Por primera vez en mucho tiempo, la portada de un álbum refleja la perplejidad de aquellos que lo escuchan y, aunque lo haga indirectamente, en esta crítica voy a intentar no ahondar demasiado en la profundísima impresión que me causó la gira de “Screamadelica” (1991) y la posterior ascensión de Bobby Gillespie a mi panteón particular con discos como “Vanishing Point” (1997) o “XTRMNTR” (2000) y esa actitud suya ante la vida tan particular. De Primal Scream me gustaban hasta las sobras y álbumes como “Riot City Blues” (2006) o “Beautiful Future” (2008) porque sabía que siempre, siempre, había algo que merecía la pena en esos cajones de sastre en los que ya daba igual que los álbumes zozobrasen cuando siempre había alguna canción que merecía la pena y, en ese sentido, “Chaosmosis”, vuelve a ser más de lo mismo; en él se dan la mano canciones interesantes, resultonas con otras directamente aburridas o faltas de gas. Pero, analicemos de nuevo lo que acabo de escribir; “más de lo mismo” porque ese es el principal pecado en lo nuevo de Gillespie.
Los álbumes de Primal Scream puede ser geniales y gustarte más o menos, poco inspirados o coherentes y quedarte con una o dos canciones pero uno nunca tenía la sensación de que Gillespie se hiciese mayor y eso es lo que se respira en “Chaosmosis” cuando uno escucha las colaboraciones de Haim, Sky Ferreira o Rachel Zeffira dentro del conexto del álbum y más que simples escarceos artísticos parecen malas versiones de lo mejor de sus respectivas carreras y apestan a intentos desesperados de Gillespie por mantener un pie en el planeta indie más actual y clamar porque su audiencia recupere la inocencia y, de paso, la edad de festivales en los que su nombre no esté nunca por debajo de, por ejemplo, Chvrches (sólo habría faltado que Lauren Mayberry apareciese en este disco para confirmar mi teoría). “Chaosmosis” acusa falta de coherencia y dirección y, por momentos, se siente a la banda aburrida de sus propias canciones, esas que –en todo caso- no merecían rebasar la barrera de los tres minutos. Hace unos días hablaba con un amigo con el que comparto afición por Gillespie y a él, muy al contrario, le habían entusiasmado los adelantos del nuevo álbum y me comparaba esa falta de dirección de la que hablo con las amplias miras estilísticas y el carácter aventurero y valiente de David Bowie, no tuve más remedio que corregirle; Bowie cambiaba de ruta, estilo y género con tal naturalidad y originalidad que, durante los setenta, era el resto del mundo quien estaba pendiente de él para saber a qué carro subirse, en el caso de “Chaosmosis” de Primal Scream da la sensación que los que se apuntan son ellos. No están abriendo camino sino siguiendo las corrientes del momento.
“Trippin' on Your Love” suena como un guateque entre los Rolling Stones y los Stone Roses en el que se ha prohibido hasta la cafeína, el piano y los bongos nos llevarán de viaje a “Screamadelica” pero es tan solo una ilusión y la participación de Haim está totalmente desaprovechada en tres minutos y medio de canción de los cuales sobran la mitad. Pero, como antes indicaba, todavía hay algún momento destacable que salvar de la quema como “(Feeling Like A) Demon Again” con su sintetizador (aunque suene totalmente anacrónico) o la bonita “I Can Change” en la cual parece que todo “Chaosmosis” ha tomado un nuevo giro y estamos ante un disco de soul con tintes pop y electrónicos que habría funcionado infinitamente mejor que lo que estamos escuchando. Como “100% or Nothing” (de nuevo con Haim pero esta vez sí justificada su presencia) que sí que le llega a uno gracias a esos magníficos coros y ese estribillo. Lo que está claro del nuevo álbum de Primal Scream es que, tras esas canciones y arreglos tan superficiales, late quizá el disco más intimista de Gillespie y para ello basta prestar atención a algunas letras o escuchar “Private Wars” que derrocha sensibilidad gracias a esa bonita mandolina y la presencia de la canadiense Rachel Zeffira.
Pero Gillespie vuelve a decepcionarnos con “Where the Light Gets In” y Sky Ferreira que, sin lugar a duda, sonará en las listas y es el single más claro de “Chaosmosis” pero, personalmente, esto no es lo que espero de Primal Scream sino algo como “When the Blackout Meets the Fallout” -que podría haber formado parte de “Evil Heat” (2002)- y se queda como una simple curiosidad porque no nos lleva a ningún sitio pero ese bajón que comenzaba con Sky Ferreira tras la canción más comercial de “Chaosmosis” (y me atrevería a decir que de los últimos años de carrrera de Primal Scream) prosigue con la ñoña y cargante “Carnival of Fools” que no es más que pop indie de pocas calorías con menos fondo que un plato llano y de vuelta a unos Stones sin ganas con “Golden Rope” en la que hasta los “hallelujah! hallelujah! hallelujah!” suenan faltos de cualquier atisbo de emoción, como igual de sintética y vacía “Autumn in Paradise” que comparte coordenadas e inspiración con “Carnival of Fools”.
Nunca creí que un disco de Primal Scream fuese a dejar esta sensación en mí y ser incapaz de extraer alguna canción que incorporar a mi vida. Sabíamos que Gillespie al final no lograría hacer un pacto con “Miss Lucifer” y así evitar envejecer pero lo que ninguno de nosotros se esperaba es que la cincuentena, además de alguna cana, le fuesen a hacer facturar un álbum aburrido, pero así es…
© 2016 Jim Tonic