“Kodama” es ese tipo de álbum en el que la valoración de cada uno dependerá exclusivamente de las expectativas y el bagaje musical que hayamos acumulado previamente a su escucha. Lo cual es malo porque parece que, como obra, carece de esa naturaleza que lo alce definitivamente en lo más alto del podio de Neige (cuando quizá deberíamos entender que ese lugar lo ocupan “Souvenirs d'un autre monde” del 2007 y “Écailles de lune” del 2010) o, por el contrario, lo defenestrase a la altura de “Shelter” (2016) –bendito descalabro- y la cantidad de críticas recibidas por parte de ese sector “tan abierto” que marca de cerca de sus artistas favoritos y les impide crecer. Estilísticamente, podríamos decir que “Kodama” se sitúa entre “Les voyages de l'âme” (2012) y “Shelter” pero con la intensidad y saber hacer de los anteriores y nos demuestra que Neige, a pesar de toda su pretendida naturaleza etérea y amor por el mundo feérico, no es de terciopelo y en realidad es tan humano como el resto cuando las opiniones le afectan lo suficiente como para tímidamente sonreír desde el escenario mientras su público canta sus canciones pero también llorar amargamente cuando este pareció no gustarle “Shelter” tanto como debería o, por lo menos, lo suficiente como para que Neige haya hecho virar la nave de Alcest y haberse sobrepuesto con “Kodama”.
Producido por Benoît Roux (también conocido como Neb Xort) y los propios Alcest, “Kodama” está inspirado en “La princesa Mononoke” de Hayao Miyazaki y “la lucha o confrontación entre el mundo natural y el humano”, según una de sus últimas entrevistas, y en él, Neige, ha buscado algo más inmediato y accesible, una vuelta a los orígenes más blackgaze (black metal con shoegaze) tras la aparente suavidad de “Shelter”. Y es que es pinchar “Kodama” y sentir que es Alcest en estado puro; las atmósferas son más densas y emocionales pero, al mismo tiempo directas y contundentes, hay lugar para las texturas y la ensoñación con esos riffs rasgados desde su Jazzmaster; melancólicos pero con cuerpo, como la hipnótica voz que recorre de manera obsesiva sus versos. Capas y capas de ‘delay’ antes de un último arrebato y enlace con “Eclosion”, quizá el único punto más flojo del disco, y es que en ella se convierten en una banda de postrock (no hay nada de malo en ello), hay rapidísimos ‘blasbeats’ a cargo de Winterhalter y Neige exhibe un tono más rasgado que, sin embargo, se siente forzado dentro del contexto de la pieza y no posee demasiado sentido en la estructura. Por contra, “Eclosion” gana por cómo tejen la melodía en las partes más calmadas.
“Je Suis D'ailleurs” fue su primer single y nos cogió a todos por sorpresa, además de recibir todo tipo de alabanzas. ¿Justificadas? Desde luego. Quizá la más metálica de todo “Kodama” y más y más capas de guitarras brillantemente superpuestas, con una melodía vocal auténticamente adictiva y una atmósfera magnífica y especial, sorprendente en su desarrollo y ecos, con un puente delicioso que nos lleva al momento más puramente ‘black’ y en el que el tono de Neige aquí sí funciona (no como en “Eclosion”) y se siente natural.
Pero la referencia inicial a “Shelter” no era gratuita porque “Untouched” podría pertenecer estilísticamente a aquel álbum; un medio tiempo cálido que, por desgracia, tan sólo sirve de transición a “Oiseaux De Proie” en la que parece que de nuevo “Kodama” avanza a algún sitio o, mejor dicho, regresa nostálgicamente a lo que la banda hacía en “Souvenirs d'un autre monde” o “Écailles de lune”, una gran composición que se acerca a la fuerza de “Je Suis D'ailleurs” y en la que de nuevo Neige eleva y rasga el tono de su garganta mientras las guitarras parecen centrifugar al más puro estilo shoegaze para llegar a una falsa calma que, como suele ocurrir en el mundo de Alcest, va cogiendo fuerza hasta estallarnos en el alma.
El segundo momento más bajo de “Kodama” es “Onyx” porque no aporta demasiado al conjunto y tan sólo sirve como coda instrumental en la que no hay intención alguna de llevarnos a ningún sitio excepto al final de un disco que si tenemos la suerte de disfrutar en su edición especial podremos acabar con otra instrumental, más ‘cinemática’ (como nos gusta decir a los más esnobs) y menos original que “Onyx” pero con mucho más sentido para “Kodama”, uno de los grandes discos de este año aunque no sea el mejor de Alcest pero sí un digno sucesor de “Écailles de lune”.
Podría rematar esta crítica y deshacerme en los habituales elogios que reciben Alcest, podría asegurar que es “música para almas sensibles y emocionales” pero he conocido gente tan abyecta y podrida por dentro que les escucha que me parece del todo increíble que Neige pueda haber puesto de manera involuntaria banda sonora a alguno sólo de los minutos de sus apestosas vidas. Así que no, Alcest no es música para gente sensible, de esa que cree desfallecer en sus conciertos mientras cierra los ojos, levita, orgasma y parasita y enferma el corazón de los que les rodean. Alcest es sensibilidad en estado puro y “Kodama” una muestra más de que las heridas sangran hasta que se secan, se cierra el círculo y uno decide reiniciar el contador, exactamente como ha hecho Neige. Felicidades, amigo, ya eres humano…
© 2016 James Tonic