvia estrellándose contra las ventanas y las mujeres tras ellas… Agua, agua por todas partes, donde no puede volar ningún pájaro, ni nadar ningún pez hasta que nazca El Rey, el rey en… Tupelo”
“Say Goodbye To The Little Girl Tree” es un blues al que el slide de Blixa le sienta maravillosamente bien a pesar de reconocer el alemán que no sabe interpretar con él y es que, a pesar de haberlo escuchado en “From Her To Eternity”, es cierto que Blixa no parece seguir ninguna escala, ni tener la guitarra en ninguna afinación abierta sino que es pura intuición pero funciona porque Blixa tiene un magnífico instinto. Si en “Saint Huck” eran los Bad Seeds los que se convertían en un enorme barco de vapor, en “Train Long-Suffering” son vagones y Cave -convertido en una versión más light de Screamin’ Jay Hakins- es una aullante locomotora mientras su banda le sigue a la zaga y da réplica a los versos del espigado cantante que, sin embargo, sólo parecen espolearle aún más; “Punched from the tunnel (The tunnel of love is long and lonely) Engines steaming like a fist (A fistful of memories) Into the jolly jaw of morning (Yeah! O yeah!) O baby it gets smashed! (You know that it gets smashed) O baby it gets smashed! (You know that it gets smashed)”
“Black Crow King”, Cave se convierte en el rey de los córvidos; “Soy el rey cuervo negro, guardían del maíz pisoteado, deambulando solo, los mirlos ya se han ido, todos han tomado su camino, soy el rey cuervo y la lluvia cae a diario, Señor…” un blues de nuevo con el slide Blixa dándole sabor y los Seeds siguiendo el ritmo a palmas y zapatazos, uno de los grandes momentos de “The Firstborn Is Dead”, eclipsado y olvidado por “Tupelo” o la genial “Knockin' On Joe” en la que Cave, tomando del argot carcelario su título para hacer referencia a la automutilación, consigue sobrecogernos con ese piano y una batería de Harvey que entra de golpe y porrazo para acentuar la tensión de cada verso; “Estas cadenas de pena pueden ser muy pesadas, es verdad, y los candados no pueden romperse ni abrirse con un millón de llaves. Carcelero, llevas una bola al tobillo que ni siquiera tú puedes ver… ¡Allá voy, golpeándome, este metro cuadrado de cielo será mío hasta el día de mi muerte, golpeándome por toda la prisión…” En “Blind Lemon Jefferson” consiguen destilar el blues al estilo Bad Seed con ese lejano bajo ocupando todo el ambiente, la pesadísima percusión arrastrándose mientras el slide de Blixa comparte protagonismo con la voz de Cave y despiden el álbum con “The Six Strings That Drew Blood” que ya habían grabado con The Birthday Party para “Mutiny” pero ralentizada, sin rastro alguno del toque punk que allí exhibían y con Cave sintiéndo la letra en un tono mucho más grave y con menos inflexiones.
Thomas Wydler, aquel que les ayudó en la desastrosa gira primaveral terminó por incorporarse a la banda por lo que Mick Harvey pudo pasarse a la guitarra junto a Blixa y Adamson apareció tras la publicación para girar en otoño e interpretar las canciones en Japón o incluso en Australia con un telonero de auténtico lujo como el mismísimo Screamin’ Jay Hawkins que nunca terminó de digerir bien que alguien de su leyenda tuviese que abrir para unos chavales blancos que se acercaban al blues de una manera tan poco ortodoxa. La última fecha fue en Melbourne y Cave necesitaba volver a meterse en el estudio, no tanto porque tuviese mucho material escrito sino para cerrar el nefasto capítulo de “The First Born Is Dead” y un año como 1985 en el que no se habían cumplido sus expectativas y la crítica le había mostrado sus colmillos desdeñando las nuevas composiciones Tal fue la ira de Cave que decidió llamar a su próximo disco “Head On A Platter” (“La cabeza sobre una bandeja”) ofreciéndosela a la prensa con un disco de versiones y la clara alusión al trágico final de Juan Bautista. En efecto, Cave estaba cerrando una etapa pero también tramando un giro inesperado…
© 2016 Jesús Cano