Uno de los grandes defectos de todos aquellos que disfrutamos escribiendo sobre música es que, muy al contrario que los críticos de cualquier disciplina artística, muchas veces somos incapaces de situar los discos en su justo contexto. Así, no es raro que el proyecto de EL VY (formado por Matt Berninger de The National y Brent Knopf de Menomena o Ramona Falls) sea medido con la misma vara con la que examinamos un álbum de The National o, mucho peor, uno en el que participe el propio Knopf. No hay que complicarse tanto; EL VY es tan sólo el divertimento de un par de amigos, no hay que darle más vueltas ni buscarle una trascendencia que no tiene. "Return To The Moon" es un álbum entretenido en el que Berninger se divierte y da rienda suelta a su carácter y una contención que quizá derive en exceso de ensimismamiento o poco riesgo pero también es cierto que lo que en él podemos criticar como un doble salto con red, en otros es vislumbrado como signo inequívoco de su personalidad pero es que, para más inri, el primer disco de EL VY tiene más parecido a uno de Ramona Falls en muchas de sus sonoridades; con que, si poco ha puesto sobre la mesa Berninger, menos aún su compañero Knopf y, para colmo, el álbum cumple la tan manida expresión de ser de esos que ganan con cada escucha pero, diantres, que me aspen si no es verdad que uno escucha una y otra vez canciones como "Silent Ivy Hotel", "Paul Is Alive" o "No Time To Crank The Sun" y no encuentra algo diferente en cada ocasión…
Quizá lo que peor nos haya sentado ha sido el engaño; ése que sufrimos cuando escuchamos un primer adelanto como "Return to the Moon (Political Song for Didi Bloome to Sing, with Crescendo)" y creímos que bajo aquel bajo ligeramente funky y divertida base había más riesgo. Berninger abre de manera soberbia cuando canta; "Scratched a ticket with a leg of a cricket and I got triple Jesus. Cashed it in for a Siamese twin at the family firing range" y, por lo menos, en el apartado lírico sí que profundiza en ese tipo de letras -muchas veces incomprensibles para el resto de los mortales- perladas de extrañas metáforas que, sin embargo, tienen la capacidad de echar raíces en la memoria del oyente y, de tanto repetirlas, uno es capaz hasta de encontrarles su sentido e incluso dotarlas de una lectura personal con la que conectar. Mientras que la apertura se mostraba más divertida, en "I'm the Man to Be" -quizá uno de los puntos álgidos del álbum- Berninger parece bromear con su reciente estatus de gran estrella de rock de culto en la habitación de un hotel de cinco estrellas e incluso se permite lanzar un dardo a Pitchfork cuando murmulla; "I can't even look at reviews anymore I score an 8.6 on a fucking par 4", seguramente debido a la crítica de "Boxer" de The National que el portal publicó en el 2007, y Knopf rompe un poco el encorsetamiento al que se someterá en el resto del álbum.
La divertida "Paul Is Alive", sin embargo, se tiñe de nostalgia y de una emocionalidad (quizá demasiado impostada en algunos momentos) con esos coros. Berninger parece retroceder a sus años dorados; "I had a sugar-coated childhood. The stars were in my soup but given the opportunity I’d start over and change it all. Beatlemania made my mother think the way she does. She always said; don’t waste your life wishing everything was how it was”, parece que en EL VY las letras de Berninger tocan un techo que con The National, a vexes, no se permite y es que, por momentos, son demasiado autobiográficas y, como él mismo dice; podrían formar una pequeña ópera rock. "Need A Friend" llena de tensión el ambiente juguetón con el que parecía haberse arrancado; "You were supposed to be here before the last song. You were supposed to bring me your brother's weed. You were supposed to walk me home from the river, man" y Matt enfatiza "This is heartbreaking, heartbreaking, heartbreaking, heartbreaking" haciendo las envidias de un Dave Gahan que mataría por haber tenido una sola línea así en su aventura con Soulsavers en el reciente "Angels & Ghosts"
"Silent Ivy Hotel" es una de las canciones menores de "Return To The Moon" pero el ambiente que consiguen es digno de elogio cuando han sabido capturar la madrugada y el aspecto más teatral del rock, sonando más cercanos a The Doors de "Strange Days" (1967) o el Cohen de "Death of A Ladies Man" (1977) que a todo el indie de las últimas dos décadas, acompañada con el vídeo de Tom Berninger (hermano de Matt) toma un nuevo y divertido sentido en otoño. "No Time To Crank The Sun" es una buena canción, no le falta intensidad y su crescendo es magnífico pero hay un problema y es que se parece demasiado en su estribillo a "Moment Of Surrender", suena; "I was driving, taking chances, walking way too far out on some broken branches. Sometimes where you're going Is hard to see..." y la textura resultante del piano, el bajo (sonando por Clayton), los overdubs, la guitarra jugando con las mismas notas y los coros retumbando llenos de reverb nos llevan inequívocamente a la que U2 publicase en su "No Line On The Horizon" (2009).
"It's A Game" abre con una guitarra que podría haber sonado en The National pero, pronto, la batería programada nos recordará que no, que EL VY es algo distinto y cuando Berninger repite una y otra vez; "I'd never been so alone Til I read that the Minutemen were dead" toda la canción parece tomar un nuevo rumbo jugando con sonoridades que harían las delicias de los seguidores de Adam Young y su Owl City pero no será la última vez que mencione a otros músicos, como The Minutemen, porque en "Sleepin' Ligh" con Ural Thomas, Berninger, se atreverá a mentar incluso a Leonard Cohen; "Don't wanna drag you into everything Ain't no Leonard Cohen", quizá la última canción con verdadero gancho de este "Return To The Moon". Se agradece la guitarra en "Sad Case", más cercana a los R.E.M. de los noventa mezclada con Ramona Falls, pero la única alegría que nos trae es la transición en la que parecen colapsar ésta y la cinemática "Happiness, Missouri" mientras que "Careless" cierra de manera demasiado ñoña un álbum que podría haber sido más, mucho más...
Lo cierto es que uno llega al final de "Return To The Moon" ligeramente decepcionado pero, como por arte de magia, se encuentra escuchándolo una y otra vez hasta que las canciones calan poco a poco y hacen que la opinión vacile, que el juicio zozobre y uno no sepa, a ciencia cierta, si esa parte que le falta al álbum es la que tenemos que poner nosotros mismos para completar su puzle. Dudo mucho que todos aquellos que han escrito sobre EL VY hayan escuchado sus canciones con cascos en mitad de la madrugada y la televisión bañándoles con su intermitente y aséptico resplandor azulado. Quizá deberían hacerlo...
© 2015 Jack Ermeister