A todos aquellos que compramos “The Living End” de Hüsker Dü en el 94 cuando éramos adolescentes buscando la esencia de todos aquellos grupos alternativos que tanto nos gustaban, nos costó encontrarle el gustito a los Dü, lo que no ocurrió con el homónimo “Bob Mould” en el 96 con Cobain ya desaparecido y una escena musical fragmentada y huérfana cuyos restos del naufragio, aún a día de hoy (veinte años después), seguimos recogiendo. Por eso es justo ahora cuando más me sorprenden los advenedizos, aquellos que se han subido al carro de Mould con “Silver Age” (2012) o, como mucho, “Body Of Song” (2005) y opinan sobre la madurez de Mould y hablan de Hüsker Dü con tal familiaridad que parecen Azerrad. Loquillo, nuestro Loquillo, fue profeta de esto que está ocurriendo actualmente (y de muchas otras cosas) hace muchos años -diez por lo menos- dijo en una entrevista para televisión algo que me pareció terriblemente acertado: “antes los identificabas porque llevaban patillas o chupa de cuero pero ahora el enemigo es mucho más peligroso porque se sienta contigo y dice conocer a Petty cuando tan sólo lo ha escuchado un par de veces” y perdonen si la cita no es todo lo literal que debiera pero el catalán tenía toda la razón. Vamos, no me jodas, no es que a Bob Mould sólo le haya escuchado yo pero es que no me creo ni la mitad de las críticas que he tenido que leer de este “Beauty & Ruin” en webs y blogs supuestamente especializados que corrieron prestos a elaborar una crítica a “vuelapluma” por el mero hecho de estar de actualidad y conseguir alguna que otra visita, además de presumir de auténticos para, meses después, no volver a escucharlo por estar ya más pendientes de escribir la crítica del nuevo disco de Pink Floyd (ya defenestrado de antemano o elevado a las alturas, según el peinado del bloguero), Ty Segall o la próxima mamarrachada de Arcade Fire. Todos esos que habláis de Bob Mould como si fuese coleguita vuestro, sois doctores en Fugazi, Shonen Knife, Captain America o Hüsker Dü tenéis todo mi desprecio y descojone, ahora vamos al disco, “Beauty & Ruin”…
Publicado en Junio bajo el sello Merge (con el que ya publicó “Silver Line” tras abandonar ANTI) y produciéndolo él mismo, en “Beauty & Rain” cuenta de nuevo con Jason Narducy en el bajo y apoyo de las segundas coces y Jon Wurster tras los parches. Es injusto hablar de “Silver Line” como un hito en la carrera de Mould, un despunte de brillantez en la madurez de su carrera y, por consiguiente, un punto de inflexión tras el cual viene poco menos que la muerte artística con “Beauty & Rain” porque si bien la carrera de Mould ha sido bastante irregular desde la publicación de “Workbook” (1989) y no ha alcanzado cierta estabilidad hasta “District Line” (2008) -esto no debería extrañarnos viniendo de Hüsker Dü (un grupo con grandes luces pero también grandes sombras, que el tiempo y la repercusión han tornado en referencia mítica ineludible en el panteón del rock alternativo norteamericano tras el terremoto de Nirvana)- porque igual que ha habido grandes fracasos como el interesante “Modulate” (2002) o “Blowoff” (2006) también ha habido grandes momentos como “The Last Dog And Pony Show” (1998) o “Black Sheets Of Rain” (1990) e incluso del hiato con Sugar, en el cual y a posteriori se puede adivinar el deseo de cambio o la eterna lucha de Mould por encontrar su camino tras Dü y su carrera en solitario, se pueden extraer grandes canciones de power pop.
Por tanto y en retrospectiva, es erróneo hablar de “Silver Line” como un regreso porque la carrera en solitario de Mould, excepto esos dos álbumes anteriormente citados, es notable en todos los aspectos y ha ido evolucionando consecuentemente a sus años, situando la angustia adolescente de Hüsker Dü en su lugar/ momento adecuado y, aunque a veces sea un tema recurrente, en sus discos más recientes siempre es revisitada desde una perspectiva madura, seria y creíble e incluso cuando sus canciones son pura melodía pop el envoltorio punk de distorsión ochentera y las guitarras llenas de saturación revisten las composiciones de un aura, domo dije antes, power pop que resulta atractiva y adictiva porque estamos presenciando a un artista que, sin alejarse de las coordenadas musicales de su famosa juventud, sigue resultando digna y consecuente. Si antes era un jovencito a medio camino entre el punk y el hardcore ahora es un tío hecho y derecho con pelotas.
Por tanto y en retrospectiva, es erróneo hablar de “Silver Line” como un regreso porque la carrera en solitario de Mould, excepto esos dos álbumes anteriormente citados, es notable en todos los aspectos y ha ido evolucionando consecuentemente a sus años, situando la angustia adolescente de Hüsker Dü en su lugar/ momento adecuado y, aunque a veces sea un tema recurrente, en sus discos más recientes siempre es revisitada desde una perspectiva madura, seria y creíble e incluso cuando sus canciones son pura melodía pop el envoltorio punk de distorsión ochentera y las guitarras llenas de saturación revisten las composiciones de un aura, domo dije antes, power pop que resulta atractiva y adictiva porque estamos presenciando a un artista que, sin alejarse de las coordenadas musicales de su famosa juventud, sigue resultando digna y consecuente. Si antes era un jovencito a medio camino entre el punk y el hardcore ahora es un tío hecho y derecho con pelotas.
Es inevitable sentir que cuando "Low Season" se despereza y de la garganta de Mould salen versos como “Chances that I’ve wasted in my unforgiving days, You were always there, to hear my spirit drown" canta por la pérdida de su padre. Una canción plomiza, densa pero llena de sentimiento, nada que se atragante o sea haga pesado, llena de emoción que se traduce en la lentitud de su tempo, goteante como el pesar de Mould. "Little Glass Pill" ahonda en otra amargura, la de perder a alguien que amas, la de perder y sobreponerte o hundirte pero la canción es una demostración palpable de que Mould es capaz de componer canciones que beben del hardcore norteamericano y su rapidez, tres notas y a escupir tu amargura: "You lie, you lie, you lie, you lie. Deny, deny, deny, you live in denial. And why, and why, and why, and why. Am I, am I, am I losing this trial?"
Y con gancho continúa Bob Mould en "I Don't Know You Anymore" y ese himno al desengaño, poppie, fácil de recordar, pegadiza y optimista porque, aunque nuestro protagonista cante por todas aquellas personas que uno cree conocer y terminan resultando de otra forma, es un single en potencia, radiante y espectacular. "Kid With Crooked Face" vuelve a llevar a Mould a sus raíces; punk con nervio, hardcore, rock n' roll pasado de revoluciones y la demostración palpable de que el grupo de Grohl le debe casi todo en su fórmula a Hüsker Dü, igual de evidente que es en "Nemeses Are Laughing" que podría formar parte de cualquier disco de Foo Fighters, el comienzo jazzy con Mould cantando "Do, doo, do, doo, do, do, do, do, do, doo" es para quitarse el sombrero porque pronto evoluciona a un medio tiempo ensoñador con una batería robusta como una apisonadora. La primera cara del disco concluye con "The War" en la que Mould parece arengarnos a escuchar su voz pero lo que más me gusta de esta contenida canción de espíritu punk es la forma en la que canta; saliéndose por completo de la etiqueta de punky hardcoreta cincuentón para demostrar que es un cantautor al servicio del ritmo y melodía, una maravilla.
"Forgiveness" inaugura la segunda cara del vinilo con estilo a raudales, guitarras en limpio y un piano que hacen que suene cristalina y diferente, contrapunto de lo que hemos escuchado hasta ahora, muy, muy emotiva. Pero el punk no ha acabado y en "Hey Mr. Grey", con sus dos minutos de vibrantes quintas, Mould reclama lo que es suyo y, a pesar de sus canas, grita a todos esos jovencitos; "They're so young, they're so dumb. They don't understand. Kids don't follow, kids don't lead. Kids go hand in hand" porque, a pesar de los años, el que tuvo retuvo y Mould estuvo antes que todos esos niños de guitarras llenas de pegatinas y a la altura de las rodillas, además de servir de homenaje velado al " "Kids Don't Follow" de The Replacements.
"Fire in the City" es una perfecta metáfora de los problemas, de los cotidianos; los del día a día, los pequeños y grandes, los personales o los que nos afectan a todos. Exuda rock pero con alma punk. "Tomorrow Morning" es la canción por la que muchos suspirarían por componer, de ritmo abierto y pegadiza, sencilla y lineal pero no carente de emoción y cierto optimismo cuando Mould canta que mañana todo será mejor porque el disco, en general, es un tratado de cómo sobreponerse a los contratiempos, los envites de la vida. La canción más lenta del disco es "Let the Beauty Be", acústica y con un acompañamiento mínimo mientras Bob (nos gusta más llamarle Bob después de todos estos años, mejor que Mould) canta por la sencillez ante la depresión e ironiza con el lado del cuchillo en el que le ha tocado vivir: "You've been living on the edge of a knife, maybe this could be the time of your life". Pero que nadie se olvide de dónde viene nuestro protagonista porque eso de cerrar con una canción acústica no es el sello de identidad de la casa y "Fix It" canta, a ritmo acelerado y cafre, lo importante que es solucionar los problemas y apartarlos de la vida de uno, una canción que no tuvo letra hasta que entró al estudio y la resolvió en un instante abriéndose.
En definitiva, “Beauty & Rain” funciona porque resulta sincero, porque no engaña, porque promete lo que ofrece por parte de un músico que no se aleja un ápice de su propuesta, porque contiene grandes canciones, pegadizas, intensas y resultonas que se pegan, ganan con cada escucha y siguen siendo un chute de energía pero ya no desbocada sino llena de experiencia, la experiencia de un tipo que envejece, que pierde a sus seres queridos, que ahonda en su pena y tristeza pero para expulsarla y no regodearse en ella de manera pusilánime. Da gusto comprobar que tras todos aquellos artistas underground de los ochenta hay auténticos compositores que siguen y seguirán su camino con composiciones de calidad y actitud, mucha actitud.
© 2014 Jack Ermeister