Concierto: Mark Lanegan (Madrid) 12.03.2015

SETLIST: When Your Number Isn't Up/ Low/ Dead on You/ No Bells on Sunday/ The Gravedigger's Song/ Harvest Home/ One Way Street/ Gray Goes Black/ Deepest Shade/ Hit the City/ Ode to Sad Disco/ Riot in My House/ Harborview Hospital/ Floor of the Ocean/ Torn Red Heart/ Sleep With Me/ Death Trip to Tulsa/ Methamphetamine Blues/

Hay cierto patetismo en el punto en el que se encuentra la carrera de Lanegan actualmente. No pasa nada, admitámoslo; no haciéndolo no vamos a saber más de música, nuestros amigos con gafas de pasta y barba de tres días no nos van dejar de hablar y nadie nos va a acusar de nada. Mark Lanegan puede que se encuentre en el clímax de su popularidad (si es que eso se le puede aplicar a un músico como él) pero es justo ahora en su momento más bajo. Por un lado, tenemos a un artista que había conseguido despegar de su anterior grupo y haberse convertido en un músico interesante e inclasificable ahora transformado en un espectro sin rumbo. Por el otro lado, tenemos a sus seguidores, esos que seremos incapaces de aceptar que no está en un buen momento porque le hemos literalmente perseguido a través de las calles desde que el de Washington pisase nuestro país por primera vez en el año 98 y esos otros que se han subido al carro hace relativamente poco y para los que Lanegan era lo más hasta que Pitchfork, The Quietus, NME o cualquier otra fuente haya fruncido el ceño ante las bases programadas que recorren sus dos últimos trabajos en solitario pero no puedan evitar perderse uno de sus conciertos para mirar con sobrada suficiencia todo cuanto acontece sobre las tablas y escribir estupideces en sus patéticos blogs. Esto no es tan sencillo como un debate en el que son mejores o más auténticos aquellos que ya estábamos antes frente al postureo que suscita la carrera de Lanegan ahora que, seamos cruelmente honestos, no atraviesa uno de sus mejores momentos. ¿Por qué? Porque es responsabilidad exclusiva de Mark o el paso del tiempo ¿Acaso tiene la culpa Alain Johannes, la dichosa aplicación "Funkbox" con la que Lanegan esbozó muchas de las canciones de "Phantom Radio", su repentino amor por el post-punk o la música ochentera, sus pasados devaneos con The Soulsavers? Para nada, es tan sencillo como contemplarle en directo…. 


¡Ahí os he pillado! Ahora es cuando, como crítico esnob que soy, os he llevado a un terreno ignoto para vosotros y os he acorralado... Creo haber visto a Mark Lanegan en directo en unas nueve o diez ocasiones, con formaciones muy distintas y músicos de todo tipo. He podido charlar con él un minuto, dos, tres y hasta diez (con lo que eso supone y cuesta, creedme que cuesta), le he llevado mensajes a Greg Dulli y he esperado pacientemente a que Lanegan pisase de nuevo nuestro país para contarle lo que había respondido su amigo el de Ohio y viceversa, incluso he sido testigo de como Dulli y Lanegan se mosqueaban en persona con los promotores en una de sus visitas cuando descubrían que se habían quedado sin hotel y tenían que dormir en su camioneta. Y aquí es cuando tú, lector, crees conocer al tipo de fantoche que escribe esta reseña y me tachas de egocéntrico pero no me sienta mal, estoy acostumbrado, me como a diez como tú cada día y si dijese que no conozco demasiado la carrera de Lanegan pensarías que no tengo ni puta idea y que hasta tú podrías escribir ahora que todo el mundo cree que puede. Todo lo que tú quieras pero te equivocas porque no soy nadie, soy tan sólo un fan como tú y contándote todo esto disfruto tanto como tú leyéndome. Con todo eso tan sólo te quiero aclarar que cuando veo a Lanegan sobre un escenario sé perfectamente cómo debería de ser; cuando tiene una mala noche y una buena. Cuando se aferra a su micrófono, se enrosca y parece estrangular el cuello de toda la sala o cuando se marcha sin rumbo y aterrado mira a sus músicos, como sucedió en Madrid.

"Phantom Radio" no es para nada un mal disco, es más; diré la consabida coletilla de que gana con cada escucha pero esta vez es cierto. No es un álbum hecho para el consumo rápido de nuestros días. No me valen esos blogueros que se lo bajan a 256kbps y le descerrajan un tiro a las dos escuchas; los discos deben envejecer con uno. "Phantom Radio" aguanta el paso de los días, se muestra denso cuando uno profundiza en él e insoportablemente absurdo cuando uno busca los pasos del fantasma de Lanegan. Posee momentos brillantes y versos lapidarios pero también momentos de sonrojo y tedio. Por primera vez, Lanegan nos entrega un disco regular, no mediocre pero si lleno de altibajos, alejado de aquellos que -aunque también imperfectos- poseían una extraña belleza plagada de canciones con aspiración a clásicos, underground pero clásicos, al fin y al cabo.

La noche en Madrid prometía, una sala Joy Eslava casi llena hasta la bandera con todas las plantas abiertas y los balcones llenos de cabecitas para ver mejor. El comienzo fue engañoso porque "When Your Number Isn't Up" me parece sencillamente genial y cuando Lanegan dice; "Turn out the lights! Don't see me drawn and hollow" creo que siempre corta el aliento del público y continuar con una canción como "Low" del precioso "Field Songs" (2001) sólo puede verse como un arranque espectacular pero no, algo falla. A Mark ya no se le ve seguro sobre el escenario y en "Dead On You" lo confirmamos. Ya no es aquel que parecía escupir cada palabra, donde antes se entreveía oscuridad en su actitud ahora tan sólo se siente miedo. Miedo cuando mira de reojo a sus músicos y ya no es el lobo que les castigue con su mirada, sino que parece rezar porque la canción continúe, cuando se da la vuelta y se le siente perdido. "No Bells On Sunday" suena mejor en directo que en el disco pero esto tampoco es decir demasiado de una canción que supongo morirá rápidamente en sus conciertos, a pesar de su grandísimo tono elegíaco, si no quiere que ésta antes mate a su público. Recupera algo de músculo y energía cuando se le une el resto de la banda e interpretan "Gravedigger's Song" cuyas bases suenan como una taladradora, en "Harvest Home" parece que tanto él como nosotros recuperamos algo de confianza y "One Way Street" hace las delicias a pesar de que suene acelerada desde hace muchos, muchos años.

Pero llegamos a un punto difícil de la noche y es cuando éste ha avanzado lo suficiente como para que el entusiasmo de tener al artista sobre el escenario se apague y tras tres canciones con gancho nos suelte una aburridísima "Gray Goes Black". ¡Dios mío! ¿Cómo puedo decir que "Gray Goes Black" es aburrida en directo! Muy sencillo, fue como los anuncios en una película; el público después de contener la respiración en "One Way Street" se sentó, muchos aprovecharon para ir al cuarto de baño, comprar cervezas en la barra o consultar sus móviles (a tenor por los resplandores azulones en sus caras) mientras Lanegan se empeñaba en cantar una canción que ni siquiera parece convencerle a él mismo. Las guitarras sonaban bien pero la batería no, lo siento, forzadísima. "Deepest Shade" es bonita pero apaga aún más el concierto a pesar de que tenga un estribillo, marca Dulli, que es realmente bello.

"Hit The City" no sonó bien, no es que quiera a la Harvey en el escenario o, en su defecto, a Shelley Brien, es que sonó como un batiburrillo en el que hasta las dobles voces sobraban. "Ode To Sad Disco" fue aburrida, muy aburrida porque en ella no hay ni un sólo puto cambio de timón y en directo suena sintética y a discoteca rancia. ¿Esto es lo que quería Lanegan? Si es así lo has logrado, amigo, porque convertiste la Joy Eslava en una discoteca cateta de las afueras de Manchester en los ochenta, únicamente nos faltaban los pantalones pesqueros. "Riot In My House" nos hace coger fuerzas pero el descalabro definitivo llega con "Floor Of The Ocean" y el villancico que parece "Torn Red Heart". "Sleep With Me", ahora sí, suena desoladora en el mejor de los sentidos pero "Death Trip To Tulsa" vuelve a "Phantom Radio" para despedir el concierto de manera aburrida. 

Todos esperamos los bises y algo más pero Mark, que ha salido titubeante y así ha subido las escaleras de los accesos, tan sólo volverá en una ocasión y con una única canción que acabará con un exabrupto, como hastiado o enfadado consigo mismo, "Metamphetamine Blues". ¿Cansado de un concierto en el que fue consciente que no alcanzó la comunión con su público, en el que no hubo clímax o simplemente no tuvo feeling? El sentimiento es mutuo. Obviaré las estupideces que he leído en algunas web supuestamente serias y sesudas como si fuesen significativas; como su escasa comunicación con el público o lo mucho que agarraba el pie del micrófono (porque así ha sido y será siempre, no es un rasgo propio de estos conciertos o esta gira) pero sí te puedo decir que el lobo se ha amansado, que parece infinitamente más mayor sobre el escenario que firmando autógrafos sonriente en el puesto de camisetas y que en dónde antes había oscuridad ahora tan sólo tenemos miedo y, como diría un anciano maestro Jedi, percibo mucho en él. Ojalá vuelva a ser el que era, en todo caso tenemos sus conciertos de hace diez años sobre nuestras espaldas. 

© 2015 Conde Draco