SETLIST: Bad Horsie/ The Crying Machine/ Gravity Storm/ Tender Surrender/ Liberty/ Erotic Nightmares/ The Animal/ Answers/ The Riddle/ Ballerina 12/24/ For the Love of God/ The Audience Is Listening/ I Would Love To/ Blue Powder/ Greasy Kid's Stuff/ Alien Water Kiss/ Sisters/ Love Secrets/ Stevie's Spanking/ Build me a song/ Racing the World/ Taurus Bulba/
Siempre me he preguntado a mí mismo, ¿si tuvieses a un artista frente a ti al que de verdad admiras qué es lo que le preguntarías? La gran mayor parte de la gente suele atascarse y se dividen entre la timidez y la sonrisa; hasta aquellos que se toman más confianzas de las debidas o, en pleno ataque de histerismo, piden fotos y decenas de autógrafos ante la extraña mirada de su ídolo. Pero, a lo que me refiero no es a tener a un músico cualquiera, sino a uno de peso. Recuerdo anécdotas de conocidos que tuvieron la suerte de compartir unos segundos frente a Leonard Cohen, Robert Plant e incluso Bob Dylan y se sintieron tan abrumados que tan sólo pudieron callarse y no resultar demasiado molestos; ¿qué iba a decirle yo a Leonard Cohen? –me respondía mi amigo...
Y, sin entrar en ridículas comparaciones que no tienen cabida, eso mismo me ocurrió el pasado 18 de junio en Madrid cuando dos horas y media antes del concierto, estaba en el backstage y vi salir a Steve Vai de su camerino en el botánico de la Complutense. Por supuesto que iba preparado para la ocasión, cuando algunos de los lectores de esta web me preguntan siempre les respondo lo mismo; no nos dedicamos a esto y si en algún momento hemos conseguido algo en todo este circo es simplemente gracias a nuestra pasión y vuestro apoyo incondicional. Hay artistas que he tenido a pocos metros de mí, con los que incluso hemos estado tomando una copa (este pasado mes de junio, sin ir más lejos) y no se me ha ocurrido nunca pedirles nada, como a esos otros a los que hemos entrevistado (cada vez menos, por suerte) pero en el caso de Steve Vai… ¡Llevo demasiados años escuchándole como para no sentir la más mínima emoción al verle al lado mío! Ya fuese en aquella película, "Cruce de caminos" ("Crossroads", 1986), con Ralph Macchio (y las manos de Ry Cooder) enfrentándose a Steve Vai cuando yo era tan sólo un crío o bien comprándome “Sex And Religion” en 1993, viéndole en directo en muchas ocasiones y emulándole con mis guitarras; ¡es mucho más de la mitad de mi vida con él de una forma u otra!
Es por eso que no tuve más remedio que acercarme y él aguantarme unos minutos, ¿cómo es Steve Vai en persona? Grande en todos los sentidos. Aparte de irradiar tranquilidad y paz consigo mismo es capaz de hacerte sentir cómodo como aficionado y ser paciente en su posición. Lo que me demuestra, una vez más y como nunca me cansaré de repetir; los más grandes suelen ser personas humildes. ¿Tocas la guitarra? –me preguntó cuando me vio con mi Ibanez Jem (quizá para apresurar el ritual de pedirle que me la firmase; algún día explicaré por qué no me gusta que firmen mis guitarras pero… ¡es Steve Vai, aquí no hay razón ninguna!) y la cogió sin esfuerzo, como si fuese una prolongación de su mano. ¿Cómo consigues que parezcan parte de ti? –le pregunté de manera absurda y arrepintiéndome al segundo de la estupidez. “No lo he logrado, de hecho admiro a esos músicos que lo han conseguido, a mí se me nota que estoy cogiendo una guitarra, si parece lo contrario es porque he invertido muchas horas de esfuerzo y trabajo pero en mí no es natural, es algo buscado…” Media hora después seguía hablando con él, mejor dicho; escuchándole mientras los de su equipo me miraban como el intruso que éra y me hacían sentir que era el momento de volver a la tierra.
Y puntual saltaba al escenario un Steve Vai que arrancaría de una de sus muchas Ibanez el pesadísimo riff con el que se abre “Bad Horsie” y que escuchamos por primera vez en aquella película de los ochenta. Vai disfruta de su guitarra hasta fusionarse con ella, por mucho que él diga que le cuesta trabajo, y hace que su público participe de ello. En “Bad Horsie” la convirtió en un salvaje caballo indómito en el que las cuerdas llegaron a relinchar con mucha más fiereza que en “Alien Love Secrets” mientras que en “The Crying Machine” la ligereza de su melodía y el ritmo más suelto convirtieron el escenario en una pequeña fiesta, tan sólo a la segunda canción...
“Story Of Light” (2012) es un disco que disfruto muchísimo y de su última época es uno de los que mas escucho; no es el mejor, ni siquiera el más innnovador pero me aporta y he logrado hacer mías sus canciones. Por eso, me encantó que Vai recuperase la ‘hendrixiana’ “Gravity Storm” y nos hiciese volar muy por encima de las nubes cuando juega con el puente de su guitarra hasta el límite y, más cerca del suelo; con la calma de “Tender Surrender” dio por concluída la introducción de un concierto enmarcado dentro de la gira veinticinco aniversario del mítico “Passion And Warfare” (1990) y de la que es un auténtico lujo haber sido testigo.
El simpático Brian May aparece en la pantalla, se trata de aquel mítico concierto en el que el célebre guitarrista de Queen presentó ‘oficialmente’ en nuestro país a Steve Vai en el espectacular festival “Leyendas De La Guitarra” de la Expo de 1992. Suena “Liberty” y tanto Steve Vai como su banda suenan de lujo; Dave Weiner en las guitarras, Philip Bynoe al bajo y Jeremy Colson en la batería, parece mentira que tan sólo cuatro músicos logren sonar así... Una a una, Vai y sus músicos, van desgajando su famosísimo “Passion And Warfare”; la excesiva “Erotic Nightmares” con Steve disfrutando y convirtiéndola en un torbellino, “The Animal” (con mención especial a la rotunda base rítmica formada por Bynoe y Colson) o la grabación del simpático Joe Satriani acompañándole en el duelo de “Answers” no sin antes felicitarle por el aniversario y Vai espetando con sorna; “si llega a ser por ti, nunca habría publicado este álbum…”
Tras de “The Riddle”, la ensoñadora “Ballerina 12/24” nos hacía creer que había convertida su guitarra en una caja de música y el gran momento de la noche con una sentidísima interpretación de la inmortal “For the Love Of God” con el videoclip original en la pantalla y Steve Vai con la mirada perdida en el cielo, buscando la luna de Madrid que antes se había empeñado en señalar y alabar, en una de las versiones más intensas de la canción que he podido ver nunca.
Tras un descanso que sirvió a los músicos para oxigenarse, quedaba todavía una noche de excesos por delante junto a John Petrucci en “The Audience Is Listening” y ese disparatado homenaje al “Hot For Teacher” de Van Halen que es la canción y su videoclip original. La ochentera -en cuanto a sonido- “I Would Love To”, el blues de “Blue Powder” y “Greasy Kid's Stuff”, recuperando un álbum que ha marcado la vida de millones de personas y músicos, mientras Vai vive cada nota y gesticula como si la guitarra sonase a través de su garganta o sintiese con cada una de sus expresiones. Lo más emotivo, tras “Love Secrets” para finalizar “Passion And Warfare”, fue su “Stevie’s Spanking” con el desaparecido Frank Zappa (de su “Them Or Us” del 84) y la dinámica “Racing The World” tras el exceso y la locura desatadas a través de su mástil (habiéndonos entretenido antes en “Build Me A Song” subiendo a una pareja del público al escenario)
Pero aún quedaba un último regalo, la cuarta parte de la suite con la que cerraba “Fire Garden” (1996); “Taurus Bulba”, en la que no solamente Steve Vai llega al clímax tras un concierto titánico si no que nos deja clara su versatilidad con una pieza salpicada de exotismo y misticismo en la que sí, su guitarra hace ya más de dos horas y media que se ha fundido con él y cuesta saber donde terminan las yemas de sus dedos y empiezan las cuerdas de su Ibanez; donde acaba el ser humano y comienza el extraterrestre. Por los altavoces sonaba la versión del “Hallelujah” de Leonard Cohen cantada por Jeff Buckley mientras Vai se despedía de nosotros, no podía haber sido más apropiado…
© 2016 Jim Tonic
Foto © Áitor NOVA
Foto © Áitor NOVA