SETLIST: Dragonaut/ Metal Gods/ Devil's Child/ Victim of Changes/ Halls of Valhalla/ Turbo Lover/ Redeemer of Souls/ Beyond the Realms of Death/ Jawbreaker/ Breaking the Law/ Hell Bent for Leather/ Electric Eye/ You've Got Another Thing Comin'/ Painkiller/ Living After Midnight/
Cuando asistes a festivales fuera de España y eres testigo de cómo algunos artistas piden respeto para Judas Priest es cuando te das cuenta de que lo tuyo no son sólo sensaciones sino que es una realidad. En este momento absurdo del anti-periodismo y las críticas de la, ya obsoleta, nueva era digital en la que cualquiera escribe atrincherado desde la seguridad de su dormitorio, sentando cátedra y todos los conciertos son estupendos, geniales, magistrales o el tan manido y sobado adjetivo "brutal" (ante la tremenda carencia de vocabulario) sabes, sin ningún género de duda, que ni todos los directos son tan apabullantes como se relatan, ni todos los discos y giras de nuestras bandas y solitas favoritos son su cima artística por mucho que nos duela o nos quieran vender lo contrario. Le tengo cariño a Judas Priest pero ni todo el entusiasmo del mundo es capaz de cegarme; es un grupo en total y absoluta decadencia que vivió una década y media de brillantez (con algún que otro altibajo) y una madurez prematura para vivir una vejez que se está alargando demasiado y en la que, cualquier día, esperamos su deceso artístico ya que no favorece en absoluto a su leyenda. Su último gran disco fue "Painkiller", publicado en 1990, y de eso hace ya quince años, entre medias; dimes y diretes, la salida del armario y del grupo de Halford, el toque de fondo más bajo con el simpático "Ripper" Owens y el mutis por el foro de Downing, aún sin aclarar. Entre medias, una colección de discos abominables entre los cuales se pueden salvar algunas pocas canciones que, claro, no han aguantado los envites de los años frente a tanto clásico o, como mucho, el retorno con Halford y aquel "Angel Of Retribution" (2005) que, a tenor de lo que nos esperaba, debería haber sido el canto del cisne de los de Birmingham porque "Redeemer Of Souls" (2014) es igual de deplorable y poco inspirado que "Nostradamus" (2008) aunque, todo hay que decirlo, menos soporífero y con menos aires de grandeza. Pero, en definitiva, tenemos a Judas Priest afrontando sus últimos años, sin Downing y con el insoportable de Richie Faulkner paseando el cadáver del grupo, presentando un disco auténticamente indigno. Quiero a Judas pero eso no me ciega; no me hace ver lo blanco como negro y escribir que están en un gran momento porque os estaría mintiendo, no sería verdad.
Denominar auditorio al de Miguel Ríos en Rivas es ser demasiado generoso y debería estar penado, puede que el recinto sea fantástico para contemplar puestas de sol o freír un huevo en sus vigas desnudas pero nada más. Es un auténtico horror acústico, acondicionado de manera espartana en el que se pueden celebrar conciertos con el mismo derecho o intención que un mercadillo medieval o un espectáculo de lucha grecorromana, seguramente acabe siendo derrumbado, reemplazado por un multiusos -en el caso de haber dinero- o caiga en desuso como muchas otras instalaciones de la capital por alguna excusa estructural, logística o interés político pero es un crimen asistir a un concierto de rock; pagar la entrada y pensar que, en el supuesto y remoto caso de que se venda todo el aforo -y al margen de la pista- cada uno de los asistentes escuche lo que ocurre en el escenario con un mínimo de calidad. Pero, claro, allí éramos cuatro gatos, a tan sólo un tercio de su capacidad; los graderíos superiores cerrados, los medios totalmente vacíos excepto los asientos de aquellos que se situaron en el centro y la pista medio vacía. Es lo que ocurre cuando celebras un concierto de un grupo en el estado de Judas Priest en un recinto muy por encima de su poder actual de convocatoria, a finales de julio en un Madrid de vacaciones y a un precio exorbitante, auténticamente excesivo (sesenta euros) para el maltratado bolsillo del español medio, convirtiéndose un concierto así en un lujo para los chavales que son el verdadero público objetivo y futuro de este tipo de eventos. Para colmo, Sebastian Bach se cae del cartel y es sustituido por Krokus pero da igual; ni el entusiasta y entrañable ex-cantante de Skid Row, ni los suizos están tampoco en su mejor momento, tan sólo Helloween podrían salvar el tipo tirando de los Keepers como así ocurrió.
Tras media docena de conciertos de Judas Priest desde la reunión con Halford me encuentro a la espera de que salgan una vez más al escenario, a tan sólo cuarto de hora de su actuación, dos monovolúmenes blancos con las lunas tintadas entran a toda velocidad en el recinto y cinco minutos más tarde de la hora, cae la lona de Judas -por fin, deja de sonar el "Back In Black" de AC/DC- y suena "War Pigs" de Sabbath. Nunca, nunca he entendido que la utilicen como apertura y menos cuando, en esta ocasión, pasan unos minutos desde que la cortan hasta que cae el famoso telón del grupo. En el escenario vemos a Travis, Hill, Tipton y Faulkner pero no a Halford aunque suena su voz, ¿dónde se ha metido Rob? Aparece con un bastón, paseando hasta la zona frontal del escenario, la primera en caer es "Dragonaut" de "Redeemer Of Souls", es lógico ya que es su gira pero como canción es infumable. Precisamente de su último disco, y aunque sea la presentación de éste, tan sólo interpretarán tres canciones lo cual refleja la aceptación entre el público y el propio grupo pero es que incluir más temas de éste álbum o cualquiera de los, por ejemplo, cuatro anteriores sería meterse un gol en propia puerta, sabotear su propio concierto. Halford, gracias a los cielos, está en mucho mejor forma que en pasadas giras (se le ve mucho más ágil y con más vitalidad. También es verdad que aquellos horribles y larguísimos abrigos de cuero llenos de tachuelas parecía que le restaban movilidad y le hacían parecer más mayor, además de más torpe al subir las escaleras), su voz todavía resuena con fuerza y su garganta sigue siendo prodigiosa cuando sube de tono. Ian Hill cumple con crece y por Travis no pasan los años, todo lo contrario de Tipton al que se le ve infinitamente más apagado.
Por suerte, tras la nadería de "Dragonaut" llega el primer clásico que es, nada más y nada menos, que "Metal Gods", las guitarras parecen arrancarse con toda la fuerza que se echaba en falta en la anterior y el bajo de Hill trota sobre los baquetazos de Travis, Tipton se sitúa en tercer plano y es Faulkner el que no parará de elevar su Gibson Flying V por los cielos y posar bajo los focos. Veréis, no tengo nada en contra de Richie, es tan sólo que no soporto su presencia en el escenario, sus posturas y todo el protagonismo que parece requerir. Entiendo que para él fue un sueño entrar en Judas Priest pero para mí verle agitar su melena, arrodillarse, gritar a los cielos y aporrear su guitarra como si jugase en un videojuego no significa absolutamente nada. Además, como guitarrista es una atrocidad; posee rapidez pero no transmite nada, cualquier solo o riff de Tipton está lleno de sabor y buen gusto, los de Faulkner son tan solo pirotecnia sin sentido y fácilmente olvidables.
El mítico riff que abre "Devil's Child" y la rasgada voz de Halford nos hacen entrar aún más en calor como la magnífica "Victims Of Change" en la que se luce Tipton y nos transporta en el tiempo pero, claro, su último disco vuelve a la carga rompiendo el clímax con la informe "Halls of Valhalla" y la homónima y tediosa "Redeemer Of Souls" no sin antes hacer una parada en el criticado "Turbo" (1986) y, con todo el escenario teñido por luces rosas y Halford enfundado en una gabardina plateada, cantar "Turbo Lover" con inusitada energía. Las tres canciones de su último disco eran un sarampión que teníamos que pasar y, a partir de ese momento, llega el momento más dulce para todos los fans; una sucesión de clásicos que sí dan buena cuenta de lo que fueron Judas Priest. "Beyond the Realms of Death" de "Stained Class" (1978) es todo un atrevimiento en directo con sus casi siete minutos y en ella es Tipton de nuevo el que nos deja sin respiración gracias a su precioso y sentido solo, espectacular. El directo a la mandíbula que es "Jawbreaker" (y nunca mejor dicho) irrumpe con violencia gracias a su cortante riff lleno de mala leche y urgencia por estallar con la batería de Travis y, casi sin respiro, abordan "Breaking The Law". Amo esta canción pero Judas debería plantearse retirarla y guardarla en el cajón si lo que desea -como hemos sido testigos durante las últimas dos décadas- es convertirla en un karaoke mientras el pública canta, más mal que bien (algo totalmente inconcebible), su estribillo.
"Hell Bent For Leather" con imágenes de la película "Easy Raider" del 69 exuda todavía la misma actitud con mayúsculas que en "Killing Machine" (78), la famosa moto sale a escena y la pista se convierte en un azulado mar lleno de smartphones y flashes que quieren inmortalizar el momento. Tras "Electric Eye", otro clásico que quizá deberían -y sólo quizá- pensar en retirar de sus directos tras años de desgaste, llega el turno de "You've Got Another Thing Comin'" que sí suena como debería con una base rítmica poderosa y Halford bordándola. ¿Queréis más? -pregunta Travis sonriendo y el público responde y repite más de una vez; "Painkiller!" y la famosa intro del batería estalla y nos lleva en el tiempo a aquella primera vez en que siendo adolescentes vimos ese videoclip y supimos que estábamos ante algo realmente grande, enorme. Halford sufre con su elevado tono pero defiende con dignidad una canción que es tan inmortal como aplastante por muchos años que pasen y el concierto acaba, como no podía ser de otra forma, de manera previsible con la consabida "Living After Midnight" siendo coreada por todos.
Un concierto correcto, sin grandes excesos o alardes con Halford desapareciendo constantemente del escenario entre canción y canción y, muchas veces, entre estrofas. Tipton castigado por el tiempo pero soberbio en sus intervenciones, Hill en la zona gris, Travis sudando de lo lindo y Faulkner luciéndose como un pavo real. ¿Volveré a ver a Judas Priest en directo? Por supuesto pero parafraseando a Groucho; "He tenido una noche absolutamente maravillosa pero no ha sido ésta"
© 2015 Jim Tonic