Pienso que a estas alturas de la historia pocos deben ser los que aún echen de menos a Udo Dirkschneider dentro de Accept, y eso es así porque un luchador como Mark Tornillo se ha ganado a pulso el respeto de toda la comunidad metalera desde que en 2009 llegara al seno de la banda, tras el anuncio de Hoffmann y Baltes de resucitar al combo germano, desaparecido desde 1996 tras la edición de "Predator". Accept son una banda muy grande y una de las más respetadas dentro del panorama internacional, las promotoras se los rifan y raro es el festival que no le tire los trastos a Hoffmann y los suyos; no en vano no todas las bandas pueden presumir de ser cabezas de cartel de todo un Sr. Wacken. Con buen criterio (todo hay que decirlo) los grandes defensores del pequeño cantante alemán (Udo) trasladan parte de la "culpa" de esa grandeza a su defensor. Pienso que en este sentido no hay nada que apelar, sería de tontos hacerlo; discos como "Restless And Wild" (1982), "Balls To The Wall" (1983) y "Metal Heart" (1985) forman parte de la época dorada del heavy metal y no vamos a ser nosotros quienes le quiten parte o mucho de ese mérito a Dirkschneider. Pero de igual modo nadie puede decirnos a nosotros, defensores a capa y espada de Mark, que gracias a su poderío Accept están viviendo una segunda juventud, editando desde el 2010, con "Blood Of The Nations" (2010), "Stalingrad" (2012) y "Blind Rage" (2014), tres de sus mejores trabajos.
A "Blood Of The Nations" le tengo un cariño especial, supongo que parte del mismo v viene auspiciado por lo que significaba para mí el regreso a primera línea de fuego después de catorce años de una de mis bandas favoritas. Como amante del heavy alemán desde que era niño, Accept siempre han sido uno de mis grupos bandera, y eso es así porque son una banda pura y netamente "heavy metal", que tan sólo en contadas ocasiones coqueteaba con la onda power de la que siempre presumía y hacía gala el país germano, donde Helloween, Running Wild y posteriormente Blind Guardian y los sucedáneos de la calabaza como Gamma Ray y Primal Fear (estos últimos más modernos) llevaban la voz cantante y tiraban del carro de un país que quería erigirse como uno de los grandes dentro del Rock. Accept pueden presumir de haber hecho siempre lo mismo, jodido y puro heavy metal, posiblemente una de las bandas más "true" de todas las que os podéis echar a la cara. Es una alegría y todo un lujo que en pleno 2014 sigan como el primer día, como cuando empezaron allá por 1979 con su disco homónimo, haciendo lo que más les gusta y lo que más nos gusta. Abriros una cerveza y poneros cómodos para disfrutar de lo que es un disco señorial de principio a fin.
La cólera y la rabia de "Blind Rage" arranca con paso firme y decisivo con la vistosa "Stampede", un tema que da el pistoletazo de salida con unas potentes notas que descorchan, así como que no quiere la cosa, las guitarras de Frank y Wolf. Mark canta jodidamente bien (nunca me cansaré de repetirlo), en un tono que por mucho que quiera abstraerme siempre lleva a mi memoria al del bueno de Brian Johnson (ACDC). Es innegable que su timbre de voz es realmente parecido en determinadas frases y estrofas (sobre todo cuando tira de gritos, como el del final de "Stampede"). Evidentemente Mark tiene más voz que el cantante de la banda australiana, aunque a nivel de carisma pienso que debería haber tablas en el marcador (y eso sabiendo que Brian es uno de los más grandes de la historia). "Dying Breed" es más épica, más melodiosa, debido a los perfectos coros que la banda fulmina en los puentes hacia los estribillos. Unos coros que acompañando de forma milimétrica a la voz de Mark, que para la ocasión decide moverse en un tono más bajo que el de su predecesora. El solo de Hoffmann en un primer momento (más grave) y de Frank en un segundo (más agudo) es para quitarse el sombrero; con punteos así resulta muy difícil no sentir y decir: ¡joder, qué buenos son estos cabrones! Y es que resulta imposible no vivirlos con el alma a flor de piel.
Con "Dark Side of My Heart" se vuelven juguetones desafiándonos con el tema más hard rock que contiene "Blind Rage", donde las guitarras afiladas y puntillosas dejan paso a otras más dulzonas y melosas que van siempre al servicio y al son que marcan las notas del bajo de Baltes. "Dark Side of My Heart" es uno de esos temas que sin ser un masterpiece no desagrada a nadie, ya que como si de un café se tratara cae bien a cualquier hora y en cualquier momento del día, nunca está de más y siempre levanta el ánimo... Por su parte "Fall Of The Empire" es más dura, tiene más cuerpo y presencia. En este caso las guitarras son mucho más potentes y abruptas, al menos en su comienzo, ya que también es cierto que cuando el tema va arañando segundos al crono las mismas empiezan a diluirse y se tornan más tímidas. Aunque si algo hay característico en este temazo (porque lo es) es el sentimiento con el que canta Mark; una vez más (y ya van unas cuantas) resulta imposible no emocionarse ni disfrutar con un corte de estas características, ya que tiene todos los ingredientes para convertirse en un himno de esos que marcan una época.
"Trail Of Tears" es la canción más power, aquí tiran de speed metal y del doble bombo de Schwarzmann en uno de los riffs más veloces de "Blind Rage". Un tema simple y sencillo pero realmente efectivo si tenemos en cuenta lo bien elaborado y condimentado que está. "Wanna Be Free" es una dulzura que te atrapa desde el primer segundo, estamos ante un medio tiempo que os hará viajar por todos los estados de ánimo que os podáis imaginar. Un tema tan triste como reivindicativo que pincharéis una y otra vez en vuestro reproductor. Es lo que tienen las buenas canciones, no hace falta darles muchas escuchas para saber que lo son... una de ellas es "Wanna Be Free".
Con "200 Years" recuperan la velocidad estableciendo un punto de no retorno desde aquí hasta el final del álbum. Es un tema muy dinámico y como virtud del mismo tendríamos que decir que muy posiblemente contenga el solo más visible y resultón del nuevo trabajo. "Bloodbath Mastermind" sigue la estela del anterior, mientras que con "From the Ashes We Rise" son capaces de romperte los esquemas con un inicio instrumental al más puro estilo ACDC. Mike parece desgañitarse llevando su voz a límites nunca vistos ni escuchados anteriormente. Canta con rabia y mala hostia, se nota que ha puesto un empeño sobrenatural en que "Blind Rage" saliera redondo en todos los aspectos. Nuevamente los coros vuelven a hacer acto de presencia lo que dotan al corte de una magia y un colorido especial…
El disco finaliza con la otro par de maravillas, por un lado la hipnótica "The Curse", donde resulta imposible no dejarse llevar por la sosegada voz que impone Mark; y por otro con "Final Journey", uno de los temas más heavys de todo el álbum y que siempre es bienvenido, caiga donde caiga, si quien lo firma se llama Accept.
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