Si te digo que "The Desired Effect" es el mejor disco de Brandon Flowers desde "Sam's Town" de The Killers pensarás que estoy exagerando porque seguramente hayas escuchado cualquiera de sus canciones y, si no eres muy fan de Flowers, hayas salido en retirada, asustado/a por su sonido. Pero es cierto; es su mejor álbum desde hace casi una década lo que lo que, desde luego, no deja en buen lugar a "Day & Age" (2008) y, menos aún, a "Battle Born" (2012) ahora que hasta el mismo Flowers reniega de él y promete un nuevo disco del grupo para resarcirse. "Flamingo" (2010) no era, en absoluto, un mal paso, sus canciones me gustan y la producción también (aunque sea incapaz de detectar el efecto Lanois que tanto me gusta) y aunque mucha gente lo tachase de plano lo cierto es que cualquiera de sus canciones podrían haber pertenecido a cualquier disco de The Killers o, por lo menos, sus caras B pero en "The Desired Effect" hay mejores canciones, más sólidas (otra cosa es que te guste su estética; desde la portada hasta la producción todo es ochentero, suena a "FM de coche" y su portada es puro arte de cassette. Y es que si "Flamingo" era un hiato del grupo y una condena para Flowers que tenía canciones escritas pero no un grupo con el que grabarlas porque el suyo estaba exhausto tras girar y girar, "The Desired Effect" posee una naturaleza diferente y posiblemente podríamos hablar de él como su debut porque está escrito y parido como una unidad y no como una forzosa escapada. Si eres de aquellos que disfrutaban de los Killers más directos, más guitarreros, más espídicos e instantáneos, olvídate de este álbum porque aquí suena por Visage, Camouflage, Level 42, Baltimora e incluso a The Communards, obviamente todo tamizado bajo la producción de un disco en nuestra década y evitando el horterismo y la hombrera de la de aquella. Pero, claro, ¿qué le voy a contar a alguien que conozca a Flowers si éste ya apuntaba maneras versionando en directo a Alphaville? (por cierto, qué gran banda y qué injustamente tratada en el tiempo). Por tanto, lo nuevo de Flowers gustará a los más fanáticos y a aquellos que disfrutamos sin complejos el sonido de aquellos años porque crecimos irremediablemente con aquello como banda sonora y rechinará a todos los seguidores de la primera etapa de The Killers pero, si me apuran, es que "The Desired Effect" es, "compositivamente hablando", casi lo mejor desde "Hot Fuss" (2004).
Con la ayuda de Ariel Rechtshaid (quien atesora en su currículum a artistas del indie más indie como a estrellas del mainstream como Madona, Usher o Justin Timberlake) y grabado en los propios estudios de Flowers, Battle Born Studios. "The Desired Effect"suena tan exuberante como vitalista su apertura con "Dreams Come True", entre grandilocuentes metales enlatados para que Flowers saque desde la primera canción toda su imagineria religiosa recurrente en sus letras; "A natural believer I don't carry any bones. If you see things a little different I'm not casting any stones, you're taking it for granted I've got the right to speak my mind. I'll overcome the dark just like the dead, the lame, the Leper and the blind like Lazarus or the mother of Peter's wife" pero no pasa nada, la religión y sus imágenes siempre han tenido a la música como poderoso vehículo y el élan vital de Flowers siempre ha sido la religión, esa que le ha hecho compaginar su vida privada con la de una estrella rock. La canción funciona y bien, muy bien, con su reverberación en la voz, su comienzo vibrante, sus coros y todo el exceso del que se ha querido servir como "Can't Deny My Love" es un single perfecto con el que viajamos en el tiempo a excepción de un par de compases que delatan la rabiosa actualidad de sus sintetizadores, por mucho que Rechtshaid y Alan Moulder los hayan coloreado. "I Can Change" es bonita y cumple "el correcto lugar de la tercera posición en un disco" con una subida de intensidad con Jimmy Sommerville aullando, suena a The Communards y por eso gusta, además del mensaje optimista de Flowers.
Con la ayuda de Ariel Rechtshaid (quien atesora en su currículum a artistas del indie más indie como a estrellas del mainstream como Madona, Usher o Justin Timberlake) y grabado en los propios estudios de Flowers, Battle Born Studios. "The Desired Effect"suena tan exuberante como vitalista su apertura con "Dreams Come True", entre grandilocuentes metales enlatados para que Flowers saque desde la primera canción toda su imagineria religiosa recurrente en sus letras; "A natural believer I don't carry any bones. If you see things a little different I'm not casting any stones, you're taking it for granted I've got the right to speak my mind. I'll overcome the dark just like the dead, the lame, the Leper and the blind like Lazarus or the mother of Peter's wife" pero no pasa nada, la religión y sus imágenes siempre han tenido a la música como poderoso vehículo y el élan vital de Flowers siempre ha sido la religión, esa que le ha hecho compaginar su vida privada con la de una estrella rock. La canción funciona y bien, muy bien, con su reverberación en la voz, su comienzo vibrante, sus coros y todo el exceso del que se ha querido servir como "Can't Deny My Love" es un single perfecto con el que viajamos en el tiempo a excepción de un par de compases que delatan la rabiosa actualidad de sus sintetizadores, por mucho que Rechtshaid y Alan Moulder los hayan coloreado. "I Can Change" es bonita y cumple "el correcto lugar de la tercera posición en un disco" con una subida de intensidad con Jimmy Sommerville aullando, suena a The Communards y por eso gusta, además del mensaje optimista de Flowers.
"Still Want You" es divertida y no hay que buscarle más, el estribillo es genial y aunque pueda no resultar del todo ese curioso "hijo bastardo que es el soul blanco de onda media de los ochenta", tiene un puente a la altura. "Between Me And You" cierra la primera mitad de manera calmada y mucho más elegante, quizá una de las mejores aunque resulte menos atrevida que el tono general de todo el álbum. Y es que "The Desired Effect" me gusta en especial porque es un disco estupendamente equilibrado que no decae en ningún momento y así se abre la segunda mitad con "Lonely Town" en la que lo único que me sobra es el maldito autotune que no creo que Flowers necesite en absoluto como tampoco la canción, que es una maravilla en sí misma. "Diggin' Up The Heart" podría haber sido firmada por The Killers pero las guitarras son claras herederas del rock n' roll más clasico a pesar del envoltorio. "Never Get You Right" no termina nunca de arrancar y podría ser la menos agraciada del conjunto por ello, porque nunca alcanza un clímax y, de haber sido concebida así, debería ser capaz de mantener el interés o la emoción durante sus más de tres minutos pero para ello ya está "Untangled Love", una auténtica maravilla pop con toda la épica que le falta a los últimos discos de The Killers y demuestra una prematura madurez de Flowers en solitario como la sintética y de comienzo minimalista, "The Way It's Always Been" que, paradójicamente, es la única de todo el disco que produce a solas el propio Flowers.
"The Desired Effect" es valiente, tan valiente que dividirá a su audiencia, que confirma a Brandon Flowers como un buen compositor de pop y que hará que otros muchos suspiren por la vuelta de The Killers pero seamos sinceros; Brandon Flowers está vivo y muchos de los que les descubrimos en "Hot Fuss" ya no (la mayoría de aquellos chavales han crecido y quizá no con tanta gracia como el cantante de The Killers), un disco que de tan fresco asusta pero, aún así, no resulta ni lo mejor de lo que podría haber sido ni se confirma como el espaldarazo definitivo a su carrera en solitario, es un buen disco con estupendas ideas pero no es todavía el gran disco de Flowers.
© 2015 Conde Draco