Vaya por delante que no tengo nada en contra de Asking Alexandria ni del metalcore, que me dan igual los memes y los millones de burlas contra ellos y sus fans pero, intentando ser muy objetivo con su música y su supuesto esfuerzo en “The Black”, si esto es lo mejor que Asking Alexandria pueden ofrecernos es auténticamente dramático. Leía las entrevistas a Ben Bruce con una sonrisa en los labios cuando éste aseguraba que Danny Worsnop nunca estuvo realmente involucrado y habían estado girando y grabando con alguien a quien no le importaba nada en absoluto la banda en los últimos años y Denis Stoff (un youtuber ucraniano de tan sólo veintidós años) había sido todo un descubrimiento y les había inyectado ilusión al resto; unos tipos que no llegan a la treintena con media docena de álbumes en su haber. ¿De verdad podía ser cierto lo que estaba leyendo, cómo era posible que hubiesen perdido la ilusión tan pronto? No menosprecio al público de los de York, en absoluto, pero, ¿todavía puede quedar algún adolescente o veinteañero que pueda creerse esto? Es más, ¿alguno de esos chavales que siguen a la banda y compran sus camisetas, son conscientes de que esta banda, como tal, no existe sino que es un producto con una obsolescencia programada, un artefacto para críos que, en el mejor de los casos, cuando crezcan recordarán con una sonrisa y cierta nostalgia esas camisetas que terminaron en un punto limpio de su barrio mientras los cedés cogen polvo en la estantería de casa de sus padres y han evolucionado musicalmente hablando o, en la mayor parte, ya no se interesarán por la música y llevarán de por vida el tatuaje del hexagrama unicursal de Crowley o la flor de la vida creyendo que eran logos originales de Bring Me The Horizon mientras me cobran en el súper? Me quiero negar a creer que alguien puede escuchar Asking Alexandria creyendo encontrar algo de calidad u originalidad si no es por la confusión propia del cambio hormonal de la adolescencia.
Al reemplazo de Danny Worsnop que ahora quiere dedicarse a la música más tradicional norteamericana (al cual ya le había cogido hasta simpatía) por el anodino Denis Stoff que se nos quiere presentar como el frontman definitivo, hay que añadirle el trabajo de Joey Sturgis en la producción, otro golpe de originalidad ya que Sturgis ha estado en todos y cada uno de los lanzamientos de la banda con lo que en “The Black” no hay un golpe de timón ni nadie que les haya hecho mirar con otra perspectiva las canciones y el tratamiento de éstas. El sonido de “The Black” es lo que se esperaba; saturado, superproducido, con la compresión por los cielos y todo tipo de recursos efectistas como guitarras procesadas hasta la náusea que resultan sintéticas, voces sampleadas en algunos pasajes y la ya clásica mezcla de guturales con la melódica de teleñeco de Stoff que se siente todavía como la de un púber y a ello hay que sumarle los pretendidamente intensos “oh, oh, oh, oh” a los que recurren mientras la batería desborda ‘reverb’ porque sin duda, Sturgis (con treinta y ún años) es lo que entiende por rock de estadio.
Habrá quienes no dejen de ver en “The Black” el disco del año pero, ¿son esos mismos que saludaron a “Hail To The King” de Avenged Sevenfold como ‘el álbum que cambiaría la faz del metal’ o esos otros que creían que “Super Collider” de Megadeth era la auténtica reinvención de Mustaine? Con ello tan sólo vengo a decir que poco me importan las críticas de grandes medios que en cien palabras elogian a Of Mice & Men, Capture The Crown, We Came As Romans o Miss May I porque el tiempo nos dará la razón a otros como con Fall Out Boy y aquellas producciones más propias de los Backstreet Boys con Babyface al mando y con las que ahora nos entran las risas pero que en su momento muchos chavales se tomaban muy en serio. Aquellos que leen las críticas de esos medios deberían entender que forman parte del mercado.
Asking Alexandria poseen algo de inteligencia porque abren el disco con “Let It Sleep”, quizá la única que nos haga esperar algo diferente; tiene fuerza y pegada pero las melódicas y esas guitarras que parecen un chicle de fresa de lo procesadas que se sienten poco más pueden hacer y eso mismo sentimos con los primeros segundos de “The Black” en la que, en vez de parecer una banda de chavales con ganas de comerse el mundo y sudar la camiseta tocando, suena tan artificial que asusta; parece metalpop de estudio. Porque no nos engañemos; esto es pop y pop del malo, sólo así podemos digerir la blandurria “I Won't Give In” con la que hasta agradeceremos “Sometimes It Ends” si no fuese por esa voz; ríete del autotune cuando escuches el trabajo de Sturgis en la garganta de Stoff y esas subidas fuera de tono. En ella ya podemos apreciar esos “oh, oh, oh, oh” que, sin embargo, inundarán “The Lost Souls”. ¿Les gustará Coldplay a los fans de Asking Alexandria? Espero que sí porque éstos se ponen tan intensos o más que Chris Martin.
Quizá porque esperaba más arrojo en “The Black”, me gusta “Just A Slave To Rock 'n Roll” en la que juegan a vestirse de “angelinos aguerridos” y calcan casi todos los tópicos; ese cencerro de los primeros segundos, las sirenas y las guitarras con Wah. Les ha faltado un silbato y Axl estaría orgulloso de ellos. Pero al fondo de “The Black” llegamos con “Send Me Home” y con ella podríamos llegar incluso al inframundo de los estados anímicos porque es la mayor decepción de todo el disco, vuelven los “oh, oh, oh, oh” con más fuerza que nunca y puedo imaginarme un videoclip en blanco y negro, a cámara lenta con Kristen Stewart muy afectada, todo muy lacrimógeno, intenso, emocionante y…. ¡adolescente en el peor sentido de la palabra! Un horror.
Bien por Ben Bruce, “We'll Be OK” nos ayuda a recuperar la fe; un poco de fuerza –no demasiada, que son Asking Alexandria y no Behemoth- pero se agradece tras tanto azúcar. Aunque la alegría dura poco en la casa del jugador y así es como nos sentiremos escuchando “The Black”, en una constante ruleta en la cual cada canción puede llevarnos aún más abajo como ocurre con “Here I Am” y de nuevo esos coros sonando por Chris Martin. Para rematar la jugada, más emoción y lágrimas para críos disfuncionales con “Gone”, arreglos de cuerda enlatados y unos juegos de voces que le hacen un flaco favor al disco en su conjunto y logrará situar, aún más, a Asking Alexandria en el punto de mira de las bromas en redes sociales.
Para cerrar, más de lo mismo (y esto es lo peor que se puede decir de un álbum que pretendía servir como punto de inflexión pero cuyo riesgo es cero) con un “Undivided” (repleta de armónicos artificiales porque seguro que a Sturgis le parecen muy modernos y chachis) y más, muchos más “oh, oh, oh, oh”, además de coros de cheerleaders, en “Circled By The Wolves” (todo un contrasentido en su título, letra, música y resultado final) demostrando que la línea que separa a Bruno Mars o Coldplay de una banda que actúa en festivales de metal en nuestros días es cada vez más difusa y por ello entiendo y hasta perdono la confusión de su público.
No hay duda de que “The Black” sea quizá el mayor esfuerzo de Ben Bruce y los suyos hasta la fecha pero lo que en otra banda sería un piropo aquí es todo lo contrario cuando la vara de medir de Asking Alexandria es su propia discografía y todavía han sido incapaces de grabar ese disco que les aúpe a las grandes ligas para abandonar el ‘lobby veinteañero’ pero se sienten cansados con tan sólo seis discos y necesitaban la ilusión de un nuevo cantante al frente cuyo único currículum era subir versiones a YouTube (y dos bandas amateur como Make Me Famous y Down & Dirty). Algo malo ocurre cuando un disco de metal podría ser interpretado por Taylor Swift y haberlo mejorado. Dramático, del todo dramático, pero habrá a quien le guste; cosas de críos…
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