El gran drama de todas esas bandas que alguna vez innovaron es que rara vez vuelven a repetir la jugada y llega un momento de su carrera en el que se estancan, perfeccionan su sonido y su voraz público tiene dos opciones; seguirles porque aman su estilo o abandonarles porque nunca terminan de dar otra vuelta de tuerca (valga el ejemplo de una de mis bandas favoritas, Gorguts, que tras el punto de inflexión que supuso el revolucionario “Obscura” de 1998, volvieron a la palestra tres años más tarde con “From Wisdom to Hate” y, siendo un álbum brillante, no resultaría tan experimental, ni marcaría el paso a seguir como sí ocurrió con el anterior). “The Violent Sleep of Reason”, producido por True Madsen y los propios Meshuggah, suena como sólo ellos son capaces de sonar y, si me apuran, incluso mejor que en sus anteriores obras pero no hay nada en él que nos vaya a hacer girar la cabeza, repetir el segundo o saltar de nuestro asiento porque Meshuggah suenan a Meshuggah y no hay ningún color de su paleta que no hayamos visto con anterioridad pero, por primera vez en su carrera, la banda suena especialmente fresca; como si en lugar de empujar y dar un paso al frente, se apartasen a un lado, circulasen en paralelo y se limitasen a tocar unas canciones que suenan tan brutales y monstruosas como nos tienen acostumbrados pero en las que ya no habrá artificio con el que se nos desencaje la mandíbula gracias a sus polimetrías o aplastantes progresiones.
Es, por tanto, ¿problema de la banda o nuestro y nuestra ya escasa capacidad para el asombro? Superior a “Koloss” (2012) y en empate técnico con “obZen” (2008) pero muy lejos de “Nothing” (2006) y cualquiera de sus obras anteriores, si exceptuamos el debut que fue “Contradictions Collapse” (1991), en “The Violent Sleep of Reason” nos encontramos de nuevo con Tomas Haake que demuestra su talento convirtiendo a la banda en un auténtico gigante y a Fredrik Thordendal verdaderamente desbocado mientras Mårten Hagström frasea y Jens Kidman se deja la garganta a lo largo y ancho de diez canciones grabadas en directo en los Puk Recording Studios de Dinamarca para alejarse precisamente de “Koloss” u “obZen” y el viciado ambiente de unas grabaciones en las que parece ser que todo encajaba como las piezas de un Meccano y así capturar un sonido quizá menos perfecto, menos pretendido o forzado, pero sí más crudo y, como dice el propio Haake, evitar el cosmético en la posproducción y sentir esa espontanéidad de los discos de los ochenta y noventa con los que crecieron en los que no había retoque o trabajo alguno tras la grabación.
Es por eso que “The Violent Sleep of Reason” puede resultar el disco más directo de los suecos hasta la fecha, el menos encorsetado y sí el más aplastante y orgánico en lo que parece una deconstrucción de su propio estilo, centrándose más en la interpretación y el sentimiento en un mar grueso de riffs que sí te volarán la cabeza o un ‘groove’ desbordante. Con una portada, diseñada por Keerych Luminokaya (con quien también trabajaron en “Koloss” o la más reciente caja aniversario), inspirada en el aguafuerte de nuestro Francisco de Goya, “El sueño de la razón produce monstruos” (1799), en un momento socialmente crítico en el que muchas personas parecen dormir y no reaccionar ante lo que está pasando en el mundo, “The Violent Sleep of Reason” comienza con “Clockworks”, un nuevo clásico de la banda que seguro resultará en directo, con cierto sabor a “obZen” y uno de los grandes solos de todo el álbum, como “Born In Dissonance” es el single perfecto porque es representativa del álbum pero, desgraciadamente, no es de las más inspiradas de “The Violent Sleep of Reason”; el bajo de Lövgren es verdaderamente brillante tras la guitarra de Fredrik, pero no es la mejor de un disco al que si le sobra algo es minutaje, por ejemplo en “MonstroCity” con Jens cantando ligeramente más melódico, cuyo desarrollo se hace especialmente pesado, lo que no es precisamente bueno pero es que tras el solo de Fredrik podría aguantar unos pocos compases más, no otros tres minutos a pesar de sus virtudes y es que posee uno de los riffs más contagiosos de todo el álbum.
“By The Ton” es otro buen ejemplo de como llevar al extremo la ‘esencia Meshuggah’ y pocos seguidores se sentirán defraudados ante el poderosísimo ‘groove’ de la canción y Fredrik en estado de gracia pero, como la propia “Violent Sleep Of Reason”, las canciones ganarían mucho más si se extendieran menos y es que, por primera vez en la historia de la banda, hay una exagerada repetición de estructuras. Muestra de mi opinión es el excelente resultado en “Ivory Tower” que, sin ser la que más destaque, saca provecho de su brevedad (y hablamos de cinco minutos, lo que no es precisamente sinónimo de fugacidad) y un pegadizo riff que se imbrica maravillosamente bien con la programación, quizá tiene mucho que ver con que es la única de “Violent Sleep Of Reason” compuesta enteramente por Mårten Hagström.
“Stifled” posee uno de los mejores riffs de Meshuggah, una genialidad al alcance de pocos, además de sentirse como la más directa de un álbum que puede presumir de ello como pocos pero la sigue “Nonstrum”, otro de los momentos más bajos del disco a pesar del trabajo de Lövgren y Haake, mientras que “Our Rage Won't Die” fracasa en el apartado literario y es que resulta un poco extraño escuchar a Jens cantar algo como “Cry if you need to, disguise, evade, hide. Run 'til you hit water, then swim. Murder in your wake, plan, commit, exact. You have earned our rage, now fly…. We will haunt you, we will come for you”, nada en contra de ella porque de nuevo se siente inspirada en lo musical y Fredrik y Mårten están soberbios pero soy de aquellos que piensan que las bandas de metal deberían no sólo ahondar en la técnica con sus instrumentos e imagen sino también estrujarse las meninges en sus versos, en aquello que cantan.
A un álbum notable, pero con claroscuros, no podía faltarle un digno final en el que tampoco se ahorren sintetizar lo mejor y lo peor de las anteriores composiciones, “Into Decay” me gusta por su fuerte sentimiento doom e incluso sludge y por cómo utilizan las guitarras para crear una emoción lejos del famoso djent y como Fredrik y Mårten lo logran, además Lövgren es una delicia en esos últimos y arrebatados compases pero, como en el resto de “Violent Sleep Of Reason”, me sobra, al menos, un minuto o dos.
Como siempre, no faltaran esas voces que clamen por la elevación del álbum a los altares y crean que Meshuggah han firmado el mejor disco hasta la fecha pero no es así, “Violent Sleep Of Reason” nos revela a unos músicos gozando de buena salud creativa y al límite de sus facultades en cuanto a técnica, con buenas intenciones y el sano propósito de seguir hacia adelante grabando en directo y demostrando de lo que son capaces frente a sus instrumentos pero, aunque es un disco notable, hay algunos puntos que lo alejan del sobresaliente y, porque les conozco y admiro, estoy seguro de que, aunque ya no nos sorprendan como hace años, todavía hay otra cima para Meshuggah, muy por encima de “Violent Sleep Of Reason”. Grande pero no enorme, quizá no defrauden pero ya no están abriendo camino, lo que tampoco es malo.
Es, por tanto, ¿problema de la banda o nuestro y nuestra ya escasa capacidad para el asombro? Superior a “Koloss” (2012) y en empate técnico con “obZen” (2008) pero muy lejos de “Nothing” (2006) y cualquiera de sus obras anteriores, si exceptuamos el debut que fue “Contradictions Collapse” (1991), en “The Violent Sleep of Reason” nos encontramos de nuevo con Tomas Haake que demuestra su talento convirtiendo a la banda en un auténtico gigante y a Fredrik Thordendal verdaderamente desbocado mientras Mårten Hagström frasea y Jens Kidman se deja la garganta a lo largo y ancho de diez canciones grabadas en directo en los Puk Recording Studios de Dinamarca para alejarse precisamente de “Koloss” u “obZen” y el viciado ambiente de unas grabaciones en las que parece ser que todo encajaba como las piezas de un Meccano y así capturar un sonido quizá menos perfecto, menos pretendido o forzado, pero sí más crudo y, como dice el propio Haake, evitar el cosmético en la posproducción y sentir esa espontanéidad de los discos de los ochenta y noventa con los que crecieron en los que no había retoque o trabajo alguno tras la grabación.
Es por eso que “The Violent Sleep of Reason” puede resultar el disco más directo de los suecos hasta la fecha, el menos encorsetado y sí el más aplastante y orgánico en lo que parece una deconstrucción de su propio estilo, centrándose más en la interpretación y el sentimiento en un mar grueso de riffs que sí te volarán la cabeza o un ‘groove’ desbordante. Con una portada, diseñada por Keerych Luminokaya (con quien también trabajaron en “Koloss” o la más reciente caja aniversario), inspirada en el aguafuerte de nuestro Francisco de Goya, “El sueño de la razón produce monstruos” (1799), en un momento socialmente crítico en el que muchas personas parecen dormir y no reaccionar ante lo que está pasando en el mundo, “The Violent Sleep of Reason” comienza con “Clockworks”, un nuevo clásico de la banda que seguro resultará en directo, con cierto sabor a “obZen” y uno de los grandes solos de todo el álbum, como “Born In Dissonance” es el single perfecto porque es representativa del álbum pero, desgraciadamente, no es de las más inspiradas de “The Violent Sleep of Reason”; el bajo de Lövgren es verdaderamente brillante tras la guitarra de Fredrik, pero no es la mejor de un disco al que si le sobra algo es minutaje, por ejemplo en “MonstroCity” con Jens cantando ligeramente más melódico, cuyo desarrollo se hace especialmente pesado, lo que no es precisamente bueno pero es que tras el solo de Fredrik podría aguantar unos pocos compases más, no otros tres minutos a pesar de sus virtudes y es que posee uno de los riffs más contagiosos de todo el álbum.
“By The Ton” es otro buen ejemplo de como llevar al extremo la ‘esencia Meshuggah’ y pocos seguidores se sentirán defraudados ante el poderosísimo ‘groove’ de la canción y Fredrik en estado de gracia pero, como la propia “Violent Sleep Of Reason”, las canciones ganarían mucho más si se extendieran menos y es que, por primera vez en la historia de la banda, hay una exagerada repetición de estructuras. Muestra de mi opinión es el excelente resultado en “Ivory Tower” que, sin ser la que más destaque, saca provecho de su brevedad (y hablamos de cinco minutos, lo que no es precisamente sinónimo de fugacidad) y un pegadizo riff que se imbrica maravillosamente bien con la programación, quizá tiene mucho que ver con que es la única de “Violent Sleep Of Reason” compuesta enteramente por Mårten Hagström.
“Stifled” posee uno de los mejores riffs de Meshuggah, una genialidad al alcance de pocos, además de sentirse como la más directa de un álbum que puede presumir de ello como pocos pero la sigue “Nonstrum”, otro de los momentos más bajos del disco a pesar del trabajo de Lövgren y Haake, mientras que “Our Rage Won't Die” fracasa en el apartado literario y es que resulta un poco extraño escuchar a Jens cantar algo como “Cry if you need to, disguise, evade, hide. Run 'til you hit water, then swim. Murder in your wake, plan, commit, exact. You have earned our rage, now fly…. We will haunt you, we will come for you”, nada en contra de ella porque de nuevo se siente inspirada en lo musical y Fredrik y Mårten están soberbios pero soy de aquellos que piensan que las bandas de metal deberían no sólo ahondar en la técnica con sus instrumentos e imagen sino también estrujarse las meninges en sus versos, en aquello que cantan.
A un álbum notable, pero con claroscuros, no podía faltarle un digno final en el que tampoco se ahorren sintetizar lo mejor y lo peor de las anteriores composiciones, “Into Decay” me gusta por su fuerte sentimiento doom e incluso sludge y por cómo utilizan las guitarras para crear una emoción lejos del famoso djent y como Fredrik y Mårten lo logran, además Lövgren es una delicia en esos últimos y arrebatados compases pero, como en el resto de “Violent Sleep Of Reason”, me sobra, al menos, un minuto o dos.
Como siempre, no faltaran esas voces que clamen por la elevación del álbum a los altares y crean que Meshuggah han firmado el mejor disco hasta la fecha pero no es así, “Violent Sleep Of Reason” nos revela a unos músicos gozando de buena salud creativa y al límite de sus facultades en cuanto a técnica, con buenas intenciones y el sano propósito de seguir hacia adelante grabando en directo y demostrando de lo que son capaces frente a sus instrumentos pero, aunque es un disco notable, hay algunos puntos que lo alejan del sobresaliente y, porque les conozco y admiro, estoy seguro de que, aunque ya no nos sorprendan como hace años, todavía hay otra cima para Meshuggah, muy por encima de “Violent Sleep Of Reason”. Grande pero no enorme, quizá no defrauden pero ya no están abriendo camino, lo que tampoco es malo.
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