Siempre me han parecido de especial interés los escarceos de Frusciante por el valor y el riesgo en el que se traduce su necesidad de escapar cuando algo le oprime y crear un mundo en el que refugiarse a sí mismo y a John le oprimía el éxito de los Red Hot Chili Peppers, vaya si le oprimía... Amigo del difunto Slovak, fue su reemplazo en el 88 y grabó quizá los discos con más éxito de los Peppers; “Mother’s Milk” (1989), el inmenso “Blood Sugar Sex Magik” (1991) que les hizo entrar de cabeza en el “mainstream” más absoluto, abandonó el barco consumido por las sustancias y volvió de nuevo tras el infructuoso affaire de sus compañeros con un desnortado Dave Navarro durante “One Hot Minute” (1995) con el glorioso “Californication” (1999) y después de “Stadium Arcadium” (2006) cayó el telón de nuevo para Frusciante. Pero durante todo ese tiempo nunca dejó de grabar y hacer lo que le ha venido en gana y desde que grabase “Niandra Lades and Usually Just a T-Shirt” (1994) su carrera en solitario ha de ser vista como una válvula de escape. John es un grandísimo guitarrista y un estupendo músico pero que no se nos olvide que es, sobre todo, un artista en lo más amplio del término y, como tal y con los tortuosos fantasmas que carga sobre sus espaldas, es normal que sus discos no sean meras colecciones de canciones sino aventuras llenas de pasajes, experimentos y bocetos, piezas en las que probar sus ideas y lograr la alquimia perfecta entre la electrónica (siempre presente en su discografía), su guitarra y voz a veces en falsete, cuando no cascada por los miles de cigarrillos. Que no se nos olvide que no hay disco decepcionante de Frusciante sino oyente atrevido por meterse en un universo en el que, aunque nos está permitido el paso; nadie nos ha invitado, no se nos ha pedido la opinión y sobran las exigencias o las comparaciones con el trabajo en los Peppers. Escuchar un disco suyo debe ser visto como una experiencia y no como un álbum más del guitarrista que grabó “Blood Sugar Sex Magik”, es como tener acceso a un rincón de su mente o a una página de su diario.
En palabras del propio John, "Al terminarlo, era el disco que representaba la realización de todas las metas musicales a las que apuntaba en los pasados cinco años. Fue grabado simultáneamente con “Medieval Chamber” de Black Knights y así de diferentes como estos dos álbumes aparentan ser, ambos representan un solo proceso creativo y de investigación. Lo que aprendía de uno iba directamente al otro. “Enclosure” es por ahora mi última palabra tras la declaración musical que comenzó con PBX".
En palabras del propio John, "Al terminarlo, era el disco que representaba la realización de todas las metas musicales a las que apuntaba en los pasados cinco años. Fue grabado simultáneamente con “Medieval Chamber” de Black Knights y así de diferentes como estos dos álbumes aparentan ser, ambos representan un solo proceso creativo y de investigación. Lo que aprendía de uno iba directamente al otro. “Enclosure” es por ahora mi última palabra tras la declaración musical que comenzó con PBX".
Desde la desalmada “Shining Desert”, John nos abre una parte de su corazón y un rincón de su mente con las baterías programas más sincopadas, deslavazadas y a veces abstractas de toda su discografía lo que evidencia un tremendísimo trabajo de composición para elaborar melodías sobre cortes como “Sleep” o “Run” en las que otros músicos zozobrarían irremediablemente, “Enclosure” como disco cruje, crepita, sisea, murmulla, estalla y cambia de ritmo, “Stage” lo borda y “Fanfare” roza el sobresaliente mientras, sin embargo y pese a todo, Frusciante se demuestra incapaz de aunar una electrónica más cercana al Jungle o a un Rythm N’ Bass minimalista con una guitarra a veces imperceptible o inaudible como tal. Por lo que en piezas como “Cinch” saltaremos de alegría al sentir sus dedos (como en la mencionada “Fanfare” que podría haber entrado de lleno e igual que “Sleep” en su “To Record Only Water For Ten Days” del 2001) pero todavía nos queda la estupenda y notable “Zone”, la sintética “Crowded” (por su envoltorio) o la despedida con “Excuses” en la cual uno no sabe si volver a pinchar “Enclosure” desde el comienzo, volcarse en “Zone”, “Sleep” o “Fanfare” o darse un tiempo para volver a zambullirse de nuevo en la mente de uno de los mejores músicos de nuestra época.
“Enclosure” es un gran disco de Frusciante con algunos segundos infinitamente más ricos que todo el minutaje del último disco de los Peppers pero carente de la unión propia de toda la producción del guitarrista. Un magnífico collage con grandes canciones, algunas pasables y otras prescindibles lo que, sin embargo, no es óbice para que cualquier oyente con las orejas bien abiertas y ganas de disfrutar de un músico en plena madurez (y sin ningún tipo de pretensión o exigencia) sea capaz de sacarle todo el jugo posible a unas composiciones lo bastante originales, diferentes y geniales como para dedicarles más de una docena de escuchas. “Enclosure” suena crudo, matemático, abstracto, carente de alma o rebosante de ella (lo que uno se abandone a sentir), Frusciante pone el lienzo y los colores básicos, nosotros tenemos que hacer una escucha activa, no seamos injustos con él y dejemos que otros becerros salten en los festivales a ritmo de “Give It Away” que Frusciante es nuestro y se merece que le escuchemos.
© 2014 Conde Draco