Aquello que trataba de explicar en mi crítica del fabuloso debut de With The Dead, acerca de la cada vez más común moda de convertir el sonido de un grupo a través de la producción y no porque éste sea parte intrínseca de su personalidad, se podría aplicar al nuevo álbum de los suecos Witchcraft. "Nucleus" no es un mal álbum en cuanto a que tiene en su haber, incrustadas en sus surcos, canciones como "Malstroem" (esa epopeya de más de ocho minutos con la que abren fuego) o un single como "The Outcast" que es, sin duda, el mejor tema que encontraremos en su nuevo álbum pero sí es toda una decepción principalmente por dos motivos: carece de grandes canciones, pero grandes con mayúsculas, cayendo estrepitosamente en las profundidades abisales del tedio más absoluto en su segunda mitad -entendiendo mal el concepto de densidad y pesadez del doom- y, quizá el principal fallo, su producción es francamente horrorosa. Entiendo que algún chaval crea que estoy equivocado, que piense que esto es doom mezclado con stoner y rock de los setenta sólido como una piedra y árido como como el ardiente blues del sol rojo con el que nos sorprendieron John García y Josh Homme en el 92, que son los sucesores del sonido Pentagram y Magnus Pelander se lamenta como Bobby Liebling, pero no. El sonido de "Nucleus" es irregular, en el peor sentido de la palabra, porque también es engañoso y en algunas canciones la producción de Philip Gabriel Saxin y Anton Sundell funciona de manera correcta pero sin dejarnos nunca la boca abierta y es quizá la zarpa del propio Pelander (que ha abandonado la guitarra para centrarse en sus labores como cantante), muy presente tras los mandos en este "Nucleus", la que haya estropeado algunos temas en los que prima el sonido de su voz y las guitarras en detrimento de un sonido pobre, deficiente y escaso, de la batería de Rage Widerberg y el bajo de Tobias Anger. Por tanto, no estaríamos exagerando si afirmásemos que está a gran distancia de sus momentos más inspirados, de su homónimo debut en el 2004, de "Firewood" (2005) y, por supuesto de "The Alchemist" (2007) o "Legend" (2012), convirtiéndose en una de las grandes decepciones de este año que empieza, no porque sea un disco pésimo -que es imposible que Witchcraft facturen algo así- sino por las expectativas que todos teníamos en éste, su quinto álbum.
La guitarra acústica de "Malstroem" crea una atmósfera mágica que pronto se ve rota por uno de los riffs más pesados de la historia del grupo pero, aunque es de las mejores del álbum, tarda demasiado en eclosionar, la voz de Pelander aparecerá majestuosa y ligeramente más temperamental, con más mátices interpretativos que como habitualmente le hemos escuchado y se agradece la intención pero "Malstroem" promete más de lo que termina ofreciendo porque, a pesar de sus constantes cambios, nos encontramos tres o cuatro patrones que son los que se repetirán sin apenas progresión sino de manera forzada, convirtiéndose en un curioso ejercicio con momentos claramente heredados del doom más clásico. "Theory Of Consequence" tiene más gracia con su toque completamente retro o bluesy hardrockero de los setenta, además de nervio y actitud, es más directa y Pelander sube el tono en sus últimos compases pero su abrupto final tras dos minutos de haberse visto condenada la hace parecer inacabada y nunca nos hará alcanzar el clímax.
La guitarra acústica de "Malstroem" crea una atmósfera mágica que pronto se ve rota por uno de los riffs más pesados de la historia del grupo pero, aunque es de las mejores del álbum, tarda demasiado en eclosionar, la voz de Pelander aparecerá majestuosa y ligeramente más temperamental, con más mátices interpretativos que como habitualmente le hemos escuchado y se agradece la intención pero "Malstroem" promete más de lo que termina ofreciendo porque, a pesar de sus constantes cambios, nos encontramos tres o cuatro patrones que son los que se repetirán sin apenas progresión sino de manera forzada, convirtiéndose en un curioso ejercicio con momentos claramente heredados del doom más clásico. "Theory Of Consequence" tiene más gracia con su toque completamente retro o bluesy hardrockero de los setenta, además de nervio y actitud, es más directa y Pelander sube el tono en sus últimos compases pero su abrupto final tras dos minutos de haberse visto condenada la hace parecer inacabada y nunca nos hará alcanzar el clímax.
"The Outcast" es otra cosa muy distinta, no sólo estamos ante la mejor canción de todo el álbum sino la dirección ante la cual Pelander (porque ya deberíamos entender a Witchcraft como su propio proyecto en exclusividad), canta con más vida y gancho, además de poseer algunos de los versos más inspirados de toda la colección; "Don't yell deeper, just a game for the intellected. Blurry's our sight, to say the least. I saved a nation from a bad economy. Is like sailing away on a endless sea", su toque -a veces medieval- otras más celta, folk, pasando por el rock más clásico y sencillo, además del hard e incluso jazzy la convierten en la más valiente de este "Nucleus" y por la que podemos salvarlo de la hipotética quema. Los últimos segundos de sintetizador y Wah son para enmarcarlos…
Pero a partir de este momento podríamos afirmar que hemos llegado al final del álbum con la canción que le da título, "Nucleus" son catorce minutos en los que ni siquiera un verso como "Reclaim the status of the blind, reinvent the doors of perception" cantado por el propio Pelander y que uno espera que abriese un auténtica batalla épica entre las fuerzas místicas del bien y del mal, aquí simplemente se desvanece de manera laxa y el bucle en el que entramos tras los primeros siete minutos les aleja del doom más monolítico para entroncar a los suecos con el drone más aburrido y plomizo; ese que pretende sumergirnos en un estado de ánimo a base de la repetición. Para colmo, los coros carecen de épica alguna y Pelander suena más artificial que nunca.
La bluesy "An Exorcism Of Doubts" nos confunde durante unos segundos y nos hace creer que posee más profundidad de la que tiene pero, en realidad, no tiene más fondo que un plato llano y, a pesar de sus bandazos, o la voz de Magnus Pelander que intenta imprimirle nervio y dramatismo, carece de la tensión propia del hard que en los setenta sabía imprimir intensidad y emocionalidad a este tipo de composiciones. "The Obsessed" posee los mismos defectos que "The Outcast" pero no comparte sus virtudes. Su tempo más acelerado, además de su cariz groovie, hacen que sea disfrutable a pesar del insoportable efecto de saturar la voz de Pelander cada vez que sube el tono o ese toque crudo tan impostado.
Pero la mayor evidencia de la horrorosa producción de "Nucleus" la tenemos cuando suena "To Transcend Bitterness" y durante sus primeros segundos escuchamos el bajo de Anger y la batería de Widerberg sonando raquíticas y, prestando atención, podemos confirmar que las guitarras y la voz se comen por completo la mezcla. No soy un gran amigo de esas producciones en las que priman los graves y escuchar un álbum se convierte en toda una temeridad para los conos de los altavoces de tu equipo pero en una producción de estas características se echa de menos una mayor presencia rítmica que ofrezca algo de cuerpo a las composiciones. Que una canción instrumental como "Helpless" sea de los más interesante que encontraremos a estas alturas en "Nucleus" dice mucho del disco que estamos escuchando, es tan sólo una guitarra con un acompañamiento muy básico pero resulta y te transporta, son seis minutos de paz; seis minutos de un viaje que no quieres que acabe porque sabes que lo que te espera es más de lo mismo de lo que has escuchado antes y no te convence.
Cierran con "Breakdown", una canción que podría parecer interesante sino fuese porque cuando se encabrita vuelve esa guitarra tan horrible y crujiente en primer plano (tanto que uno escucha como se deslizan ásperamente los dedos a lo largo de las cuerdas) y la batería queda relegada a un segundo plano mientras el bajo es completamente inaudible siquiera en el vinilo. La innecesaria "Chasing Rainbows" como extra es superior a "Breakdown" y nos hace despedir "Nucleus" de un mejor ánimo pero con muy pocas ganas de volver a escucharlo del tirón sino con el dedo, buscando las canciones que más nos gustan.
Lo peor que podemos hacer con las bandas es asegurar que todo lo que publican es genial y está a la altura de sus mejores momentos porque les hundiremos más y confundiremos al resto de aficionados. Witchcraft son grandes pero eso no quiere decir que "Nucleus" sea un paso más allá de "The Alchemist" o "Legend" sino uno atrás. Tres o cuatro canciones aceptables de diez son demasiado pocas para justificar el apelativo de "obra maestra" o "gran disco" que muchos enarbolan con cada lanzamiento de algunas bandas. Soy más de álbumes que de bandas y a Witchcraft no puedo guardarle fidelidad esta vez, no siempre se puede estar acertado.
© 2016 Conde Draco