Por mucho que no queramos verlo, “Pillars Of
Ash” siempre será el último e, irónicamente, el primer álbum de la nueva
andanza de Black Tusk, así, como lo lees. Y es que éste siempre estará asociado
a la trágica muerte de Jonathan Athon que una tarde de noviembre del 2014
decidía hacer un alto en la grabación del álbum y recorría su Savannah
(Georgia) natal a lo lomos de su Harley con su novia, Emily, detrás cuando un
conductor se saltaba una señal de stop y se los llevaba por delante. Emily se
salvó milagrosamente pero Jonathan, con graves daños cerebrales, era inducido
al coma para dejar este mundo el nueve de noviembre. Si tomamos entre nuestras
manos el vinilo de Black Tusk lo primero en lo que repararemos será en su
portada, los tonos y el trazo en el dibujo de ésta nos llevarán
irremediablemente a la también magnífica de Valkyrie, "Shadows", pero
un análisis más concienzudo tras lo que podríamos suponer que es simplemente
una macarrada más del género con una calavera atrayendo toda nuestra atención
nos mostrará que ese cráneo está roto y que entre los mil pedazos astillados
que la rodean hay condensadores, potenciómetros y clavijeros del bajo de Athon
por lo que ésta es un claro homenaje al compañero, al amigo fallecido que, por
suerte, dejó pistas grabadas a modo de testamento musical. Por tanto,
como hace unas pocas líneas más arriba afirmaba, "Pillars Of Ash" es,
por este orden; el último álbum con la huella del bajista y vocalista en sus
surcos y el primero de Andrew Fidler y Jamie May como dúo, dejándose ayudar por
Corey Barhorst en el directo.
Pero la tragedia y el morboso homenaje de la
portada no teñirán por completo el cariz de "Pillars Of Ash" y pobres
de aquellos que se enfrenten a él con el ánimo de encontrarse un disco triste,
pusilánime, morboso y melancólico. Obviamente, Fidler y May echan de menos al
que fuese su amigo desde la infancia pero han sabido transformar toda esa pena
y desesperanza en rabia; el hueso de la portada está revestido de músculo en
las canciones de su interior. "PIllars Of Ash" es, sin ninguna duda,
el mejor y más potente álbum de Black Tusk hasta la fecha; superior a "Set
The Dial" (2011) o "Passage Through Purgatory" (2008) y, por
supuesto, a "Taste The Sin" (2010) y el inocente "The Fallen Kingdom"
(2007) en el que, sin embargo, ya mostraban sus garras de manera temprana.
Estilísticamente, Black Tusk son los hermanos
pequeños de Mastodon, Baroness o
Kylesa, con el espíritu crudo de Motörhead y ese toque underground de The
Melvins, todo ello bajo los ingredientes del stoner y el groove más robustos,
quizá no hayan inventado nada nuevo pero lo que hacen, lo hacen muy bien y con
ganas.
Con la ayuda de Joel Grind (Toxic Holocaust)
tras los mandos, Black Tusk doblan su apuesta y consiguen sonar más ruidosos
que nunca, "God's Vacation" podría estar más cerca del hardcore que
de ese sludge pantanoso con el que se les ha adjetivizado siempre mientras que "Desolation
in Endless Times" les hace hundir su propuesta en sus raíces más punk o "Bleed
on Your Knees" les acerca a Kvelertak sin que la apuesta de los de Savannah
pueda ser tachada de copia o poco original porque en donde los noruegos
ponen la directa más metálica, Black Tusk la fibran de poderoso sludge en el
que las voces de Fidler y Athon encuentran su clímax precisamente en la
diferencia de tonos de cada uno y ese volúmen ensordecedor que te hace pensar
en Lemmy y los suyos o los primeros álbumes de Kylesa. El juego de voces a tres
bandas en "Born of Strife" es sencillamente bestial mientras que los
riffs y la rapidez nos llevarán de nuevo a otra infuencia obvia; el thrash de
Slayer. "Damned in the Ground" nos recordará en
los riffs a "Desolation in Endless Times" y en ella bajarán el tempo
respecto a la anterior pero, a cambio, aumentarán la dosis de ruido y agresión;
¿quién dijo que para sonar cortante había que acelerar?
"Beyond the Divide" nos mostrará la
magnífica producción de "Pillars Of Ash", en la cual -a pesar del
volumen- todo suena en su lugar y la mezcla deja espacio para cada instrumento
sin saturar el resultado final. "Black Tide", con un esquema más clásico,
nos llevará a Atlanta, a los primeros Mastodon, e incluso a Torche y "Still Not Well"
nos hará creer que se han apaciguado cuando la guitarra de Fidler toma un cariz más
hard y no tan grueso y sucio como hasta el momento pero no es más que una ilusión
de poco más tres minutos cuando nos golpean sin previo aviso y por la
retaguardia con una aceleradísima "Walk Among the Sky" que en ningún
momento esperábamos a estas alturas y "Punkout" nos termina de
rematar en el suelo mientras intentamos hacer pogo. Para terminar, "Leveling"
a modo de cierre del último álbum de la banda tal y como la conocíamos, con una
base rítmica poderosísima y gritos de desesperación con una bonita y delicada
despedida a piano incluída, y con la que también damos la bienvenida a todo lo
que queda por venir de unos supervivientes.
"Pillars Of Ash" es un disco bruto y
grueso de metal, de ese groove pantanoso de Savannah en el que la humedad y el
calor se funden con los potentes riffs de guitarra de Andrew Fidler y su voz se
entremezcla con la de May aunando tanta tensión como fuerza y rabia. Jonathan Athon puede estar orgulloso; su último álbum es el
mejor de la banda y sus amigos le han rendido un sentido homenaje haciendo lo
que mejor saben hacer cuando abandonar nunca debe ser una opción. Grandes
Fidler, May y también Athon, donde quiera que esté...
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