Si no te gusta “Rock Or Bust” eres un fan de mierda. Pues mire, ni me gusta, ni me disgusta y, mucho me temo, que ni para ellos mismos -un disco de apenas treinta y cinco minutos (el más breve de toda su discografía)- significará mucho más que una excusa para salir de gira que es lo que todos deseamos y donde demuestran de verdad su energía. Es cierto que “Rock Or Bust” tenía vocación de grande porque ya sabemos que los australianos se crecen ante la adversidad y, jugando de manera evidente con el título, podrían haber facturado un disco sólido como una roca o incluso haber salido de gira para celebrar su aniversario sin tener la necesidad de haberse embarcado en otro álbum y posteriormente, con más calma, haberlo grabado pero también es verdad que no es su estilo y que, por desgracia y a tenor de los acontecimientos que ahora ya todos conocemos, Malcolm Young padecía ya los primeros síntomas de su enfermedad incluso antes de la grabación del anterior, “Black Ice”, con lo que seguramente los planes de cualquier celebración tras aquella gira se vieron frustrados debido a su salud y por la insostenible idea de celebrar toda una vida en el rock sin uno de los fundadores y es que, por mucho que nos hayamos encariñado con ellos; ni Brian, ni Cliff, ni Phil fundaron AC/DC, sino Angus y Malcolm.
Y digo todo esto porque me habría sido extremadamente fácil desarmar este disco, lamentarme sobre la pérdida de Malcolm, especular con la situación de Phil Rudd (a la espera de presentarse ante la Corte por posesión de drogas y tentativa de homicidio) y hablar del disco de los australianos como el supuesto fracaso de unos tipos que nunca inventaron la rueda y cuestionar su afán de seguir pese a todo para hacer caja con una inevitable gira o, por el contrario, ganarme a todos los adolescentes, veinteañeros y nostálgicos que me leen y decir que el grupo de nuestros desvelos ha vuelto más fuerte que nunca y son AC/DC en estado puro, una marca, una leyenda, pero es que ni una cosa ni la otra…
Después de más de dos décadas siguiendo al grupo me siento tan decepcionado con este lanzamiento como en su momento pudieron sentirse aquellos que les siguieron en su particular travesía por el desierto ochentero con “Flick Of The Switch” del 83 (el segundo disco más corto del grupo junto con “Rock Or Bust”) , “Fly On The Wall” (1985) y “Blow Up Your Video” (1988), discos que con el paso del tiempo son disfrutables y sigo escuchando regularmente porque mi fidelidad a los hermanos Young es a prueba de bombas pero que no ofrecen recompensa alguna excepto algunas canciones destacables y la posterior recuperación, por todo lo alto, con “The Razor’s Edge” en los noventa (curiosamente, aquellos discos de los ochenta también coincidieron con la salida de Phil) Quienes digan que aquella década sentó bien al grupo están cegados, sin duda, por su fanatismo en unos años en los que, por desgracia, tanto AC/DC como Motörhead fueron asimilados por el público heavy sin entender que, tanto unos como otros, no eran más que puro y duro rock n roll con pelotas.
Con “Rock Or Bust” tengo ese mismo sentimiento agridulce de aquellos discos, me siento agradecido de compartir el mismo mundo que AC/DC, de pensar siquiera que podré volver a disfrutarles en directo, de que hayan vuelto y se hayan sabido reponer a algo tan duro como la enfermedad de Malcolm y la incierta situación de Phil pero “Rock Or Bust” es de nuevo un disco menor en la discografía del grupo y no, no lo puedo situar a la misma altura que álbumes anteriores como “Ballbreaker” (1995) al que tengo cariño y seguramente se vea mi bracito adolescente en algún plano del directo “No Bull”, el infravalorado “Stiff Upper Lip” (2000) o incluso el flojo “Black Ice” (2008) que, nada más que por los dos acordes de “Rock N Roll Train” podrá pasar a la historia como uno de los comienzos más excitantes de un concierto de los hermanos Young, con permiso de “Thunderstruck”, claro. ¿Pero quién le pide a AC/DC que a estas alturas haga algo a la altura de su leyenda, que hagan un gran disco y demuestren algo? ¿Acaso les queda algo que demostrar? Lo cierto es que "Rock Or Bust" aburre por momentos y se hace largo por otros y eso, fuera de cualquier broma sobre evolución o innovación en los australianos, es verdaderamente alarmante.
Lo sé, hablar de evolución en la crítica de un disco de AC/DC es tan absurdo como pedirle a Brian Eno sangre en las venas y no voy a ser tan idiota de pedir algo así porque además no quiero que cambien, me resulta reconfortante volver a encontrarme con ellos. Pero, entonces ¿por qué decepciona levemente este “Rock Or Bust”? Porque no es que se repitan sino que lo hacen sin gracia en muchos momentos. El problema no es del grupo que sigue haciendo lo que mejor sabe hacer; “un par de acordes, dos riffs, ritmo machacón y rock n roll, colega”. El problema es nuestro porque esperábamos la gran vuelta de AC/DC y, claro, nos hemos dado cuenta de que son humanos, de que Malcolm está muy grave, Phil quizá nunca vuelva y esa corriente que lleva sacudiendo nuestros cuerpos con su continua alternancia desde hace décadas cada vez le queda menos tiempo de vida (además, por qué no decirlo, el videoclip de “Play Ball” es una auténtica basura). Y, por eso, cuando todos esperábamos el gran retorno del grupo, hemos bebido un trago amargo de realidad y tras ser incapaces de digerir la situación de Malcolm, no entendíamos qué pasaba con Phil, por qué no salía en los videos y qué estaba ocurriendo, en general, en el seno de la banda ante la opacidad de Young y Brian. Y quizá, por eso mismo Angus se haya cargado con todo el peso y buscó consejo en Malcolm cuando le preguntaba sobre el destino del grupo y qué hacer, si debían continuar o no sin él, quizá por eso Brian haya abandonado el pesimismo que le rondaba durante la gira de “Black Ice” cuando afirmaba que sería la última del grupo (ahora ya todo encaja e imaginamos que debía ser por la frágil salud de Malcolm) y hayan decidido echarle el mismo coraje de hace veinte años, ponerse el mundo por montera, reclutar al sobrino de los Young, Stevie, y salir a luchar pese a todo y eso, bien visto, les honra.
Pero, claro, aquellos que grabaron “Back In Black” (1980) tras la pérdida de Bon Scott o le echaron reaños a unos difíciles años noventa para reclamar su trono en mitad del estallido del rock alternativo ahora tienen muchos años más encima y “Rock Or Bust” suena más complaciente y fácil que ninguno de los anteriores y, aunque por momentos parezca otra cosa y nos dejemos llevar por la pasión, no es un disco sólido y debería ser bien entendido como un disco de transición mientras Stevie termina por asentarse, si es que se queda como miembro definitivo, y se confirma si Phil sigue en el grupo o si, por el contrario, tendrá reemplazo. Pero, claro, hablar de continuidad con la actual situación de la banda es algo arriesgado y bastante afortunados tendríamos que sentirnos ya por el mero hecho de que hayan querido publicar material nuevo y salgan de gira una vez más, como para hablar de un próximo disco…
Pero, claro, aquellos que grabaron “Back In Black” (1980) tras la pérdida de Bon Scott o le echaron reaños a unos difíciles años noventa para reclamar su trono en mitad del estallido del rock alternativo ahora tienen muchos años más encima y “Rock Or Bust” suena más complaciente y fácil que ninguno de los anteriores y, aunque por momentos parezca otra cosa y nos dejemos llevar por la pasión, no es un disco sólido y debería ser bien entendido como un disco de transición mientras Stevie termina por asentarse, si es que se queda como miembro definitivo, y se confirma si Phil sigue en el grupo o si, por el contrario, tendrá reemplazo. Pero, claro, hablar de continuidad con la actual situación de la banda es algo arriesgado y bastante afortunados tendríamos que sentirnos ya por el mero hecho de que hayan querido publicar material nuevo y salgan de gira una vez más, como para hablar de un próximo disco…
Por otro lado, todos los elementos que han hecho grandes al grupo están presentes en el disco y ese “sonido familiar” que dice Angus se siente en todas las canciones. Es agradable pincharlo y sentir una vez más su Gibson SG y la chillona voz de Brian, una de las bases rítmicas más famosas y reconocibles de la historia del rock, con Cliff y Phil, y lamentar una vez más la pérdida de Malcolm porque para todo aquel que no lo sepa, la mayor parte del sonido de AC/DC era debido a su Gretsch, su rítmica era la seña de identidad del grupo, esa guitarra que pasaba inadvertida para muchos mientras su hermano, vestido de colegial, se llevaba todas las miradas y él se fumaba otro pitillo más a su salud.
De nuevo Brendan O'Brien a los mandos -quien también les dijo que si la actitud de Phil continuaba siendo la misma, llegando a hacerles esperar durante diez días en el proceso de grabación, podría buscarles él mismo otro batería- grabado en Vancouver y desmintiendo los rumores que tachaban a “Rock Or Bust” de haber sido realizado a "vuelapluma" en una semana, el sonido es contundente y todo lo directo que se espera de AC/DC, lleno de nervio y electricidad. Un poquito o mucho de topicazos con “Got Some Rock & Roll Thunder”, nenas en la sexual “Sweet Candy” o la evidente y aburrida “Miss Adventure”, ramalazos de rock sin complicaciones en “Play Ball” o “Rock The Blues Away” y algún retazo de realidad como en “Dogs Of War” pero ligero, muy ligerito y abierto a interpretaciones porque no es su estilo y ni falta que les hace.
El entrecortado riff de "Rock Or Bust" vuelve a meternos en su mundo y todo nos resulta familiar, Brian nos pregunta "¿estáis preparados?" Claro que sí, y la canción se arranca sin sorpresas con un estribillo fácil y pegadizo que funcionará en directo mientras la guitarra de Angus tiene más protagonismo que nunca y es la que marca el paso de la canción. Solo con poca ganancia y mucho sabor, así se abre "Rock Or Bust" y funciona, vaya si funciona… La ya conocida "Play Ball" mejora en el contexto del disco, de nuevo cabalgamos sobre la guitarra y Brian ya no pregunta, ordena: "¡Escucha!" y un "fingerpicking" es alternado con la clásica progresión de acordes rasgados de Young, la batería es marcial y tan básica y funcional como siempre; charles, caja y bombo y a marchar. El solo de "Play Ball" con mucho más nervio e integrándose perfectamente en el puente, del video y su horrorosa realización mejor no hablamos porque lo que importa es la música.
"Rock The Blues Away" aunque no es un alarde de originalidad y vuelve a la senda del rock más directa, me gusta especialmente por su tono festivo y sus coros, es alegre y vacilona, fácil de tararear, ligera, con un sabor estupendo y una producción tan impecable que a veces parece que estemos escuchando un clásico del mejor hard contenido de los ochenta. "Miss Adventure" fracasa porque con un riff tan demoledor y un riff tan machacón podría haber dado mucho más de sí. Los coros de nuevo son magníficos, realmente estupendos pero el grupo se enquistará al final en el genial riff de Young durante más de un minuto en el que no se les ocurre otra solución que volver al estribillo de forma insistente y se hace larga, demasiado larga, todo un crimen si tenemos en cuenta que dura apenas tres minutos. "Dogs Of War" levanta el pie del acelerador y pese a su ritmo tampoco termina de convencer, mucho más oscura y pesada, Johnson suena bien, muy bien y cambiará de melodía en más de una ocasión, se le siente cómodo, pero la canción no da más de sí.
"Got Some Rock & Roll Thunder" es divertida gracias a sus palmas y la guitarra de nuevo es sobresaliente, esto no ya no es hard rock sino rock sin complicaciones, lo que ocurre es que es tan, tan previsible que carece de emoción, parece que estamos atascados en un bucle y desde el primer minuto no hay ni una sola sorpresa. "Hard Times" y su cadencia bluesy, sin embargo, enganchan desde el primer segundo y es agradable pero, ¿dónde está ese gran estribillo de AC/DC? ¿Dónde está ese subidón, ese empujón, esa descarga de energía y emoción? Lo grandioso de "Hard Times" son los fraseos de Angus Young, fraseos porque no pasan de unos segundos, pero que se clavan tanto como el último solo escalando a las notas más altas, lo mejor del corte. "Baptism By Fire" promete más de lo que ofrece, volvemos a acelerar el tempo y parece que la canción va a comernos, Johnson no fuerza tanto la voz y esta vez es Young el que entra y sale cuando quiere de la sólida base de Cliff y Rudd pero la canción no termina de cuajar, de eclosionar; nos añaden tensión durante la estrofas y parece que todo va a estallar pero nunca llega a ello.
¿Es Robert Plant? No, es Brian Johnson y AC/DC nunca sonó tanto por Zeppelin como en "Rock The House", así sí. Vibrante, rocanrolera y llena de actitud con una guitarra más cercana a Page que a la del propio Angus, puro rock pero el estribillo vuelve a estrellarse porque, desde luego, no es para nada un derroche de originalidad y el solo del final, del último minuto; es un autoplagio descarado. Aún así, "Rock The House" cambia el perfil disco cuando parecía ya condenado desde "Miss Adventure". Seguro que "Sweet Candy" es aprovechada para vacilar en las primeras filas de los conciertos y que Brian ofrezca "su caramelo" a las chicas de la audiencia mientras las enfocan con las cámaras y alternan con alguna que otra animación picante o Angus se quita la corbata, la camisa o los pantalones pero en disco marca claramente un final anticipado nada original. Para despedirse, "Emission Control" y de vuelta al rocanrol más zeppeliniano pero sin chispa o maldad, eso sí; la guitarra de Angus aún suena indómita y, por lo menos, se disfruta.
Así de sencillo, “Rock Or Bust” entra bien y se digiere con facilidad, demasiada, con once canciones sencillas, efectistas y sin complicaciones, tan inofensivas que, a excepción de tres o cuatro, el resto ni suman, ni restan... Nada nuevo bajo el sol y quizá así sea mejor, es tan sólo una buena excusa para que se lancen a la carretera, que decidan grabar un disco así de poco emocionante es lo de menos si podemos estar una vez más en comunión con ellos en directo.
El entrecortado riff de "Rock Or Bust" vuelve a meternos en su mundo y todo nos resulta familiar, Brian nos pregunta "¿estáis preparados?" Claro que sí, y la canción se arranca sin sorpresas con un estribillo fácil y pegadizo que funcionará en directo mientras la guitarra de Angus tiene más protagonismo que nunca y es la que marca el paso de la canción. Solo con poca ganancia y mucho sabor, así se abre "Rock Or Bust" y funciona, vaya si funciona… La ya conocida "Play Ball" mejora en el contexto del disco, de nuevo cabalgamos sobre la guitarra y Brian ya no pregunta, ordena: "¡Escucha!" y un "fingerpicking" es alternado con la clásica progresión de acordes rasgados de Young, la batería es marcial y tan básica y funcional como siempre; charles, caja y bombo y a marchar. El solo de "Play Ball" con mucho más nervio e integrándose perfectamente en el puente, del video y su horrorosa realización mejor no hablamos porque lo que importa es la música.
"Rock The Blues Away" aunque no es un alarde de originalidad y vuelve a la senda del rock más directa, me gusta especialmente por su tono festivo y sus coros, es alegre y vacilona, fácil de tararear, ligera, con un sabor estupendo y una producción tan impecable que a veces parece que estemos escuchando un clásico del mejor hard contenido de los ochenta. "Miss Adventure" fracasa porque con un riff tan demoledor y un riff tan machacón podría haber dado mucho más de sí. Los coros de nuevo son magníficos, realmente estupendos pero el grupo se enquistará al final en el genial riff de Young durante más de un minuto en el que no se les ocurre otra solución que volver al estribillo de forma insistente y se hace larga, demasiado larga, todo un crimen si tenemos en cuenta que dura apenas tres minutos. "Dogs Of War" levanta el pie del acelerador y pese a su ritmo tampoco termina de convencer, mucho más oscura y pesada, Johnson suena bien, muy bien y cambiará de melodía en más de una ocasión, se le siente cómodo, pero la canción no da más de sí.
"Got Some Rock & Roll Thunder" es divertida gracias a sus palmas y la guitarra de nuevo es sobresaliente, esto no ya no es hard rock sino rock sin complicaciones, lo que ocurre es que es tan, tan previsible que carece de emoción, parece que estamos atascados en un bucle y desde el primer minuto no hay ni una sola sorpresa. "Hard Times" y su cadencia bluesy, sin embargo, enganchan desde el primer segundo y es agradable pero, ¿dónde está ese gran estribillo de AC/DC? ¿Dónde está ese subidón, ese empujón, esa descarga de energía y emoción? Lo grandioso de "Hard Times" son los fraseos de Angus Young, fraseos porque no pasan de unos segundos, pero que se clavan tanto como el último solo escalando a las notas más altas, lo mejor del corte. "Baptism By Fire" promete más de lo que ofrece, volvemos a acelerar el tempo y parece que la canción va a comernos, Johnson no fuerza tanto la voz y esta vez es Young el que entra y sale cuando quiere de la sólida base de Cliff y Rudd pero la canción no termina de cuajar, de eclosionar; nos añaden tensión durante la estrofas y parece que todo va a estallar pero nunca llega a ello.
¿Es Robert Plant? No, es Brian Johnson y AC/DC nunca sonó tanto por Zeppelin como en "Rock The House", así sí. Vibrante, rocanrolera y llena de actitud con una guitarra más cercana a Page que a la del propio Angus, puro rock pero el estribillo vuelve a estrellarse porque, desde luego, no es para nada un derroche de originalidad y el solo del final, del último minuto; es un autoplagio descarado. Aún así, "Rock The House" cambia el perfil disco cuando parecía ya condenado desde "Miss Adventure". Seguro que "Sweet Candy" es aprovechada para vacilar en las primeras filas de los conciertos y que Brian ofrezca "su caramelo" a las chicas de la audiencia mientras las enfocan con las cámaras y alternan con alguna que otra animación picante o Angus se quita la corbata, la camisa o los pantalones pero en disco marca claramente un final anticipado nada original. Para despedirse, "Emission Control" y de vuelta al rocanrol más zeppeliniano pero sin chispa o maldad, eso sí; la guitarra de Angus aún suena indómita y, por lo menos, se disfruta.
Así de sencillo, “Rock Or Bust” entra bien y se digiere con facilidad, demasiada, con once canciones sencillas, efectistas y sin complicaciones, tan inofensivas que, a excepción de tres o cuatro, el resto ni suman, ni restan... Nada nuevo bajo el sol y quizá así sea mejor, es tan sólo una buena excusa para que se lancen a la carretera, que decidan grabar un disco así de poco emocionante es lo de menos si podemos estar una vez más en comunión con ellos en directo.
© 2014 Jim Tonic