Lo resumiré en una sola frase: "Akroasis" de Obscura es de esos álbumes que enamoran desde la primera escucha. Además, resulta todo un oasis en el desierto que ha supuesto la gran cantidad de decepciones en lo que llevamos de año y, sin exagerar ni un ápice, siento la misma emoción por él que cuando escucho "Individual Thought Patterns" (1993) o "The Sound of Perseverance" (1998). Obviamente, la música de Obscura comparte género y elementos con Death, sin embargo, Steffen Kummerer no es Chuck Schuldiner pero las canciones de los alemanes tienen esa extraña y compleja sensibilidad (pese a tampoco compartir la denuncia social y trasfondo filosófico de muchas de las de Schuldiner tras abandonar su breve etapa gore), la contundencia del death y ese punto jazz acompañado de unas guitarras deliciosamente techy que no dudarán en teñir de melancolía cuando suenan limpias e incluso acústicas. Pero hay más, mucho más, porque algo ha cambiado en Obscura y es tan importante que se siente en los surcos de un disco tan excepcional como "Akroasis". Además de los problemas económicos, Hannes Grossmann y Christian Muenzner abandonaban la banda hace un año y medio; mientras Hannes alegaba a su favor la falta de tiempo para sus propios proyectos y un trastorno degenerativo como es la distonía focal que había afectado a sus capacidades como músico, Christian -mucho menos elegante- achacaba todos los males a un problema de ego, dirección creativa y poco entendimiento con Kummerer, no es de extrañar que muchos hubiesen tirado la toalla en su lugar pero no. Reclutando a Rafael Trujillo a las guitarras, tras el paso de Tom Geldschläger, y todo un monstruo como Sebastian Lanser (Panzerballett), ambos de amplia formación jazzística (Trujillo estudiaba jazz en el conservatorio de Ámsterdam y Panzerballett, ex-banda de Lanser, hacen una suerte de progresivo mezclado con jazz fusión) es imposible que todos esos cambios no se dejen notar en "Akroasis" pero ahí es dónde entra de nuevo Kummerer porque el nuevo el álbum podría haber nacido falto de cohesión o dirección y, sorprendentemente, no es el caso; "Akroasis" es tan poderoso como exuberante, rico, apasionante, sorprendente y con un sonido musculoso y sólido, dinámico y preciosista pero sin renegar de la brutalidad del death más salvaje, obra y gracia del propio Kummerer y V. Santura tras los mandos. Pocas veces uno es capaz de entusiasmarse así a las primeras escuchas sin sacarle algún defecto a un álbum pero es que escuchar "Akroasis" es todo un placer, a ser posible con unos buenos cascos con los que captar cada detalle y dejarse abrazar por su sonido.
Así, "Sermon of the Seven Suns" con sus más de siete minutos nos muestra todas las caras de Obscura, con un sonido espectacular y unas guitarras aguerridas que siguen la estela de Lanser mientras se retuercen en fuegos artificiales y rapidísimos y cortantes riffs pero si hay algo que destaca en este "Akroasis" es el ondulante y sinuoso bajo jazzy de Linus Klausenitzer que no sólo se muestra inspiradísimo y contagia a todo el álbum sino que su sabor es lo que hace que las canciones se impregnen de esa influencia con un Trujillo absolutamente pirotécnico, entretejiendo escalas imposibles a toda velocidad sobre él. Lanser de nuevo muestra todo su poderío en "The Monist" en la que pierden revoluciones a favor de un medio tiempo mucho más pesado y brutal que contiene una parte central soberbia con Klausenitzer y Lanser de nuevo mientras Trujillo y Kummerer construyer un in crescendo emocionante con unas doble voces mágicas.
La propia "Akroasis" es una constante exhibición en la que las guitarras se baten en duelo a un tempo de infarto en el que parece que los cuatro músicos van al límite de su capacidad como "Ten Sepiroth" se convertirá en una auténtica monstruosidad, tan salvaje como exótica gracias a Trujillo pero es ese bajo de Linus Klausenitzer el que hace que nos enamoremos por completo cuando el entretejido de guitarras le deja dibujar sus líneas y construir esas atmósferas tan inauditas en un álbum de death metal técnico en los que, a veces, la fusión es mal entendida y metida con calzador; no es el caso de "Akroasis". En "Ode to the Sun" nos acercaremos al astro en cohete y atravesaremos su núcleo con ese repiqueteo de Lanser y la voz de Kummerer más gutural que nunca, además de los emocionantes arreglos de cuerda e incluso una coral para darle más empaque y fuerza.
Con "Fractal Dimension", tanto Lanser como Trujillo pondrán la directa mientras es Klausenitzer quien se entretiene en columpiar sus dedos sobre las cuerdas de su bajo y ser capaz de construir una sólida base rítmica sobre la que el resto se sienten cómodos. Es precisamente suya la composición de "Perpetual Infinity" con la que alcanzaremos algo de paz tras seis canciones que son como un torbellino, durará poco porque pronto toda la composición se encabronará hasta la locura y recuperar algo de calma con unas preciosas acústicas que sirven de coda no sin antes subirnos a los cielos con toda la épica de la que son capaces. Un último esfuerzo titánico con la wagneriana "Weltseele" y sus quince minutos (la más extensa de todo "Akroasis") y en la que hay un momento para cada estado de ánimo de Obscura y en la que se permiten el lujo de jugar de nuevo con una orquesta y una parte hablada, además de coronarlas con tres minutos finales tan exagerados y extravagantes que rozan la pura genialidad en su clímax.
Como curiosidad, una sensible (que no sensiblona y fácil) pieza instrumental como es "The Origin of Primal Expression" para cerrar definitivamente y entre guitarras acústicas y ecos distantes de una eléctrica que parece perderse en el espacio lo que con "Weltseele" y ese orgasmo final ya habían logrado; cautivarnos porque quizá lo que más me guste de Obscura es que, por encima de su increíble habilidad instrumental, no hay que intelectualizar demasiado el resultado para poder paladearlo sino que es suficientemente expresivo y plástico como para que cualquiera, con un mínimo de sensibilidad y sin necesidad de apreciar el esfuerzo de los músicos a un nivel académico, pueda disfrutar de la extraña belleza de sus canciones.
Obscura han firmado, fácilmente, su mejor álbum hasta la fecha; claramente superior al imposible "Cosmogenesis" (2009) y también a "Omnivium" (2011), canciones complejas pero también magnéticas en las que uno no siente -por primera vez- que sobren minutos sino que falten, en las que las progresiones fluyen de manera natural y orgánica y uno entiende cada una de sus partes como un todo. "Akroasis" es obra de cuatro músicos inmensos pero un cerebro a descubrir llamado Steffen Kummerer. Que la fuerza le acompañe y siga regalándonos álbumes así.
Así, "Sermon of the Seven Suns" con sus más de siete minutos nos muestra todas las caras de Obscura, con un sonido espectacular y unas guitarras aguerridas que siguen la estela de Lanser mientras se retuercen en fuegos artificiales y rapidísimos y cortantes riffs pero si hay algo que destaca en este "Akroasis" es el ondulante y sinuoso bajo jazzy de Linus Klausenitzer que no sólo se muestra inspiradísimo y contagia a todo el álbum sino que su sabor es lo que hace que las canciones se impregnen de esa influencia con un Trujillo absolutamente pirotécnico, entretejiendo escalas imposibles a toda velocidad sobre él. Lanser de nuevo muestra todo su poderío en "The Monist" en la que pierden revoluciones a favor de un medio tiempo mucho más pesado y brutal que contiene una parte central soberbia con Klausenitzer y Lanser de nuevo mientras Trujillo y Kummerer construyer un in crescendo emocionante con unas doble voces mágicas.
La propia "Akroasis" es una constante exhibición en la que las guitarras se baten en duelo a un tempo de infarto en el que parece que los cuatro músicos van al límite de su capacidad como "Ten Sepiroth" se convertirá en una auténtica monstruosidad, tan salvaje como exótica gracias a Trujillo pero es ese bajo de Linus Klausenitzer el que hace que nos enamoremos por completo cuando el entretejido de guitarras le deja dibujar sus líneas y construir esas atmósferas tan inauditas en un álbum de death metal técnico en los que, a veces, la fusión es mal entendida y metida con calzador; no es el caso de "Akroasis". En "Ode to the Sun" nos acercaremos al astro en cohete y atravesaremos su núcleo con ese repiqueteo de Lanser y la voz de Kummerer más gutural que nunca, además de los emocionantes arreglos de cuerda e incluso una coral para darle más empaque y fuerza.
Con "Fractal Dimension", tanto Lanser como Trujillo pondrán la directa mientras es Klausenitzer quien se entretiene en columpiar sus dedos sobre las cuerdas de su bajo y ser capaz de construir una sólida base rítmica sobre la que el resto se sienten cómodos. Es precisamente suya la composición de "Perpetual Infinity" con la que alcanzaremos algo de paz tras seis canciones que son como un torbellino, durará poco porque pronto toda la composición se encabronará hasta la locura y recuperar algo de calma con unas preciosas acústicas que sirven de coda no sin antes subirnos a los cielos con toda la épica de la que son capaces. Un último esfuerzo titánico con la wagneriana "Weltseele" y sus quince minutos (la más extensa de todo "Akroasis") y en la que hay un momento para cada estado de ánimo de Obscura y en la que se permiten el lujo de jugar de nuevo con una orquesta y una parte hablada, además de coronarlas con tres minutos finales tan exagerados y extravagantes que rozan la pura genialidad en su clímax.
Como curiosidad, una sensible (que no sensiblona y fácil) pieza instrumental como es "The Origin of Primal Expression" para cerrar definitivamente y entre guitarras acústicas y ecos distantes de una eléctrica que parece perderse en el espacio lo que con "Weltseele" y ese orgasmo final ya habían logrado; cautivarnos porque quizá lo que más me guste de Obscura es que, por encima de su increíble habilidad instrumental, no hay que intelectualizar demasiado el resultado para poder paladearlo sino que es suficientemente expresivo y plástico como para que cualquiera, con un mínimo de sensibilidad y sin necesidad de apreciar el esfuerzo de los músicos a un nivel académico, pueda disfrutar de la extraña belleza de sus canciones.
Obscura han firmado, fácilmente, su mejor álbum hasta la fecha; claramente superior al imposible "Cosmogenesis" (2009) y también a "Omnivium" (2011), canciones complejas pero también magnéticas en las que uno no siente -por primera vez- que sobren minutos sino que falten, en las que las progresiones fluyen de manera natural y orgánica y uno entiende cada una de sus partes como un todo. "Akroasis" es obra de cuatro músicos inmensos pero un cerebro a descubrir llamado Steffen Kummerer. Que la fuerza le acompañe y siga regalándonos álbumes así.
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