Las historias empiezan y acaban. Pero cuando acaban, siempre e invariablemente, es para mal. Tras los restos del naufragio de una relación siempre suele haber dolor por lo que pudo ser y no fue, por lo se fue incapaz de hacer o dejar de hacer, reproches y dime y diretes; mientras unos se lamen las heridas, otros salen de nuevo de caza, así es la vida y Brian Fallon, tras diez años de matrimonio ha decidido exorcizar todos los demonios internos de su ruptura en el nuevo disco de su grupo, The Gaslight Anthem. Resulta irónico porque, si bien la tristeza o la amargura son siempre buenas musas para la creación artística, el despecho, aún siendo pariente de ambas, nunca es un buen ingrediente y si bien nos ha dado obras magníficas como "Blood On The Tracks" (1975) también nos ha dado mediocridades como el reciente "Ghost Stories" de Coldplay que, aún teniendo buenas ideas, naufraga en el patetismo más absoluto. Pero está claro que mientras la obra de Dylan era un tratado de madurez sobre cómo reponerse y dejar ir, rehacer la vida a pesar del dolor dando igual quien abandonase o fuese abandonado, las de Fallon o Martin exudan rencor y pesar adolescente, algo poco elegante para unas canciones que miles de seguidores harán suyas y que seguramente, a la postre, les haga más daño a sus propios autores que el placer que sintieron al librarse de esos sentimientos en el momento de la composición. Pero, ¿cómo explicarle a alguien, sin ningún tipo de inquietud artística o sensibilidad suficiente para entenderlo, por qué un artista es capaz de experimentar la catarsis de sangrar y abrirse el pecho ante miles de personas para aliviar su dolor?
Fallon anunciaba "Get Hurt" como algo totalmente distinto a "Handwritten" (2012) y es que nunca un grupo ha intentado librarse con esta insistencia de la supuesta influencia de un padrino como es Bruce Springsteen. Seamos honestos, "The '59 Sound" (2008) y "American Slang" (2010) estaban repletos de aquella mitología que hizo grande al de Jersey; grandes perdedores, trabajadores de clase media, grandes coches americanos a gasolina y dramones y amores a la luz de las farolas en calurosas noches de verano en las que el asfalto aún ondula y las ventanas permanecen abiertas mientras se apuran los últimos cigarrillos por adolescentes que se hacen hombres demasiado pronto y hombres que, a pesar de serlo, siguen respirando las mismas dudas y miedos cuando se enamoran. La urgencia, el ritmo acelerado, la voz ligeramente ronca pero poderosa y los estribillos atronadores de un grupo que se antojaba claro heredero del rock americano con tintes de alternativo, hicieron que The Gaslight Anthem estuviesen en boca de todos y fuesen bendecidos por Springsteen y paseados por media europa por Dave Grohl. En "Handwritten" quisieron crecer y tener su propio sonido, al final no era más que la continuación de "The '59 Sound" y "American Slang" y ahora, justo ahora, cuando tenían que demostrar tanto en este disco, Fallon se divorcia y el as de picas de la portada tan sólo es su última carta mientras se lame las heridas y pospone la madurez creativa de su propio grupo para el próximo disco, no para éste desde luego. Si hace casi un año hablaba de Pearl Jam y su "No Code" (1996) como su mayor inspiración para este "Get Hurt", tras la ruptura no podía estar cardinalmente más opuesto a lo que supuso el disco de Vedder y compañía como obvio punto de inflexión en la carrera del grupo de Seattle.
"Me siento como un extraño, no puedo dormir y los brazos que un día me abrazaron hoy sólo me hacen daño" canta en "Stay Vicious" y es cierto que The Gaslight Anthem suenan más aguerridos, han endurecido su sonido y suenan más sólidos y hasta podemos intuir cierta chulería en un Fallon que se atreve con un "tonight you're saving my life, yeah" antes de un riff potente y machacón. Quizá el responsable de este cambio no es otro que Mike Crossey, por el que no apostaba gran cosa y vaticinaba un disco más relamido que el anterior con Brendan O'Brien o los de Ted Hutt. Pero lo cierto es que la unión entre Gaslight Anthem y Crossey funciona, "Get Hurt" fue grabado en los estudios Blackbird de Nashville durante esta pasada primavera. Pero si "Stay Vicious" sorprende por su ritmo pesado, el single "Rollin' and Tumblin'" (cuyo nombre procede del estándar de Blues pero no tiene nada que ver) muestra las garras de manera efectista y el grupo suena más en forma que nunca pero la canción, en sí misma, no vale gran cosa y tan sólo se arranca en el estribillo gracias a los coros. Curioso que, a pesar de sonar tan bien y sentírseles tan engrasados entre ellos, "Get Hurt" rompa la cohesión en la discografía del grupo y sea el patito feo de una carrera que se prometía sólida. Grandes canciones, bien interpretadas y sonando sobresalientes pero equivocadas al fin y al cabo.
"1,000 Years" tiene un riff para el recuerdo y una melodía extraordinaria como un estribillo magnífico pero los puentes entre estrofas terminan por joder el impacto. "Get Hurt" posee grandes riffs pero, ¿dónde está Rosamilia en los solos? "Get Hurt" es sencillamente dolorosa y genial, aunque el acompañamiento opaque el resultado final. Con "Helter Skeleton" recuperan influencia cincuentera y aceleran el ritmo pero sólo al principio porque pronto se relajan de manera alarmante y se convierte en rock inofensivo. Como "Underneath the Ground" debería haberse quedado fuera del conjunto y "Red Violins" se convierte en un manual sobre cómo alejarse de una influencia, como es la de Springsteen y sus dos propios discos, que se antoja como una alargada sombra con la que quizá -sólo quizá- deberían aprender a convivir y construir sobre ella porque es justo en esos segundos, como ocurre en la citada "Get Hurt" (a pesar de lo equivocado de la propuesta) donde Gaslight Anthem rozan el sobresaliente de nuevo. "Selected Poems" entra como un tiro, de manera salvaje tras lo calmado de la estrofa y con un cambio de ritmo que es lo mejor de todo el disco a pesar de acribillar su propia influencia y recurrir al autoplagio más flagrante.
Cuando uno escucha "Ain't That a Shame" tiene la sensación de estar escuchando una maqueta de la anteriormente escuchada "Rollin' and Tumblin'" y no precisamente digna. La influencia de Petty recorre "Break Your Heart" como un "I Won't Back Down" acústico y "Dark Places" que despega de manera perezosa pronto se convierte en un himno puramente "springstiniano" con esas segundas voces doblando la de Fallon, excelente. La edición especial poco aporta al resultado, una lánguida "Sweet Morphine" con un slide bonito pero que entristece más aún la nota final del álbum. "Mama's Boys", acústica y con armónica, cantando por la inocencia perdida, con la voz de Fallon sin producción y sonando aún más cruda (también más nasal) en la mezcla de las tres de las cuatro canciones que el grupo nos regala. "Halloween" resulta llamativa por las voces femeninas pero poco más, literalmente prescindible, como "Have Mercy" sirve como canción de cuna y ésta quizá si debería haber sido la auténtica despedida de este "Get Hurt".
Querido Fallon, pronto todo habrá pasado y recuperarás la alegría, tirarás sus fotos y todo eso pero haznos un favor; no vuelvas a utilizar un disco de tu grupo como vehículo para soltar mierda, acabas de desaprovechar la oportunidad de convertir el álbum de madurez y consagración de The Gaslight Anthem en un disco de transición lleno de grandes canciones pero, al fin y al cabo, de paso y el mundo está lleno de futura promesas que nunca rompen y se convierten en un juguetes rotos. Nos vemos en la próxima.
¿Sabías que..?
- El webmaster de nuestra web tuvo un enfrentamiento con Fallon en el que acabó tirándole la copa en pleno concierto.
- El concierto de The Gaslight Anthem de Madrid en el 2012 fue el más aburrido del año, según nuestros lectores y el amable redactor que se durmió.
- Somos dignos poseedores de una copia de "Handwritten" firmada y dedicada por todo el grupo.
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