Muy pocas cosas en este mundo podrían no estar sujetas a debate o, al menos, no tendría mucho sentido que lo estuviesen. Así, no sería de recibo -ni para nada acertado- ir en contra de la creencia de que el verdadero alma y espíritu de Sepultura siempre ha sido y será Max Cavalera. Por mucho que en 1996 éste dejase la banda que formó junto a su hermano pequeño allá por el 84. Actualmente, Sepultura no son nada, ni una mínima parte de lo que significaron en los noventa y, de seguir así, nunca volverán a ser tan grandes como lo fueron con Max e Igor en sus filas. Es un grupo totalmente a la deriva, echado a perder, que no sabe qué inventarse para hacer giras y salir a tocar ante cada vez menos público y es que celebrar el treinta aniversario de una banda, en la que ya no hay ningún miembro fundador, tiene más bien poco sentido (al menos para nosotros). Por suerte, Max no se parece en nada al que fuera su compañero de filas en Sepultura (obviamente nos referimos a Andreas Kisser, aunque con esta afirmación no quiero dilapidar, ni hacer de menos, al guitarrista que es ya que, sin duda, es un gran músico pero es que la historia de Sepultura no se puede entender sin los hermanos Cavalera y, menos aún, sin el prodigioso talento de Max).
El mayor de los Cavalera es un músico de los pies a la cabeza, que no sabe estarse quieto y siempre está trabajando con alguna de sus tres bandas actuales; Soulfly (su principal apuesta desde su salida de Sepultura), Cavalera Conspiracy (el proyecto con su hermano Igor, que inició con "Inflikted", tras más de diez años sin hablarse con él) y Killer Be Killed (con Troy Sanders de Mastodon o Greg Puciato de The Dillinger Escape Plan, con un segundo disco en el horizonte). Trabajando en tres bandas, raro es el año que Max no ve publicado un álbum (cuando no son dos porque el pasado se editó tanto el debut de Killer Be Killed como el tercero de Cavalera Conspiracy, "Pandemonium") y numerosas giras a ambos lados del Atlántico. Lo de este músico es un sin vivir; un no parar que estresa a los demás con sólo verle. Muy pocos músicos serían capaces de aguantar un ritmo así a la hora de componer y de tocar. Puedes verle tocar con Cavalera Conspiracy en una gira veraniega de festivales por Europa para, dos meses más tarde, verle de nuevo subido junto a Soulfly en una gira por salas americanas.
En esta ocasión, el cambio de testigo de Cavalera a Soulfly ha sido inmediato, sin apenas respiro y tras finalizar la grabación de grabación de "Pandemonium" se metió de lleno con "Archangel". El décimo álbum de Soulfly es una bomba en todos los sentidos y es que Max no es para nada un tipo rácano a la hora de ofrecer a sus fans temas llenos de rabia y de fuerza, no se le pueda colgar el calificativo de mísero en ese sentido. "Archangel", que así es como se llama el décimo álbum de la banda, viene presentado con una portada espectacular; obra del magnífico ilustrador alemán Eliran Kantor, quien ya trabajó con bandas como Testament, Hatebreed, Iced Earth, Incantation, Kataklysm o incluso Hate Eternal (realizando la portada de su flamante "Infernus"). Una vez que "Archangel" entra por la vista (con una ilustración así es normal) aún lo va a hacer más rápido por los oídos gracias a su velocidad.
Max ya nos convenció a todos con "We Sold Our Souls To Metal". Cuando escuchamos por primera vez esta canción, acompañada de un vídeo jodidamente bueno, ya sabíamos que volveríamos a ser presa de uno de los mejores músicos con los que cuenta actualmente el metal. Max vuelve a mostrar su carácter bronco y ruda personalidad en los tres minutos que dura este misil, un corte lleno de magia y sentimiento ante el cual es imposible no doblegarse. ¡Señoras y señores, esto es metal hecho con ganas y un par! El título ya lo dice todo, con "We Sold Our Souls To Metal" el astro brasileño pone sus cartas encima de la mesa, no las esconde (ésa nunca ha sido su actitud), sabe que lleva una mano magnífica, con la cual es imposible perder. El metal es un sentimiento muy fuerte, una droga muy dura, y Max lo sabe mejor que nadie; él sería el primero en vender su alma al mismísimo diablo por el puñetero metal.
Con la canción que bautiza a "Archangel" van un pasito más allá en cuanto a composición. Si el corte de salida era un torpedo en toda regla, lanzado con precisión milimétrica para hacer daño, con "Archangel" llega una elaboración un tanto más cuidada y mimada. Aunque en el estribillo Max se desgañita con las sonoras y repetidas "Archangel", la labor de Marc Rizzo está mucho más presente, tanto en las afiladas guitarras como en los poderosos riffs que hacen de puente hacia los ruidosos estribillos.
Se nota que Max es un amante del grindcore; siempre ha afirmado que es uno de sus estilos favoritos que escucha continuamente. Para soltar su rama más grind tiene a su otra banda, Cavalera Conspiracy; "Pandemonium" es un buen ejemplo que, con un sonido punk y una producción "casera" realizada por el propio Max, tiene como resultado un trabajo más agresivo y menos thrash que sus dos predecesores ("Inflikted" y "Blunt Force Trauma"). Pero por todos es sabido que la cabra siempre tira al monte, así que en Soulfly es imposible esconder del todo la vertiente y el perfil más agresivo y gutural de Max. En ese sentido tenemos que destacar dos temas fantásticos que cuentan además con sendas colaboraciones de lujo. Por un lado, "Sodomites", donde Todd Jones de Nails participa de manera magistral al conseguir el sonido sucio y underground que tanto le gusta a Max y, por otro lado, "Live Life Hard!", aunque esta vez con un punto más de agresividad -si cabe- ya que Matt Young de King Parrot no deja títere con cabeza con su voz chillona y rasgada, dando como resultado un contraste magnífico cuando entra la de Max en las segundas estrofas. Uno de mis cortes favoritos de "Archangel" que, a buen seguro, no defraudará a nadie y donde Marc Rizzo brilla con luz propia gracias a su sobresaliente y poderoso solo.
"Ishtar Rising" tiene un tono más oscuro y enrevesado, donde las guitarras estridentes y machaconas -típicas de las composiciones clásicas de Max- inundan de buenos momentos una de las piezas clave del disco, mientras que con "Shamash" sacan a relucir los elementos groove que, por otra parte, no pueden faltar en cualquier canción que lleve la firma Cavalera. Los gritos desesperados y la rabia contenida no se vienen abajo en un tema como "Bethlehem's Blood" donde un ritmo aniquilador y despiadado te destroza de principio a fin, lo mismo que "Titans", aunque en esta ocasión con frases más cortas y urgentes; un tema muy Sepultura que no desentonaría para nada en un álbum tan sólido como "Roots".
"Deceiver" pasa en "un visto y no visto", donde la velocidad gana enteros frente a la agresividad; es uno de los más duros de "Archangel" y para más de un seguidor de la carrera de Max Cavalera encajaría mejor en un trabajo de Cavalera Conspiracy que en uno de Soulfly; aunque verdaderamente eso da un poco igual, ya que bien sea aquí o allí, la sigue siendo igual de buena y hubiese quedado bien tanto en uno como en otro. Con "Archangel" Max ha vuelto a demostrar que es y será genio y figura hasta la Sepultura. ¡Gran disco!
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