Que un disco de Bon Jovi se publique y no levante una polvareda a su paso es malo, muy malo. Fundamentalmente porque hubo un tiempo, cuando eran de verdad relevantes, en el que siempre lo había hecho de una u otra manera; cuando triunfaron por todo lo alto reventando las listas (“New Jersey”, 1988), cuando lograron una reinvención (“Keep the Faith”, 1992), cuando nadaban contracorriente en plenos noventa alternativos (“These Days”, 1995) o cuando colaron un single en las listas como “It’s My Life” contra todo pronóstico gracias a ese lavado de cara en la producción. Y es malo porque Bon Jovi siempre ha tenido tantos detractores con oyentes casuales y una férrea base de fans que les ha asegurado, por uno u otro lado, el que estuviesen en boca de todos, no ha ocurrido con el contractual “Burning Bridges” (2015) y tampoco con “This House Is Not for Sale”, el último esfuerzo de una banda que, sin que haya habido cambios relevantes, cada vez parece más la de acompañamiento de Jon y ha terminado por perder toda su identidad.
¿Que no ha habido cambios relevantes? Por supuesto que sí pero se pueden reducir únicamente a uno; la marcha de Richie Sambora tras el sencillito “What About Now” (2013), la entrada de Phil X y el bajista Hugh McDonald como miembro ya de pleno derecho tras más de dos décadas de servir en sus filas. En el caso de Phil X, estoy seguro de que esos millones de fans que no pueden estar equivocados por amar a Bon Jovi ni siquiera habían reparado en la presencia del exTriumph y tan sólo los que amamos las guitarras y hemos buscado pruebas ‘on line’ de modelos vintage en internet sabíamos de la existencia de un simpático (a veces cargante, todo hay que decirlo) guitarrista que probaba guitarras históricas interpretando riffs de cientos de canciones y parecía vivirlo auténticamente. Phil X es un gran guitarrista, lleno de pasión, energía y también muy vital pero, valga la obviedad, no es Richie Sambora; carece de su peso y personalidad, de su presencia y su forma de tocar, Phil X es más visceral, más enérgico pero, tras la prueba del directo, en “This House Is Not For Sale” parece haber sido silenciado y no es de extrañar que Jon y Shanks inconscientemente le hayan relegado a un segundo plano, a un lugar que no le corresponde.
Siempre me quedará la duda; ¿Richie se fue por sus problemas con el alcohol u otros de salud? ¿Richie se fue por la orientación más pop de Jon o porque simplemente las cosas se acaban sin mayor explicación? Digo todo esto por los problemas que “This House Is Not For Sale” evidencia y que son muchos: Primero, la marcha de Sambora y la pérdida de presencia de las guitarras, transformando el sonido de Bon Jovi en el de una banda domesticada, en el que los arreglos de David Bryan tienen más fuerza, en el que las guitarras han perdido protagonismo para convertirse en una excusa y ni siquiera cuando están en un primer plano suenan con todo el arrojo que debieran, convirtiendo a Bon Jovi en una banda de estadios sí pero de pop. Segundo, la ya eterna presencia de un productor como John Shanks que lleva más de una década aforado al sillón y la consola del estudio (me recuerda al caso de Bob Rock, ese tipo de colaboradores que parecen haberse convertido en un miembro más de la banda, perdiendo toda objetividad y lastrando a los propios músicos) y, tercero, unas canciones que –a pesar de la voz de Jon- no terminan de convencer, con unos títulos tomados prestado de otras bandas y artistas (desde Ryan Adams, Sheryl Crow e incluso U2) algo que es simplemente una anécdota pero que no deja de ser llamativo. No es que no puedan bautizar a sus canciones como les venga en gana pero es escuchar y echarle un vistazo a las letras y darse cuenta de que el imaginario de Jon es tan finito que asusta que en los últimos veinte años parezca haber estar jugando constantemente con las mismas piezas del scrabble; los mismos conceptos, los mismos dramas, las mismas relaciones y los mismos lugares comunes de siempre. No pasa nada por ello, muchos entenderán que es su personalidad y su inspiración pero tras el sonido, los título y las letras llega el momento de prestar atención a las composiciones y encontrarse con que las musas parecen haberle abandonado o no ha puesto demasiado empeño en borrar las huellas de donde proceden las ideas y bocetos de sus nuevas canciones.
Poco riesgo en el tema de apertura, “This House Is Not For Sale”, pero no encuentro mejor presentación para un disco tan poco rupturista como este en el que la bonita foto de Jerry Uelsmann sirve de portada y Jon se empeña en hacer un paralelismo entre ella y el lugar que ocupa su banda, su supuesta integridad y lo que muchos entendemos que es simplemente conformismo. Como en “Living With The Ghost” me cuesta entender que tras ese sonido propio de la E Street Band, cortesía de Bryan, Phil X haya elegido un riff tan soso e inofensivo, con claros ecos a U2; la épica que funciona en los irlandeses se siente forzada en Bon Jovi y echaremos de menos el talento de Sambora, una guitarra, un solo, un arreglo que justifiquen los casi cinco minutos de repetición constante.
Iluso de mí, lo mejor de “This House Is Not For Sale” parece haber pasado con sus dos primeros cartuchos, lo peor está por llegar; “Knockout” es un experimento que no funciona y en el que se siente forzadísimo a Jon intentando encajar allá donde es imposible. Como me sorprende que Phil X no haya dicho nada en absoluto de “Labor Of Love” y el pedal steel de Bryan por el que debería haber pedido permiso a Chris Isaak. No es que ningún músico pueda volver a sentarse frente a un pedal steel (miles de músicos lo hacen de manera original -como, por ejemplo, Daniel Lanois- o, por lo menos, genuina) es que los arreglos de Bryan lo ocupan todo en la canción y el tratamiento (reverb, tono…) evoca el sabor de “Wicked Game” pero sin la tortuosa presencia de Helena Christensen.
“Born Again Tomorrow” clama por todo el indie inglés, a nadie le extrañaría si la hubiesen firmado The Editors, por ejemplo, y volvemos a esa guitarra indigna de Phil X cargada de delay –echaremos de menos a Sambora, de nuevo- y ese toque electrónico en las bases, convirtiéndola en poco menos que una discoteca petarda, como la tontorrona “Roller Coaster”, el enésimo robo a The Edge en el riff (algo incomprensible, de verdad, no por la calidad del irlandés sino por lo inesperado del giro en Bon Jovi) en New Year's Day (sonríamos de nuevo con el título). Allá donde la guitarra debería quemar, “The Devil's In The Temple”, nos encontramos lo que termina convirtiéndose en un aburrido medio tiempo.
“Scars On This Guitar”, coescrita con Brett James, ahonda en la guitarra como tabla de salvación del músico y su eterna y a veces silenciosa presencia como bálsamo para curar cualquier herida; ¿nos suena? Por supuesto que sí, no será la primera ni la última vez que se escriba una canción sobre las guitarras –como instrumento- y, menos aún, con tanto sabor country, el problema es que es intrascendente como “God Bless This Mess” que suena igual que la inicial, “This House Is Not For Sale”, pero sin un estribillo que la justifique, como “Reunion” parece haber sido plenamente inspirada en “I Will Wait” de Mumford & Sons (que alguien las escuche seguidas para mayor sonrojo, por favor) o la final “Come On Up To Our House” parece una mezcla entre “Piano Man” de Billy Joel y “La mañana” de Edvard Grieg en el riff, un desastre cargado de azúcar.
A lo más fans siempre les quedará el recurso de justificar una crítica así alegando mi poca fe actual en la banda y recuperar los mismos viejos recursos; “el que la ha escrito se nota que no le gustan, no tiene ni idea, han evolucionado y no les entiende, son mejores ahora, se llama madurez, está anclado en el pasado…” y me parece bien si así encuentran el alivio y la justificación para defender “This House Is Not For Sale”, un álbum correctito de rock norteamericano de onda media, inofensivo y sosote, de una banda que lleva afincada en el gris más absoluto desde “These Days” (1995). Recuerdo aquel concierto de Bon Jovi en el 93, presentando “Keep The Faith” y aquello sí que levantó polvareda, esto que tengo entre las manos es completamente olvidable, la constatación de que, si bien las cosas no iban mucho mejor con Richie Sambora a bordo, su pérdida duele y convierte a “This House Is Not For Sale” en un disco en solitario de Jon o en uno infinitamente más aburrido que los anteriores y ya es decir…
© 2016 Jack Ermeister