Crítica: Avenged Sevenfold "The Stage"

No es de extrañar el hermetismo de Avenged Sevenfold en el proceso de composición de su nuevo álbum, “The Stage”, tras las agrias críticas recibidas con “Hail To The King” pero, claro, ¿qué es lo que se les pasó por la cabeza a M Shadows o Synyster Gates cuando componían aquellas canciones? ¿De verdad creían que aquel álbum sería una digna continuación de “Nightmare” (2010)? Lejos de los dardos envenenado de un Rob Flynn que tampoco puede presumir actualmente de buena salud creativa, inspiración y resultados, lo cierto es “Hail To The King” sonaba falto de personalidad con ideas de otras bandas en unas canciones que cualquier amante de la música reconocería haber escuchado antes y situó al álbum en el punto de mira de aquellos que nunca soportaron a Avenged Sevenfold y esos otros que se sintieron defraudados. A todo ello hay que sumarle la irreparable pérdida de Jimmy Owen Sullivan (“The Rev”) que lejos de convertirse en el clásico mito a añadir a la carrera de una banda como Avenged Sevenfold, sí se ha demostrado insospechadamente clave en cuanto a composición y orientación creativa o, por lo menos, así parece en vista de los dos últimos discos de la banda. Con Owen Sullivan siempre tendremos el clásico dilema que, dentro de muchos años, nuestros sobrinos pequeños alimentarán con la añoranza de una época que no les ha tocado vivir; “Si ‘The Rev’ no hubiese muerto ahora Avenged Sevenfold no estarían haciendo esto” Y quizá sea verdad pero quizá no y ahí está la magia que muchas veces marca las carreras de bandas que pierden a uno de sus miembros y parecen estar condenados a un desfile de profesionales en su lugar. Lo único que podemos hacer es limitarnos a escuchar “Hail To The King” o “The Stage” y sentir cómo hubiese resuelto cada canción el propio Owen Sullivan y esta vez sí, lejos de las cábalas, escuchar las canciones grabadas tras su muerte y entender que algo se ha perdido por el camino y el daño parece permanente.

Brooks Wackerman (Bad Religion, The Vandals o Mass Mental entre otros) es un gran batería, a este tipo de niveles es imposible que un músico te decepcione en cuanto a calidad técnica. Es un caso muy similar (salvando las distancias) al ocurrido en el ya clásico debate, a otro nivel, entre Mangini y Portnoy. ¿Quién es mejor batería? Ambos poseen una formación única y están en un gran estado de forma pero si hay algo que echamos de menos todos los que amamos a Dream Theater es la fortísima personalidad de Portnoy que, nos guste o no, aportaba tanto o más que su propia técnica; Mangini es impecable pero Portnoy se llevó los cojones y el sonido de unos Dream Theater ahora completamente desnortados y embarcados en una horrorosa y costosísima gira conceptual que no ven el momento de finiquitar con dignidad para afrontar una de grandes éxitos. Con Brooks pasa algo parecido, es un gran batería, con pegada y muy elegante; a lo largo de las canciones nunca llegarás a sentir que la canción está al servicio de su ego sino al revés pero falta algo y es la personalidad de ‘The Rev’ que, sin ser tan técnico, indudablemente transmitía más.

No creo que fuese el único que escuchó el single “The Stage” sin demasiada esperanza y más aún cuando vi su duración… ¿Ocho minutos y medio, es necesario? Avenged Sevenfold, aquellos que firmaron “Waking The Fallen” (2003) o “City Of Evil” (2005) sí podían enfrentarse a canciones de semejante extensión pero los actuales no. Amando el progresivo y no precisamente el oportunista neoprog que nos invade a manos de bandas que se han subido al carro alargando incomprensiblemente sus composiciones, entiendo que un artista conciba una canción como un todo con diferentes partes que se articulan, con progresiones y cambios de ánimo, con gloriosos pasajes, introducciones y codas, con puentes y solos, con partes más narrativas, atmósferas y texturas, todo ello jalonado por cambios de compases, acordes, solos y arreglos que nos seduzcan como oyentes pero nunca entenderé que, por ejemplo, una canción como “The Stage” dure ocho minutos y medio; no porque no sea capaz de escucharla en múltiples ocasiones sino porque como composición no lo necesita y a los cuatro minutos ya no tiene nada que ofrecernos excepto un solo indigno de Synyster (no, no creo que esté a un grandísimo nivel como aseguran los fans de la banda) y una segunda parte muy previsible, desvelándonos también el problema de “The Stage” como álbum cuando lo escuchamos y descubrimos que en el ansiado nuevo disco de Avenged Sevenfold sólo hay dos o tres temas que realmente nos seduzcan y “The Stage” sea quizá la más excitante en un disco anodino en el que la falta de ideas se traduce en plagios velados quizá menos evidentes que en “Hail To The King” pero igual de odiosos para aquellos que escuchan de verdad mucha y variada música.

Otro tema que particularmente me irrita es el de los tópicos cuando creo que las personas somos tan facilmente manipulables; la metáfora del títere en el arte está tan sobada y desgastada que ha perdido todo su significado y me resulta penoso que cualquier banda, no sólo Avenged Sevenfold, recurra al tópico y nos muestre a la humanidad con toda nuestra ruindad en ese escenario cósmico de la portada o en esa función del videoclip en el que asistimos impávidos ante cualquier hecho y nuestra falta de acción o empatía, por no mencionar nuestros destinos y su fatalidad, están guiados por la mano de, cómo no, la clase política. ¿De verdad que no había otra forma de resultar más arriesgados y menos obvios? Comienzo a estar cansado del discurso moralizante y pretendidamente crítico/sarcástico de cualquier multimillonario que decida congraciarse conmigo como público en un aparente terreno común como es el de la política o la religión, me da igual si son Avenged Sevenfold, Pearl Jam, Springsteen o U2, me agota la caricatura y demonización de un personaje tan detestable como Trump o cualquier candidato cuando lo que se busca es la reacción fácil y preferiría más arrojo en sus canciones.

“Paradigm” es un medio tiempo sin demasiado sentimiento a pesar del teclado o la voz de Shadows como “Sunny Disposition” que, tras el riff principal, se ralentiza y lo que gana en cuerpo lo pierde en rapidez para aburrirnos cuando entra un trompeta y la mezcla de metales y falsetes (por no hablar de la sirena y la 'originalísima' patrulla que hasta ahora nunca, nunca habíamos escuchado antes en un disco…) desembocan en otro de esos solos de Synyster en los que, honestamente, siento vergüenza ajena cuando lo comparo con millones de chavales que no se dedican a ello de manera profesional y poseen más técnica y pericia, cuando no intuición. “Sunny Disposition” es el primero de muchos puntos de inflexión en los que bostezaremos y entenderemos mejor aquello del excesivo minutaje cuando la canción se ahoga en un par de minutos y no necesitamos escuchar un bucle como es lo que parecen muchas de “The Stage”. Y sí, el riff principal me recuerda demasiado a Seth y Nergal.

Pero quizá lo que termina por desilusionar en “The Stage” es la homogeneidad de sus canciones; “God Damn” es tan aburrida que en su segunda parte (ojo que son sólo cuatro minutos) las lágrimas de aburrimiento serán de risa cuando escuchemos esa pista de guitarra clásica/mandolina. ¿Por qué? Recuerdo cuando Shadows aseguraba que no quería repetir un disco como “Waking The Fallen” y a vista de lo que estamos escuchando… ¿qué habría de malo en ello?

Una procesadísima guitarra abre “Creating God” y cuando aseguro que esta procesada hasta la exageración es que tantísima distorsión la convierte en un sonido abstracto en el que se pierde todo el carácter, “The Stage” está bien producida y quizá la batería de Brooks irónicamente sea lo que mejor suena porque la de Zacky y Synyster es una de las peores producciones que he escuchado en mucho tiempo; sin matices, en muchas ocasiones bajas, en otras la señal es tan forzada y ruidosa que resultan planas y cuando Synyster solea se le siente desnudo en muchas ocasiones, no hay cuerpo tras él.

“Angels” es una balada con una estética fuera de lugar para una banda como Avenged Sevenfold y “Simulation” rompe por completo esa norma no escrita de no situar dos composiciones del mismo tempo a continuación una de la otra. La clave de “Simulation” es que posee varios cambios de ritmo que la aceleran, lo que no quiere decir que la hagan más dinámica, lo mismo que “Higher” y sus juegos de voces, su eco, el piano y el tono sintético que nos lleva a “Roman Sky”… ¿Cómo definirla para todos aquellos que no la hayan escuchado? Imaginaos a un chaval que está aprendiendo a tocar la guitarra en su cuarto y se debate entre el clásico de culto “Lenny” del gran Stevie Ray Vaughan y termina coqueteando otra vez con “Stairway To Heaven” mientras suena de fondo la banda sonora de un spaghetti western de Sergio Leone en la televisión del salón. Las guitarras, mal que le pese a muchos, son de nuevo un horror con Zacky Vengeance convertido en lo que parece un ‘looper’ mientras Synyster juguetea con la misma escala.

Imposible sentir algo ante “Fermi Paradox” tras semejante experiencia cuando la canción tampoco merece la pena; no dudo que a muchos les pueda parecer orgásmica con ese blastbeat tan sosito de Brooks pero me gustaría que me explicasen por qué, qué les gusta de una canción en la que parecen una banda de black metal de tercera con secciones de guitarra neoclásicas, armónicos artificiales y Shadows cantando sin demasiada entrega. Pero son esos mismos que también defienden el último dislate del disco, “Exist”, con quince minutos de los cuales los dos primeros los podría haber firmado Matthew Bellamy y los trece restantes una banda sin The Rev en busca de una gloria que sólo encontrará en su público más joven: ese que abrió la boca de asombro al final del videoclip de “The Stage”, marcó “pulgares arriba” y dos minutos más tarde ya ni se acordaba de lo que acababa de ver.

Me entristece ser testigo de la decadencia de Avenged Sevenfold, de escuchar un disco de once canciones de las cuales sólo puedo salvar un par y el resto me resultan completamente irrelevantes en una banda que, valga el tópico, debería estar queriendo comerse el mundo pero lleva seis años perdida entre las loas de un público con poquita capacidad crítica que cree que amar a un artista es ‘comérselo todo’ mientras Avenged Sevenfold se niegan a grabar de nuevo “Walking The Fallen” o “City Of Evil” en un afán por arriesgar que quizá tan sólo disimula lo que ya son incapaces de repetir. Para esto no era necesario tanto misterio ni esperar tres años, están en el mismo punto de “Hail To The King” sólo que ahora han aprendido la lección y ya no plagian “Sad But True” o “Enter Sandman”, es lo más irónico de todo lo que le ha ocurrido a Avenged Sevenfold en su historia; mientras ellos se hacen mayores su público se vuelve cada vez más joven y cada vez hay menos testigos de lo que algún día se creyeron ser. Así no es de extrañar leer a Zacky Vengeance afirmar que creen que puede ser los nuevos Metallica; claro que sí y astronautas también…


© 2016 Jack Ermeister