Uno de los muchos síntomas inequívocos de que uno se hace mayor es cuando disfruta contando historietas y, lo peor de todo; las repite una y otra vez ante un auditorio resignado que, por educación, calla y sonríe totalmente incapaz de, como pedía Morrissey en su canción con los Smiths en el 87; interrúmpeme si crees que ya has escuchado esta historia antes. Pero, en el caso de Maynard Keenan me siento completamente incapaz de ahorrarme los detalles porque creo que, por un a vez, el personaje afecta a la obra y seguro que, a ti que lees esta crítica de "Money Shot" de Puscifer, te interesará tanto como a mí mismo. Hubo una época en la que Maynard Kennan, Adam Jones, D'Amour (posteriormente Chancellor) y Danny Carey significaron mucho para mí. Corría el año 94 y Tool eran un grupo misterioso en unos días en los que no existía Google, cuando publicaron "Ænima" en septiembre del 96 fui uno de los que acudió religiosamente a comprarlo y poco sabía del calvario, de la cantidad de rumores acerca de la disolución de la banda que me esperarían antes de que publicasen "Lateralus" en el 2001. Pero mi anécdota es más curiosa; que nadie me pregunte cómo pero el caso es que, en plena gira europea del Inside The Outside Tour, mi amigo y yo conseguimos un par de pases para la fiesta que se celebraba después del concierto y allí entramos, siendo adolescentes, con una pegatina en el pecho y discos de Tool en la mochila. Ni rastro de Adam Jones pero sí de Maynard. Después de rondarle un buen rato nos acercamos con una copia de "Ænima" y otra de "Lateralus", muy amable, nos dijo que esperásemos un momento y así fue hasta horas después que, cuando se percató de nuestra presencia, se acercó y con grandes aspavientos, como si su autógrafo fuese a cubrir ambas portadas, nos dedicó los álbumes con un punto, un simple punto. ¿Genialidad de artista o completo pasotismo ante sus seguidores?
Pero que no se crea el lector que éste fue nuestro único encuentro con Maynard porque hubo un segundo y último cuando giró con A Perfect Circle por Europa en el 2004. Esta vez, James Iha, Jeordie White y Billy Howerdel se mostraban amables con nosotros mientras Maynard, atravesando lo que -sin duda para él- era una inmensa marea de gente de tan sólo dos personas, bajaba del autobús y se metía en los camerinos para, acto seguido, interpretar "Weak and Powerless" en la prueba de sonido ante nosotros. Y, después de dos décadas escuchando sus discos, riéndome con sus entrevistas y contemplando su carrera, no puedo pensar otra cosa que es que le importa una completa mierda lo que todos pensemos de sus discos, su vino, sus conciertos y todo lo que le rodea pero a él le hace feliz.
No escribo desde la posición del seguidor despechado, a estas alturas de la película le debo más a Maynard, sus discos y los cuatro conciertos en los que he tenido la oportunidad de verle, de lo que le deberé a otros artistas. Pero es esa actitud a la que me refiero la que le hace interesante desde el punto de visto artístico y, por supuesto, marca inevitablemente su carrera discográfica. El divertimento que era Puscifer que ahora, irónicamente, tiene más continuidad que el dinosaurio en el que se han convertido Tool, se ha convertido en su refugio y el problema de éste es que, si hace veinte años, la actitud de Maynard era extraña, ahora es del todo incomprensible y ha logrado que ni siquiera nos la cuestionemos; es así, mejor tomarle como venga y disfrutar de lo que nos ofrezca a estar constantemente esperando porque nos va a dar precisamente lo contrario o, peor aún; nada.
El tercer álbum de Puscifer es superior a "V' Is for Vagina" (2007) pero supone una decepción si lo comparamos con el anterior "Conditions of My Parole" (2011) y produce cierta tristeza por lo que podría haber sido y no ha resultado. "Money Shot" es el disco más personal de Puscifer hasta la fecha pero no en el sentido en el cual uno puede interpretar resumiendo el élan vital del proyecto de Maynard sino porque las canciones y su temática, por primera vez, invitan a la reflexión lejos del humor retorcido, bizarro y, a veces chabacano, de Puscifer en el que, a veces, las bromas privadas son todo. Tres años de trabajo con el multiinstrumentista Mat Mitchell y la cantante Carina Round que hace los coros y una plantilla de amigos en el estudio que van desde el hijo del propio Maynard, Devon Keenan al chelo, Tim Alexander de Primus, Jeff Friedl de A Perfect Circle o Jon Theodore de Queens Of Stone Age a la batería y Juliette Commagere en los teclados.
"Galileo" comienza con una base programada pero no hay nada como reencontrarse con la bonita voz de Maynard que, como escucharemos a lo largo del disco, es la total protagonista en la mezcla. Un medio tiempo y las voces de Round y Maynard doblándose y aguantando el tono mientras uno y otro entra en las estrofas pero lo cierto es que "Agostina" con ese "pizzicato", el bajo ligeramente distorsionado y versos tan inspirados como "Infinity have many a faces I see them all tonight" o ese estribillo "Our intersection. Our Devine collision. Our intersection. Our Devine collision" son geniales. "Grand Canyon" fue el primer adelanto de "Money Shot" y me parece mentira que nadie haya mencionado el excepcional tratamiento hipnótico de la guitarra en la introducción, totalmente convertida en un didgeridoo y que, unida a la particular entonación oriental de Maynard, nos lleva lejos, muy lejos para acabar en una especie de mantra cantado a medias entre Round y Maynard, aunque los coros de ella y las notas finales tan abiertas nos recuerden, sin temor a dudas, a "Inertia Creeps".
"Simultaneous"son casi siete minutos con una introducción muy personal y tarda casi cuatro minutos en arrancarse mientras que la esquizoide "Money Shot" añade algo de cuerpo a un álbum que, después de los tres primeros temas iniciales, se siente sin rumbo. "The Arsonist" y su guitarra saturada, junto a los coros de Corina Round y la seca batería que les acompaña la convierten en una buena canción de soul electrónico que va creciendo según va avanzando pero "The Remedy" nos hace perder el interés a pesar de su sonido mientras "Smoke and Mirrors" recupera el tono contemplativo e introspectivo de "Galileo", "Agostina" o "Grand Canyon" antes de entrar definitivamente en un coma profundo con "The Life of Brian (Apparently You Haven't Seen)" o "Autumn" a la que le falta un poquito de intensidad para haber llegado a ese puntito emocional que tanto nos gusta de las composiciones de Maynard.
Defraudará a aquellos que busquen una continuación lógica a "Conditions of My Parole" o alguna pista del momento creativo en el que se encuentra Maynard Keenan para así elucubrar lo que será el próximo álbum con Adam Jones, aburrirá a los despistados y servirá como caramelo a aquellos que disfrutamos de su voz y peculiar universo mientras el disco de Tool "progresa adecuada y lentamente" en sus propias palabras y así hace ya nueve años...
© 2015 Robertito Fripp