A veces creo que voy en sentido contrario al resto y lo he podido comprobar, una vez más, con Gojira. Cuando compré “From Mars To Sirius” (2005), los franceses eran unos completos desconocidos para el gran público y, desde entonces, cada vez que nos han visitado no he parado de alabarles y profesar por ellos el respeto que se merecen mientras para el resto pasaban inadvertidos porque hubo un tiempo, no muy lejano y debo recordárselo a todo el mundo, en el que Gojira tocaban demasiado pronto en los festivales y apenas llenaban una salita en nuestro país sino era acompañando a otro gran grupo. Recuerdo que empecé a sentir que todo cambiaba justo en “The Way Of All Flesh” (2008) y comenzaban a tener el ansiado reconocimiento que hasta entonces se les había escapado, en aquella gira les pude ver en Suiza y supe que, a pesar de tocar en un escenario muy pequeño y frente a poca gente, estaban creciendo de manera exponencial y, después de verles en España de nuevo y ya con “L'enfant sauvage” (2012) en varias ocasiones, acabé conociéndoles en Nantes (grandes y humildes tipos, por cierto), minutos después de su consagración en el escenario principal del Hellfest, donde pusieron la pista patas arriba con el mayor “wall of death” que jamas haya visto. Pero con “Magma” (disco que si hubiesen publicado hace diez años lo entenderíamos de transición donde ahora muchos quieren ver madurez) quiero creer que han intentado crecer y dar un paso más allá de “L'enfant sauvage”, volcando en él todas sus experiencias (tanto positivas como negativas; desde el éxito y reconocimiento a la reciente pérdida de la madre de los hermanos Duplantier o la situación política actual y la creciente sensación de inseguridad e inestabilidad) y, además, incorporar nuevos elementos en su música, para así poder entender qué ha ocurrido en un álbum que, pese a que en menos de veinticuatro horas muchos aseguran ya que es una obra maestra, se siente particularmente irregular y se podría resumir como diez canciones que en realidad son ocho porque dos son instrumentales y sirven de introducción o coda (“Yellow Stone” y “Liberation”), tres parecen de otra banda (“The Shooting Star”, la propia “Magma” y “Low Lands”) y no hay problema en ello sino fuese porque no poseen la calidad suficiente, dos (“Stranded” y “Only Pain”, impropias de Gojira) y tan sólo me quedo con “Silvera” y la parte más robusta de “Pray” porque “The Cell” es caso aparte y quizá podría salvarla por el trabajo de Mario Duplantier.
Algunas son geniales e incluso aquellas menos agraciadas tienen momentos que las justifican y seguramente el aficionado a la música en un sentido más amplio (no sólo aquel que bebe los vientos por el metal) encontrará satisfacción a otros niveles y sí, son grandes músicos y su sonido –ese que tanto me gusta- sigue estando ahí pero “Magma” hace aguas porque, como álbum, carece de unión y cierta coherencia. Si eso es lo que han querido transmitir los hermanos Duplantier hay que darles la enhorabuena pero, a día de hoy, para mí es el más irregular de su discografía disculpando, claro, a aquel “Terra Incognita” del 2001 por aquello de que era su primer álbum.
Y también quiero evitar, desde el principio, el ya clásico debate de cuando una banda de death (me da igual si técnico, progresivo, melódico o cualquier subgénero menos el brutal, claro) comienza a abandonar el uso de guturales se puede llegar a entender como una concesión al mercado, sonando más accesibles o, como muchos aseguran; comerciales porque, en este caso, Gojira se inclinan por las voces melódicas y, sin embargo, está claro que no hay intención alguna por su parte de asaltar las listas. Como tampoco quiero cuestionar la creciente tendencia progresiva de artistas cuya pericia técnica está fuera de toda duda y no necesitan alargar sus composiciones sin que éstas lo requieran pero, por suerte o por desgracia, ambos puntos son el signo del último álbum de Gojira.
De primeras, cuatro años para ocho canciones me parece algo bastante pobre. ¿Es que acaso no considero temas como “Yellow Stone” o “Liberation” porque son instrumentales? Pues no, no las considero no porque no tengan pista vocal sino porque la primera parece una improvisación en el estudio durante los ensayos y la segunda un divertimento entre toma y toma, además de no tener nada que ver ni con el disco ni con la banda (no porque suene tradicionalmente 'folkie' sino porque su papel en el álbum no tiene pies ni cabeza y, a lo largo de éste, no hay justificación para un tema así como cierre).
Como The “The Shooting Star” me parece una forma potente de comenzar un disco pero se me hace larga, pesada, farragosa (como quieran entenderlo), creo que las guitarras suenan fabulosas (densas, monolíticas) y la voz de Joe como la de Jaz Coleman pero son casi seis minutos… ¿Puedo escuchar una canción de más de tres? Por supuesto y de quince pero “The Shooting Star” es una y otra vez el mismo patrón, no hay cambios; no hay emoción y tan sólo una bajada de tono en el último minuto. ¿Pretenden hacernos entrar en una estado hipnótico, qué quieren decirnos con esa letra, por qué del cambio estético, por qué no hay clímax alguno, por qué no hay progresión, por qué seis minutos en los que no sentimos ni padecemos? Veréis, no me considero cerrado en cuanto a gustos musicales y entiendo y amo a todas esas bandas que nos hacen sucumbir a un estado de ánimo gracias a la repetición, a veces minimalista, pero en este álbum de Gojira no es que no comprenda a dónde quieren llegar es que muchas de sus nuevas canciones no me llegan…
Algo muy diferente a lo que encontramos en “Silvera”, tres minutos y medio de Mario ametrallándonos mientras las guitarras suenan potentes pero no aburridas y Christian Andreu lo borda. Toques orientales y un estribillo espectacular (repleto de tópicos, eso sí) siguiendo la línea del fraseo principal; “Time to open your eyes to this genocide. When you clear your mind you see it all. You’re receiving the gold of a better life when you change yourself, you change the world” como “The Cell” me parece también notable por, como antes indicaba, el trabajo de Mario y la programación (porque la hay, no pasa nada). Otro detalle importante que aprecio en “Magma” es la ausencia de solos con mayúsculas; “Silvera” tan sólo tiene uno (2:04) bastante pobre para el grandísimo músico que es Christian y el resto del álbum sencillamente carece… ¿Por qué? No me considero un fan de los denominados “corremástiles” pero repito; Christian es una gran guitarrista, ¿qué ha ocurrido, por qué prescinden de ellos?
Como tampoco me convence “Stranded”, el primer adelanto que pudimos escuchar y esperaba comprender en el contexto del álbum. No, no es mala pero sí mediocre para una banda como Gojira. El uso indiscriminado y exagerado del Whammy le da un toque diferente, de eso no hay duda, y el riff principal en la estrofa es resultón pero carece de la potencia con la que identifico a los de Bayona, además de acercarse –como el resto del álbum pero en otra dirección muy diferente- a otros géneros que poco o nada tienen que ver con ellos y que aquí se sienten metidos a calzador.
Y llegamos a la supuesta cumbre del disco que es la sexta canción, “Magma”, de nuevo en las coordenadas de “The Shooting Star”, sin guturales y abusando del procesado en las voces, con una estructura repetitiva que tan sólo cambiará levemente (3:31) en un puente que nos deparará… ¡Otra vez lo mismo (4:14) y un tímido fraseo de Christian que dura treinta segundos y en segundo plano! Ni rastro de emoción o sentimiento en un tema, otra vez, pesadísimo en el que no hay evolución alguna que justifique sus casi siete minutos. Pero lo peor es que “Pray”, tras casi un minuto y medio de introducción vuelve a incidir en la misma sonoridad con la voz de Duplantier completamente teñida y saturada de ecos. Por suerte la canción cambia de registro (2:23) y entendemos que es el estribillo pero lo peor de “Pray” es su sinuoso final y el enlatado comienzo de “Only Pain” en el que se desaprovecha a Mario y Christian vuelve a disfrutar de su Whammy (como en “Stranded”) en una canción que no termina de cuajar pero que, por lo menos, resulta más contundente que las anteriores, cuando Joe cree que es el cantante de Killing Joke, como pasa en ese tedioso final que es “Low Lands” en la que el sonido de la batería de Mario es irreconocible y, encima, se permiten el lujo del corte abrupto para, en sus últimos segundos, jugar con una acústica y lo que parece una flauta de bambú japonesa o shakuhachi a lo lejos…
Lo fácil sería haber escrito una crítica en la que, tras escucharlo un par de veces y para no enfadar al lector, habríamos dicho que es un digno regreso con serias opciones a disco del año y recurrir a todo tipo de tópicos pero, porque conocemos bien a la banda y nos gustan (porque les vamos a ver presentándolo en directo en su propio país en menos de una semana) y porque no podemos engañaros, “Magma” nos ha decepcionado... ¿De verdad creemos que el público les va a pedir “Magma” y “Liberation” en lugar de “Flying Whales” o “Explosia”? Primer paso en falso de Gojira justo ahora cuando deberían haber publicado un monstruo similar a “L'enfant sauvage” con el que colocarse en primera línea de salida y no otra vez en la lista de futuros cabezas de cartel con cuarenta años y seis discos de estudio. Recuerdo con nostalgia cuando en los ochenta y noventa, aquellas bandas que ahora no encuentran relevo publicaban grandes discos con poco más de veinte años y no había excusas basadas en el progreso y el cambio mal entendido, los colores y los gustos de cada uno y la supuesta cerrazón de aquellos que escribimos lo que sentimos mientras el resto se limita a escribir siempre lo mismo de todos los álbumes y bandas que, en realidad, nunca conocieron…
© 2016 Jack Ermeister