Hay que reconocerlo, Keith Richards tiene una gran virtud, que destaca por encima de sus muchas otras, y es la de hacer lo que le viene en gana en todo momento, caer bien y que eso se convierta en una seña de identidad propia. Hace ocho años, los Stones se encontraban en plena gira de su disco "A Bigger Bang" (2005) y la noche del 28 de junio se subían, una vez más, al escenario del madrileño estadio Vicente Calderon, aquella tarde me encontraba en el vestíbulo del hotel Palace tomando algo con un amigo, ambos intentando disimular el por qué de tanto alboroto en la puerta, como si fuésemos ajenos a que los Rolling Stones se hospedaban allí y aquello no fuese con nosotros. Me temblaban las manos y en una bolsa llevaba una copia en vinilo del "Let It Bleed" (1969) tan sólo por si acaso tenía la oportunidad de abordar a Keith y pedirle un autógrafo. Dos horas antes del comienzo de su concierto, los ánimos de todos allí comenzaban a crisparse, el personal del hotel estaba nervioso, los fans amontonados en la puerta y mi amigo y yo alargando una copa con mirada flemática pero más nerviosos que todos ellos juntos. Salieron Ronnie y Charlie rodeados de una marea de guardaespaldas, Mick Jagger se volatilizó (nunca sabremos cómo pasó a nuestro lado o huyó en su propio coche) pero faltaba Keith, ¿dónde estaba? Dos negros enormes, trajeados y con aspecto de pocos amigos sacaban en volandas a un Richards divertido que malamente podía mantenerse en pie después de una botella de vodka. ¿Has visto cómo iba, crees que podrá tocar esta noche? -me preguntó mi amigo. Por supuesto que tocó y, pese a algún titubeo, estuvo soberbio como siempre. Una biografía con agarrón incluido con Mick Jagger a causa del tamaño de su pene, problemas de salud, otra gira y varias declaraciones después -muy Richards, todo hay que decirlo- sobre Black Sabbath o Metallica, publica "Crosseyed Heart" después de veintitrés años años desde "Main Offender" del 92 y toda la crítica se vuelca con él mientras anuncia que hay un nuevo disco de los Stones en el horizonte. ¡Estamos de enhorabuena!
"Crosseyed Heart" es inferior al genial "Talk Is Cheap" (1988) con el que Keith se desvirgaba tarde en solitario de los Rolling Stones y, aunque menos sólido, que "Main Offender" entra bastante mejor y posee más variedad y chispa que aquel. Richards sigue ajeno a todo y toma como inspiración los sonidos que ha amado durante sus siete décadas, así "Crosseyed Heart", la canción, nos lleva irremediablemente a cuando Brian Jones y él escucharon por primera vez a Robert Johnson y creyeron que lo que allí sonaba eran dos guitarras. Nos hace pensar en los blues del delta cuando repite una y otra vez sobre su acústica; "I've got a crosseyed heart" y nos cuenta, en clave (como todo buen blues), las dudas entre una mujer y otra y cómo de confundido tiene el corazón antes de cerrar con un abrupto "...and thats all I got" que rompe la batería de Steve Jordan en "Heartstopper" en la que suena como sólo él sabe hacerlo y nos encontramos con esas guitarras que cabalgan traqueteantes -como si fuesen desacompasadas entre ellas- tan propias de los Stones y su sonido tan atemporal como difícil de imitar. "Amnesia" podría ser un descarte de "Main Offender" o el lejano "Some Girls" (1978) pero suena actual con la voz de Keith muy por encima de las guitarras, derrochando sabor con esos "Nowhere, I'm talkin' nowhere…", la batería marcial de Jordan y unos arreglos de metales de Steve Jordan mientras Sarah Dash hace los coros sobre el piano de Ivan Neville.
"Crosseyed Heart" es inferior al genial "Talk Is Cheap" (1988) con el que Keith se desvirgaba tarde en solitario de los Rolling Stones y, aunque menos sólido, que "Main Offender" entra bastante mejor y posee más variedad y chispa que aquel. Richards sigue ajeno a todo y toma como inspiración los sonidos que ha amado durante sus siete décadas, así "Crosseyed Heart", la canción, nos lleva irremediablemente a cuando Brian Jones y él escucharon por primera vez a Robert Johnson y creyeron que lo que allí sonaba eran dos guitarras. Nos hace pensar en los blues del delta cuando repite una y otra vez sobre su acústica; "I've got a crosseyed heart" y nos cuenta, en clave (como todo buen blues), las dudas entre una mujer y otra y cómo de confundido tiene el corazón antes de cerrar con un abrupto "...and thats all I got" que rompe la batería de Steve Jordan en "Heartstopper" en la que suena como sólo él sabe hacerlo y nos encontramos con esas guitarras que cabalgan traqueteantes -como si fuesen desacompasadas entre ellas- tan propias de los Stones y su sonido tan atemporal como difícil de imitar. "Amnesia" podría ser un descarte de "Main Offender" o el lejano "Some Girls" (1978) pero suena actual con la voz de Keith muy por encima de las guitarras, derrochando sabor con esos "Nowhere, I'm talkin' nowhere…", la batería marcial de Jordan y unos arreglos de metales de Steve Jordan mientras Sarah Dash hace los coros sobre el piano de Ivan Neville.
"Robbed Blind" es una balada que entra de golpe, conmovedora y adorable en sus arreglos de steel, siendo "Trouble" la más floja del conjunto a pesar de que suena cien por cien a Keith Richards y es un single magnífico para recordarle al público que Richards ha vuelto sin los Stones y puede sonar en la radio actual pero también nos refresca la memoria a aquellos que amamos a Keef y los Stones porque, aunque sea menor, suena fresca, como nos gusta el rock. "Love Overdue" de Gregory Isaacs nos lleva al reggae del que tanto disfruta Keith con Neville a dúo en las tareas vocales y un Bobby Keys estupendo (lástima que nos dejase el pasado diciembre). Si amas las guitarras, disfrutarás con el suave gusto que destila "Nothing On Me" junto a Aaron Neville (padre de Ivan) mientras "Blues In The Morning" suena añeja, gargajear levemente bluesy y llena de sentimiento aunque nos recuerde levemente a "Happy" con Keys en gracia, ¿cómo no disfrutarla a todo volumen?
Inevitablemente, "Crosseyed Heart" sufre un pequeño bajón a la mitad pero ello no estropea el resultado final. "Something For Nothing" en la que suple su falta de voz con unos coros llenos de soul como hará lo mismo en la íntima "Illusion" junto a Norah Jones, ¿quién podría imaginar semejante dueto? pero termina por resultar con Richards irradiando ternura (porque cuando quiere, no hay nadie como él para sacudirnos por dentro con su voz de héroe cansado o canalla pendenciero). La ligera "Just A Gift" ameniza el aterrizaje con sus acústicas y "Goodnight Irene" de Leadbetter y Lomax es un homenaje más que justificado al niño que una vez fue Keith cuando escuchaba la radio en los cincuenta pero todavía hay una bala en recámara y es "Substantial Damage" con la esencia pura del guitarrista y la delicada "Lover's Plea" como tema extra y viaje, de nuevo, a los cincuenta con un Keys que -no me cansaré de repetirlo- está excepcional a lo largo de todo el álbum.
Como decía, no es mejor que "Talk Is Cheap" pero es un auténtico lujo tener de nuevo a Richards en solitario o con los Stones. Hace poco, alguien me preguntaba ¿qué tenía Keith? Basta con pinchar este "Crosseyed Heart" para descubrirlo. No es el mejor cocinero del mundo, no es el más preparado o el más pulcro pero sus platos, aunque sencillos, tienen más sabor que los del resto. La única pena es que Jordi Tardà no haya podido escuchar este "Crosseyed Heart" aunque seguro que lo está haciendo desde algún lugar junto a Brian Jones, allá entre las nubes; paraula de Stone.
© 2015 Jim Tonic