Me resulta especialmente difícil reseñar y evaluar este disco por muchos motivos; el primero, por el cariño que le tengo a David Coverdale. El segundo, por el legado que aquí éste revisa; una etapa de oro para Deep Purple, del 73 al 76, la famosa Mark III con Coverdale, Blackmore, Lord, Hughes y Paice al frente, nada más y nada menos, grabando tres discos inmortales como son; "Burn" (1974), "Stormbringer" (1974) y "Come Taste The Band" (1975). Y por último, el lógico debate que esto plantea entre los seguidores que critican el sonido del disco y la voz de nuestro protagonista. Por partes; David Coverdale no tiene que pedirle permiso a nadie (y menos aún a los seguidores de Purple, Whitesnake o del rock en general; esos que se creen adalides de un patrimonio que no les pertenece) para grabar un disco así. Las canciones son suyas, no está robando a nadie, tanto él como Blackmore, Lord, Hughes o Paice están o, por desgracia, estarían en su derecho de tocarlas o no, son parte de su historia y cualquiera que le haya seguido durante los últimos veinte años habrá escuchado en directo muchas de las aquí incluídas, no hay por qué rasgarse las vestiduras, es más; siempre le hemos agradecido el poder escuchar de su garganta clásicos como "Burn" o "Mistreated" cuando hemos asistido a un concierto de Whitesnake.
Esos que dicen que Coverdale ha grabado "The Purple Album" por dinero se olvidan de que éste no lo necesita; Coverdale es un ganador que ya no tiene nada que demostrar a nadie, un auténtico titán que pasará a la historia del rock con mayúsculas y ha sabido reinventarse -con mayor o menor fortuna, todo hay que decirlo- a lo largo de los años. Y es que soy de los que piensan que la carrera de Whitesnake, desde su celebérrimo "Whitesnake" (1987) pese a que a muchos les incomode, pocos bajones ha experimentado. "Slip Of The Tongue" era entretenido a pesar de que pueda ser concebido como un disco fallido en su concepto y digo que me parece entretenido porque, ¿quién no disfrutó con la guitarra de Steve Vai y los clásicos de la serpiente blanca? Obviamente, aquello no era el sonido que esperábamos de Whitesnake pero no estaba nada mal como divertimento y la alianza Vai/Coverdale era sumamente atractiva aunque durase poco, estoy seguro de que podría habernos dado muchas más alegrías en estudio. El parón más largo vino tras aquel "Slip Of The Tongue" con el auge y caída del grunge en el cual un dinosaurio ochentero y del "hair metal" de 1987 no tenía cabida pero Coverdale fue inteligente y dejó hibernar a la serpiente albina hasta finales de los noventa con aquel "Restless Heart" del 97 que debería haber sido un disco en solitario suyo y, por el camino, más en concreto 1993, publicaba junto a Jimmy Page aquel "Coverdale And Page" que, obviamente, no funcionó. Pero en 2008 se produjo el milagro; "Good To Be Bad", un disco potente y digno, muy digno (aunque muchos seguidores clamasen por aquel sonido inglés perdido de sus principios, nunca llueve a gustos de todos) y, tres años más tarde; "Forevermore" (2011) otra buena muestra del buen estado de salud de Whitesnake en estudio. Las críticas se encaminaron al directo, aquellos fundamentalistas que criticarán a Coverdale haga lo que haga y aseguraban que había perdido voz. Obviamente, la voz de Coverdale ha envejecido y se ha vuelto más grave, no aguanta una agenda de conciertos tan extenuante como a la que se somete y, a veces, acusaba ronquera en directo, Coverdale se cuida y no creo haber asistido nunca a un concierto de Whitesnake en el que me sintiera decepcionado, siempre me ha parecido que mantiene un nivel alto.
Y digo todo esto porque hace unos días era el propio Coverdale el que estallaba y se defendía de todas estas acusaciones, supongo que harto de aquellos que le critican sin piedad haga lo que haga. Seamos inteligentes, situemos este disco en el contexto que merece y así quizá lo disfrutemos. Con "The Purple Album", Coverdale no pretende llenar sus arcas, expoliar el legado de Purple o hacernos olvidar aquellos tres míticos discos. Tan sólo rinde homenaje a una época que vivió y vuelve a interpretar sus canciones con respeto. Lo que no puedo creerme son las críticas de esos aficionados que nunca han visto a Whitesnake o Deep Purple en directo, que no conocen su discografía, que no saben quién es Glenn Hughes sino es por Black Country Communion, que desconocen la famosa Mark III y han pasado de puntillas por "Burn", "Stormbringer" y "Come Taste The Band", no puedo tomarme en serio críticas escritas por chavales de veinte años o "haters" (odio este término pero en la era que nos ha tocado vivir no queda más remedio porque define perfectamente a ese "ser virtual" que vive únicamente para defenestrar a aquellos que contruyen) de treinta o cuarenta años que creen saber más que nadie, y a los que pertenece todo el legado del rock; desde el blues del delta a nuestros días, pasando, por supuesto, por Deep Purple y atacan ferozmente a sus ídolos, como jueces implacables, porque éstos no tienen derecho a hacer lo que les apetezca con sus carreras…
"The Purple Album" debe escucharse como un divertimento de Coverdale, un alto en el camino para secarse el sudor y mirar atrás. Producido por el propio Coverdale con Reb Beach y Michael McIntyre en los estudios Hook City de Reno, el disco suena auténticamente bien aunque alejado, por supuesto, de las coordenadas de los álbumes de Purple que homenajea. Beach a las guitarras junto Joel Hoekstra, Michael Devin al bajo, Derek Hilland a los teclados y un auténtico monstruo como es Tommy Aldridge a la batería. ¿Qué puede salir mal? En su edición sencilla, de los tres álbumes homenajeados el claramente ganador es "Burn" con seis canciones; la homónima e incendiaria "Burn" que, críticas aparte, suena como un tiro con una producción potente y Aldridge golpeando sin piedad mientras Beach lo borda. "You Fool No One" con la armónica de Devin soplando bronca y bluesy y Beach disfrutando con sus musculosos riffs, la bonita y acústica "Sail Away" (con homenaje incluido a Jon Lord en "Elegy For Jon") del binomio Blackmore/ Coverdale, la pasional y desgarradora (de sobra conocida por todos en la "serpiente blanca") "Mistreated", "Might Just Take Your Life" cuyo slide está lleno de sabor (aunque no me convenza del todo la voz distorsionada de Coverdale sonando como Tom Waits durante los primeros segundos hasta que Aldridge y todo el grupo se sumen) y "Lay Down Stay Down" para lucimiento de Beach y los violentos latigazos de Aldridge tras los parches.
El segundo álbum ganador de Purple en el disco sería "Stormbringer" con cinco canciones; "The Gypsy" cuyas guitarras dobladas y corales están muy logrados, logrando realmente emocionarnos. La rápida "Lady Double Dealer" con Coverdale forzando su garganta, esforzándose y llegando a notas realmente altas mientras Beach prende, literalmente, fuego a su guitarra. La bonita y emotiva "Holy Man" (grande la alianza de Hughes y Coverdale en aquellos años) que despega con un slide más cercano a Harrison que a Purple. La inevitable "Soldier Of Fortune" (de la que se encuentra otra mezcla en el disco que, personalmente, prefiero por lo que la voz de Dave transmite con un acompañamiento mínimo) que siempre, siempre sonará bien en su garganta y, por supuesto, "Stormbringer" que cae como una losa con un wah violento. De "Come Taste The Band" únicamente dos; "Love Child" y "You Keep On Moving" (aunque en la edición especial se incluyan también "Lady Luck" y "Coming Home"). La primera, "zeppeliniana" y dura, con unos arreglos estupendos mientras que "You Keep On Moving" y su comienzo etéreo pronto se endurece y adquiere cuerpo sonando por Purple (aunque sí, inevitablemente, echemos de menos a Lord).
¿Suenan estas canciones como las originales? Por supuesto que no. ¿Suenan mejor o peor? No creo que ese sea el debate ni la intención del propio Coverdale. ¿Echo de menos la mística unión de Coverdale, Blackmore, Lord, Hughes y Paice? Por supuesto que sí pero tampoco me siento mal disfrutando las versiones de Coverdale cuarenta años después porque amo a Purple y a Whitesnake y no lo veo como una infidelidad ante la que tenga que elegir sino como una celebración que es lo que es; ni más ni menos.
© 2015 Jim Tonic