Hay una gran diferencia entre la admiración y la adoración sin mesura, entre descubrir material inédito de un artista y la exhumación de cualquier resto que éste dejase sobre la faz de la tierra. Brett Morgen debería entender dónde acaban los límites de la investigación y donde comienzan los de la pura y más absoluta perversión porque creo que, en su absurdo y autodenominado papel de salvador del patrimonio inédito de Kurt Cobain frente al mundo, se le ha olvidado su poca ética o, peor aún, la del propio Kurt Cobain (quien escribía maldiciones en las guardas de sus diarios, como si de un faraón se tratase que avisara al intruso en su pirámide, para todo aquel que osase leer su contenido y, visto lo visto, razón no le faltaba) que estoy seguro debe estar retorciéndose allá donde esté cada vez que saquean, sin ninguna vergüenza, su intimidad por unas pocas monedas de más. La excusa de este "Montage of Heck: The Home Recordings" es la de todo un profesional de la arqueología fúnebre como es Morgen que, mientras se documentaba para la película definitiva sobre el malogrado Cobain, encontró maquetas, improvisaciones y todo tipo de material que, según él y bajo su distorsionado y siniestro criterio (además del incomprensible permiso de la propia hija de Cobain, Frances Bean), ayudarían al mundo a entender a un artista como Kurt Cobain en toda su dimensión.
El manifiesto de Kurt Cobain se encuentra en tres discos de estudio; "Bleach" (1989), "Nevermind" (1991) e "In Utero" (1993), el recopilatorio "Incesticide" (1992) y, como mucho y por su valor como documento, un directo póstumo como es "MTV Unplugged in New York" (1994) y no, nada más. Y ahí reside su tragedia como artista (que no como ser humano) y la nuestra como aficionados, porque nunca sabremos cómo habría evolucionado, artísticamente hablando; si Nirvana -tal y como todo apunta- estaban condenados a la disolución, como se barruntaba en sus escritos y conversaciones, y Cobain habría disfrutado de una carrera modesta y tranquila, grabando discos acústicos o experimentales a su antojo para presentarlos en un circuito minoritario de salas o si, por el contrario, su carrera habría mantenida una línea continuista. El resto es accesorio, escuchar directos como el de Reading, el de Seattle, sus piratas y maquetas, nos proporcionan más información sobre su visión pero nunca nos harán valorarle en mayor o menor medida y, mucho menos, apreciar más aún la obra que él autorizó a publicarse en vida.
"Montage of Heck: The Home Recordings" es una aberración y lo escribo con todo el dolor de mi corazón como amante de la música de Nirvana desde hace ya más de veinte años. Es tan sólo una recopilación de maquetas y cintas caseras, bocetos y grabaciones caseras totalmente low-fi que nunca deberían haber visto la luz por respeto al artista o, afinando mucho más; la persona. Si amas la música de Cobain, produce un enorme sentimiento de culpa, por la intromisión que supone, ser testigos de cómo en "Burn The Rain" le llaman por teléfono y se levanta a cogerlo pero más horroroso aún es el dudoso gusto de Morgen que decide incluir la respuesta a esa llamada. De verdad, ¿este tipo de cosas nos van a ayudar a apreciar más su legado o, mucho mejor, a que un chaval que lo descubra ahora vaya a valorar mejor su música? Desde luego que no. Lo peor de todo es que el propio Morgen justifica este lanzamiento comparándolo con las cartas de Van Gogh o los relatos perdidos de Kafka que, por suerte, nunca llegaron a arder. Lo que demuestra la incultura y desfachatez de alguien que, contra viento y marea, está decidido a cumplir las órdenes de la productora ejecutiva, Frances Bean, de "Montage Of Heck" en sus dos formatos.
Versiones primitivas de "Been A Son" o "Scoff" con Kurt Cobain sentado o tumbado en su cama rasgando las cuerdas de una guitarra desafinada, bromas privadas como "1988 Capitol Lake Jam Commercial", fragmentos estúpidamente bautizados por terceros como "The Happy Guitar", jugueteos como "Retreat" o "Bright Smile" y más sentimientos de culpa, a poco que uno sea mínimamente sensible, en "Letters To Frances" o la ya famosa versión de "And I Love Her" cuyo propósito nunca fue el de ser publicadas y vendidas al por mayor en tiendas de discos, despojadas de todo su sentido. Por el camino, otra toma de la preciosa "Sappy" que no aporta absolutamente nada a la versión definitiva y, mucho menos, a las anteriores demos, experimentos como "Scream" o "Beans", absurdeces como "Kurt Ambiance", "Kurt Audio Collage" o "Rhesus Monkey" y algún apunte interesante, "Poison's Gone", pero sin interés real alguno y en el que, por suerte, esta vez no le escuchamos responder al teléfono y no porque Morgen no haya querido sino porque, seguramente, fue el propio Cobain quien se acordó de cortar la cinta en su momento.
Pero la verdadera violación de su intimidad es el fragmento hablado "Aberdeen", que debería ser motivo de vergüenza para todo aquel que haya facilitado la publicación de este "Montage of Heck: The Home Recordings", sencillamente repugnante, y por el que supongo que las almas y conciencias de Morgen, Love o Frances no encontraran nunca el reposo que se merecen, cumpliéndose todas las maldiciones de Kurt en vida. Si ya era de dudoso gusto incluirlo en el documental, carece completamente de sentido meterlo a calzador en un disco, como una canción más...
Un lanzamiento absurdo, despreciable y abyecto en su finalidad, todo un insulto a la inteligencia media del oyente o comprador, un dardazo al corazón y el bolsillo de los miles de seguidores que disfrutaban de su música y una última puñalada al propio Cobain que ni siquiera habiendo fallecido es capaz de encontrar la tranquilidad. No ayuda sino rebaja y tan sólo nos confirma cómo el dinero envilece y es capaz de expoliar las pocas cajas que de tu padre quedan en un almacén a cambio de un puñado de ropa. Lo mejor que se puede hacer ante este tipo de artefactos de mal gusto es no comprarlos, ni escucharlos siquiera. "Todo está en la música", repetía una y otra vez un Cobain, celoso de su intimidad, cuando le preguntaban, sin tregua alguna, por las letras de sus canciones. Hagámosle caso de una vez y escuchemos sus discos de estudio, démosle el descanso que su alma nos lleva pidiendo desde abril del 94.
© 2015 Conde Draco