SETLIST: What the Water Gave Me/ Ship to Wreck/ Bird Song Intro/ Rabbit Heart (Raise It Up)/ Shake It Out/ Delilah/ Sweet Nothing/ How Big, How Blue, How Beautiful/ Cosmic Love/ Long &Lost/ Mother/ Queen of Peace/ Spectrum/ You've Got the Love(The Source cover)/ Dog Days Are Over/ What Kind of Man/ Drumming Song/
Reconozco que cada vez me cuesta más emocionarme en directo y pocas son las veces que un artista me lleva al cielo. Es complicado, verás, no es algo de lo que presumir, no me gusta ese cinismo musical al que he llegado y que tiene tantas lecturas pero sólo una verdaderamente creíble; los más grandes se hacen mayores y en la música actual cuesta muchísimo encontrarse a un artista genuino, honrado y con verdadero talento más allá de los productos que se nos intenta vender año tras año. Es por eso que Florence Welch es una maravilla, pocas veces he visto a una artista interpretando de verdad sus propias canciones sobre un escenario; interpretando de verdad, así es. Porque Florence sube al escenario descalza y de puntillas, corre, baila, gira sobre sí misma, se abofetea, desfallece, renace y cuando la miras a los ojos entiendes que lo suyo no es una pose, que no hay ni un ápice de teatro en su actuación sino que lo que está haciendo sobre el escenario es vaciarse por completo y vivir la experiencia que supone cada una de sus canciones, las cuales parece haber escrito en una suerte de catársis que a ella sí le ha servido para superar sus problemas personales, y eso la honra como artista y la eleva por encima del resto, además de ofrecernos una noche inolvidable.
Tras el éxito de “Lungs” (2009) y “Ceremonials” (2011), Welch sufrió de éxito; ansiedad y estrés, una relación personal que fracasaba y ella intentando encontrar la salvación en el alcohol, algo que ni siquiera le gustaba pero al que recurría como anestesia y, tras cuatro años, regresa con “How Big, How Blue, How Beautiful” (2015), un disco maduro y formal pero también brillante y sobresaliente, toda una sorpresa, que la ha situado definitvamente en las grandes ligas, siendo cabeza de cartel de todo festival por el que pasa y dejando un rastro de decenas de miles de seguidores que ahora abarrotan pabellones donde antes no conseguía llenar salas. Así ha sido en Madrid cuando hace seis años pasaba por la Sala Arena con una correcta entrada y ahora llenaba un domingo el Palacio de Vistalegre con una entrada media de cincuenta euros por cabeza.
Pobre Florence, uno de los grandes discos de los últimos años (“How Big, How Blue, How Beautiful”), una banda de lujo que incluye teclista (Isabella Summers), arpa (Tom Monger) y sección de metales y tiene que enfrentarse a la pésima acústica de Vistalegre con esa cúpula en la que el sonido rebota y si no que se lo cuenten a Christopher Lloyd Hayden que su batería atronaba en un constante barullo o al propio Robert Ackroyd. “What the Water Gave Me” es la gran elegida para abrir las noches de este “How Big Tour” y he de reconocer que la versión en estudio (magnífica, por cierto) no le hace justicia a lo que Florence + The Machine son capaces de desplegar en directo. Florence, la última en aparecer, con un llamativo vestido de gasa y un colorido loro en el frontal, era agasajada desde las primeras filas con flores y brazos en alto; como antiguo estudiante de arte, siempre he creído que parte del atractivo estético de Welch y su música reside en la magia de los cuadros de John William Waterhouse; esas mujeres de pelo largo, típicamente inglesas, vestidas románticamente con lacios vestidos de colores apagados y, algunas veces, coronas floreadas en el pelo (algo a lo que pocas de las chavalas que acudieron a ver a Florence pudieron resistirse, luciendo diademas y tocados).
“Ship To Wreck” y el Palacio de Vistalegre parece venirse abajo con todo el público cantando; “Did I drink too much? Am I losing touch? Did I build this ship to wreck? To wreeeeeck” y Florence recorriendo el escenario de un lado a otro y animando aún más el ánimo de la gente. En “Rabbit Heart (Raise It Up)” fue incapaz de contenerse y salió corriendo por un lateral del escenario, internándose en la pista, corriendo divertida y sonriente hasta la plataforma situada frente al escenario, mezclándose con su público en plena celebración; cuesta no entusiasmarse cuando uno se da cuenta de que lo que está viendo es auténtico y Florence Welch está disfrutando tanto o más que nosotros mismos, como en “Shake It Out” con la que volvió a sacudir de nuevo las primeras filas consiguiendo que poca gente en las gradas se sentase y más poderío vocal en “Delilah” en la que demostró que su voz es un auténtico prodigio tan personal como único.
La versión de Calvin Harris, “Sweet Nothing”, resultó tan bonita que sirvió, sin que lo supiéramos, de punto de inflexión en un concierto en el que no hubo descenso de calidad en ningún momento, en el que no había posibilidad de no emocionarse o aburrirse, y “How Big, How Blue, How Beautiful” fue la gran puesta de largo de un álbum cuya canción homónima sonó tan grande que hizo que nos olvidásemos de la horrenda acústica de Vistalegre y de cualquier preocupación fuera de esos muros, además esos arreglos que en estudio, por obra y gracia de Markus Dravs, suenan demasiado al “Homogenic” (1997) de Björk, en directo cobran aún mayor vida y lejos del sonido enlatado, aquí son soplados con fiereza en una fiesta a la que Welch ha invitado a miles de amigos.
Bonita fue la presentación de “Cosmic Love” con Florence rememorando dónde y cómo fue escrita o la delicadeza que fue capaz de transmitir en “Long & Lost” con una voz preciosa sobre la exquisita guitarra de Ackroyd y con la que logró transformar una plaza de toros en una pequeña sala con toda la initimidad que ésta requería. Pero todavía quedaban una “Queen Of Peace” que levantó aún más, si cabe, los ánimos, “Spectrum” con su toque electrónico, la liberación con “You've Got the Love” o una traca final con la folkie “Dog Days Are Over” que insufló aún más sangre a un concierto en el que parecía imposible volverlo más pasional y la espectacular “What Kind Of Man” (uno de los grandes momentos de “How Big, How Blue, How Beautiful” con una respuesta brutal de toda la pista) y la despedida con “Drumming Song” en un concierto que se hizo especialmente corto por la entrega que derrochó Welch en todo momento.
Cuesta no emocionarse escribiendo sobre la música de Florence + The Machine si uno tiene un mínimo de sensibilidad y no entusiasmarse por una artista tan personal y tan poco convencional que parece sacada de un cuadro de Waterhouse y cuesta tanto situar en el, a veces horrendo, panorama internacional en el que todo parece prefabricado y con una caducidad desde su mismo día de publicación.
© 2016 Jim Tonic
Fotos © florencewelchamazing.tumblr.com