SETLIST: No Hope in Sight/ Widow/ The Painless/ Terminal/ Erased/ Praise Lamented Shade/ Victim of the Past/ Enchantment/ Flesh from Bone/ Beneath Broken Earth/ As I Die/ Requiem/ Return to the Sun/ Faith Divides Us - Death Unites Us/ An Eternity of Lies/ Say Just Words/
Si, tras "One Second" (1997), me sentí algo desencantado con dos álbumes como "Host" (1999) y "Believe In Nothing" (2001), Paradise Lost en directo, sin embargo, nunca me han decepcionado a lo largo de los últimos diez años y no son pocas las veces que he podido verles sobre un escenario. Es cierto que han tenido discos más inspirados que otros, como ocurre con "In Requiem" (2007) y el homónimo "Paradise Lost" (2005), pero si algo he aprendido con ellos es que incluso en esos momentos, siempre hay que darle una oportunidad a las canciones en directo porque muchas de ellas crecen y cobran vida como por arte de magia. Pero esta vez era todo diferente porque, si bien "Tragic Idol" (2012) era un buen disco, los de Halifax venían con un enorme "The Plague Within" que tan buen sabor nos ha dejado a todos y cuyas canciones, como hemos podido comprobar, suenan tan oscuras como pesadas cuando las interpretan en vivo y en directo, un álbum que, sin más rodeos, les ha vuelto a poner en boca de todos y encabezar -esas inútiles pero también muchas veces necesarias- listas de mejores lanzamientos del año.
La sala Arena llena hasta la bandera y Lucifer como invitados, calentando los ánimos de un público sediento de música. Es cierto que el contraste entre la crudeza de las guitarras del grupo y la voz de Johanna Sadonis (ex-The Oath) es desconcertante y les hace encontrar su lugar lejos del doom más puro que supuestamente practican para acariciar la psicodélica y el rock clásico de los setenta con tintes ocultistas, algo que se evidencia en su puesta en escena y la figura de la propia Sadonis. Sonaron canciones como la pegadiza "Abracadabra" o "Anubis", "Morning Star" o la oscurísima "Izrael" con unas guitarras magníficas y, a raíz de la respuesta recibida y sus fotos antes del concierto (en el inmejorable marco que para ellos supone el egipcio Templo de Debod madrileño) y después, parece que su paso por Madrid fue todo un placer. La verdad es que me quedé con ganas de más y, seguramente, su actuación gane cuando ellos mismos sean los artistas principales y dispongan de un poquito más de tiempo.
La preciosa portada que el artista polaco Zbigniew M. Bielak dibujó para "The Plague Within" ocupa el fondo del escenario y, puntuales, lo toman Mackintosh, Aedy, Edmondson y Erlandsson, siendo el último en aparecer el propio Nick Holmes. Entre luces blancas, azules y moradas, tras la introducción, suena "No Hope in Sight" con toda la pista coreándola y Holmes aferrado al micrófono, su voz suena potente en los guturales y grave pero equilibrada cuando entona las estrofas. Por desgracia, Mackintosh y Aedy tuvieron que bregar con un sonido verdaderamente horroroso durante toda la noche en el que las guitarras, cuando hacían las rítmicas y "muteaban" las cuerdas, emborronaban el resultado final (no así cuando uno u otro soleaba), pese a ello solventaron el contratiempo con profesionalidad y es que, dependiendo de dónde uno se situase en la sala, el sonido cambiaba por completo de manera drástica, la sala Arena no es la peor de toda la capital para un concierto pero, aún así, su acústica es francamente mala. "No Hope in Sight" sonó brutal y la parte final, con Erlandsson subiendo la intensidad, memorable. Pero es "Widow" de uno de mis discos favoritos, "Icon" (1993), la que nos pone en nuestro sitio, más rasgada y contundente que en el disco.
A partir de este momento, es Holmes el que se encarga de presentar cada canción y viajamos dos años antes de "Icon" para rescatar la épica "The Painless" de "Gothic" (1991) que hace temblar toda la sala con su increíble y emocionante solo. Y es cuando nos damos cuenta de que canciones como "Terminal" de "The Plague Within" encuentran su espacio en el repertorio de los ingleses, sonando machacona, tan agresiva y robusta, como cualquiera de una noche en la que el pasado más clásico se da la mano con el inspirado presente de la banda. "Erased" será la única de "Symbol Of Life" (2002) del concierto y, aunque nunca me ha gustado especialmente este disco, lo cierto es que el piano y su adictivo estribillo ponen la sala del revés con todos saltando y empujones en la pista, escuchándola una vez más en directo creo que lo que nunca me gustó es la producción; demasiado limpia; demasiado comercial (a lo mejor es la voz de Joanna Steven lo que nunca me convenció), mientras que en directo gana con la rotundidad de las guitarras y la voz de Holmes mucho más ronca.
"Praise Lamented Shade" de "In Requiem" sonó densa y oscura, lejos de los arreglos más electrónicos, con más presencia de la base rítmica y unas guitarras de tintes épicos y de vuelta a "The Plague Within" con "Victim Of The Past" que suena a "Icon" por los cuatro costados y en directo es un auténtico torbellino. La mítica "Enchantment" ("Draconian Times", 1995), por la que no pasan los años, nos hace retroceder a todos a nuestra adolescencia cuando se publicó el álbum mientras que "Flesh from Bone" (una auténtica apisonadora que rompió los cuellos de los más valientes) y "Beneath Broken Earth" de "The Plague Within", la cual suena ya como un clásico instantáneo del grupo, nos demuestran que es un álbum por el que apuestan y que funciona a la perfección en directo.
"As I Die" de "Shades Of God" (1992) y "Requiem" cierran el concierto antes de los bises para volver con la emocionante "Return To The Sun" que, a pesar de carecer de la producción de "The Plague Within", suena igual de intensa o más en vivo. La apropiada para los tiempos que corren, "Faith Divides Us - Death Unites Us", es seguida por la gótica "An Eternity Of Lies", cuyo estribillo es cantado por todos allí como si llevasen un lustro coreándola y la lógica "Say Just Words" (de "One Second") arrancando los últimos saltos con las luces encendiéndose y la cara de satisfacción de unos (sabiéndose vencedores) y otros (satisfechos por haber presenciado un concierto magnífico), cierra el concierto de manera brillante.
Produce un enorme placer reencontrarse con Paradise Lost en directo pero más aún volver a casa, pinchar otra vez "The Plague Within" y entender que están en plena forma, que el que tuvo retuvo, que los años se han traducido en experiencia y no en escasez de ideas y que ya estamos contando los días para verles de nuevo este verano en Francia.
© 2015 Jim Tonic