La figura de Steve Jobs siempre ha generado gran polémica, no hay nadie en el mundo que no conozca la famosa manzana mordida y no guarde su propia anécdota o enrevesada teoría acerca de la marca, la empresa, el negocio, el producto o él mismo, lo que está claro es que a Jobs se le ama o se le odia, no causa indiferencia, no hay término medio. De él sabemos demasiado; apasionado, intenso, obsesionado por los detalles, la estética y la simplicidad, el futuro y el karma, lleno de ilusión, abandonado por su padre, dejó la universidad, se largó a la India, tomó drogas y tuvo experiencias sensoriales, además de convertirse en uno de los millonarios más jóvenes del mundo y revolucionar el mundo de los ordenadores llevándolos a los usuarios y sacándoles del ámbito formal. Sin Jobs no tendríamos fondo de escritorio, carpetas, papelera de reciclaje o ratón pero tampoco tendríamos un Iphone o un Ipad y la vida sería mucho más triste, como el anuncio de Apple, seguramente todavía viviríamos en un blanco y negro como el de 1984. ¡Fue capaz de crear la única marca de la industria tecnológica que promocionaba todo un estilo de vida y hacía partícipes a sus clientes de toda una filosofía!
Pero, si bien sabemos muchos aspectos íntimos, poco o nada se sabe de la música que escuchaba aquel que supo revolucionar la industria musical. ¿Cuáles eran sus artistas favoritos? Hace poco se encontró su cápsula del tiempo (un experimento o juego muy norteamericano en el cual uno entierra alguno de sus objetos personales de niño o adolescente para desenterrarlo varias décadas después) y sorprendentemente apareció una cinta del grupo Moody Blues. Según él, “el mero acto de dejarle tu iPod a un amigo, a tu cita a ciegas o a un perfecto desconocido que se sienta a tu lado en el avión hace que puedan leerte como un libro abierto. Basta con desplazarse por tu lista de canciones por medio de la rueda y, en términos musicales, te quedas desnudo”. ¿Pero qué discos o artistas llevaba en su iPod?
Jobs era un apasionado de la música, vivía con intensidad las canciones hasta tal punto que era capaz de escuchar la misma una y otra vez o espetar que el motivo por el cual la gente pagaría por una canción en iTunes antes que bajársela gratis era el karma y nadie querría enfrentarse a ello. Pero, por mucho que nos cueste creer y según Neil Young, a Jobs le gustaba llegar a casa, coger su vinilo de “The Times They Are A-Changin’” y pinchar “One Too Many Mornings”, su canción favorita. Para Jobs, igual que para muchas personas, Bob Dylan era Dios, fue su propio amigo, Woz, quien le grababa las cintas, parece ser que en los sesenta Dylan grababa todos sus conciertos y algunos de sus conocidos compartían aquellas grabaciones habiendo copias piratas por todas partes. Woz y Jobs recorrían a pie todo San José y Berkeley preguntando por esas famosas cintas para coleccionarlas, compraban folletos con las letras de Dylan y se quedaban hasta bien entrada la madrugada averiguando su significado. Dylan era su artista favorito y, según él, conforme fue creciendo su admiración por él fue madurando.
En el IPod de Jobs había veintiún discos de Dylan, desde el homónimo del 62 hasta “Oh, Mercy” del 89, según Jobs la producción posterior del de Minnessotta no era lo suficientemente intensa a pesar de seguir siendo de su agrado. Precisamente Dylan le dedicó a Jobs “Too Many Mornings” durante su concierto en Palo Alto en el 2004. Pero el IPod de Jobs también llevaba a la que fue compañera de Dylan y con quien precisamente también mantuvo el propio Jobs una relación de dos años; “Se transformó en una relación formal entre dos amigos que, por accidente, se convierten en amantes”, Joan Baez y su canción: “Love Is Just A Four Letter Word” sonaban con frecuencia a través de sus cascos.
Pero si pasión y admiración sentía por Dylan, los Beatles fueron aquellos que le hicieron bautizar su compañía (de ellos llevaba toda su discografía) y con Lennon lloraba amargamente cuando escuchaba una y otra vez “Mother”; “Mother, you had me but I never had you, Iwanted you but you didn´t want me, so I got to tell you, goodbye, goodbye. Father, you left me but I never left you, I needed you but you didn´t need me, so I got to tell you, goodbye, goodbye" ("Madre, tú me tuviste pero yo nunca te tuve a ti, yo te quería pero tú no me quisiste así que debo decirte adiós. Padre, me dejaste pero yo nunca te dejé, te necesité pero tú nunca me necesitaste a mí, así que debo decirte adiós”), de los Stones también llevaba al menos media docena como también de Donovan, Aretha Franklin, Johnny Cash, B.B. King, Buddy Holly, Donovan, The Doors, The Monkees, Janis Joplin, Jimi Hendrix, Coldplay, John Mayer, Cat Stevens o U2.
En cuanto a música clásica, Jobs disfrutaba de Bach y las variaciones de Goldberg interpretadas por Glenn Gould. Decía; “Son como la noche y el día. La primera (grabada por Gould en 1955) es una pieza exuberante, joven y brillante… La segunda (grabada por el pianista en 1981) es mucho más sobria y descarnada. Puedes sentir un alma muy profunda que ha pasado por muchas cosas. Es más oscura y sabia.” Pero también era el propio Jobs el que elegía concienzudamente la música de sus anucios, con “Are You Gonna Be My Girl?” de los australianos Jet, Jobs nos mostraba las siluetas escuchando música con sus iPod, convirtiendo al grupo en toda una celebridad, de usar y tirar, eso sí (el típico ejemplo de un “One Hit Wonder”) y repitió con con Coldplay y su “Viva La Vida” en el 2008 como con Yael Naim y “New Soul” o U2 y su “Vertigo” (pagando Jobs a los irlandeses nada más y nada menos que 150 millones de dólares por tener en iTunes todo el catálogo del grupo más algunos extras. Pero, a modo de cotilleo, también le vendió sus áticos en el Soho neoyorkino al mísmisimo Bono por unos modestos doce millones de dólares). Usó a Black Eyed Peas y su “Hey Mama” para el nuevo IPod y “White Room” de Cream para el nuevo iMac blanco pero también utilizó a Feist para el iPod Nano o utilizó “I Want To Hold Your Hand” de sus amados Beatles para anunciar y festejar la adquisición del catálogo de Lennon y McCartney en iTunes. Jobs amaba la música por su intensidad y propiedades, no podía ser de otra forma...
© 2014 J.Cano