Si digo que Weezer no tiene disco malo, muchos se me echarán encima pero quizá sean esos que han disfrutado de Cuomo únicamente cuando sonaba en las listas o “Island In The Sun” era expoliada por una conocida marca de telefonía móvil y es que el grupo, incluso en sus discos menos populares, siempre ha tenido la virtud de tener grandes canciones. La verdad es que Weezer se sacaron tres discos magníficos de la manga; “Weezer” (1994), el infravalorado en su momento “Pinkerton” (1996) y “Weezer” (2001), el álbum verde con el que Cuomo se quiso quitar la espinita tras las malas críticas de “Pinkerton” (un disco que años después se ha convertido en todo un álbum de culto y una de sus cimas compositivas, cosas que pasan cuando los críticos pisamos el acelerador y emitimos juicios apresurados) y tras “Maladroit” (2002) la debacle de Weezer, aquellas tres primeras entregas serían difícil de superar. “Make Believe” (2005) y “Weezer” (2008), también conocido como el rojo, bajaban ligeramente la calidad del anterior pero si con “Raditude” (2009) dieron señales de agotamiento -a pesar de contener también grandes canciones- con “Hurley” (2010) hasta sus propios seguidores les dieron la espalda, por no hablar de las rarezas “Death To The False Metal”. Vuelta de Cuomo al redil con Ric Ocasek tras los mandos y se sacan de la chistera, cuatro años después, este “Everything Will Be Alright In The End”.
Tras “Hurley” sintieron la urgencia de resarcirse y comenzaron a trabajar en el diso con Shawn Everett en el disco que nos ocupa, admitiendo que quizá –sólo quizá- el anterior les había quedado demasiado opaco, demasiado oscuro a su propio gusto pero también se percataron de que las prisas nos son buenas consejeras y abandonaron el trabajo en el estudio para darle más espacio a las canciones, componerlas con tranquilidad y encontrar el enfoque. Cuomo se dedicó a la meditación Vipassana para ver las cosas tal como son y su viaje iniciático le devolvió a la realidad con las ideas muy claras acerca de cómo debería ser el álbum y anunció que empezaría a trabajar en él en enero del 2014 junto con Ric Ocasek, que tan bien funcionó en su primer y tercer álbum. Grabado en los estudios californianos, The Village, “Everything Will Be Alright In The End” es una vuelta a la energía e inmediatez de sus comienzos, para el disco compusieron más de doscientas canciones de las cuales eligieron aproximadamente veinte y Ocasek, de nuevo, tuvo que sufrir a Cuomo repitiendo una y otra vez las mismas partes, arreglar al milímetro cada canción y escribir y re-escribir de nuevo las letras porque es verdad que en este punto de su carrera se jugaban mucho, ser una banda muerta y grabar otro disco que pase desapercibido para propios y extraños o grabar uno que les vuelva a poner en la órbita y les muestre al mundo como un grupo que aún tiene mucho que decir en estudio.
Tras “Hurley” sintieron la urgencia de resarcirse y comenzaron a trabajar en el diso con Shawn Everett en el disco que nos ocupa, admitiendo que quizá –sólo quizá- el anterior les había quedado demasiado opaco, demasiado oscuro a su propio gusto pero también se percataron de que las prisas nos son buenas consejeras y abandonaron el trabajo en el estudio para darle más espacio a las canciones, componerlas con tranquilidad y encontrar el enfoque. Cuomo se dedicó a la meditación Vipassana para ver las cosas tal como son y su viaje iniciático le devolvió a la realidad con las ideas muy claras acerca de cómo debería ser el álbum y anunció que empezaría a trabajar en él en enero del 2014 junto con Ric Ocasek, que tan bien funcionó en su primer y tercer álbum. Grabado en los estudios californianos, The Village, “Everything Will Be Alright In The End” es una vuelta a la energía e inmediatez de sus comienzos, para el disco compusieron más de doscientas canciones de las cuales eligieron aproximadamente veinte y Ocasek, de nuevo, tuvo que sufrir a Cuomo repitiendo una y otra vez las mismas partes, arreglar al milímetro cada canción y escribir y re-escribir de nuevo las letras porque es verdad que en este punto de su carrera se jugaban mucho, ser una banda muerta y grabar otro disco que pase desapercibido para propios y extraños o grabar uno que les vuelva a poner en la órbita y les muestre al mundo como un grupo que aún tiene mucho que decir en estudio.
"He tenido otra pesadilla" -dice una voz de niña. "Vuelve a dormirte, cielo, todo saldrá bien al final" -le dice la madre y así se arranca "Ain't Got Nobody" con una vitalidad y una fuerza propias de los mejores Weezer, el puente es sensacional y lleno de sentimiento; "I'm livin' all alone. Nobody at home. It's hard to fall asleep I really start to freak" y en la canción no hay nadie que ame al protagonista y le diga que se vaya a dormir como en la introducción pero, aún así, tanto las guitarras como el vibrante bajo transmiten euforia. Gafas de pasta, guitarras propias del metal y nos largamos a "Back To The Shack" con lo que parece una salida de Cuomo por la tangente, ¿es verdad que sabe dónde tiene que volver? ¿que esa discoteca es una mierda? ¿qué se ha sentado con su chica y ha hecho las paces con su padre? ¿o es tan sólo una forma de mandar a la mierda a todos los detractores del grupo? Un riff sólido con una melodía juguetona y un estribillo repetitivo; "Take me back, back to the shack. Back to the strat with the lightning strap. Kick in the door, more hardcore. Rockin out like it's '94. Let's turn up the radio. Let's turn off…"
"Eulogy For A Rock Band" es, de nuevo, sobresaliente con una melodía magnífica, como deberían haber sonado hace mucho, Weezer no sonaban así desde hace años. "Lonely Girl" suena al álbum azul por los cuatro costados y eso, lejos de ser negativo, es bueno, muy bueno porque suena como "Buddy Holly" y cómo sólo Cuomo sabe pero sin llegar a caer el auto-plagio. Con gancho y resultona, para acabar de manera machacona gracias al trabajo de Patrick Wilson y el rugido de las guitarras de Bell y Cuomo. "I've Had It Up To Here" es la sorpresa del disco con Justin Hawkins de The Darkness que le aporta su inconfundible timbre, accesible y ligera pero con un tono radiante y dos sorprendentes giros al final; uno a modo de puente y otro incluyendo un solo. Suena jodidamente irresistible y fresca.
"The British Are Coming" te llevará a "Pinkerton" pero quizá lo mejor de todo son las inflexiones entre el falsete y la voz principal del estribillo, una gozada. La simpática "Da Vinci" con sus silbidos y sus coros es, sin embargo, una de las mejores de todo el disco con ese estribillo que resume lo mejor de los californianos en pocos segundos, power pop lleno de distorsión con un toque personal y emotivo: "I couldn't put it in a novelI wrote a page, but it was awful. Now I just want to sing your gospel, I'm at a loss for words, I'm at a loss for words…", es una delicia. Como "Go Away" a dueto con Bethany Cosentino que recuerda a material suyo de los noventa y, aunque en el fondo sea inofensiva, es tan bonita que es imposible no sonreír como un idiota. "Cleopatra" es tan pegadiza como propia de Cuomo, sorprendente hasta el final y enlazando de manera magistral con el solo principal. ¿Cómo es posible que Weezer produzca un single en pleno 2014 que empiece con una guitarra acústica y una armónica? "Foolish Father" es otra a tener en cuenta, con la ayuda de Patrick Stickles, Cuomo parece librarse de lastre acumulado con su padre, es quizá la más emocional de todo el disco.
Y llegamos a "The Futurscope Trilogy", una suite dividida en tres partes; "I. The Waste Land", "II. Anonymous", "III. Return To Ithaka", todo un exceso repleto de guitarras que se calma en su parte central gracias a un piano, "Anonymous", y unos coros victoriosos para desembocar en "Return To Ithaka" en la que todo Weezer estalla en un febril orgasmo, brutal y desbocado, en el que Cuomo (convertido en Ulises) regresa a su Ítaca particular al descubrir lo mucho que ama volver a hacer música de esta forma.
"Eulogy For A Rock Band" es, de nuevo, sobresaliente con una melodía magnífica, como deberían haber sonado hace mucho, Weezer no sonaban así desde hace años. "Lonely Girl" suena al álbum azul por los cuatro costados y eso, lejos de ser negativo, es bueno, muy bueno porque suena como "Buddy Holly" y cómo sólo Cuomo sabe pero sin llegar a caer el auto-plagio. Con gancho y resultona, para acabar de manera machacona gracias al trabajo de Patrick Wilson y el rugido de las guitarras de Bell y Cuomo. "I've Had It Up To Here" es la sorpresa del disco con Justin Hawkins de The Darkness que le aporta su inconfundible timbre, accesible y ligera pero con un tono radiante y dos sorprendentes giros al final; uno a modo de puente y otro incluyendo un solo. Suena jodidamente irresistible y fresca.
"The British Are Coming" te llevará a "Pinkerton" pero quizá lo mejor de todo son las inflexiones entre el falsete y la voz principal del estribillo, una gozada. La simpática "Da Vinci" con sus silbidos y sus coros es, sin embargo, una de las mejores de todo el disco con ese estribillo que resume lo mejor de los californianos en pocos segundos, power pop lleno de distorsión con un toque personal y emotivo: "I couldn't put it in a novelI wrote a page, but it was awful. Now I just want to sing your gospel, I'm at a loss for words, I'm at a loss for words…", es una delicia. Como "Go Away" a dueto con Bethany Cosentino que recuerda a material suyo de los noventa y, aunque en el fondo sea inofensiva, es tan bonita que es imposible no sonreír como un idiota. "Cleopatra" es tan pegadiza como propia de Cuomo, sorprendente hasta el final y enlazando de manera magistral con el solo principal. ¿Cómo es posible que Weezer produzca un single en pleno 2014 que empiece con una guitarra acústica y una armónica? "Foolish Father" es otra a tener en cuenta, con la ayuda de Patrick Stickles, Cuomo parece librarse de lastre acumulado con su padre, es quizá la más emocional de todo el disco.
Y llegamos a "The Futurscope Trilogy", una suite dividida en tres partes; "I. The Waste Land", "II. Anonymous", "III. Return To Ithaka", todo un exceso repleto de guitarras que se calma en su parte central gracias a un piano, "Anonymous", y unos coros victoriosos para desembocar en "Return To Ithaka" en la que todo Weezer estalla en un febril orgasmo, brutal y desbocado, en el que Cuomo (convertido en Ulises) regresa a su Ítaca particular al descubrir lo mucho que ama volver a hacer música de esta forma.
Parece ser que Cuomo entró en bucle y se obsesionó con este disco pero es que “Everything Will Be Alright In The End” es superior a “Weezer” del 2001 ("el verde", para los amigos) y es el mejor desde “Pinkerton” y eso es mucho decir, quizá el accidente de autobús en el que Cuomo casi pierde la vida, su meditación Vipassana, el crucero “Weezer Cruise” o los últimos dos discos de su propio grupo le hicieron ver la realidad, quién sabe, pero es pinchar “Ain’t Got Nobody” o “Back To The Shack” y volver a tener veinte años y eso, amigos míos, no está pagado. Ojalá que Cuomo nunca se olvide de “Raditude” y “Hurley”, es todo un genio y nos merecemos más discos como éste.
© 2014 Hal Incandenza