Puede que aquel que se acerque de nuevas a la música de Fallujah no sea capaz de ver la evolución que los californianos han logrado en tan sólo tres álbumes de los que únicamente contaré dos ya que fue realmente “The Flesh Prevails” (2014) el que les situó en el mapa y nos hizo volver la mirada al oír hablar de una etiqueta como es la de death metal progresivo que, si bien no era nueva, Fallujah le daba una pequeña vuelta de tuerca con aquella creación de atmósferas que eran capaces de contrastar con los momentos más brutos de la banda a manos de Scott Carstairs y Brian James en las guitarras sobre el colchón sintético que creaba su vocalista Alex Hofmann, por lo que todos comenzamos a hablar de “death metal atmosférico progresivo”. Pero, si en su momento, me sorprendió para bien la propuesta de Fallujah también hice una mueca de desaprobación con el sonido de “The Flesh Prevails” y, visto lo visto, no debí ser el único ya que banda y productor recibieron quejas acerca de su horrible masterización.
Escuchar “The Flesh Prevails” era un auténtica tortura, la música “no respiraba” era un jodido bloque de sonido en el que, por sonar más brutos, Zach Ohren subió el volumen dejando las canciones con un rango dinámico ridículo y la curvatura de la onda como un muelle encogido. Muchos aficionados, seguramente con dos zapatillas por orejas, parecían no darse cuenta pero el crímen ya había sido perpetrado; Ohren había conseguido que muchos seguidores le prestasen más atención al resultado del álbum como producto más que a la capacidad compositiva y ejecución de la banda. Obviamente, tenía expectativas muy altas para “Dreamless”, ¿solucionarían el problema en su nuevo álbum? Zach Ohren seguía en los mandos de la produción pero, sorpresa, Mark Lewis se ocupaba ahora también del mezclado y masterizado del disco, aceptando Ohren todas las críticas recibidas por su anterior trabajo con la banda. ¿Y el resultado? Regular (mejor sonido aunque igualmente saturado en algunos momentos) porque lo que falla en “Dreamless” ya no es el trabajo del productor e ingenieros, la labor en cabina, sino la de los propios músicos cuando uno escucha el álbum y entiende que las canciones no están a la altura de “The Flesh Prevails” y, para colmo, han incorporado más elementos electrónicos en sus pasajes.
¿Convierte todo esto a “Dreamless” en un mal álbum? En absoluto. Primero, con este nuevo álbum Fallujah firma con Nuclear Blast y no podemos menos que alegrarnos por la inyección que supone para la banda en términos de notoriedad y distribución, además del reconocimiento por su talento. Segundo, la grabación ha tenido lugar en los Castle Ultimate Studios de Oakland (allá donde también grabaron “The Flesh Prevails”) y, como líneas antes indicaba, con Zach Ohren como productor. Es cierto que han evolucionado y éste es una continuación de “The Flesh Prevails” pero es que ésta no siempre es sinónimo de avance, a veces también puede ser un paso atrás y, aunque la propuesta de Fallujah sigue siendo interesante y son grandes músicos que dudo mucho se estanquen (tan sólo hay que escuchar sus EPs "Leper Colony" (2009), "Nomadic" (2013) o su primer larga duración "The Harvest Wombs" (2011) para ser testigo de ello), lo que ha ocurrido en “Dreamless” es que las canciones no tienen la potencia compositiva (no de volumen o contundencia, por favor, no seamos simples) de aquellas que integran “The Flesh Prevails” y, lo peor de todo, allá donde antes había guitarras ahora hay cantidad de efectos y sampleados que sí, transmiten y tejen una atmósfera interesante pero elimina ese momento, a veces poético, de las guitarras más espaciales que el death metal ha tenido en mucho tiempo registrado en sus surcos. Además de ser un disco que en su segunda mitad ofrece una cara muy diferente de la banda; ¿peor? No, en absoluto, sólo diferente pero hace que el álbum pierda cohesión.
“Face of Death” es una buena introducción que les hace entrar de lleno en el terreno más progresivo, claro que hay elementos death pero Fallujah, aún conservándolos, podrán gustar a los fans del prog y del tech más exigentes. Aún con esas guitarras que parecen implosionar en “Adrenaline” y el acelerado ritmo de Robert Morey y Andrew Baird, muy a pesar del pasaje central, las cosas no comienzan a ponerse divertidas en “Dreamless” hasta que no llega el momento de “The Void Alone” con la ayuda de Tori Letzler en el puente de la canción; un comienzo típico con esas guitarras etéreas que pronto cambiarán y se volverán tan robustas como el death lo necesite para juguetear entre ellas con poderosos riffs.
“Abandon” maneja las texturas maravillosamente bien, la bonita calma de Carstairs y James en claro contraste con las partes más duras en las que Alex Hofmann parece devorarnos, dejando tan sólo espacio para la ensoñadora voz de Katie Thompson que parece sonar a años luz del brutal universo en el que Fallujah se mueven como peces en el agua (y hasta agradezco la inclusión de otro timbre que no sea el de Hofmann porque, aunque no tengo ningún problema con las voces guturales sí que es verdad que pueden rozar la monotonía y la versatilidad de Fallujah como músicos no se lo merece) o la genial “Scar Queen” que esta a la altura de sus mejores momentos; una canción tan salvaje como bella, perfectamente equilibrada y cocinada al punto de Fallujah; hay melodía pero no es obvia y el trabajo rítmico es tan rotundo como mágico el de las guitarras.
Pero algo parece cambiar con la ambiental “Dreamless” en la que participa Tymon Kruidenier (ex-Cynic) en el solo y que sirve de transición entre la dos mitades de un álbum que parece tener dos personalidades; mientras la primera podríamos decir que es más directa e incluye canciones que nos recordará a su material más antiguo (como es el caso de “Scar Queen” y “The Dead Sea” del mencionado “Nomadic”), lo que nos espera a partir de “The Prodigal Son” son unos Fallujah más experimentales en los que hay un poquito más de contención y son capaces de cortar el clímax al que llega Hofmann para incluir varias de guitarras en limpio sobre la programación de éste o volcar toda la melodía en el binomio Carstairs y James como ocurre en “Amber Gaze” y rompernos por la mitad con un interludio (mal situado/ ordenado en el álbum, todo hay que decirlo) a medio camino entre el chill out y el techno más artificial o la lentísima eclosión que supone “Wind for Wings” en la que suponemos que es Alex Hofmann el que ahora se atreve con las voces melódicas mientras el resto de Fallujah pisa el acelerador sobre una base electrónica y vuelven a condenarnos al aburrimiento con “Les Silences” y ese techno de segunda, totalmente innecesario, antes del último puñetazo que supone “Lacuna” en la que tampoco nos muestran nada de lo que no hayan hecho gala anteriormente.
En “Dreamless” hay muchas horas de trabajo y un gran esfuerzo de la banda por avanzar y claro que lo hacen pero en un dirección poco acertada cuando la mitad del álbum nos hace preguntarnos qué ha ocurrido, qué intentan contarnos, por qué del cambio y, lo más importante, por qué las canciones no son tan redondas como en el anterior Un disco notable pero lejos, muy lejos, de lo que la banda seguro que nos pueden ofrecer en el futuro. ¿Sería mucho pedirles que grabasen “The Flesh Prevails” a menor volumen, con una mejor producción y le llamasen “Dreamless”?
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