SETLIST KVELERTAK: Åpenbaring/ Nekroskop/ Mjød/ Månelyst/ Ulvetid/ Offernatt / Evig Vandrar/ Blodtørst/ Bruane Brenn/ Undertro/ Snilepisk/ Kvelertak/ SETLIST ANTHRAX: Caught in a Mosh/ Got the Time/ Madhouse/ Antisocial/ Evil Twin/ Fight 'Em 'Til You Can't/ Indians/ March of the S.O.D./ In the End/ Among the Living/ SETLIST SLAYER: Repentless/ Postmortem/ Hate Worldwide/ Disciple/ God Send Death/ War Ensemble/ When the Stillness Comes/ Vices/ Mandatory Suicide/ Chemical Warfare/ Die by the Sword/ Black Magic/ Implode/ Seasons in the Abyss/ Hell Awaits/ Dead Skin Mask/ World Painted Blood/ South of Heaven/ Raining Blood/ Angel of Death/
Puede parecer un trabalenguas pero el pasado domingo en Madrid me encontraba de nuevo con Slayer, diecisiete años después de haberles visto por primera vez con Paul Bostaph, tres años después de ser testigo de cómo se comían el escenario principal del Sonisphere madrileño y un año más tarde de la cancelación de su última gira por España que, por suerte, tuve la suerte de ver en Nantes, en el impresionante marco que siempre supone el Hellfest y a, tan sólo, ocho meses de verles de nuevo allí presentando "Repentless". Mi relación con Slayer es larga desde aquella cinta que me grabaron en el instituto con el "Seasons In The Abyss"(1990) en una cara y "Divine Intervention" (1994) en la otra. Por contra, Anthrax nunca fueron santo de mi devoción con Belladona, sus discos me gustaban pero nada comparado con la etapa de John Bush, a veces siento que predico en el desierto cuando la gente me menciona el "Among the Living" (1987) y me encuentran defendiendo un disco tan jodidamente grande como "Sound of White Noise" (1993) en el cual Bush canta increíblemente bien y todo el grupo se reinventó en plenos noventa, logrando lo imposible. Pero, lo cierto es que tras aquel, Anthrax se encontraron en el punto más bajo de su carrera hasta casi desaparecer y la reunión definitiva con Belladona a finales del 2009 de cara a los conciertos con el famoso Big Four era algo que tenía que ocurrir y, por lo que se ve, parece que les va mejor que nunca. Pero, sin embargo, el cartel de esta gira guardaba un as en la manga con la inclusión de los noruegos Kvelertak. ¿Me matarán los lectores si les digo que verles era uno de los grandes atractivos para mí? Seamos sinceros, los tres grupos son magníficos en directo, nadie lo pone en duda a estas alturas, pero Slayer han firmado un disco sólido que funciona a las mil maravillas y Kvelertak derrochan energía y frescura.
La sala La Riviera abarrotada con todo el papel vendido, según entro escucho el comienzo de "Åpenbaring" y veo en el centro la inconfundible figura de Erlend Hjelvik. Me sorprende la poca gente que todavía hay dentro de la sala a pesar del entusiasmo que se palpaba en las redes sociales por ver a Kvelertak sobre el escenario. Con tan sólo dos álbumes en su haber, su disco homónimo del 2010 y "Meir" del 2013, su concierto aprovechó el poco tiempo y tomó lo mejor de cada uno. Las tres guitarras se notan, formando un espectacular muro eléctrico en la garrula "Nekroskop" (dicho con todo el cariño del mundo), la melé con la que entran en la blacker "Ulvetid" o el flamante himno en el que se convierte "Bruane Brenn". Kvelertak no tienen una propuesta novedosa pero sí lo suficiente original como para que enganche a las generaciones más jóvenes; una mezcla de metal, punk, black, hard y rock n' roll a secas que toma forma gracias a su personalísima manera de entender los discos y, sobre todo, los directos. El caos se desató con "Snilepisk" y supieron despedirse por todo lo grande con "Kvelertak" de su álbum "Meir" en la que las guitarras rítmicas pertenecen más Malcolm Young o los Turbonegro de Hank Von Helvete que todo lo que se haya parido en su gélido país, cuna del black metal. El puesto de camisetas siendo arrasado tras su actuación y la sala, ahora sí, más llena y con ganas de ver a Anthrax. Volveremos a ver a Kvelertak en unos meses y seguro que vuelven a estar inmensos.
La sala La Riviera abarrotada con todo el papel vendido, según entro escucho el comienzo de "Åpenbaring" y veo en el centro la inconfundible figura de Erlend Hjelvik. Me sorprende la poca gente que todavía hay dentro de la sala a pesar del entusiasmo que se palpaba en las redes sociales por ver a Kvelertak sobre el escenario. Con tan sólo dos álbumes en su haber, su disco homónimo del 2010 y "Meir" del 2013, su concierto aprovechó el poco tiempo y tomó lo mejor de cada uno. Las tres guitarras se notan, formando un espectacular muro eléctrico en la garrula "Nekroskop" (dicho con todo el cariño del mundo), la melé con la que entran en la blacker "Ulvetid" o el flamante himno en el que se convierte "Bruane Brenn". Kvelertak no tienen una propuesta novedosa pero sí lo suficiente original como para que enganche a las generaciones más jóvenes; una mezcla de metal, punk, black, hard y rock n' roll a secas que toma forma gracias a su personalísima manera de entender los discos y, sobre todo, los directos. El caos se desató con "Snilepisk" y supieron despedirse por todo lo grande con "Kvelertak" de su álbum "Meir" en la que las guitarras rítmicas pertenecen más Malcolm Young o los Turbonegro de Hank Von Helvete que todo lo que se haya parido en su gélido país, cuna del black metal. El puesto de camisetas siendo arrasado tras su actuación y la sala, ahora sí, más llena y con ganas de ver a Anthrax. Volveremos a ver a Kvelertak en unos meses y seguro que vuelven a estar inmensos.
Si la actuación de Kvelertak se me hizo corta, la de Anthrax se me pasó en un suspiro. La verdad es que los neyorkinos saben cómo apostar a caballo ganador comenzando con "Caught In A Mosh" de "Among The Living" (1987) que funciona a la perfección y más si continúas con "Got The Time" de su "Persistence of Time" (1990) que se pega como un chicle mientras convierte la pista de la sala en un infierno de botes y empujones. Siempre que la escucho me pregunto, ¿cuántos chavales de los que la están gritando en directo conocen a un artista tan imprescindible como Joe Jackson? Anthrax están en un estado estupendo de forma pero echo de menos a Dan Spitz (que me parece, sinceramente, un guitarrista genial) e incluso a Rob Caggiano (el cual, sin embargo, nunca me terminó de encajar en Anthrax y supongo que ahora le irá mucho mejor con los empachosos y vacíos Volbeat) pero es que, a cambio, tenemos a un anodino Jonathan Donais que da bastante poco juego en directo. Para colmo, la falta de Charlie Benante a causa de su síndrome del túnel carpiano provocaba que Anthrax viniesen con Jon Dette del que no tengo nada en contra porque es un batería excepcional y con una pegada increíble (irónico que estuviese hace un par de años con Slayer para el Soundwave australiano, cuando Lombardo se marchó definitivamente, y ahora abra con Anthrax para el grupo de King que tiene a Bostaph tras los parches, ambos Dette y Bostaph han compartido labores también en Testament) pero que reducía al combo a Belladona, Bello e Ian.
Frank Bello no paró durante todo el concierto, el carismático Scott Ian se llevaba todas las miradas y Belladona… Supongo que a Joey hay que quererle tal y como es, corriendo de manera alocada y descoyuntada desde el primer minuto, de un lado a otro del escenario, subiéndose sobre los monitores y perdiendo el equilibrio mientras gesticula exageradamente y hace guiños a las primeras filas sujetándose el pelo. Repito, no tengo nada en contra de Anthrax y mucho menos de Belladona pero siempre preferí a John Bush. "Madhouse" o "Antisocial" caen de golpe y calientan aún más los ánimos, si es que esto es posible, mientras que el nuevo single, "Evil Twin" pasa lógicamente desapercibido como "Fight 'Em 'Til You Can't" de su último "Worship Music" (2011). Tras ellas, "Indians" con su repetitivo estribillo o "March Of The S.O.D" vuelve a poner las cosas en su sitio. "In The End" con las figuras de Dio o Dimebag Darrell sobre las pantallas de los amplificadores suena solemne aunque cualquier canción de su trabajo del 2011 parezca prescindible cuando abres tu concierto con "Caught In A Mosh" y cierras con "Among The Living". Un concierto sólido de un grupo que está viviendo una segunda o tercera juventud y me alegro porque siempre es un placer poder verles en directo (y seguramente repitamos este próximo verano en Francia si su actuación no coincide con la de otro grande) pero cuya noche no les pertenecía.
Slayer sigue manteniendo el aura de antaño y según suena "Delusions of Saviour" como introducción, la gente empuja y comprime la pista contras las vallas de seguridad. "Repentless" es un disco magnífico de regreso en un momento en el que el grupo tenía todas las miradas, de crítica y público, sobre sí. Las expectativas en el estudio eran altas teniendo en cuenta la ausencia de Hanneman como compositor principal, la incorporación de Holt (vestido esa noche con su ya sempiterna camiseta negra que reza "Kill The Kardashians") y, la más reciente, de Paul Bostaph. Pero basta escuchar "Repentless" o el grito de "Postmortem" en directo para entender que Slayer siguen siendo una auténtica apisonadora. La capacidad de Bostaph está fuera de toda discusión, es un batería infinitamente más técnico que Lombardo y con la misma fuerza o más que el cubano, he leído todo tipo de estupideces sobre la rapidez de uno y otro, me gustaría que cualquiera de esos chavales escuchase "Angel Of Death" en directo con los ojos vendados por Lombardo y por Bostaph y fuese capaz de distinguir quién es quién. Holt, por su parte, es infinitamente mejor guitarrista que Hanneman (otra cosa muy diferente es a nivel de composición, en donde Jeff cuenta en su haber el haber creado decenas de riffs que huelen a azufre y Holt no) y, por supuesto, que Kerry King. Araya nos sorprende a todos, mucho más dicharachero que en las últimas giras (¿alguien recuerda en los últimos años cuántas veces ha chapurreado en español como esta última vez?) se le nota divertido y con ganas. Su voz, obviamente, ha ganado en gravedad pero aún conserva toda la fuerza. Nos sorprenden con "Disciple" o "God Sent Death" de "God Hates Us All" (2001), un buen detalle es que incluyan más canciones de la etapa de Bostaph (del 94 al 2001) que, sin ser mala, no fue de lo más popular y, con un desgarrador grito, Araya anuncia "War Ensemble" y su rapidísimo riff que nos hace olvidar todo lo anterior.
"When the Stillness Comes" en directo se me hace demasiado lenta hasta que arranca y, lógicamente, corta el ritmo de la actuación, como la pesada "Vices" cuyo estribillo sí que hace que la gente recobre algo de pulso. Nada como "Mandatory Suicide" o la temprana y underground, ente punk y thrash, "Chemical Warfare" del 83 para animar al respetable, una de mis favoritas, "Die By The Sword" (presentada por Araya con su mítico; "Si vives por la espada, morirás por ella"), también del mismo año, con King tirando del trémolo haciendo relinchar su BC Rich hasta llevar al límite su puente, o "Black Magic", ambas de "Show No Mercy". "Implode" resulta mejor en directo que en estudio pero, claro, comparte minutos con "Seasons In The Abyss" (que, veinticinco año después, sigue sonando igual o más infernal con ese estribillo) y "Hell Awaits". La recta final del concierto con Araya ,de nuevo berreando como nunca, "Dead Skin Mask" o la atropellada "World Painted Blood" (que durante aquella gira me parecía perfecta para abrir sus conciertos) encerrabn un auténtico trío de ases con " South of Heaven", "Raining Blood" o la final "Angel of Death" y ese agudísimo grito surgido del infierno y que fue coreado por todos, nos demostró, una vez más, por qué saltar al escenario después de Slayer sólo está al alcance de unos pocos, barriendo de un plumazo el recuerdo de Anthrax o Kvelertak. Uno de mis periodistas musicales favoritos, siempre que le mencionan a la formación actual de Slayer, suelta un jocoso; "los actuales Slayer no son ninguna broma en directo". Desde luego que no, el domingo en Madrid volvimos a estar más cerca que nunca del sur del cielo, con o sin Jeff, donde quiera que esté...
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