Los Followill deberían entender ya de una vez por todas dos cosas; la primera es que a cuanto más público accedas más fans tendrás pero también más detractores y dos, si por algo se les critíca no es por tener éxito, no es porque "Use Somebody" sea la canción que todo el mundo todavía espera de ellos en directo ocho años después de su publicación o porque "Sex on Fire” siga sonando insistentemente en la radio o, mucho más objetivo, porque tras sus tres primeros discos parezcan haber entrado en una especie de punto muerto creativo que un disco superventas como “Only By The Night” (2008) y su extraordinaria repercusión pareció enmascarar o, mucho peor, por esa estúpida etiqueta de rock sureño con el que muchas veces se les ha denominado y por la que Ronnie Van Zant se retuerce todavía bajo el maizal en el que su avión se estrelló dramaticamente en octubre del 77, no. Si la música de los Followill es odiada más allá de todo eso es porque es inocua y no plantea ningún riesgo ni para ellos como músicos ni dificultad para nosotros, como oyentes, porque que un disco de rock te mate de aburrimiento es quizá la peor crítica que un artista puede recibir. Pero Kings Of Leon lo tienen todo para triunfar; melodías fáciles, buena presencia y una voz como la de Caleb Followill, canciones que suelen entrar de golpe, por tanto, ¿por qué tantas críticas?
Pues basta escuchar “WALLS” para entenderlo sin mucha dificultad; una producción blandita como la de Marcus Dravs (que nos ha sorprendido a todos por su poca garra y lo homogéneo del resultado) con unas guitarras sin fuerza e insospechadamante sosas, planas y sin matices, con el bajo de Jared desaparecido en la mezcla y la voz de Caleb sin ese puntito de rotura que tan buen resultados le ha dado en el pasado pero lo peor no es la aparentemente poca sangre de Kings Of Leon o el producto de Dravs (al que seguramente hayan acudido con la esperanza de que logre ‘el milagro Arcade Fire’ y les haga subir a una división que no es la suya con la aceptación de un público que nunca podrá verles con buenos ojos porque significan todo lo que repudian) sino las canciones; a excepción de la inicial “Waste a Moment”, con ese comienzo tan épico, el resto es tan gris y flojo que hace bueno a un álbum como “Mechanical Bull” (2013) y que incluso compite por el puesto a peor disco de la banda con “Come Around Sundown” (2010).
Pero que nadie me malinterprete porque, a pesar de las gotitas de emoción de “Waste a Moment” y lo pegadizo de su estribillo, la canción es tan mala y previsible como los más críticos de Kings Of Leon podrían presuponer, tres minutos de “woh, oh, oh, oh” y un toque autocomplaciente como pocos, tan predecible y poco inesperada como se podría esperar de la música más puramente mainstream, esa capaz de prostituir el rock y difuminar las fronteras entre este y el pop. “Reverend” es junto a la anterior lo mejor de un disco que comienza perdiendo gas y cuyas dos primeras canciones podrían ser descartes del famoso “Only By The Night” como ese experimento que es “Around the World” en el que el mestizaje a lo Talking Heads que provoca un resultado igual de forzado o más que el de cuando nos los quisieron vender como una típica banda sureña que bebe zarzaparrillas en el porche de sus casas de Nashville.
Aún así, hay peores momentos en “WALLS” como el ejercicio ochentero de “Find Me” que, claro, les sale mejor a The Killers que a ellos y en el que Kings Of Leon se sienten más fuera de lugar que cuando, segundos antes, habían emulado a David Byrne o la auténtica cuesta abajo de la retro ”Over” (tres estilos muy diferentes en tres canciones consecutivas y tres suspensos) o la irritante “Muchacho” que sería capaz de romper el clímax de cualquier obra. Cuando llega el momento de escuchar la dormilona “Conversation Piece” hace mucho que el oyente ha perdido la fe en el álbum de una banda que estaba destinada a reventar pabellones y aspiraba a llenar estadios, que muchos críticos llegaron a comparar con U2 (cuando tan sólo basta con tener oídos para entender que lo que hicieron los irlandeses en los ochenta y hasta primeros de los noventa nunca estará al alcance de los Followill) y no sólo la fe cuando “Eyes on You” o “Wild” podrían sonar en cualquier boda como hilo musical mientras los invitados aparcan sus coches o acuden al guardarropas y “WALLS” nos remata sin piedad por la espalda haciéndonos pedir clemencia porque no hay quien pueda escuchar este disco del tirón más de una vez, porque no aguanta el paso de un día siquiera, porque tiene dos canciones y el resto es tan aburrido y soporífero que Kings Of Leon logran convertir la experiencia de escuchar un disco en todo un suplicio…
Si alguna vez alguien ha tenido curiosidad por saber cómo una banda es capaz de pasar del éxito a la intranscendencia desapareciendo poco a poco, tan sólo hay que escuchar “WALLS” de Kings Of Leon, es el sonido del aburrimiento, de todo un mutis por el foro. Si alguna vez se lamentaron del éxito de “Use Somebody” hay que felicitarles porque, si siguen así, nunca lo repetirán y podrán volver al lugar del que quizá nunca debieron de salir…
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