Lo ocurrido en la sala Caracol de Madrid el pasado viernes, sólo puede entenderse de una forma; cuando dos grupos como Nile y Suffocation poseen la suficiente calidad (técnica y creativa) y a eso le sumas una entrega que convirtió la sala en un auténtico infierno con todos allí sudando la camiseta en un concierto sin demasiada publicidad y de un género como el brutal death metal que, por muy técnico que sea, no está hecho para todos los paladares, es completamente normal vender todo el papel en taquilla y es que pocas veces recuerdo tanta gente en la calle y dentro apiñándose contra las paredes, la barra, el escenario y hasta el puesto de merchandising intentando ver lo que acontecía sobre las tablas. Siempre me ha sorprendido que Nile sea un grupo tan poco valorado y conocido; Karl Sanders, Dallas Toler-Wade y George Kollias son tres músicos auténticamente geniales que facturan un death metal muy elaborado con temática egipcia, la mitología o la religión, además del arte (lo que, sin duda, les diferencia del resto y les hace aún más especiales) como influencias, lleno de groove y capaz de derribar los muros de cualquier sala o recinto que intente contenerlo. En el caso de Sanders (al cual admiro en especial) verle en directo es un auténtico placer pero es que, independientemente de su forma de tocar en Nile, es un músico extraordinario y versátil que publicó dos discos como "Saurian Meditation" (2004) y "Saurian Exorcisms" (2009), que siempre que he podido he recomendado a todo el mundo ya que poseen el mismo influjo oriental de Nile pero completamente folclóricos y con una instrumentación tan, tan rica que son capaces de transportarte a tierras extrañas y miles y miles de años en el pasado. Por si fuera poco, Sanders -como el resto de Nile- es un tipo cercano a sus seguidores, con los pies en la tierra y trabajador, cuyo grupo ha sacado uno de los mejores discos de metal del año con "What Should Not Be Unearthed" sin despeinarse, por tanto, quizá mi sorpresa por la afluencia de gente el viernes por la noche en Madrid no debería haber sido tal teniendo en cuenta todo esto.
Cuando entré en la sala y arrancó Suffocation fue suficiente para entender la noche que me esperaba; los neoyorquinos venían con un disco bajo el brazo como "Pinnacle Of Bedlam" (2013) al que, sin embargo, no hicieron demasiado caso en un concierto que se hizo muy corto a pesar de llegar casi a la hora (tan sólo escuché "As Grace Descends" y eché de menos "Sullen Days"). Con la lógica ausencia de la bestia que es Frank Mullen (que, por desgracia, no puede dedicarse al death metal a tiempo completo si quiere mantener a su familia) y con Ricky Myers al frente; sonaron "Thrones Of Blood", Mass Obliteration", "Abomination Reborn", "Catatonia" o "Funeral Inception", con un Hobbs auténticamente frenético en los solos, Kevin Talley dejándose los brazos tras los parches y Marchais y Boyer secundándole en las labores rítmicas. Tan sólo un detalle ajeno al concierto; las botellas de la barra vibraban ante el veloz pero sólido muro de sonido que los de Nueva York formaron en Madrid. Ya han pasado veinticuatro años desde "Effigy Of The Forgotten" pero sigue sonando tan brutal como técnico, rompiendo el cuello de todos los allí presentes.
Nile comenzaban pasadas las diez de la noche y la espera se hizo eterna y sofocante hasta que se apagaron las luces y comenzó a sonar la intro. "Sacrifice Unto Sebek" de "Annihilation of the Wicked" (2005) y Sanders alternando voces con Dallas (Brad Parris les acompaña en directo al bajo) y George Kollias golpeando con contundencia la batería. Desde el primer segundo, toda la sala comenzó a hacer headbanging mientras los empujones llegaban, desde la primera fila, hasta la última. "Defiling The Gates Of Ishtar" de "Black Seeds Of Vengeance" (2000) ametrallando a todo el que se pusiese por delante y anuncian "Kafir!" de "Those Whom the Gods Detest" (2009) que sonó demoledora con esos versos "There is no god but god! There is no god but god! There is no god but god!" o su "Allah akhbar!" como un conjuro y el loco estribillo "Kafiiiiiir!" que convirtieron en un remolino la parte central de la pista. ¿Es humano Kollias? Todo apunta a que sí pero verle en directo es todo un festín para los sentidos. El uso de pregrabados para las partes vocales más étnicas es todo un acierto porque, además de sonar lo más parecido al disco, son capaces de llevar tu mente muy lejos del concierto. Sanders estuvo enorme con los solos, como durante todo el concierto; rápido y desquiciado pero preciso en todos y cada uno.
Continuaron con el disco del 2009 y "Hittite Dung Incantation" en la que parecía que el techo de la sala iba a desquebrajarse, los riffs orientales y las voces de Dallas y Sanders nos empujaban, tras los guturales, hacia los alaridos más desgarrados de la canción y la máquina en la que se había convertido Kollias nos golpeaba en el pecho con su doble bombo. Dallas anuncia "Call To Destruction" de "What Should Not Be Unearthed"; ¿queréis escucharla? ¡No os oigo! y descargaron toda la furia de la que sirviera como adelanto de su último álbum. Al margen del mensaje de la canción (que, como siempre, y a pesar de las advertencias, fue completamente malinterpretado por muchísima gente en la red) el trabajo en las guitarras es soberbio; escucharlas es sentir que encajan, como si fuese un puzle. La voz de Sanders resuena cavernosa por toda la sala, como si un dios arcano se hubiese despertado de su sueño eterno y se apoya en las voces más "melódicas" (siempre entre comillas en el brutal death) de Toler-Wade. ¿Y el solo? Sencillamente incendiario.
"The Blessed Dead" de "In Their Darkened Shrines"(2002) fue celebrada por todos con gritos y aplausos cuando fue presentada y se abrió majestuosa a golpe de plato por Kollias y, casi sin descanso, "Ithypallic" bajó las revoluciones a un tempo más lento pero igual de pesado y contundente con las dos guitarras (ambas Dean) sonando gruesas, más cercanas al groove que al death. "Evil to Cast Out Evil" o la onírica "Sarcophagus" (también de "In Their Darkened Shrines") nos llevaban de la mano de Sethu (álbum del que, por cierto, tan sólo interpretaron "The Inevitable Degradation Of Flesh") en la recta final de un concierto -que, como en el caso de Suffocation- se hizo corto, para acabar con la atronadora y machacona "Black Seeds of Vengeance".
Sanders, Toler-Wade y Kollias deben ser aquellos a los que los dioses tanto detestan porque sólo así se puede entender que siendo una auténtica apisonadora en directo no gocen del reconocimiento que se merecen pero mejor para nosotros, para los que estuvimos el viernes en su concierto y creímos que el suelo se abría bajo nuestros pies.
Continuaron con el disco del 2009 y "Hittite Dung Incantation" en la que parecía que el techo de la sala iba a desquebrajarse, los riffs orientales y las voces de Dallas y Sanders nos empujaban, tras los guturales, hacia los alaridos más desgarrados de la canción y la máquina en la que se había convertido Kollias nos golpeaba en el pecho con su doble bombo. Dallas anuncia "Call To Destruction" de "What Should Not Be Unearthed"; ¿queréis escucharla? ¡No os oigo! y descargaron toda la furia de la que sirviera como adelanto de su último álbum. Al margen del mensaje de la canción (que, como siempre, y a pesar de las advertencias, fue completamente malinterpretado por muchísima gente en la red) el trabajo en las guitarras es soberbio; escucharlas es sentir que encajan, como si fuese un puzle. La voz de Sanders resuena cavernosa por toda la sala, como si un dios arcano se hubiese despertado de su sueño eterno y se apoya en las voces más "melódicas" (siempre entre comillas en el brutal death) de Toler-Wade. ¿Y el solo? Sencillamente incendiario.
"The Blessed Dead" de "In Their Darkened Shrines"(2002) fue celebrada por todos con gritos y aplausos cuando fue presentada y se abrió majestuosa a golpe de plato por Kollias y, casi sin descanso, "Ithypallic" bajó las revoluciones a un tempo más lento pero igual de pesado y contundente con las dos guitarras (ambas Dean) sonando gruesas, más cercanas al groove que al death. "Evil to Cast Out Evil" o la onírica "Sarcophagus" (también de "In Their Darkened Shrines") nos llevaban de la mano de Sethu (álbum del que, por cierto, tan sólo interpretaron "The Inevitable Degradation Of Flesh") en la recta final de un concierto -que, como en el caso de Suffocation- se hizo corto, para acabar con la atronadora y machacona "Black Seeds of Vengeance".
Sanders, Toler-Wade y Kollias deben ser aquellos a los que los dioses tanto detestan porque sólo así se puede entender que siendo una auténtica apisonadora en directo no gocen del reconocimiento que se merecen pero mejor para nosotros, para los que estuvimos el viernes en su concierto y creímos que el suelo se abría bajo nuestros pies.
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