Siempre que Satriani publica un nuevo álbum parece que se establezca el clásico debate sobre su relevancia en cuanto a su todavía capacidad para llevar el instrumento a nuevos terrenos; como si Satch tuviese que innovar constantemente y demostrar lo que ya hizo con discos como "Surfing With The Alien" (1987), "Flying In A Bue Dream" (1989) o "The Extremist" (1992) y en esta discusión nos olvidamos de que, aparte de un gran músico provisto con un don y miles de horas de duro trabajo a sus espaldas, nos encontramos ante un compositor excepcional que, si bien nunca volverá revolucionar el mundo de la guitarra como lo hizo, es completamente incapaz de producir un mal disco y dejar de estar de actualidad. "Shockwave Supernova" es claramente superior a "Unstoppable Momentum" (2013) y está a la altura de "Crystal Planet" (1998) siendo su mejor disco en años y digo esto insistiendo en que Satriani es incapaz de facturar un disco mediocre en ningún sentido. ¿Qué es lo que hace diferente a "Shockwave Supernova" de los anteriores, por qué es quizá su mayor esfuerzo en años o, mucho mejor, por qué éste nos convence aún más que sus últimas aventuras?
Vuelve a los controles John Cuniberti, quien no estaba en la producción desde "Professor Satchafunkilus and the Musterion of Rock" (2008) y produjo los míticos discos de "Surfing with the Alien" (1987) y "Flying in a Blue Dream" (1989). En "Shockwave Supernova", Satch se acompaña de Mike Keneally a los teclados y rítmicas, el monstruo tras los parches de The Aristocrats; Marco Minnemann que compartirá labores con, nada más y nada menos, Vinnie Colaiuta y a los bajos Bryan Beller y Chris Chaney y, por último, para este disco, Satriani decía haber creado una historia y un personaje cuyas canciones sirven como hilo conductor, rescatando piezas que había compuesto hace tiempo y quizá de ahí provenga ese sabor a discos como "Surfing with the Alien" y, en especial, a "Flying in a Blue Dream" (1989).
No es difícil sentir la primera de las canciones; "Shockwave Supernova" como una bienvenida repleta de dinamismo con una ejecución perfecta y grandes dosis de misterio. Suena diferente, actual y vibrante; como una supernova, pero también cinemática; nos cuenta una historia. Lógicamente, los discos de Satriani son instrumentales pero eso no quita para que éste haga hablar a sus Ibanez y seamos testigos de toda una aventura espacial. Ecos de "Flying in a Blue Dream" sonarán en "Lost in a Memory", construída sobre preciosos riffs (como la juguetona y divertida "Crazy Joey", con esencia de "Super Colossal") sonando inmensos y articulando un diálogo mágico con su guitarra. En "Crazy Joey", no solo Satch está enorme sino Colaiuta en la batería y Chaney con un ritmo lento lleno de groove que, a veces nos sonará ligeramente funk e incluso reggae, mientras Joe se lo pasa en grande y nos sorprende con esos hammer-ons espectaculares. Un poco de toque bluesy en "In My Pocket" con él mismo tocando la armónica y un aderezo funky delicioso, ligero y libre.
"On Peregrine Wings" fue uno de los adelantos y, personalmente, es de esas que no me canso de escuchar con su toque exótico; quizá por el modo dorio o por Minnemann y Beller, quizá por nada y todo pero "On Peregrine Wings" me recuerda, de nuevo a "Flying in a blue dream" y me gusta su in crescendo y cómo Satriani nos hace llegar al clímax de una manera tan natural y sin estridencias, dentro de la propia dinámica de la canción. "Cataclysmic" ahonda de nuevo en ese sentimiento oriental y podría haber formado parte de cualquiera de sus primeros discos, en ella se combinan una atmósfera densa y un pesadísimo riff sobre el que él construye sus solos y nos guía a través de la canción de una manera ágil y, para equilibrar tanta densidad, nos vamos a un blues con aroma progresivo; suave, fácil y disfrutable como es "San Francisco Blue". "Keep on Movin'" se articula en torno a un cristalino teclado y me sorprende encontrarme de nuevo a Colaiuta y Chaney; parece como si Joe les hubiese reservado al material más mestizo, más jazzy/bluesy y con raíces como "Crazy Joey" mientras que para los más exóticos y espaciales hubiese reservado a Minnemann y Beller, "Keep on Movin'" no es tan arriesgada pero es una de las grandes de "Shockwave Supernova, no sólo por su interpretación sino por su sabor.
Pero mi teoría sobre el cariz de los temas se va al traste cuando en "All of My Life" nos encontramos a Minnemann siendo secundado por una percusión latina a cargo de Tony Menjivar en la canción más pasional de todo el álbum. "A Phase I'm Going Through" es una canción menor dentro de "Shockwave Supernova" y su rítmica nos recuerda inevitablemente a "On Peregrine Wings" aunque el discurso de la principal sea totalmente diferente. El sabor a Chickenfoot llega con "Scarborough Stomp" en la que Satriani parece reemplazar el clásico fraseo de Sammy con su propia guitarra y Colaiuta con un compás más cercano al soul que al rock mientras "Butterfly and Zebra" es imposible no caer en la comparación con "Whispering A Prayer" de Steve Vai pero en donde aquel alcanza aquellos orgasmos místicos con su guitarra algo forzados, Satriani la convierte en una canción de cuna; más moderada y menos histriónica que la de Vai, claro.
"If There Is No Heaven" perdemos algo de vuelo con un sonido muy, muy clásico que, una vez más, nos lleva de la mano a sus trabajos de los ochenta mientras que "Stars Race Across the Sky" es uno de los punto álgidos de la segunda mitad con su influjo plenamente jazzy, su ambiente a jam nocturna y sus teclados. "Goodbye Supernova" es un esfuerzo de Satriani por despedir el disco de manera diferente, esmerándose en encontrar nuevas texturas gracias a los arreglos -aunque sean enlatados- y un tempo calmado y profundo, ideal para que pueda explayarse mientras los sintetizadores cargan las emociones.
"Shockwave Supernova" tiene la virtud de que alberga un regusto dulzón a la época más clásica de Satch y podrá gustar a sus fanáticos, a los amantes de los discos instrumentales perpetrados por virtuosos y a ese público más profano -pero que es el más amplio- que disfruta de la buena música sin más complicaciones y aquí podrá hacerlo gracias a unas canciones que entran con facilidad sin necesidad de entender. Un disco en el que quizá el único error es su duración (y es que quince canciones sigue pareciéndome algo excesivo para un simple LP) y en el que estaríamos equivocados si dijésemos que ha vuelto el mejor Satriani porque nunca se ha ido; siempre ha sido y es tan grande como el título de este álbum.
© 2015 Jim Tonic