Podemos racionalizarlo y juzgar por separado cada uno de los elementos que componen la propuesta de Ghost como si gracias a ello pudiésemos restarle un ápice de su valor y así evidenciar, sin necesidad alguna, la poca originalidad de sus máscaras venecianas, de su puesta en escena o de la impactante y ya icónica figura de Papa Emeritus que es capaz de aparecer en camisetas, tangas, vasos, mantas, pegatinas y hasta consoladores pero la única verdad es que, a pesar de su juventud, Ghost funcionan por la sencilla razón de que componen grandes melodías, canciones pegadizas que aunan lo mejor del rock, el pop, el shock rock, el hard e incluso metal a veces y entiendo que duela a ese sector más auténtico de chavales de veinte años que, sin duda, vivieron los mejores setenta (ríamos juntos) o a esos treintañeros que seguramente vean como algo más serio los últimos pasos, verbigracia, de los alemanes Rammstein y sus últimos y magníficos diez años (ríamos de nuevo pero esta vez con el colmillo goteando). Pero es imposible negar que Ghost han sabido crear una marca que impacta a niños y adolescentes como adultos que coleccionan compulsivamente todo el material de la banda y entran a formar parte de este juego en el que da igual si Emeritus es Tobias o si los Ghouls no son realmente almas torturadas venidas del purgatorio para tocar sus instrumentos porque eso tampoco nos haría más felices para disfrutar del resultado final.
No hace falta irse muy lejos, aceptamos con tranquilidad que Alice Cooper no está tomado por el espíritu de ninguna bruja y que King Diamond no es la mismísima reencarnación del diablo como que Corey Taylor es un fan de Prince que disfruta jodiéndole los móviles a su público o Jonathan Davis hace mucho que dejó de trabajar en una morgue. ¿Por qué no olvidarse ya del clásico debate de quiénes son Ghost y si se visten de tal o cual manera una vez nos han atraído a su mundo y estamos disfrutando de sus canciones y directos? Otra cosa muy diferente sería si, tras el caramelo de su estética, sus discos no superasen la prueba. El pasado verano, tras su magnífica puesta en escena en el Hellfest en la cual lanzaron toneladas de billetes con la efigie de Emeritus III y repartieron condones con su logo, se me acercó un chaval de un medio español -todo un visionario, hay que aclarar- que me advirtió; “¿sabes que Emeritus III es el mismo que el del anterior disco, verdad? Me refiero a que no han cambiado de cantante” Tal revelación, sin duda, consiguió que me arrancase la camiseta y llorase amargamente arrodillado en el barro pero saqué fuerzas de flaqueza y disfruté de un gran concierto mientras él, desde su anonimato, disfrutaba de su superioridad ante una banda que estaba congregando a decenas de miles de aficionados frente al escenario principal… (nótese, por enésima vez, mi fina ironía)
En el caso que nos ocupa, Ghost anunciaron la publicación de un nuevo EP tras el éxito de “Meliora” (2015) y aquel “If You Have Ghost” (2013) que tan buenas críticas les trajo y es cierto que no mentían cuando aseguraban que era una continuación de su último álbum (aunque esta vez trabajen con Tom Dalgety pero repitan con el ilustrador Zbigniew M. Bielak) porque la única canción inédita que contiene, “Square Hammer”, no podría sonar más a aquel pero, como en todo lo que anuncian, hay cierto truco porque si bien es heredera de su último álbum, “Square Hammer” nos muestra a una banda aún más sólida y con una inclinación aún mayor hacia la melodía y ese toque 'retro' que tanto nos gusta de su música, sin que ello sea algo negativo como muchos parecen entender, y es que “Square Hammer” se pega como un chicle y hace que uno piense; ¿cómo es posible que tengan esta magia para seguir sacándose de la chistera, perdón; de la mitra, tantísimas buenas melodías?
Es más, el single irradia todo ese encanto de los setenta pero más aún de los ochenta, década en la que parecen haberse centrado en este “Popestar”, aunque a muchos se les haya escapado. Pero, claro, ¿cómo va a entender un chaval que vive para criticar a Ghost que el resto de las canciones que conforman el EP no son de su autoría si seguramente no conozca a Echo & The Bunnymen o a Eurithmycs más que por “Sweet Dreams (Are Made Of This)”? De la banda de Ian McCulloch (a los cuales tuve el placer de ver en directo hace muchísimos años; cosas que tiene el haber aprovechado la edad y ser tan abierto como para entender que la buena música no entiende de etiquetas) versionan “Nocturnal Me” de su “Ocean Rain” (1984) y la verdad es que conserva el toque épico de la original solo que la guitarra de 🜂 suena mucho más alta en la mezcla y, de esa manera, Ghost mantienen intactas sus señas de identidad como el órgano de 🜁, tan presente en “I Believe” del dúo inglés electrónico Simian Mobile Disco, una influencia con la que sí nos rompen por la mitad y nos sorprenden de verdad porque logran el acercamiento a un terreno más analógico y menos sintético. Pero tanto una como otra sirven para diseccionar a la banda más allá de las lógicas influencias con las que a los cuatro listillos de turno se les llenaba la boca cuando, por ejemplo, les acusaban de plagio a King Diamond en “Secular Haze”.
Me encanta Eurythmics, crecí con ellos, pero es verdad que Ghost consiguen un sabor más sombrío de este “Missionary Man” y la libran de las hombreras y la laca lo que le sienta maravillosamente bien pero, a cambio, suben tantísimo la guitarra que, por momentos, parece que estamos escuchando una versión de “Word Up” de los escoceses Gun. Por lo menos, lo arreglan atreviéndose a incluir la armónica y cerrar con la bonita “Bible” de Imperiet (referencia imposible y que, personalmente, me ha costado recordar de no ser por la prodigiosa memoria de nuestro amable webmaster que, por increíble que parezca, incluso posee un vinilo de la recóndita banda) que esta vez sí, supera a la original porque la llevan más allá; le sacan brillo y convierten su estribillo en una canción de estadio, dándole lo que no tenía y tanto necesitaba, la hacen respirar...
Entiendo este “Popestar” como un regalo, cinco canciones con las que nos agasajan en su mejor momento; con una impresionante “Square Hammer”, dos interpretaciones correctas de “Nocturnal Me” y “Missionary Man”, y dos joyitas como la magnífica “I Believe” (quizá la más lograda y trabajada, sencillamente mágica) y el final, por todo lo alto, con la más que apropiada “Bible” que encaja perfectamente en Ghost, además agradezco que sea de verdad una golosina y no un saqueo sin piedad a nuestros bolsillos con innecesarias tomas en directo o descartes de “Meliora”. Entre tanto maquillaje y máscara veo “Popestar” como un innecesario acto de honestidad sobre las bandas que tanto les gusta lejos de lo más obvio y que, además de atraer a los más fanáticos de la banda, descubrirá a muchos otros que la música es demasiado grande y está repleta de suculentos manjares como para encasillarse en un solo subgénero. Ghost siguen en tan buen estado que parece mentira el camino que han recorrido con tan sólo tres discos y dos EPs…
No hace falta irse muy lejos, aceptamos con tranquilidad que Alice Cooper no está tomado por el espíritu de ninguna bruja y que King Diamond no es la mismísima reencarnación del diablo como que Corey Taylor es un fan de Prince que disfruta jodiéndole los móviles a su público o Jonathan Davis hace mucho que dejó de trabajar en una morgue. ¿Por qué no olvidarse ya del clásico debate de quiénes son Ghost y si se visten de tal o cual manera una vez nos han atraído a su mundo y estamos disfrutando de sus canciones y directos? Otra cosa muy diferente sería si, tras el caramelo de su estética, sus discos no superasen la prueba. El pasado verano, tras su magnífica puesta en escena en el Hellfest en la cual lanzaron toneladas de billetes con la efigie de Emeritus III y repartieron condones con su logo, se me acercó un chaval de un medio español -todo un visionario, hay que aclarar- que me advirtió; “¿sabes que Emeritus III es el mismo que el del anterior disco, verdad? Me refiero a que no han cambiado de cantante” Tal revelación, sin duda, consiguió que me arrancase la camiseta y llorase amargamente arrodillado en el barro pero saqué fuerzas de flaqueza y disfruté de un gran concierto mientras él, desde su anonimato, disfrutaba de su superioridad ante una banda que estaba congregando a decenas de miles de aficionados frente al escenario principal… (nótese, por enésima vez, mi fina ironía)
En el caso que nos ocupa, Ghost anunciaron la publicación de un nuevo EP tras el éxito de “Meliora” (2015) y aquel “If You Have Ghost” (2013) que tan buenas críticas les trajo y es cierto que no mentían cuando aseguraban que era una continuación de su último álbum (aunque esta vez trabajen con Tom Dalgety pero repitan con el ilustrador Zbigniew M. Bielak) porque la única canción inédita que contiene, “Square Hammer”, no podría sonar más a aquel pero, como en todo lo que anuncian, hay cierto truco porque si bien es heredera de su último álbum, “Square Hammer” nos muestra a una banda aún más sólida y con una inclinación aún mayor hacia la melodía y ese toque 'retro' que tanto nos gusta de su música, sin que ello sea algo negativo como muchos parecen entender, y es que “Square Hammer” se pega como un chicle y hace que uno piense; ¿cómo es posible que tengan esta magia para seguir sacándose de la chistera, perdón; de la mitra, tantísimas buenas melodías?
Es más, el single irradia todo ese encanto de los setenta pero más aún de los ochenta, década en la que parecen haberse centrado en este “Popestar”, aunque a muchos se les haya escapado. Pero, claro, ¿cómo va a entender un chaval que vive para criticar a Ghost que el resto de las canciones que conforman el EP no son de su autoría si seguramente no conozca a Echo & The Bunnymen o a Eurithmycs más que por “Sweet Dreams (Are Made Of This)”? De la banda de Ian McCulloch (a los cuales tuve el placer de ver en directo hace muchísimos años; cosas que tiene el haber aprovechado la edad y ser tan abierto como para entender que la buena música no entiende de etiquetas) versionan “Nocturnal Me” de su “Ocean Rain” (1984) y la verdad es que conserva el toque épico de la original solo que la guitarra de 🜂 suena mucho más alta en la mezcla y, de esa manera, Ghost mantienen intactas sus señas de identidad como el órgano de 🜁, tan presente en “I Believe” del dúo inglés electrónico Simian Mobile Disco, una influencia con la que sí nos rompen por la mitad y nos sorprenden de verdad porque logran el acercamiento a un terreno más analógico y menos sintético. Pero tanto una como otra sirven para diseccionar a la banda más allá de las lógicas influencias con las que a los cuatro listillos de turno se les llenaba la boca cuando, por ejemplo, les acusaban de plagio a King Diamond en “Secular Haze”.
Me encanta Eurythmics, crecí con ellos, pero es verdad que Ghost consiguen un sabor más sombrío de este “Missionary Man” y la libran de las hombreras y la laca lo que le sienta maravillosamente bien pero, a cambio, suben tantísimo la guitarra que, por momentos, parece que estamos escuchando una versión de “Word Up” de los escoceses Gun. Por lo menos, lo arreglan atreviéndose a incluir la armónica y cerrar con la bonita “Bible” de Imperiet (referencia imposible y que, personalmente, me ha costado recordar de no ser por la prodigiosa memoria de nuestro amable webmaster que, por increíble que parezca, incluso posee un vinilo de la recóndita banda) que esta vez sí, supera a la original porque la llevan más allá; le sacan brillo y convierten su estribillo en una canción de estadio, dándole lo que no tenía y tanto necesitaba, la hacen respirar...
Entiendo este “Popestar” como un regalo, cinco canciones con las que nos agasajan en su mejor momento; con una impresionante “Square Hammer”, dos interpretaciones correctas de “Nocturnal Me” y “Missionary Man”, y dos joyitas como la magnífica “I Believe” (quizá la más lograda y trabajada, sencillamente mágica) y el final, por todo lo alto, con la más que apropiada “Bible” que encaja perfectamente en Ghost, además agradezco que sea de verdad una golosina y no un saqueo sin piedad a nuestros bolsillos con innecesarias tomas en directo o descartes de “Meliora”. Entre tanto maquillaje y máscara veo “Popestar” como un innecesario acto de honestidad sobre las bandas que tanto les gusta lejos de lo más obvio y que, además de atraer a los más fanáticos de la banda, descubrirá a muchos otros que la música es demasiado grande y está repleta de suculentos manjares como para encasillarse en un solo subgénero. Ghost siguen en tan buen estado que parece mentira el camino que han recorrido con tan sólo tres discos y dos EPs…
© 2016 Albert Gràcia