SETLIST: All Through the City (Dr. Feelgood)/ If You Want Me, You've Got Me/ The More I Give (Dr. Feelgood)/ Dr. Dupree/ Going Back Home (Dr. Feelgood)/ Roxette (Dr. Feelgood)/ Sneakin' Suspicion (Dr. Feelgood)/ Keep on Loving You/ When I'm Gone/ Wooly Bully (Sam the Sham the Pharaos)/ Everybody's Carrying a Gun/ Back in the Night (Dr. Feelgood)/ She Does It Right (Dr. Feelgood)/ Johnny B. Goode (Chuck Berry)/
Cuando anoche sonó "Going Back Home" como una apisonadora y Wilko cantó; "I wanna live the way I like" no pude evitar pensar en la actitud que derrochó cuando hace dos años se enteró de que tenía cáncer de páncreas. Al igual que otros grandes como Warren Zevon o Joey Ramone, Wilko organizó una gira de despedida que le tendría ocupado hasta que su tumor se lo llevase de este mundo pero sobre un escenario con las botas puestas y así, como dice la canción; "vivir como él quiere". Wilko eligió vivir y disfrutar del poco tiempo que le quedaba y no sólo giró sino que publicó un maravilloso disco, precisamente "Going Back Home", con Roger Daltrey, vocalista de The Who. Por eso, cuando el médico llamó a Wilko por teléfono y le dijo que el tumor inexplicablemente no había crecido y quizá con una difícil operación de más de diez horas podrías recuperarse, seguramente fue el propio Wilko el que se extrañó cuando ya se daba por desahuciado de este mundo, como Raymond Carver; ahora se encontraba con la propina que la vida le daba. Por suerte para nosotros, todo salió bien, sobrevivió y continúa girando, acompañado del bajista indio Norman Watt-Roy y el batería Dylan Howe.
Produce cierta lástima el poco apoyo mediático, la escasísima promoción de la visita de un grande, de un artista que, aunque siempre haya sido de culto para una selecta minoría, se merece mucho más. Pero es el auténtico signo de los tiempos que nos toca vivir y de nada sirve lamentarse. No deja de resultar irritante que siempre que se hable de crisis en la industria musical, siempre que se menciona la promoción de conciertos, la oferta cultural de nuestro país, siempre se acuda a viejos tópicos como el IVA o la piratería y nadie profundice un poco más. La mayoría de los que estuvimos ayer viendo a Wilko lo hicimos de una manera activa, ninguna radio, ninguna televisión nos informó o bombardeó sobre su visita a nuestro país. Caso similar fue el de Mick Taylor, ex-guitarrista de los Rolling Stones, cuando hace unos años pasó por nuestro país y fue incapaz de llenar una sala pequeña en pleno centro de la ciudad para luego ser recibido por un mar de aplausos cuando tocó con los Stones en el estadio Santiago Bernabéu pero es que, claro, una vez más el artista no recibió promoción alguna y no me refiero de los medios sino de su propia promotora, que parecía más preocupada en anunciar la cerveza que patrocinaba el ciclo de conciertos que de otra cosa.
Por suerte, algunos afortunados estábamos allí para darle la bienvenida a Wilko como se merecía. La sala But de Madrid es un horror, un feísimo búnker con una acústica deficiente, una laberíntica discoteca reconvertida en sala de conciertos y cuyo acceso es como el descenso a los infiernos, una porquería. La media de edad del público era de cincuenta para arriba, claro que había treintañeros pero allí lo que mandaban eran las canas y lo agradecí porque acostumbrado a asistir a conciertos en los que todavía el público está por destetar, estar rodeado de gente respetuosa que aplaude y canta desde la pasión pero con educación y sin meter la pata resulta reconfortante.
Cuando anoche sonó "Going Back Home" como una apisonadora y Wilko cantó; "I wanna live the way I like" no pude evitar pensar en la actitud que derrochó cuando hace dos años se enteró de que tenía cáncer de páncreas. Al igual que otros grandes como Warren Zevon o Joey Ramone, Wilko organizó una gira de despedida que le tendría ocupado hasta que su tumor se lo llevase de este mundo pero sobre un escenario con las botas puestas y así, como dice la canción; "vivir como él quiere". Wilko eligió vivir y disfrutar del poco tiempo que le quedaba y no sólo giró sino que publicó un maravilloso disco, precisamente "Going Back Home", con Roger Daltrey, vocalista de The Who. Por eso, cuando el médico llamó a Wilko por teléfono y le dijo que el tumor inexplicablemente no había crecido y quizá con una difícil operación de más de diez horas podrías recuperarse, seguramente fue el propio Wilko el que se extrañó cuando ya se daba por desahuciado de este mundo, como Raymond Carver; ahora se encontraba con la propina que la vida le daba. Por suerte para nosotros, todo salió bien, sobrevivió y continúa girando, acompañado del bajista indio Norman Watt-Roy y el batería Dylan Howe.
Produce cierta lástima el poco apoyo mediático, la escasísima promoción de la visita de un grande, de un artista que, aunque siempre haya sido de culto para una selecta minoría, se merece mucho más. Pero es el auténtico signo de los tiempos que nos toca vivir y de nada sirve lamentarse. No deja de resultar irritante que siempre que se hable de crisis en la industria musical, siempre que se menciona la promoción de conciertos, la oferta cultural de nuestro país, siempre se acuda a viejos tópicos como el IVA o la piratería y nadie profundice un poco más. La mayoría de los que estuvimos ayer viendo a Wilko lo hicimos de una manera activa, ninguna radio, ninguna televisión nos informó o bombardeó sobre su visita a nuestro país. Caso similar fue el de Mick Taylor, ex-guitarrista de los Rolling Stones, cuando hace unos años pasó por nuestro país y fue incapaz de llenar una sala pequeña en pleno centro de la ciudad para luego ser recibido por un mar de aplausos cuando tocó con los Stones en el estadio Santiago Bernabéu pero es que, claro, una vez más el artista no recibió promoción alguna y no me refiero de los medios sino de su propia promotora, que parecía más preocupada en anunciar la cerveza que patrocinaba el ciclo de conciertos que de otra cosa.
Por suerte, algunos afortunados estábamos allí para darle la bienvenida a Wilko como se merecía. La sala But de Madrid es un horror, un feísimo búnker con una acústica deficiente, una laberíntica discoteca reconvertida en sala de conciertos y cuyo acceso es como el descenso a los infiernos, una porquería. La media de edad del público era de cincuenta para arriba, claro que había treintañeros pero allí lo que mandaban eran las canas y lo agradecí porque acostumbrado a asistir a conciertos en los que todavía el público está por destetar, estar rodeado de gente respetuosa que aplaude y canta desde la pasión pero con educación y sin meter la pata resulta reconfortante.
A las nueve y media en punto, saltan Howe y Watt-Roy, seguidos de Wilko y el concierto despega como un cohete. "All Through The City" y a volar, los tres vestidos de negro, Wilko armado con su Fender Telecaster con golpeador rojo sólido (aunque la que aquí lleve se trate de su signature mejicana que suena igual o más rabiosa, por cierto) aporreando las cuerdas con la mano, sin púa, con ese estilo seco y cortante pero poderoso que le ha convertido en uno de los guitarristas más originales y enérgicos de la historia (me recordó a Lou Reed en una de sus visitas a España cuando Wilko, en ningún momento, se descolgó la guitarra en todo lo que duró la actuación. Tocando una canción tras otra como el que descarga todo su arsenal sobre el público). "If You Want Me, You've Got Me" y le vemos cantar con fuerza, pasear por el escenario, bailar nervioso y agitar a las primeras filas, dar pasos de baile e incluso divertirse con sus músicos. Los clásicos de Dr. Feelgood se mezclarán con su carrera, suena "The More I Give" y "Dr. Dupree", al lado mío tengo a varios tipos ya afónicos pero es cuando suenan "Going Back Home" y "Roxette" que la sala entera se viene abajo en un suspiro de aprobación. Acompañaremos a Wilko en cada palabra, me resulta inevitable recordar a Lee Brilleaux y su inconfundible estilo al cantar pero él ya no está y tenemos la inmensa suerte de estar frente al bueno de Wilko.
"Sneakin' Suspicion" y "Keep on Loving You" continúan con urgencia convirtiendo la sala en un pub de Canvey, alargará hasta la extenuación "When I'm Gone" y lanzará ráfagas con su Telecaster convertida en ametralladora. La sorpresa fue escuchar "Wooly Bully", de Sam the Sham the Pharaos, en la que tanto Howe como Watt-Roy hacen a tres los coros en el estribillo. Norman tiene la camisa negra empapada y su sudor resbala por el cuerpo de su bajo Fender color crema mientras Dylan sigue aporreando los parches con fuerza. La noche se acerca a su fin, suena "Everybody's Carrying a Gun" y la alegría de todos con los primeros acordes de "Back In The Night" es tan evidente que hace que Wilko sonría una y otra vez. Abandona el escenario y vuelve para una nerviosísima "She Does It Right" y "Johnny B. Goode" con Wilko haciendo el mítico "paso del pato" de Chuck Berry, abandonan el escenario y el equipo comienza a apagar los amplificadores, ha sido una hora y cinco minutos pero ha cundido y en ella hemos visto desfilar instantes de nuestra vida. ¡Esto es rock 'n' roll y lo demás son tonterías, larga vida a Wilko!
© 2015 Jim Tonic