No suelo escribir reseñas de todos los EPs que escucho y mucho menos de los famosos “splits”, como es el caso que nos ocupa, porque suelen ser para fans muy iniciados o, por el contrario, para descubrir a toda esas bandas que aprovechan el amparo de la popularidad de otra de ellas y ambos motivos suelen ser a puerta cerrada del melómano. Además, porque los “splits” suelen ser el caldo de cultivo idóneo para todos esos esnobs que se afanan en marear a otros aficionados con miles de referencias de bandas que, en muchas ocasiones y el mejor de los casos, perecen tras un par de aventuras en esa extraña competición por saber unos más que otros o, mucho peor, en el coleccionismo febril que no hay bolsillo que soporte. En el caso de los franceses Blut Aus Nord, mi curiosidad era máxima por saber qué estarían haciendo tras un álbum como “Memoria Vetusta III: Saturnian Poetry” (2014) que, aunque no llegaba a las alturas del glorioso “Memoria Vetusta I: Fathers of the Icy Age” (1996), me había hecho recuperar cierta fe en ellos. Para todos aquellos no iniciados, los de Mondeville han sabido llevar el black metal lejos, allá donde otras bandas experimentales que ahora pretenden que las llamemos “colectivos” no han sabido, y han entendido que la fractura de un subgénero que lleva muerto más de dos décadas –a pesar de su creciente popularidad gracias a la era digital- sirve tan sólo para engrandecerlo aún más cuando abandona los rígidos postulados con los que nació y entran elementos industriales, ambient e incluso sinfónicos. Pero si algo también debería haber aprendido de Blut Aus Nord es que su incontinencia creativa no siempre es sinónimo de calidad cuando echo un vistazo a su catálogo y de él tan sólo escucho los mismos títulos y desecho, como si deshojase una margarita; uno sí y otro también.
Pero, como decía, guiado por la fe en “Memoria Vetusta III: Saturnian Poetry” y por saber cómo sonarían Ævangelist, ese dúo de Oregón con cuatro discos en su haber y tantos o más Eps y ‘splits’, decidí a hacerme con este “Codex Obscura Nomina”. Hablar de decepción podría sonar demasiado rotundo pero así ha sido; me encuentro con un sonido demasiado oscuro y me respondo a mí mismo; ¿qué esperabas de Blut Aus Nord? Pero el problema no es de estilo o estética sino de buen gusto y falta de genialidad cuando, en lugar de oscuro, quizá debería haber utilizado ‘opaco’ como adjetivo y es que en “Codex Obscura Nomina” dominan las máquinas y esa maldita caja de ritmos que se erige como auténtica protagonista de todas las canciones. Desde la insufrible “Evanescent Hallucinations” en bucle en la que, para colmo, podemos encontrar el único estribillo –si es que podemos llamarlo así cuando, como señalo, tan sólo se trata de una repetición- de todo el ‘split’. La pesadísima “Resonnance(s)” tampoco arregla las cosas y tras “The Parallel Echöes” en la que los sampleados del puente cobran un mayor protagonismo o la pista de la batería programada sube de volumen considerablemente tengo lo suficientemente claro que de las canciones de Blut Aus Nord de este “Codex Obscura Nomina” tan sólo puedo salvar la magnífica guitarra de Vindsval (eso sí, en segundo plano por la horrorosa, saturada y llena de ‘reverb’ famosa batería enlatada) y la estupenda portada del ‘split’.
“Infra-Voices Ensemble” tira de groove en lo que parece una ‘rave blacker’ que termina de perder toda su gracia cuando se acerca vertigionsamente a los seis minutos de duración y nos deja en un estado de ánimo en el que ni siquiera nos apetece escuchar la segunda cara con “Threshold Of The Miraculous” de Ævangelist. Pero, porque por este tipo de sorpresas sigo escuchando ‘splits’, lo que me encuentro es una larga canción de más de veinte minutos y desenfrenados bandazos, como corrientes eléctricas, del dúo norteamericano en la que se alternan violentos pasajes con furiosos arranques y densísimos cambios de compás, con esa pista de percusión en segundo plano (lo que, sin duda, hace mejorar el resultado final), un puente extraño –más propio de hip hop que del frío black- y un final con Matron Thorn (guitarra y bajo) y Ascaris (voces, saxofón y chelo) celebrando un aquelarre no exento de cierta experimentación pero sin que ello dañe al resultado final, como sí ocurre con los cuatro temas de la primera cara de los franceses, y hace que desee recuperar de inmediato la discografía de los de Portland.
Pero, con todo y con ello, la sorpresa de “Threshold Of The Miraculous” de Ævangelist no puede ocultar mi preocupación por el futuro más cercano de Blut Aus Nord y esos “La lumière sous le monde” y “Memoria Vetusta IV: Empyerus” que nos han prometido para el año que viene y que, por culpa de este maldito ‘split’, ya no espero con las mismas ganas ante el temor de un nuevo desengaño y que, en esta ocasión, no sé si tomarme como parte de su imprevisible naturaleza como artistas sumidos en esa constante búsqueda o de una creatividad que no soporta una carrera tan prolifica y con, lo que parece, tan poco criterio como el suyo…
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