Hace meses, Matt Tuck aseguraba que "Venom" iba a ser el álbum más heavy y duro del año. Desde el primer momento entendimos que aquel titular salía de su boca exclusivamente con fines promocionales y siempre arropado por la emoción que para cualquier músico significa tener una nueva colección de canciones en el mercado y, en su caso, aún más, tras las feroces críticas que suscitaron anteriores entregas como "Temper, Temper" o "Fever". Por todo ello, pensábamos que aquello no dejaba de ser más que una provocación de los muchas que los músicos utilizan tan sólo para alcanzar la mayor repercusión posible. En lo que no se equivocaba Matt fue en referirse a "Venom" como el disco más agresivo de toda su discografía, elevando el mismo -y siempre según sus propias palabras- a la categoría de "monstruo". No me gusta nada etiquetar a los grupos y siempre intento ser lo más objetivo posible dentro de la enorme subjetividad que conlleva el hecho de escribir críticas. Al fin y al cabo, los gustos tienen un gran peso muy difícil de contrarrestar y, en este sentido, sí hay que decir que el nuevo disco de una banda es malo; se dice y punto, por mucho que a veces tenga que escribir sobre "vacas sagradas" de la escena como pueden ser Metallica, Slayer o Iron Maiden. De igual manera, si un álbum es bueno; hay que ser justo y, en este caso, hay que reconocer que "Venom" sí es un gran disco.
La trayectoria de Bullet For My Valentine no puede entenderse, ni mucho menos, como un camino de rosas exento de baches y dificultades. Si con sus dos primeros trabajos, "The Poison" (2005) y "Scream Aim Fire" y gracias a singles tan atractivos como "Tears Don´t Fall", "Cries In Vain" o "Waking The Demon", los galeses lograron alcanzar respetadas críticas, con el consiguiente apoyo de nuevos seguidores; con "Fever" (2010) y, sobre todo, con "Temper Temper" (2013) la burbuja comenzó a pinchar a ritmos agigantados y aquella maravillosa gallina de los huevos de oro que parecía no tener fin en los primeros años de carrera de la banda, inexplicablemente dejó de ejercer su labor ponedora. Por suerte, Bullet For My Valentine han estado a la altura, al menos ésa es la primera conclusión general que podemos extraer tras la escucha de "Venom". Matt y compañía han sabido sobreponerse a las dificultades que, tarde o temprano, a todo músico le acaban por abordar. Han sabido esconder las orejas cuando no les quedaba más remedio que hacerlo y, lo más importante; han aprendido de los errores del pasado. Matt Tuck lo deja muy claro cuando dice que la primera demo que grabaron para "Venom" era muy thrash y sonaba al estilo del "Master Of Puppets" de Metallica y, aunque obviamente, quienes seguimos la carrera de la banda, sabemos que el "old school" no es el sonido que más gracia le hace a Tuck, "Venom" no iba a resultar para nada thrash metal o algo remotamente parecido; sí que nos deja una idea bastante clara de que la banda tenía ganas de revancha y, heridos en su orgullo, con la llegada del nuevo retoño demostrarían a sus fans que "Fever" (2010) y "Temper Temper" (2013) habían sido simplemente tan sólo dos errores del pasado; dos borrones en un currículum que, de no ser por ellos, sería intachable.
La trayectoria de Bullet For My Valentine no puede entenderse, ni mucho menos, como un camino de rosas exento de baches y dificultades. Si con sus dos primeros trabajos, "The Poison" (2005) y "Scream Aim Fire" y gracias a singles tan atractivos como "Tears Don´t Fall", "Cries In Vain" o "Waking The Demon", los galeses lograron alcanzar respetadas críticas, con el consiguiente apoyo de nuevos seguidores; con "Fever" (2010) y, sobre todo, con "Temper Temper" (2013) la burbuja comenzó a pinchar a ritmos agigantados y aquella maravillosa gallina de los huevos de oro que parecía no tener fin en los primeros años de carrera de la banda, inexplicablemente dejó de ejercer su labor ponedora. Por suerte, Bullet For My Valentine han estado a la altura, al menos ésa es la primera conclusión general que podemos extraer tras la escucha de "Venom". Matt y compañía han sabido sobreponerse a las dificultades que, tarde o temprano, a todo músico le acaban por abordar. Han sabido esconder las orejas cuando no les quedaba más remedio que hacerlo y, lo más importante; han aprendido de los errores del pasado. Matt Tuck lo deja muy claro cuando dice que la primera demo que grabaron para "Venom" era muy thrash y sonaba al estilo del "Master Of Puppets" de Metallica y, aunque obviamente, quienes seguimos la carrera de la banda, sabemos que el "old school" no es el sonido que más gracia le hace a Tuck, "Venom" no iba a resultar para nada thrash metal o algo remotamente parecido; sí que nos deja una idea bastante clara de que la banda tenía ganas de revancha y, heridos en su orgullo, con la llegada del nuevo retoño demostrarían a sus fans que "Fever" (2010) y "Temper Temper" (2013) habían sido simplemente tan sólo dos errores del pasado; dos borrones en un currículum que, de no ser por ellos, sería intachable.
"Venom" es un disco infinitamente más enérgico (pienso que ésta es la palabra clave para definir su sonido) que sus dos antecesores e incluso sensiblemente mayor que sus dos primeros trabajos. Bien es cierto que el nivel compositivo de aquellas dos primeras obras no se repite aquí pero no por ello debemos situarlo un peldaño por debajo de aquel momento. Si Matt y los suyos han sido valientes y le han echado un par de pelotas para lavar su imagen, y sobre todo su sonido, nosotros tenemos que seguirles el ritmo y situar, por consiguiente, a "Venom" en el lugar que se merece… Desde el primer grito desesperado de Matt en "No Way Out" ya nos damos cuenta que los galeses le han puesto muchas ganas y mucho coraje a este álbum. Las guitarras suenan jodidamente duras, vertiginosamente fuertes, muy diferentes y diametralmente distintas a sus discos anteriores. La mano tras los mandos del maestro Richardson se nota muchísimo, exprimiendo y obteniendo de la banda un sonido realmente brutal y cristalino. Por duro que sea, hay que reconocer que ningún disco facturado en nuestro país sonará jamás así de bien o contundente; ¡y ojo!, no es algo que dependa únicamente del productor ya que hasta los mismísimos Hamlet contaron con la producción de Colin Richardson para su disco del 2002 por lo que no podemos aferrarnos a la figura del productor o la del equipo para defender lo indefendible... El sonido afilado y cortante de las seis cuerdas de Tuck y Padge continúa con "Army Of Noise" y un solo rapidísimo y acertado que muestra el gran nivel y estado de gracia por el que atraviesan los británicos. Un corte explosivo que carga desde el primer segundo con un ritmo frenético ante el cual es imposible hacer concesiones. La voz de Tuck se torna más agresiva y sangrante en las primeras estrofas y, sobre todo, en los puentes que conducen a los estribillos, siendo justamente éstos lo menos llamativo de una canción realmente buena, muy buena...
"Worthless" no se queda atrás, en un primer momento no me convenció pero con las escuchas me ha ido ganando. En este caso escuchamos a Matt cantando con un registro menos agresivo y cercano a su pasado más reciente pero, a nivel musical, "Worthless" no tiene nada que ver con nada de BFMV que hayamos escuchado en los últimos siete años. Contiene muchos elementos del metal más moderno que se fusionan a la perfección con el tono agresivo y rompedor que mantiene la banda durante todo el álbum. El que fuera si primer single y videoclip de presentación, "You Want A Battle? (Here's A War)", es el más "accesible" y cercano, cuya principal baza es la de poseer un estribillo pegadizo y dulzón que enganchará a los seguidores de los "temas redondos". En ella podemos escuchar algún que otro elemento propio del metalcore, sobre todo en sus partes corales, donde si cierras los ojos podrías escuchar partes de Bring Me The Horizon o Architects. La fuerzas y las ganas no languidecen en absoluto con "Broken", en el que según Matt tuvo que ver mucho su mujer, la cual le ayudó en su composición o, al menos, le dio la idea. Al parecer, y según cuenta Tuck; la última que habían grabado en los estudios Metropolis, pero no tenía aún letra y estaba un tanto ofuscado y confuso. Intentaba exprimir su celebro, pero de allí no salía nada; así que tras una conversación con su mujer, al parecer, ésta le dio la idea para el contenido lírico de la misma.
"Venom" es la que menos me gusta y pienso que se han equivocado al querer sacar algo parecido a una segunda parte de "Tears Don't Fall" o, más bien, deberíamos decir "tercera" ya que, si tiramos de hemeroteca, nos daremos cuenta de que la segunda parte de su primer éxito ya se incluyó en el malogrado "Temper Temper". "Venom" no es un tema acertado ya que creo que rompe con el buen ritmo que la banda llevaba hasta ese momento pero bueno; raro es no escuchar un disco de los británicos que no contenga alguna balada o medio tiempo. Por suerte, no deja de ser más que un espejismo en este camino hacia el Infierno que prosigue con las poderosas "The Harder The Heart (The Harder It Breaks)" y "Skin", dos composiciones muy ambiciosas que transmiten buen rollo y alegría. Se nota que la banda está compenetrada, logrando convencernos a base de guitarras poderosas y seriedad musical; así de simple, así de sencillo.
El disco finaliza en su versión estándar con "Pariah", el corte más duro y poderoso de "Venom", un trallazo en toda regla que cae como una bofetada que no esperas ni por asomo. Las guitarras del dúo Padge/Tuck lloran de dolor, transmitiendo una vez más rabia y sed de venganza. Un cierre sobresaliente para un disco más que notable que, en su versión extendida, se alarga con cuatro extras entre los que destaca "Raising Hell", canción que dieran a conocer allá por otoño del 2013 y que incluso llegaron a publicar en formato single para que nos fuésemos haciendo a la idea de lo que iba a venir después de "Fever" y "Temper Temper". En dos palabras; ¡gran disco!
© 2015 Lord Of Metal