SETLIST: Psycho/ Reapers/ Plug In Baby/ Dead Inside/ The 2nd Law: Isolated System/ The Handler/ Supermassive Black Hole/ Starlight/ Apocalypse Please/ Madness/ Map of the Problematique/ Hysteria/ Time Is Running Out/ Uprising/ The Globalist/ Take a Bow/ Mercy/ Knights of Cydonia/
Partamos de la base de que Muse son grandes; con todo lo bueno y lo malo que ello conlleva. Grandes porque a veces son geniales dando en el blanco en muchas ocasiones y en directo son una apuesta sobre seguro pero también muy grandes porque así se han vuelto y, por suerte o por desgracia, con ello han copiado todos los defectos de aquellos a los que pretenden arrebatar el trono. Vaya por delante al fan medio de Muse, ese que leerá esta crítica y seguramente desdeñe mi opinión porque los de Devon son dueños de sus desvelos juveniles, que no soy tan esnob como para creer que los artistas, cuando crecen, pierden su esencia y cuando acceden al gran público es justo cuando les doy la espalda, nada de eso. Con temor a parecerle presuntuoso, puedo sentirme orgulloso de haber estado en todas sus giras en varias ocasiones, desde aquella por salas presentando “Showbiz” (1999) a esta última con “Drones” (2015), que de las diez veces que les he visto (mañana la undécima) he podido saludarles en un par de ocasiones y son buena gente, divertidos y accesibles, que sus discos me han acompañado y le encuentro la gracia a todos excepto a este último que es, por cierto, tan malo y poco original que me parece del todo indigno de su talento. Pero, ¿cómo les explico que esta gira de Muse es la que menos me ha gustado?
“Drones” es terrible, dos canciones y el resto es puro relleno; riffs de acá y de allá, una temática sobada y unas letras bobaliconas que hacen que me pregunte dónde coño quedó aquel absurdo eslogan de Muse que rezaba eso de “música inteligente para gente inteligente” Lo cierto es que su cima discografíca la alcanzaron con “Origin Of Symmetry” (2001) y se sintieron cómodos con ellos mismos en “Absolution” (2003) y las sobras del anterior, “Black Holes and Revelations” (2006) fue un gran paso, valiente y en él se adivinaban ansías de crecer y ganas de experimentar y así llegaron a “The Resistance” (2009) que, pese a sus fallos, me parece bastante sólido y un “The 2nd Law” (2012) flojo y zozobrante pero ambicioso y exagerado (por lo tanto delicioso en dos o tres canciones) pero una su segunda cara aburridísima con Christopher Wolstenholme a las voces y un “Drones” (2015) que denota falta de ideas y la ya clara incursión de Muse como banda en una dinámica en la que tienen que salir de gira sí o sí y, por ello, aprovechan retazos de otras canciones para firmar un disco flojo como excusa para lanzarse a la carretera tras tres años de sequía.
Nos prometían una gira digna del milenio que nos ocupa; revolucionaria, aprovechando la temática del “drone” y la tecnología de las aeronaves controladas por remoto, pantallas de alta resolución y un enfoque innovador de trescientos sesenta grados que ya estoy harto de escuchar a todas las bandas. ¿Es necesario todo esto? No, desde luego que no, Matt, Christopher y Dominic son grandísimos músicos que suenan compactos en directo y tienen suficientes tablas como para no necesitar de todo ese adorno pero, como decía, si quieren jugar en las grandes ligas no les queda más remedio y eso prometieron. ¿Qué es lo que he visto esta noche? Un escenario redondo, con base giratoria, ubicado en el centro de la pista (como ya hemos visto en decenas de ocasiones) con una pantalla coronándolo y un ‘embudo’ retrácti sobre ellos a modo de copia del de U2 en su polémica gira U2 360° Tour (solo que aquel era un pantalla modular), lo de Muse es una versión para pabellones (arenas) reducida de la de los irlandeses a la que le han añadido dos brazos. Los famosos drones han bajado en una ocasión, en la introducción del concierto para desaparecer y permanecer quietos durante la hora y media de espectáculo, mientras que las famosas pantallas por las que nos prohibían utilizar flash no eran más que lonas con un retroproyector.
No puedo quejarme, soy de aquellos que preferirían ver a las bandas sobre un fondo negro y exprimiéndose en el escenario pero resulta del todo decepcionante ver cómo Muse terminan recibiendo una ovación de júbilo por parte del público cuando sacan unos vulgares globos inflables o disparan confeti y serpentinas a mansalva con unos cañones situados en la base del escenario; recursos escénicos muy efectistas pero muy alejados de la experiencia tecnológica en la que pretendían sumergirnos. Sin ir más lejos, cualquiera de sus giras anteriores me ha parecido más espectacular con aquella montaña de televisores cayendo sobre ellos o ese momento durante “Uprising” en el que cada uno de la banda aparecía tocando sobre un edificio en pleno escenario. Por lo menos, el montaje de Muse de esta última gira es bastante más funcional que el mencionado U2 360° Tour o el iNNOCENCE + eXPERIENCE Tour en el que Bono y compañía, irónicamente bastante más arriesgados que Muse en estas lides, seccionaban longitudinalmente la pasarela de su escenario con una pantalla que estropeaba la experiencia a todos aquellos que tuviesen que aguantar las dos horas de concierto viendo únicamente su canto.
Musicalmente, Muse han crecido en directo; la batería de Dominic suena como nunca y Christopher también ha ganado en protagonismo pero no puedo decir lo mismo de Matt. Cada vez siento más distancia entre él y Christopher, siendo Dominic ese aglutinante que les mantiene como banda, rara vez se mirarán durante el concierto y Matt aparecerá y desparecerá por un ala mientras Christopher por la otra tan sólo se limita a cambiar de bajo y sí mirará a los ojos e interactuará con Dominic, no con Bellamy. Desde la pasada gira, Matt suelta más la guitarra y habrá temas en los que dejará todo el peso a Christopher, Dominic y Morgan, así la música de, por ejemplo, “Starlight” se resiente como pierde comba “Madness” en la que llevará colgada su Mason y tan sólo la tocará para ese solo robado al mismísimo Brian May.
Arrancar con “Psycho” era lo lógico en esta gira y no deja de resultar divertido escuchar a padres con sus hijos (porque otro signo más del desmesurado crecimiento de los ingleses es que ahora también acuden niños a sus conciertos y ya podríamos hablar de una cita ‘intergeneracional’ en ellos) cantar eso de “Your ass belongs to meeeeee nooooow” (“Tu culo ahora me pertenece”) con cara de felicidad (me pregunto si sabrán lo que están diciendo) y miles de chavales botando en la pista con un riff con el que la banda lleva coqueteando más de una década. “Reapers” suena potente pero, a la primera de cambio, se marcan un “Plug In Baby” que sí sube de verdad la temperatura del concierto y esos mismos padres vuelven a sonreír con expresión bovina mientras les enseñan a sus hijos a cantar el existencialista verso: “I'm tired oooof living”, supongo que si cantas en inglés esas cositas tienen menos importancia y son sólo pop.
En “Dead Inside”, Matt se soltará por primera vez, en directo suena menos “actual” y más directa, cosa que agradezco, y la sorpresa viene con “The 2nd Law: Isolated System” no porque no la hayan interpretado hasta ahora en esta gira –al revés- sino porque me parece valiente su inclusión en un concierto teniendo una colección de canciones como la que tiene la banda, pudiendo haber elegido cualquier otra. Otro punto a favor es que en Madrid hubo cambios respecto a anteriores fechas, lo que nos demuestra que manejan un repertorio bastante más amplio del que podríamos suponer y, como músicos, no están supeditados al montaje y sus tiempos.
“The Handler” supone un escollo, a pesar del barroco punteo de Bellamy, pero lo solventan con ese homenaje velado a Prince que siempre ha sido “Supermassive Black Hole” y una bonita versión de “Starlight” que, sin embargo, suena bastante más desnuda por la falta de la guitarra de Matt que se dedica a hacer corear la letra a las gradas mientras, sonando más desnuda, las campanas de Morgan le dan un toque más ochentero, más cercano a U2 que nunca. Sentado a un piano de cola, Matt interpretará “Apocalypse Please” y “Madness” con guitarra colgada al hombro y Christopher ayudando a la percusión con un Kaoss Pad integrado en su bajo. Sorprendente es la inclusión de la bonita “Map of the Problematique” y la triada ganadora que es el cañonazo de “Hysteria” (que suena bastante más actual y contundente que cualquiera de “Drones”), “Time Is Running Out” o “Uprising” pero el bajón llega con “The Globalist” (no lo digo yo, es que la canción fue capaz de sentar a todo el graderío del Barclaycard Center, antiguo Palacio de los Deportes de La Comunidad y eso es mucha, mucha gente) y recuperaron la intensísima “Take A Bow” que nos supo a gloria y ya en los bises, “Mercy” y la consabida “Knights of Cydonia” que se ha convertido en una canción imprescindible y efectiva tanto para abrir un concierto como para cerrarlo porque es, sencilla y llanamente, genial.
No puedo quejarme, Matt, Christopher, Dominic y Morgan funcionan en concierto y hay pocas quejas sobre ellos, más cuando uno lee las redes sociales y entiende que para muchas personas este será el concierto del año y más de uno asegura haber sentido escalofríos o vivido una experiencia reveladora. Les he visto crecer, llenar cada vez un poquito más y pasar de una salita a un estadio como el Calderón y dos días consecutivos un pabellón agotando sus entradas en siete minutos pero deben tener un poco de cuidado si no quieren que ese ansía por llegar a ser grandes les coma por dentro; los fans de U2 pueden respirar tranquilos, sus hijos ya tienen banda a la que adorar, con los mismos defectos que los irlandeses pero con veinte años menos y sin un “The Joshua Tree” (1987) o, mucho peor, un “Achtung Baby” (1991) con su inmortal ZooTv Tour…
© 2016 Conde Draco
Fotos de Javier Barbancho (El Mundo) y Jaime Villanueva (El País)
Fotos de Javier Barbancho (El Mundo) y Jaime Villanueva (El País)