Si algo he ido aprendiendo con el paso del tiempo es que la música te gusta o no; es imposible forzarse y escuchar lo que uno no siente. Así, es justo reconocer que las discografías de Mercyful Fate y King Diamond no son del gusto de todo el mundo a pesar de su innegable y altísima calidad incluso con sus altibajos, es imposible entender el arte del danés si no desata emoción alguna en nosotros. Pero también he aprendido que el gusto se va forjando y cuanta más música escuches, cuanto más vivas, mejor comprenderás casi cualquier tipo de obra y, si esta posee la calidad suficiente, finalmente terminarás entendiendo su lenguaje incluso cuando no tenga por qué convencerte. De esta forma, hace muchísimos años, me encontré a mí mismo escuchando a Mercyful Fate y King Diamond a todas horas cuando antes apenas podía soportar una canción, ¿qué había pasado? Supongo que había dejado de centrarme en la fortísima personalidad de su inimitable voz para profundizar más allá y valorar no sólo su prodigiosa garganta sino también el esfuerzo por contar una historia, su maestría en la composición y, por supuesto, en la música. Y aquí es donde entran en juego nuestros protagonistas; Hank Shermann y Michael Denner aquellos que, quizá y con el permiso de Andy LaRocque, han sabido mejor que nadie capturar con sus guitarras el espíritu de Mercyful Fate. Shermann estando en la banda desde su mismísima formación con Kim Bendix Petersen y Denner entrando un año más tarde y de manera interrumpida desde su salida en 1996 pero echando una mano también en la carrera en solitario de King Diamond en sus dos primeros trabajos; “Fatal Portrait” (1986) y el histórico “Abigail” (1987)
Por tanto, la unión de Hank Shermann con Michael Denner es más que lógica si tenemos en cuenta la extraordinaria química de ambos músicos y su legado, además de las lógicas expectativas de cualquier lanzamiento suyo por parte de los fans de Mercyful Fate y cualquier aficionado al metal, por no hablar de la repercusión. Y aquí es donde puede surgir la crítica más evidente a este proyecto. ¿Es lícito, desde el punto de vista moral, copiar descaradamente la estética de discos que tienen más de treinta años a pesar de que sean tuyos? Muchos afirmarán que sí ya que ambos guitarristas estaban implicados pero basta echar un vistazo a la portada de este “Masters Of Evil” para advertir el terrible parecido con la de clásicos absolutos como “Melissa” (1983) o “Don't Break the Oath” (1984). Quizá, la mayor defensa no es la de su propia autoría y participación en aquellos sino escuchar el nuevo álbum y entender que, lógicamente, son los guitarristas de Mercyful Fate y pretenden regresar a su casa a pesar de no contar con el nombre o la voz de Diamond pero, por contra, han grabado un álbum correcto.
También es cierto que, a pesar de las portadas, de los títulos y las letras, a Denner/Shermann les falta esa inherente maldad y tenebrosidad ocultista que sí poseían los lanzamientos de Mercyful Fate y que muchos pueden achacar a toda la imaginería de la que hace uso y gala todavía King Diamond pero que incomprensiblemente escapa a una justificación tan simple cuando nos limitamos a escuchar la música y, lejos del aspecto visual, entendemos que hay algo más que parece exudar cada minuto de las canciones que Diamond, Denner y Shermann grabaron en su momento.
Otro punto que me daba literalmente miedo eran las lógicas comparaciones entre Diamond y el vocalista Sean Peck (Cage, Death Dealer) cuyo tono le debe más a Rob Halford o Geoff Tate que a Diamond y cuya presencia escénica es la del cantante de una banda tributo de Judas Priest. Reconozco que el EP de Denner/ Shermann, “Satan’s Tomb” (2015), me gustó y sentí un entusiasmo que, también es verdad, se fue diluyendo con el paso del tiempo, teniendo que reconocer que quizá no se debía tanto a la calidad del mismo si no al terrible acto de nostalgia que suponía y, aunque no me entusiasmaba el papel de Peck porque su interpretación me parecía demasiada plana y no estar a la altura, por lo menos, cumplía.
Pero, ¿sabéis cuál es el peor error de Denner y Shermann? Es cierto que con su nombre y esas portadas atraen a los fans de Mercyful Fate pero también que esos mismos saldrán huyendo cuando se encuentren a Peck y ese intento por imitar aquello que ya es imposible. Y es que si Denner y Shermann hubiesen querido mantener la gloria de su binomio con más dignidad habrían evitado cualquier evidente similitud con Mercyful Fate y se habrían centrado en su propio arte; que es mucho y en “Masters Of Evil” encontraremos en grandes dósis pero al que perjudica la constante comparación de la que ellos mismos deberían haber sabido desmarcarse con más maestría.
“Angel's Blood” respeta el clásico esquema de Mercyful Fate y es una digna continuación de todo lo mostrado en “Satan’s Tomb” pero también una gran canción para abrir un álbum; buen estribillo, un gran ritmo a cargo de Snowy Shad y Marc Grabowski (pena que el sonido de la batería no sea lo mejor del álbum y a veces cueste disfrutarla como debería, perdiéndose parte del gran trabajo de Snowy), Peck luciéndose en los agudos y Denner y Shermann haciendo lo que mejor saben hacer con sus guitarras; doblándose, batiéndose en duelo, arpegiando y lanzándose en un vertiginoso solo. “Son Of Satan” es una de las mejores de todo “Masters Of Evil” en la que Peck intenta emular a Diamond y, por momentos, lo logra (dentro de sus propios límites, claro está) aunque no llegue a su hiperaltísimo e hiriente tono y Denner y Shermann continúen auténticamente salvajes. El único punto negativo es el título de la canción, “Son Of Satan”, o su simplísima letra ¿en serio? Creo que es lo más infantil que hemos escuchado este año junto con “Caligula” de Sodom y “Temple Of Ahriman” de Dark Funeral y me hace creer que los compositores de metal y hard deberían renovarse y, sin dejar de tratar los mismos temas de siempre, quizá podrían esforzarse y hacerlo desde un punto de vista, si no más maduro, por lo menos diferente para no caer en la caricatura. Pero si malo es el concepto de la canción, peor aún es el videoclip con una pésima realización además del terrible error de ver convertido a Denner en un guitarrista zurdo en varios planos.
Punto positivo para Peck es esa versatilidad de la que no hacía gala en el EP de la banda y que aquí, a lo largo de ocho canciones, sí. Si en la anterior nos recordaba a King Diamond, en “The Wolf Feeds At Night”, repleta de cambios y con un regusto quizá más hard por momentos, será a Ozzy Osbourne, como ocurre en la final “The Baroness” en la que la influencia de “Melissa” es clave para entenderla así como “Satan’s Tomb”,
La melódica “Pentagram And The Cross” es puro Mercyful Fate con un cierre auténticamente épico mientras que “Masters Of Evil” se debe más a la carrera en solitario de King Diamond y esos momentos más puramente de heavy clásico en los que hay un instante para cada emoción; desde el pasaje más tranquilo al medio tiempo y el estribillo al galope con una abrasadora guitarra que terminará desembocando en el solo, además de un gran trabajo a las dobles voces que me gustaría mucho ver en directo para saber cómo lo resuelve Peck y los coros o todo se debe a la producción. “Servants Of Dagon” es otro de los puntos álgidos pero, a pesar de poseer uno de los mejores riffs de todo "Masters Of Evil", da la sensación de quedarse a medio gas, como le ocurre a “Escape From Hell” con algunos momentos sobresalientes pero sin la indudable pegada de otras canciones y menos gracia, logrando que, por segundos, se haga eterna.
Un trabajo en el que los más fans de Mercyful Fate verán colmadas sus expectativas por el reencuentro con Denner y Shermann pero también parece echar por tierra casi cualquier intento de reunión con Diamond y alejará a los seguidores de éste cuando se encuentren a Sean Peck forzando la imitación con unos músicos que poseen la calidad pero a los que se les escapa la gloria en unas canciones irregulares cuyos mejores momentos se los deben más a nuestra memoria que a su inspiración. De acuerdo, son los dedos de Mercyful Fate pero les falta la cabeza y el corazón del auténtico rey de Dinamarca.
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