Crítica: Steven Wilson "Hand. Cannot. Erase."

No puedo evitar reír de manera socarrona leyendo algunas de las experiencias místicas que la gente dice sentir en apenas unas escuchas de éste "Hand. Cannot. Erase." y me gustaría responder -de manera ordenada- a todos y cada uno pero si lo hago le daré la razón a una de nuestras mejores lectoras en la sombra cuando dice eso de "se te ve demasiado el plumero con Steven Wilson" pero lamento contradecirla porque seguramente me guste tanto el inglés como a ella pero quizá con lo que definitivamente no puedo es con sus nuevos seguidores y, por supuesto, no me refiero a ella, faltaría más. Y es que con Wilson he descubierto un nuevo espécimen desconocido de público y es el "fanático carroñero"; aquel que aprovecha el presente de un artista y pretende enarbolar sus obras actuales como si atravesase un extraño y eterno estado de gracia pero desconoce el verdadero clímax de su carrera y, por supuesto, abandonará la militancia en sus filas con el siguiente hype de turno pero durante un tiempo y periódicamente, en reunión con otros visionarios se felan unos a otros. Se les llena la boca con adjetivos y expresiones la mar de cursis y parecen vivir experiencias vitales, orgasmos místicos, con cada escucha. Amenazan con escuchar el disco más veces y juran y perjuran "sumergirse" en él y no escucharlo como cualquier otro ser humano porque Dios (en este caso, Steven Wilson) les apunta con su dedo progresivo (que queda entre el corazón y el índice) y ellos se sienten iluminados, especiales y chachis con los cascos en el metro. 

Vamos a ir por partes e intentar repartir un poco para cada uno porque, al fin y al cabo, "Hand. Cannot. Erase." es un buen disco con grandes músicos pero vacío por mucho que cuente la historia de una joven llamada Joyce Carol Vincent que, viviendo en una gran ciudad, murió a solas en su apartamento y nadie, ni su círculo de amigos ni conocidos (porque Joyce se supone que era tremendamente popular) reparó en su pérdida hasta tres años después. Obviamente es una historia que puede dar mucho de sí o una más de las muchas y rocambolescas que nos rodean, depende cómo se interprete. Podríamos sacar nuestro colmillo más retorcido y, con ironía, preguntar al lector; ¿Repararía alguien en la ausencia de Steven Wilson si no sacase disco en tres años? ¡Hombre, por favor! ¿cómo no íbamos a echar de menos un nuevo disco de Wilson en tres años si es el mayor genio de progresivo de nuestro tiempo y yo he estado veinte sin conocerle siquiera? No deja de resultar irónico que esta gente no le haya conocido hasta hace relativamente poco y no haya reparado en que ha habido hiatos así en su carrera e incluso muchos pasos en falso pero supongo que son esos mismos fundamentalistas que dicen no echar de menos a Porcupine Tree (sin entender lo decisivo de esta formación y sus álbumes para que Wilson haya llegado a su último disco), son más progresivos que Fripp y Latimer juntos y cuando les pregunto qué coño aporta la mano de Wilson a la remasterización de clásicos de Crimson no tienen ni puñetera idea de qué responderme, aparte de la subida de precio, volumen y el nuevo "packaging" tan molón, o me llaman esnob cuando digo que la única motivación que tuve para asistir al último concierto de Wilson en Madrid fue escuchar a Guthrie Govan cuando es pura verdad y la culpa la tiene la revista Guitar Magazine.

Pero, ¿cómo explicarles que ésa vez no fue la primera que Steven Wilson pisaba nuestro país cuando muchos juran y perjuran que sí y que, por ello, fue un momento épico para sus pobres existencias mortales, todo un punto de inflexión? Vamos, no jodáis, que yo recuerde -porque estuve allí- la primera vez fue en el 2003 en la gira de "In Absentia" y en la sala Caracol -diga lo que diga el promotor (muy dado a anunciar "sold outs" una vez que el concierto está casi acabado, no me puedo ni imaginar lo que dirá de uno de hace doce años...) allí no había más de diez personas, todos apoyados en la tarima del escenario, cerveza al lado de la pedalera de Wilson que, por cierto, charló con nosotros todo el tiempo que le dejaron y gracias a Gavin Harrison y Colin Edwin tengo el parche de batería que cambiaron de su concierto de París en la noche anterior firmado por todo el grupo, incluido el ahora idolatrado Wilson. El tour de "In Absentia" pasó dos veces por nuestro país y la segunda vez, aunque más vacía la sala que la anterior (¿dónde estaban todos esos fans de ahora hace doce años?), fue auténticamente brutal. De las cuatro veces que pude verles en directo, la última fue quizá la más decepcionante en el Sonisphere madrileño del 2010 con una audiencia fundamentalmente metalera que ignoró por completo a Wilson y los suyos que salieron a tocar a deshoras con el sol de frente y cerraron con un "Blackest Eyes" interpretado a toda prisa ante el abandono del escenario principal por parte de los metalheads allí presentes, una lástima. Por lo tanto, esa "mística primera vez de Wilson en nuestro país" en el 2013 para mí fue un horror al contemplar que, ahora más que nunca, el artista congregaba a mucha más gente que creía vivir con el corazón en un puño cada canción suya mientras el artista se sacaba en un par de ocasiones (¿fue en "The Holy Drinker" o "Drive Home"?) su smartphone del bolsillo para mirar su pantalla retroiluminada y volver a guardarlo proporcionándonos un dato a tener en cuenta; los progresivos más cool del planeta también usan WhatsApp, lo que no quita que no sea decepcionante que un espectador como yo, en primera fila, contemple horrorizado un gesto así de poco profesional en mitad de un concierto, el que quiera ver a Wilson guasapear mientras canta tan sólo tiene que contactar conmigo en privado y sonreír con mi video (pongamos en cuarentena su falta de tacto escénico pensando que su perro afgano estaba al borde de la muerte y era su familia quien le informaba que el can estaba a salvo)

Bromas aparte, en realidad, Wilson es un buen compositor de canciones con talento, un tipo inteligente y trabajador pero nada más. En sus filas compartimos trinchera los que disfrutamos de su música pero somos suficientemente templados como para no decir la majadería de que está en un momento de gloria similar al de Floyd a mediados de los setenta; aquellos que creen llegar al Nirvana con su música y le consideran un ser superior de luz; y esos otros que le consideran un "poser" insufrible que se sabe rodear y saquea las arcas de sus grupos favoritos ante la supina ignorancia de los intelectuales de medio pelo que le siguen a ciegas. Interesante encontrar el equilibrio y saber disfrutarle sin perder el norte y caer en los extremos.

"Hand. Cannot. Erase." NO es perfecto, para nada. Es más, en algunos momentos, es un absoluto coñazo abominable y pretencioso del que muchos no querrán decir nada por temor a que se les tache de ignorantes o blasfemos, ahora que el progresivo está tan de moda,  donde algunos ven una sensibilidad apabullante yo sólo puedo ver a un artista que ha dado un pasito más en su carrera y el cambio de registro a veces no le sienta todo lo bien que debería pero no entiendo a esos que dicen que es un disco histórico y no lo digo desde el pedestal de conocer al dedillo las carreras de Floyd o Crimson (porque Yes siempre se me atragantó un poco y Genesis a ratos) sino porque seamos justos y honestos.... ¡El disco todavía no se ha publicado para el gran público! Una cosa es lo que recibamos unos pocos por correo y otra muy diferente saber, con una docena de escuchas, si "Hand. Cannot. Erase." pervivirá y aguantará el paso del tiempo o no, si podremos contemplarlo entendiendo su momento en la carrera de Wilson, si trascenderá o no y se convertirá en piedra angular de su discografía o, por ende, del género y dentro de muchos años estaremos viendo una gira veinte aniversario del álbum para celebrarlo. ¡He leído a seguidores que dicen que apenas lo han escuchado pero aseguran que ha cambiado sus vidas, que quieren empaparse de la historia de Joyce Carol y están buscando información sobre ella en internet! Definitivamente estamos y somos gilipollas.

La promoción está siendo inteligente, se venden varios formatos, hay preventa y se han hecho escuchas para la prensa especializada, se han filtrado noticias con cuentagotas a través de su oficina de management e incluso se ha abierto una cuenta de Twitter (@handcannoterase) o una web propia (handcannoterase.com) a modo de blog para su promoción. Grabado en el otoño del 2014 en los estudios AIR de Londres (supongo que para seguir la estela de Floyd o Rush), la verdad es que "Hand. Cannot. Erase." suena bien, muy bien. Tanto que, nada más pincharlo, uno -ante la ausencia de grandes, GRANDES con mayúsculas, canciones- tiende a pensar en esos álbumes que, como un gran caramelo, vienen envueltos en fastuosos papeles de celofán de colores y en su corazón albergan una nuez pero Wilson no es tonto y, para disipar cualquier duda, se hace acompañar de los mismos músicos de "The Raven That Refused to Sing (And Other Stories)" (2013); el inconmensurable Guthrie Govan, Marco Minnemann tras los parches, Adam Holzman a los teclados, Nick Beggs en el bajo, Theo Travis a los metales (saxofón y flauta) y... ¡la israelí Ninet Tayeb! (para esos que no la conozcan fuera de los fondos de pantalla, o sea todos; la ganadora del Operación Triunfo de Israel). Honestamente y después de escuchar a Wilson decir que no tiene ni idea de teoría musical ni solfeo, me gustaría saber cómo llegaría a componer él solo algunos de los pasajes de este disco sin la ayuda de este elenco de músicos, a excepción de Tayeb. Pero es listo, muy listo, ya os lo decíamos.

Primer fallo; "First Regret". No es una canción, me dirán muchos. Ya, pero mira, es que ya estoy harto de las introducciones con pianos sensibles, sintetizadores o secuenciadores de fondo, voces pregrabadas y latidos digitales, estoy absolutamente harto de estos recursos y si esto es "progresivo de vanguardia", como dicen muchos, vamos arreglados porque suena rancio. Pero supongo que a muchos se les erizará el vello en la transición a "3 Years Older". Me da igual el jodido mellotron y mentar a Génesis, Crimson o Steve Hackett para describirlo debería estar penado con la muerte. Guitarras alegres y una solista (maestro Govan), eso sí, inconmensurable aunque a los dos minutos y medio resuenen a "Breathe" por los cuatro costados (no lo digo yo, lo han dicho ellos) y Wilson comience las estrofas de manera desganada, igual que siempre. Aún así, "3 Years Older", es una buena canción, típica de Porcupine Tree (lo siento por aquellos que les da igual el grupo) y unas armonías preciosas. Pero si hay que resaltar el trabajo de alguien es el de Holzman; a tener en cuenta sobre todo por esa coda final en la que se enzarza con Govan en un duelo por Jon Lord. "Hand. Cannot. Erase." habría sido un gran disco de resultar como "3 Years Older". El tema que da título al disco es, lógicamente, "Hand Cannot Erase", toda una novedad para Wilson porque, a pesar de contener, elementos comunes de su obra (acústicas, baterías enérgicas, arreglos de cuerda, una línea de bajo en primer término, etc) explora su vertiente más pop, sí, pop. En ella descubrimos, poco a poco, la historia de Joyce y el porqué del título del álbum cuando canta; "Feeling guilty if we sometimes wanna be alone. Hand cannot erase this love" y más si, con el disco sonando, nos leemos ese blog que sirve de promoción pero también para entender el disco y la historia de nuestra protagonista.

De nuevo otro error; "Perfect Life" que nos servirá para entender a Joyce y el concepto de "Hand. Cannot. Erase." pero que no, coño, que no; que es una canción aburrida, otra introducción, otro pasaje muy "arty" pero aburrido hasta que entra Wilson en el minuto 2:36 y hemos pasado, por arte de magia, del prog más rancio a los franceses Air y su "Talkie Walkie" del 2004. Aún con esas, me gusta la textura de la canción gracias a los arreglos y, por supuesto, el falsete que sirve de apoyo a la voz principal pero, aunque narrativamente podamos encontrarle sentido, después de "3 Years Older" e incluso "Hand Cannot Erase" sirve tan sólo de visagra entre una y otra. ¿Transmite nostalgia? Sí, lo hace. ¿Querría escucharla en concierto? No, por favor. Una última pregunta para el tipo de gafas, barba rala y pelo lacio; ¿por qué un ritmo pregrabado en vez de tirar de un músico como Marco? "Routine" es magnífica, aunque no la destacaría entre lo mejor del disco, contiene tres canciones en tres minutos, como lo lees; una primera parte a piano con tan solo la voz de Wilson, un pequeño in crescendo con Tayeb y la unión de ambos hasta el minuto tres jugando con sus voces. A partir de ahí, un pequeño descanso; calma y la guitarra de Govan subiendo y bajando por escalas hasta un puente con Tayeb y un estallido que les conducirá hasta el final con Wilson arropado entre coros angelicales. 

"Home Invasion" transmite esa sensación de agobio, de entrar donde uno no es llamado, Govan y Beggs consiguen mantener el ritmo hasta que toda la canción se encabrona con Holzman y prende la mecha al mismo tiempo que la guitarra Suhr pisa el TC Electronic de distorsión con un poquito de reverb, de lo que podría ser el "Hall Of Fame", y volamos, volamos muy alto hasta que... a los tres minutos cambiamos de tercio completamente y entran las voces. No está mal pero el problema es cuando aparecen las acústicas y las voces dobladas de Wilson porque es un autoplagio flagrante. ¿Y qué pasa? Nada, sólo que a estas alturas de canción me esperaba mucho más que escuchar otra vez el clásico estribillo de Porcupine Tree y más cuando la canción había cogido temperatura con tintes propios del hard rock más funky de los setenta y estaba a punto de gritar; "Ooooh, I need a dirty woman. Ooooh, I need a dirty girl" pero seguramente a mucha gente le encante, cuando termina tengo la sensación de haber escuchado un pastiche de cuatro canciones, no una canción de rock progresivo con sus respectivas partes y evoluciones de ánimo. El cambio a "Regret #9", aunque es obvio, está sabiamente hilvanado (de nuevo ese monstruo llamado Holzman), sé que no es la más popular pero me gusta ese sintetizador y esa guitarra abrasiva para acabar en una bella coda a piano y eso que parece un "guitbanjo".

De nuevo otro error, un álbum de once canciones y cuatro introducciones o pasajes, sí, eso es "Transience", poco menos de tres minutos absurdos que no recuerdan para nada al Wilson que conocemos y cuyo único gran momento son los primeros veinte segundos herederos, aunque no me guste decirlo, de los mejores Floyd de los setenta. Odio tener que referenciar lo que escucho pero estamos hablando de un músico que saquea sin pudor, ¿por qué no escribir con la misma falta de escrúpulo? Para aquellos que crean que estamos equivocados, podrán encontrar la voz de ese sintetizador buscando el preset "Voice From Hell", disponible desde hace más de cuarenta años en cualquier estudio de medio pelo, virtual o físico. Tampoco me gusta la repetición de las voces, a modo de mantra, del propio Wilson y, menos aún, las femeninas habladas a modo de pregrabación para culminar la pieza.

"Ancestral" o "Rubber Discipline Helmet", como pudimos paladearla en Madrid mientras Wilson nos pedía que, ironía, no usásemos nuestros dispositivos móviles para grabar las canciones nuevas en video o audio, es una buena canción, me gustan especialmente los cambios de ritmo y cómo crean la suficiente tensión para no hacernos perder el interés (por favor, que alguien le quite a Wilson la manía de meter voces pregrabas a modo de dial de radio en todas sus canciones), el bajo es magnífico como los arreglos (la flauta de Travis es genial) y en general todos los músicos consiguen alejarse bastante de las sonoridades más jazzy de "The Raven That Refused to Sing (And Other Stories)" pero no entiendo las bases programas; ¡que está Marco, úsale y deja que las toque con los herrajes de la batería y sus propias baquetas!. El solo de Govan a los cuatro minutos es sobresaliente y Tayeb lo borda. Varias progresiones y cambios de ritmo para jugar entre la calma y la tempestad con Holzman antes de acabarla de manera machacona. Acaba, la vuelvo a escuchar, una y otra vez, me doy cuenta de lo bien que suena y lo grandes que son estos músicos pero, personalmente, creo que le sobra minutaje. Otra vieja conocida es "Happy Returns" que cierra el disco de manera acústica y a piano, con Wilson como absoluto protagonista, una melodía bonita que rompe la magia en un estribillo demasiado simplista y se apoya, para rematar sendas estrofas en Guthrie. ¿La última? Otro error, "Ascendant Here On..." otro tema instrumental, otro corte para situarnos, puro relleno de casi dos minutos, como decía; once canciones, cuatro introducciones a modo de "intros" y "outros", en ésta última el piano y las voces que resuenan, como de niños, nos llevarán a Richard Wright. ¿Qué le vamos a hacer si es deformación?

Como antes escribía, un buen disco con grandes músicos y una producción a la altura. ¿El mejor disco del año? Ni mucho menos. ¿Histórico? Seamos serios... ¿Entretenido? A ratos. ¿Cumple las expectativas? Para muchos supongo pero no es más que un disco más perpetrado por un artista de culto, elevado a los altares, que todavía no ha sido capaz de trascender fuera de determinados círculos y al que mata la autocomplacencia y las continuas reverencias de sus seguidores. Lejos de la perfección y redondo por la forma del soporte.

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