Lo bueno que tenía Beastmilk era que bajo el crisol de influencias de su primer y único disco, "Climax" (2013), podían disfrutar de sus canciones tanto amantes del hard, rock, pop, post-punk como del indie. Y así ocurrió, recibieron grandes críticas y pasaron de ser unos absolutos desconocidos a ser carne de cañón de los principales festivales europeos que se disputaban su presencia y aquello les pasó factura. Beastmilk morían tras publicar su primer disco y en la gira promocional de éste con la salida de su guitarra, Johan Goatspeed, y el batería Paile. Los finlandeses abordaban el difícil reto de empezar de nuevo, cambiar su nombre y volver casi al anonimato de nuevo pero el salto no sería doble mortal y sin red si no fuese porque su música también tendría necesariamente que cambiar, quizá por la salida de los dos músicos o porque la experiencia -y con ella su prematura madurez- les llevaría a nuevas canciones, muy diferentes a las escritas en "Climax" para el que, como se suele decir de los discos de debut, habían tenido toda la vida para su lenta cocción.
Pero, ¿por qué cambiar el nombre de Beastmilk por Grave Pleasures? ¿Tan sólo por la salida de Johan? De ser así, ¿veremos a éste paseando su nueva versión de Beastmilk por los escenarios o era tan sólo una cuestión de orgullo y derechos por el nombre pero no por "Climax"? Kvohst, vocalista, aseguraba que le desean lo mejor a Johan y, en el comunicado del grupo, aseguraban que la nueva formación con la incorporación de Juho Vanhanen suena mejor que nunca. ¿Cuántas veces habremos escuchado ese tipo de declaraciones con cada nuevo lanzamiento en las cuales todos los artistas aseguran estar en su mejor momento, ante su mejor disco o formación? La promoción es lo que tiene pero, en el caso de Beastmilk/ Grave Pleasures, sí que es cierto que sin alcanzar la frescura de "Climax", "Dreamcrash" es un disco excelente con el que sí avanzan e incluso hacen virar el timón ligeramente y hacen que su música se encuentre con otras influencias, por otro lado; muy obvias para una banda como Beastmilk que en Grave Pleasures encuentran su identidad y abandonan ese puntito de metal.
El estallido de "Utopian Scream" pronto se apacigua con unas guitarras muy rockeras y Kvohst sonando realmente muy cómodo, quizá más que en "Climax", pareciendo que ha encontrado su auténtica voz ante los cambios de tono e inflexiones. Ya no suena tan rígido e impostado como con "Beastmilk", ahora hay más matices en su garganta; algo que las canciones de "Dreamcrash" agradecen. "New Hip Moon" suena a clásico desde el primer segundo, me gusta la urdimbre que crean sus guitarras y cómo la batería ayuda a crear tensión junto al bajo de Valtteri Arino, además en el apartado de las letras también Grave Pleasures han dado un pequeño salto y suenan más maduras, no es difícil llevarlas al terreno personal de cada uno y sentirte identificado.
Pero, aunque suenen más rockeros y quizá menos hard, lo que está claro es que en "Dreamcrash" siguen apestando a post-punk ochenteno y de principios de los noventa sin que esto sea una rémora que juegue en su contra. "Crying Wolves" suena demasiado densa, demasiado emocional, demasiado recargado y pesada pero es buena y tanto la imaginería de la que se aprovecha, líricamente hablando, como la estética en blanco y negro y la engolada voz de Kvohst hacen el resto. Pero, de manera muy inteligente, sobreviven a esta densidad oscura en la que nos han sumergido para pisar el acelerador con "Futureshock" y hacernos sentir la velocidad con sus guitarras y un ritmo mucho más ligero, tanto como la voz. "Crisis"suena como un cocktail de la mejor música alternativa, gótica y post-punk de hace cuatro décadas, seguro que Daniel Ash sonríe cuando escucha a Grave Pleasures. "Worn Threads" aligera la carga de "Crisis" pero es en "Taste the Void" en donde nos reencontramos con Beastmilk y comprendemos que, por mucho que hayan cambiado de nombre, este "Dreamcrash" es un paso lógico y meditado tras "Climax", de "Taste the Void" -aparte de su ritmo- es especialmente destacable el juego de voces dobladas que, si bien no la convierten en un futuro clásico del grupo como "New Hip Moon", si que la salvan del olvido.
Muy diferente a lo que ocurre con "Lipstick on Your Tombstone" en la que, aparte de excitar nuestro córtex, con su título y letra, sube la calidad de este "Dreamcrash", lo mismo que "Girl in a Vortex" en la que el bajo de Arino le debe la vida a Peter Hook y se clava dentro de uno con sus negros nubarrones. La más interesante del conjunto es "Crooked Vein", todo un suicidio el situarla casi al final del álbum; seis minutos en los que se permiten cambiar de registro y llenar de humo y oscuridad la cabeza de uno mientras Kvohst juega a llevarse toda la atención bajo los focos y ser quien te lleve de la mano a lo largo de toda la canción. "No Survival" nos dejará un buen sabor gracias a la repetición de versos y su hipnótico ritmo pero con demasiado gusto a una década que no les pertenece pero en la que entran y salen sin complejo alguno. Pena no haber rematado la jugada y haber cerrado el álbum tal y como lo empezaron sino con un medio tiempo tan oscuro.
"Dreamcrash" es un excelente segundo disco o un maravilloso y prometedor primer paso -según como se mire- pero lo que es cierto es que es, ante todo, una excelente colección de canciones con decenas de influencias y muy prometedor. Esperemos que la fuerza les acompañe esta vez o, por lo menos, el nombre no les abandone de nuevo...
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