Suena "What Goes Boom" y creemos que hemos vuelto a ser adolescentes pero no, lo único que queda de los Pixies es la nostalgia. Que nadie se lleve las manos a la cabeza, "Indie Cindy" es un buen disco, entretenido y muy propio de los Pixies, pero tan propio que es impropio. ¿Me explico? Siempre he creído que los de Boston eran un grupo inflado y sobreestimado por la generación alternativa que hacía propias las alabanzas y gustos de Cobain y sus coetáneos. Así, una enorme caterva de veinteañeros hicieron suyos a grupos como Melvins, Mudhoney o Pixies, grandes pero no enormes. He leído críticas en las que se compara a los Pixies con los Beatles (¿estamos locos?), en las que se tilda a Black Francis de auténtico genio cuando no es así. Los Pixies como banda eran buenos, Francis tiene talento, claro que sí, pero grabar veintitrés años después de "Trompe le Monde" (1991) una continuación tan autocomplaciente e inocua como "Indie Cindy" debería estar penado. Tenemos que darnos cuenta de que este disco va a compartir estantería con Come On Pilgrim (1987), Surfer Rosa (1988), Doolittle (1989), Bossanova (1990) y el mencionado; Trompe le Monde (1991). Suena bien y no desentona, a veces nos hace creer que han vuelto pero no, son sólo Black Francis, David Lovering y Joey Santiago intentando recuperar lo irrecuperable; la magia de sus cinco primeros discos y, por mucho que lo intenten, se quedan a medio gas y en una parodia de sí mismos (nadie puede creerse una canción como la homónima "Indie Cindy", la soporífera "Bagboy" o insultante "Magdalena 318"), como horroroso es el "artwork" de Vaughan Oliver pero acertada la producción de Gil Norton, llena de contrastes, subidas y bajadas, así es este álbum; luces y sombras. Hagamos el ejercicio; ¿estaríamos hablando de "Indie Cindy" si no fuese firmado por los Pixies? ¿Es una digna continuación de "Trompe le Monde"? ¿Nadie se da cuenta que va a la deriva tras "Greens And Blues"?
"What Goes Boom" nos engaña, nos la cuela por la escuadra; esa melodía, ese ritmo machacón, ese "ruidismo", esa voz entre el pop, la delicadeza de Young y el tono más esquizoide de los noventa pero tras la primera canción, "Indie Cindy" se diluye con un versión light, sin azúcar y sin fuerza de sí mismos en "Greens and Blues", una canción que nos sumerge en un estado de ánimo a medio camino ente la desesperación y la nostalgia más absoluta. "Greens and Blues" es la canción que sonaría en una fiesta pero cuando ya ha acabado, los invitados recogen los restos y llenan bolsas de basura, es la canción que no querría oír en un concierto de los Pixies, ni tú en ningún bar a menos que quieras cortarte las venas con la barra. Pero ya con "Indie Cindy" la defunción está servida; lenta, soporífera y con un sonido lleno de reverberación, como si tocasen en un tinaja, la vociferante voz desacompasada suena forzada y lo que podía resultar hace veinte años ahora se siente artificial y ni siquiera los contrastes ayudan a una canción de casi cinco minutos que muere desde los primeros segundos.
"Bagboy" o "cómo errar en el blanco a la cuarta canción" nos muestra a unos Pixies sin rumbo como ocurre en "Magdalena 318" que, sin embargo, parece un espejismo de sus mejores momentos hasta el estribillo y el insufrible falsete. Que no se me malinterprete, es un disco entretenido para ser de Francis pero un jodido horror para pertenecer a la discografía de los Pixies. "Silver Snail" vuelve a adentrarnos en el sopor de "Indie Cindy", canciones indolentes, aburridas hasta la naúsea y desnortadas. ¡Un respingo, el arranque de "Blue Eyed Hexe" y creemos que los Pixies están sonando pero no, a los treinta segundos se disipan todas las dudas y Black ya ha perdido toda la frescura de su juventud y toda la irreverencia de su carrera en solitario para resultar complaciente y predecible! Irritante es "Ring the Bell" e innecesaria a estas alturas, esto no es rock alternativo, ni universitario, ni indie, ni nada, es simplemente rock moderado perpetrado por unos cincuentones aburridos de sí mismos que nunca deberían haber grabado nada más bajo el nombre de Pixies.
"Another Toe in the Ocean" es la más interesante del conjunto pero no entiendo por qué las nuevas canciones no acaban de resultar, por qué no nos hacen saltar o se quedan en nuestra cabeza como las que componían antes, por qué no las tarareamos una vez acaban, ¿no son los Pixies, dónde se han metido sus cualidades? "Andro Queen" es tediosa como las guitarras de "Snakes" (que me recuerdan a las notas de "Battle Of Evermore" por un momento) y el incesante ritmo de batería pronto se apacigua entre lánguidas guitarras acústicas. Pero el desastre adquiere tintes épicos cuando el último cartucho es una canción como "Jaime Bravo", pura sacarina digna del mejor gafapasta.
Muchas reuniones son innecesarias y la vuelta de los Pixies nos demuestra muchas cosas; que quien tuvo a veces no retuvo, que segundas o terceras partes nunca fueron buenas cuando, para colmo, el legado de uno es histórico, que no es bueno mirar al pasado, que no hay que empeñarse en algo, que las cosas fluyen, y los Pixies estaban mejor en nuestra memoria que en la actualidad, que esto no es un regreso digno de un grupo como los de Boston sino un bonito y jodido posavasos más en mi colección.
© 2014 Lord Vader