El auténtico placer de cumplir años es no tener ni Dios ni amo; decidir a quién se le da la mano, a quién se abraza, a quién se da los buenos días y darle con el guante a quién se lo merece. En definitiva, hacer y decir lo que a uno le da la gana sin ningún tipo de remordimiento y con la satisfacción de tener todo vendido, no tener que demostrar nada a nadie y limitarse uno a hacer lo que más le gusta. Y es que es un momento dulce para Bob Dylan que tras una década errática como fue la de los ochenta, reverdeció con "Time Out Of Mind" y tras cinco discos considerados como lo mejor de su producción, elogiados por la crítica como la consagración de un genio y aupados por las ventas, permiten a Dylan entretenerse y darse pequeños caprichos como un disco de villancicos "Christmas Ib The Heart" (2009) que, a pesar de la críticas envenenadas sigue siendo una auténtico caramelo o éste que nos ocupa, "Shadow In The Night" en el que rinde homenaje a Frank Sinatra y, como él mismo dice; "no es un disco de versiones al uso porque hemos sacado estas canciones de la tumba y las hemos dotado de vida una vez más". En realidad, el proyecto llevaba martilleando ya muchos años en la cabeza de Bob Dylan ("He querido hacer algo como esto durante mucho tiempo, pero nunca he tenido el valor de enfrentarme a canciones de orquesta, con treinta músicos e instrumentos y reducir sus complicados arreglos a un grupo de cinco miembros") que, dada su naturaleza reservada, sorprende que elogie a Sinatra y hable de él con tal devoción; "...nunca se ha ido.
Todas esas otras cosas que pensábamos que permanecerían ya no están aquí, desaparecieron todas menos él que sí ha permanecido" pero quizá lo auténticamente sorprendente en Dylan no es que muestre su inmensa admiración por Sinatra en público sino que conceda una entrevista. Poco dado a prestarse a labores promocionales, Dylan fue entrevistado después de tres años en silencio para hablar de "Shadows In The Night", su trigésimo sexto disco de estudio, producido por Jack Frost (que no es otro que él mismo, bajo un pseudónimo) y con el que personalmente me ha sorprendido por su sonido. Tanto "Love And Theft" (2001) como "Modern Times" (2006), "Together Through Life" (2009) o "Tempest" (2012) tenían un sonido orgánico, básico en cierto punto en el que se podía sentir a los músicos y sus instrumentos tocando en la misma habitación pero "Shadows In The Night", gracias a su tono meloso y al inevitable uso del Pedal Steel, recuerda en más de una ocasión al cargadísimo sonido ambiental que conseguía y consigue el genial y atmosférico Daniel Lanois como productor y en sus propios álbumes como puede ser el comienzo de "Stay With Me" o el tono confesional e íntimo de "The Night We Called It A Day" pero es que en "Shadows In The Night" (los cinco primeros segundos nos llevarán a la zozobra violenta con la que comenzaba "Cold Irons Bound" pero en ésta la ternura dará paso y no una tormenta como en aquella) Dylan ha logrado un hito importante como productor que es conseguir interpretar las canciones de Sinatra sin el apoyo de una gran banda, arreglos orquestales o producciones exageradas, tan sólo cinco tipos armados con instrumentos puramente tradicionales acercándose respetuosamente al legado de un auténtico gigante y otro gigante interpretando sus canciones sin caer en el patetismo y haciéndolas plenamente suyas, llevándolas a un terreno nunca antes visto; a medio camino entre el country, la orquesta y el rock. "Sólo había una manera de grabar estas canciones: en directo, en el suelo, con muy pocos micrófonos. Sin cascos, sin 'overdubs', ni cabina para grabar la voz, ni 'tracking' por separado. Sé que es a la antigua pero para mí, esa es la única manera posible de grabar canciones como estas. A nivel vocal, creo que canté a una distancia de seis pulgadas del micrófono". Para colmo, Dylan, decide regalar cincuenta mil copias de su disco a suscriptores de la publicación AARP The Magazine elegidos al azar, siendo ésta una revista que se dirige a treinta y cinco millones de estadounidenses mayores de cincuenta años y a los que Dylan asegura que disfrutarán de estas canciones.
Todas esas otras cosas que pensábamos que permanecerían ya no están aquí, desaparecieron todas menos él que sí ha permanecido" pero quizá lo auténticamente sorprendente en Dylan no es que muestre su inmensa admiración por Sinatra en público sino que conceda una entrevista. Poco dado a prestarse a labores promocionales, Dylan fue entrevistado después de tres años en silencio para hablar de "Shadows In The Night", su trigésimo sexto disco de estudio, producido por Jack Frost (que no es otro que él mismo, bajo un pseudónimo) y con el que personalmente me ha sorprendido por su sonido. Tanto "Love And Theft" (2001) como "Modern Times" (2006), "Together Through Life" (2009) o "Tempest" (2012) tenían un sonido orgánico, básico en cierto punto en el que se podía sentir a los músicos y sus instrumentos tocando en la misma habitación pero "Shadows In The Night", gracias a su tono meloso y al inevitable uso del Pedal Steel, recuerda en más de una ocasión al cargadísimo sonido ambiental que conseguía y consigue el genial y atmosférico Daniel Lanois como productor y en sus propios álbumes como puede ser el comienzo de "Stay With Me" o el tono confesional e íntimo de "The Night We Called It A Day" pero es que en "Shadows In The Night" (los cinco primeros segundos nos llevarán a la zozobra violenta con la que comenzaba "Cold Irons Bound" pero en ésta la ternura dará paso y no una tormenta como en aquella) Dylan ha logrado un hito importante como productor que es conseguir interpretar las canciones de Sinatra sin el apoyo de una gran banda, arreglos orquestales o producciones exageradas, tan sólo cinco tipos armados con instrumentos puramente tradicionales acercándose respetuosamente al legado de un auténtico gigante y otro gigante interpretando sus canciones sin caer en el patetismo y haciéndolas plenamente suyas, llevándolas a un terreno nunca antes visto; a medio camino entre el country, la orquesta y el rock. "Sólo había una manera de grabar estas canciones: en directo, en el suelo, con muy pocos micrófonos. Sin cascos, sin 'overdubs', ni cabina para grabar la voz, ni 'tracking' por separado. Sé que es a la antigua pero para mí, esa es la única manera posible de grabar canciones como estas. A nivel vocal, creo que canté a una distancia de seis pulgadas del micrófono". Para colmo, Dylan, decide regalar cincuenta mil copias de su disco a suscriptores de la publicación AARP The Magazine elegidos al azar, siendo ésta una revista que se dirige a treinta y cinco millones de estadounidenses mayores de cincuenta años y a los que Dylan asegura que disfrutarán de estas canciones.
El comienzo es tan sentimental como embriagador con una canción como "I'm A Fool To Want You" ("Soy un idiota por quererte") con un Dylan que, a mitad del susurro disimula su vieja voz de cuchilla que es precisamente la que le otorga a esta canción ese amargo sabor de aquel que ha estado porque, honestamente, no me creo a un solo crooner de nuestros días -de esos de mentira- cantando al desamor con la pajarita desanudada, la canción que compuso Sinatra en el 51 es auténticamente amarga; "I'm a fool to want you. I'm a fool to want you, to want a love that can't be true, a love that's there for others too" ("Soy un idiota por quererte, por desearte, por querer un amor que no puede ser verdad, un amor que está disponible para otros también"). "The Night We Called It A Day" abandona el hundimiento en el que nos ha sumergido "I'm A Fool To Want You" y nos lleva a una habitación en la que una noche marca el comienzo de todo para una pareja; "There was a moon out in space but a cloud drifted over it's face. You kissed me and went on your way. The night we called it a day. I heard the song of the spheres like a minor lament in my ears. I hadn't the heart left to pray. The night we called it a day soft through the dark", la canción de 41 ha sido grabada por multitud de artistas, desde Chet Baker a Doris Day o Diana Krall, entre muchos otros y la versión de Dylan no desmerece a ninguna. "Stay With Me" es un auténtico clásico y ya hemos podido escucharla en directo por el propio Dylan, es magnífica, absolutamente magnífica; "Should my heart not be humble, should my eyes fail to see. Should my feet sometimes stumble on the way, stay with me. Like the lamb that in springtime wanders far from fold, Comes the darkness and the frost, I get lost, I grow cold" y, una vez más, es teñida por completo por el Pedal Steel de Donnie Herron.
De Moross y Leigh al poeta Prévert y Dylan tira porque le toca con "Autumn Leaves" (una canción francesa popular, conocida como "Les feuilles mortes" o "The Dead Leaves") que fue grabada antes por Piaf, o artistas tan dispares como Clapton o Mark Lanegan y Gainsbourg recorre su espíritu para acabar siendo de Dylan y en la que somos capaces de sentirnos invadidos por ese espíritu decadente, otoñal y melancólico una vez más. Pero ninguna como "Why Try to Change Me Now" que, a excepción del trabajo de Herron, podría haber formado parte de cualquier disco de Dylan desde "Oh Mercy" y adivinamos el tono socarrón pero confesional del mejor sinatra cuando Dylan canta; "I'm sentimental, so I walk in the rain. I've got some habits even I can't explain, could start for the corner, turn up in Spain but why try to change..." y nos hace entender la lejana deuda del propio Dylan con la radio en una letra que nos recordará a la mitología del cantautor en alguna que otra canción, ¿pero acaso todos los géneros no beben de las mismas fuentes?
"Some Enchanted Evening" suena encantadora y Dylan suaviza su voz aunque algún requiebro amargo todavía se le escape y nos engancha con su estribillo ligeramente juguetón y bonitos versos como "The sound of her laughter will sing in your dreams. Who can explain it, who can tell you why? Fools give you reasons, wise men never try. Some enchanted evening, when you find your true love". De nuevo un papel crucial el de Herron, "Full Moon And Empty Arms", cuya composición original está basada en el "Piano Concerto No. 2" de Sergei Rachmaninoff y popularizó Sinatra en el 45 y cuya versión de Dylan no desmerece cuando uno llega a la emoción en el verso; "My empty arms will be filled with you" y escuchamos quebrarse su garganta. "Where Are You?" ha sido cantada por cantantes de la talla de Aretha Franklin o Shirley Bassey pero, como todo ese tipo de canciones populares (desde el blues de Leadbelly hasta nuestros días) lo importante es el sentimiento y Dylan la insufla de él; "Where are you, where have you gone without me I thought you cared about me, where are you. Where's my heart, where is the dream we started. I can't believe we're parted, where are you"
"What'll I Do" de Irving Berlin (para el que Dylan tampoco escatima en piropos; “Sólo conozco a una persona que lo ha hecho todo y ese era Irving Berlin. Escribió la melodía y la letra. Era todo un genio, quiero decir, tenía un don y siempre estaba creando...” contiene versos auténticamente dramático como ése en el que no queda más que una foto y el protagonista se pregunta si, en ausencia de ella, debe contarle sus penas a ese retrato; "When I'm alone with only dreams of you. That won't come true. What'll I do? What'll I do with just a photograph To tell my troubles to?" y "Shadows In The Night" se despide, por todo lo alto, con "That Lucky Old Sun" que el cantautor lleva y encaja perfectamente lo que podría ser una canción de trabajo o de un caminante cuyo sendero es nada más y nada menos que la vida; "Send down that cloud with a silver lining, lift me to Paradise. Show me that river, take me across, wash all my troubles away. Like that lucky old sun, give me nothing to do, but roll around heaven all day" y Dylan aguanta la última nota cerrando el álbum de manera emocionante.
¿Y qué opinaría Sinatra de este disco? Dylan se responde a sí mismo pero también en su última entrevista hasta la fecha; "Creo que, ante todo, lo que le resultaría más sorprendente sería el hecho de haber tocado estas canciones con una banda de cinco miembros. Creo que estaría orgulloso de alguna manera...” Un disco asombroso, sincero y honesto, que gustará a los seguidores de Dylan si se entiende como lo que es; un homenaje sin complejos, un divertimento para el de Duluth pero, por si acaso hay algún despistado que esperase otra cosa a estas alturas y compare lo incomparable, Dylan ajeno a las tendencias, a sonar o no en la radio y en una época en la que poco le importa lo que la gente opine de su música, se despacha a gusto: "Escúchalas o no; si hay algo que creo que estas canciones poseen, es una gran virtud algo que no abunda mucho estos días. Vemos la destrucción de la vida humana y su burla donde quiera que miremos. Estas canciones serán cualquier cosa menos eso. El romance nunca pasa de moda, es radical".
© 2015 J.Cano