No es del todo cierto que los mejores discos surjan habitualmente en infernales sesiones de grabación en las que reine la disensión; hay veces que el conflicto de intereses y la fractura añaden tensión a la laxitud del ritmo de trabajo pero otra lo único que hacen es evidenciar la crisis interna o la apatía reinante y nos proporcionan obras mediocres. Y digo todo esto porque honestamente no esperaba gran cosa de “Brotherhood Of The Snake” cuando leí las declaraciones de Eric Peterson que, mientras enarbolaba su incomprensible defensa de la carrera electoral de Donald Trump, aseguraba también que este sería el álbum más oscuro de Testament en mucho tiempo y revelaba las fuentes de inspiración; las sociedades secretas, esas que parecen mover los hilos de la sociedad y el mundo por entero (tomando su nombre de “La hermandad de la serpiente” fundada en Mesopotamia por el Príncipe Ea y que, al parecer, fueron los responsables de la desaparición de la Atlántida entre otras muchas cosas que, por suerte o por desgracia, no parecen tener lugar en todas las canciones que integran el álbum por lo que es sólo inspiración y no una obra conceptual). Y así se lo hicieron saber al artista Eliran Kantor que, con pocas pistas más y tomando unos pocos ingredientes añadidos, se lanzó a ilustrar la portada de “Brotherhood Of The Snake” con una ilustración repleta de simbología; “Me quise centrar en el aspecto ocultista e incorporé una serpiente con tres cabezas, quería añadir la pirámide masónica y tuve la oportunidad gracias al logo clásico de la banda. Hay muchos detalles como las lenguas rojas que salen de los libros, dos figuras ancianas entre las sombras, dos fuentes con dos cabezas de serpiente escupiendo lo que parece aceite…” pero me causaba más desesperanza aún el hecho de leer a Chuck Billy asegurar que no volvería nunca más a trabajar en un disco de Testament de esta manera y es que parece ser que la idea de grabar un nuevo álbum les venía rondando la cabeza desde la publicación de “Dark Roots of Earth” (2012) y, por un motivo u otro, no habían podido ponerse manos a la obra pero lo peor era el ambiente de trabajo que Billy describía como un infierno con Alex Skolnick más preocupado de otros proyectos que de escribir con la banda, dejando todo el peso de la composición en Eric Peterson. Con Gene Hoglan, Steve DiGiorgio (sustituyendo desde hace ya tiempo a Greg Christian) y el propio Skolnick asistiendo a grabar sus pistas con bastante desinterés, como describía el propio Billy, mientras él y Peterson se echaban el nombre de la banda sobre los hombros.
Está claro que una formación con Alex Skolnick, Eric Peterson y una base rítmica formada por Steve DiGiorgio y Gene Hoglan no podrá nunca sonar mal; son grandísimos músicos con un impresionante currículum a sus espaldas pero, ¿de verdad creemos que este es el mejor ambiente para concebir un álbum? Sorprendentemente y contra todo pronóstico, “Brotherhood Of The Snake” suena poderosísimo y sí muy oscuro, como adelantaba Peterson, gracias al trabajo de los propios músicos junto con el del productor Juan Urteaga y toda una leyenda como Andy Sneap. Pero lo que hace grande a “Brotherhood Of The Snake” es el paso que Testament han dado con él y es que si el regreso de Skolnick ya fue motivo de alegría en el 2005, el de DiGiorgio parece haber transformado al propio Hoglan que en este álbum parece olvidarse de ese toque death que nos regalaba en los últimos discos y haber regresado al sonido clásico de la banda pero incorporando nuevos elementos, las canciones de “Brotherhood Of The Snake” son aceleradas, complejas y melódicas, puramente thrash con un poquito de groove y algo de speed. Skolnick, a pesar de las críticas de Chuck, está soberbio (siempre me ha parecido un guitarrista muy infravalorado por el gran público) y Billy suena potente y en forma en unas canciones que, aunque no sean el paradigma de la originalidad, resuenan con contundencia y poderío, conformando uno de los mejores álbumes de Testament en mucho, mucho tiempo. El sonido es continuista de “The Formation Of Damnation” y “Dark Roots of Earth” pero sabe a clásico y quizá sea por esa producción que, Peterson no mentía, es crudísima y nos recuerda a esos otros Testament sin que por ello convierta en un acto de nostalgia escuchar el nuevo álbum porque suena lo suficientemente actual como para que muchas bandas más jovenes le presten atención y tomen nota.
“Brotherhood Of The Snake” es una canción rotunda y con muchísimo sabor que ya pudimos escuchar como adelanto y nos encontramos a Testament sonando con potencia pero dinámicos, con esa unión mágica de DiGiorgio y Hoglan dando lo mejor de sí, unas guitarras que son pura épica y Billy en una forma tal que parece que hubiese hecho un pacto con el diablo. Pero es que “The Pale King” (nada que ver con la novela póstuma del gran Dave Foster Wallace) es otro puñetazo de puro thrash aún más abigarrado y más ‘old school’ que tras la exhibición de Skolnick se convierte en otra canción en su segunda parte, sencillamente magnífica. Como “Stronghold” ahonda aún más en esa herida sónica thrashera y nos devuelve a los Testament más rotundos porque si bien es thrash es un thrash con mucho músculo y todo gracias a Hoglan/DiGiorgio, un groove que encontrará su máxima expresión en “Seven Seals” en la que es imposible no emocionarse con un estribillo que estoy seguro de que resultará mucho más inolvidable en directo y con un Skolnick lleno de sentimiento. ¡Sería injusto decir que Testament han vuelto porque lo cierto es que sus últimos dos trabajos eran notables pero es que este álbum es aún mejor!
“Born In A Rut” posee de nuevo unas guitarras excepcionales en uno de los pocos medios tiempos del disco que, sin embargo, es todo un placer escuchar con Chuck Billy sintiendo la letra y haciendo un espectacular juego de voces pero todavía hay lugar para más porque en “Centuries Of Suffering” volveremos a 1987 con ese clásico sabor propio de “The Legacy” y un Gene Hoglan pasado de revoluciones mientras Chuck Billy parece crecerse en los temas más agresivos. Pero si “Centuries Of Suffering” ha sido un agradable viaje al pasado de la banda “Neptunes Spear” no lo será menos a pesar del fortísimo groove. “Black Jack” es otra barbaridad en la que, durante pocos compases, Hoglan parece cambiar de tercio y volver al blast beat para regresar segundos después al thrash e incluso el hard cuando Billy se muestra más ligero, temáticamente hablando, con la letra en esta oda al juego.
“Canna Business” es quizá la menos agraciada del álbum ya que no encaja conceptualmente (tampoco “Black Jack”, seamos honestos) y me gusta que, como banda, no permanezcan ajenos a la realidad y se involucren con su opinión pero, a pesar del trabajo de Skolnick y ese pegadizo riff de Peterson, no me parece de lo mejor de “Brotherhood Of The Snake” y rompe cierto clímax en su segunda mitad y es que el final del álbum está a la altura de lo esperado hasta este momento; “The Number Game” es una de las mejores canciones con dos partes bien diferenciadas y un brillante cierre con Hoglan/ DiGiorgio quemando rueda y un duelo de Skolnick y Peterson que nos deja con una enorme sonrisa.
No resulta infantil ni apresurado afirmar que esta formación de Testament posiblemente haya llegado a su cima con “Brotherhood Of The Snake” y que quizá sea la mejor versión de la banda que hayamos tenido sin desmerecer a ninguno de los músicos que han pasado por su filas en su dilatada carrera, como si quisiéramos capturarles en una foto instantánea para que ninguno se escape y rompa la magia. Puede que los momentos de inestabilidad no sean el mejor caldo de cultivo para que una banda grabe disco pero es que estos son Testament y nunca más deberíamos mentar su nombre en vano. Tras escuchar “Brotherhood Of The Snake” una vez más, todavía me sigo preguntando qué hacía Anthrax en el famoso Big Four porque Testament, actualmente, se los comen vivos a ellos y a muchos otros. Nunca me he alegrado tanto de haberme equivocado, a la altura de su leyenda y más allá…
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